La
crisis del euro
El
giro dramático de Atenas a la 'solución definitiva'
Por
Claudi Pérez y Alejandro Bolaños
El
País, 01/11/11
Con
el referéndum, Papandreu pretende ganar legitimidad interna y
poder de negociación frente a los socios europeos.– Pero lo
hace a costa de arriesgar el incipiente acuerdo de la UE y de
romper su mayoría parlamentaria.–Si el órdago acaba en
farol, Grecia puede verse abocada a quebrar y salir del euro.
¿Qué
es lo que cuestiona el referéndum?
El
pasado jueves, a las cinco de la madrugada, los líderes
europeos anuncian a bombo y platillo una solución
"integral, definitiva" para Grecia. Los mercados
reciben las medidas con fuertes subidas. Y sin embargo,
Papandreu da un giro dramático al anunciar un referéndum
sobre los pactos de Bruselas, que no solo cuestiona la
"solución definitiva" para Grecia, sino que pone en
jaque el paquete completo: la recapitalización de los bancos,
el fondo de rescate (EFSF, por sus siglas en inglés) y la
quita pactada con los bancos para Grecia. Todo ello era
consecuencia de la crisis griega. Todo ello está íntimamente
relacionado: la quita de Grecia exige un nivel determinado de
recapitalización, y un tamaño del fondo de rescate para
evitar el contagio hacia Italia y España. Y todo ello está
en el alero si ganara un no al rescate en Grecia el próximo
diciembre, que podría llegar a suponer una salida del euro y,
por tanto, una suspensión de pagos desordenada.
¿Cuáles
son los motivos de Papandreu?
El
más inmediato es la búsqueda de legitimidad interna: los
sucesivos planes de austeridad impuestos por la UE y el FMI a
Grecia han laminado su credibilidad, su apoyo en las calles.
Las huelgas y las manifestaciones, a veces violentas, están a
la orden del día. Con el referéndum, Papandreu se legitima,
aunque no lo va a tener fácil: el 60% de los griegos veían
el acuerdo de Bruselas como "negativo", según una
encuesta publicada el sábado. En esa misma encuesta, más de
un 70% de los consultados apostaban por seguir en la zona
euro. Y es esa disyuntiva la que va a explotar el primer
ministro griego: un resultado positivo le blindaría ante la
oposición, que ya pide elecciones anticipadas. Y, quizá más
importante aún, ante su propio partido. El entorno del
ministro de Economía y hombre fuerte del Pasok, Evangélos Vénizélos,
deslizó que no sabía nada de la propuesta de referéndum
hasta que Papandreu la anunció. Y varios parlamentarios
amenazan con dejar el grupo socialista y sabotear, incluso, la
moción de confianza que debe votarse este viernes. Por último,
Papandreu intenta gana poder de negociación ante sus socios
europeos. El plan de rescate no está cerrado: hay que
negociar aún y tanto la canciller Angela Merkel como otros países
europeos reclaman nuevas medidas de austeridad a Grecia.
Demasiada presión irritará aún más a los ciudadanos
griegos. El referéndum funciona así como un órdago.
¿Puede
haber contagio?
Los
mercados ya se dieron ayer la vuelta para cubrirse ante la
eventualidad de que se produzca una catástrofe (esto es, una
salida de Grecia del euro y el consiguiente pánico entre los
inversores). Italia es la siguiente ficha del dominó: si
Italia cayera, sería el fin del euro, según explicó hace
unos días el presidente francés, Nicolas Sarkozy.
Inmediatamente después, España. Pero Italia y España son ya
piezas mayores. Se supone que ni Berlín, ni París, ni
Bruselas ni el BCE (que es quien tiene la llave para frenar
ese contagio) van a dejar que el fuego llegue tan lejos. Eso sí,
los nervios en Roma están ya a flor de piel: el ministro de
Asuntos Exteriores italiano, Franco Frattini, ha acusado hoy a
Sarkozy de alimentar un "ataque especulativo" contra
Italia. Son palabras. Pero las cosas empiezan a torcerse
cuando empieza una escalada de declaraciones.
¿Para
qué diablos sirvió la Cumbre Europea?
El
pasado 21 de julio, los líderes europeos salieron con la
cantinela de la solución definitiva. Los mercados subieron
durante dos días, y al tercero llegó una tormenta de verano
huracanada, en los mercados de deuda, en las Bolsas, en las
divisas y en general en todos los mercados, que obligaron a
los líderes a ir más allá. El pasado jueves pusieron negro
sobre blanco la nueva "solución definitiva", y la
historia se ha repetido: dos días plácidos y, tras el
anuncio de referéndum en Grecia, el huracán. En realidad, el
jueves no hubo tal solución definitiva, sino una patada hacia
adelante: los cimientos del acuerdo estaban puestos pero
faltaban multitud de detalles. Entre esos detalles, las nuevas
medidas de ajuste para Grecia. Y los griegos no parecen
dispuestos a más sacrificios, como ha acabado asumiendo el
propio primer ministro.
Y
a todo esto, la banca española ¿no era la que peor estaba?
La
recapitalización bancaria cayó como un mazazo para la gran
banca española: necesita 26.000 millones, una cuarta parte de
lo que requieren los grandes bancos europeos, solo ligeramente
por detrás de los griegos, que están prácticamente
quebrados. Se suponía que el castigo sería mayor para los
bancos que tienen más exposición a deuda soberana de los países
con problemas: las entidades alemanas y las francesas. Pero la
banca germana y la gala solo necesitan 5.000 y 8.000 millones,
respectivamente. Con el incendio en los mercados, llega la
prueba del algodón de los inversores. Hoy cae con fuerza todo
el sector bancario. Pero unos más que otros: en Francia,
Italia y Alemania, varios bancos caen más del 10%. En España,
entre el 5% y el 6%.
¿Quiere
ganar Papandreu el referéndum?
Atenas
en Halloween
Por
Juan Ignacio Crespo (*)
El
País, 02/11/11
Algo
raro tiene la UE que, cuando pasa por las dificultades más
agudas, alguno de sus países miembros convoca un referéndum
que las agudiza más aún. Y, también, que a muchos de los países
que a ella se incorporan, a veces tras larga espera, le entran
unas ganas incontenibles de abandonarla. Esto último le pasó
a Reino Unido que, tras superar 12 años de espera y dos vetos
del general De Gaulle, estaba cuestionándose en referéndum
su permanencia apenas dos años y medio más tarde. También
François Mitterrand en 1992 hizo su propio triple salto
mortal, convocando un referéndum para aprobar el Tratado de
Maastritch en plena crisis del Sistema Monetario Europeo
(antecesor del euro) provocada por la negativa, también en
referéndum, de los daneses a ratificarlo. Mitterrand consiguió
un apoyo tan ajustado que fue conocido como "le petit
oui" o pequeño sí. Entretanto los mercados habían
pasado un verano totalmente inestable que acabó con la salida
de la libra esterlina y la lira italiana del SME y a punto
estuvo de acabar con él.
¿Ganará
Papandreu este referéndum? O casi mejor: en realidad ¿quiere
ganarlo? Sus reticencias al acuerdo de la semana pasada no
hicieron sospechar de sus intenciones: forman parte de esos
comportamientos algo forzados que solo se sabe interpretar
retrospectivamente. Aunque, si se piensa en lo que salió del
acuerdo, quizás haya una gran jugada política detrás de
todo ello. Y mucho, mucho agotamiento.
¿Por
qué? Aunque el acuerdo parecía muy generoso con Grecia (una
quita del 50% de su deuda) y aunque los bancos acreedores
llegaran a firmarlo "voluntariamente" en un
porcentaje significativo como para no declarar la mora o
default de Grecia, dejaba a esta en una situación de práctica
quiebra a plazo fijo: en el año 2020 tendría aún una deuda
sobre PIB del 120% o, lo que es lo mismo, el porcentaje de
endeudamiento que ahora tiene la baqueteada Italia. Visto
desde hoy, y aunque los cálculos hechos a nueve años vista
es muy probable que resulten erróneos, la perspectiva para
Grecia sigue siendo muy deprimente. De ahí la tentación de,
por una parte, amarrar bien todos los extremos del apoyo político
interno y, por otra, de intentar reducir la carga financiera
en una negociación cada vez menos amable con los socios
europeos y la banca acreedora.
También
está detrás la tentación de salirse del euro, siempre
presente. Al fin y al cabo no son pocos los que jalean a
Grecia y la animan a seguir ese camino. ¿Acaso no decidió
Islandia dejar de pagar a sus bancos? Y ahí están. Quienes
así opinan se olvidan de que se dejó de pagar a ahorradores
europeos que depositaron su dinero en bancos islandeses. Y se
olvidan de que Islandia pasó en el proceso de tener una tasa
de paro del 0,8% a tenerla del 9,26% y ahora en 6,6% (Grecia
ha pasado en estos tres últimos años del 6,5% al 16,5%). Lo
que prueba que no hay atajos y que lo que se expulsa por la
puerta se termina colando por la ventana. Pero la salida del
euro complicaría mucho más la situación: multiplicaría por
un factor aún desconocido la deuda denominada en la nueva
moneda y provocaría un pánico bancario previo para retirar
los depósitos de los bancos antes de que los saldos en una
moneda fuerte se conviertan a otra moneda devaluada.
Grecia
no puede pagar de ninguna de las maneras. Mejor que el BCE
monetice una gran parte de su deuda, antes de que sea tarde.
El gesto de Papandreu, entre la desesperación, el capricho y
el cálculo político, recuerda cuando Perseo se cubría la
cabeza con un yelmo de niebla para perseguir a los monstruos.
Y los monstruos han salido ya todos a pasear. La misma noche
de Halloween.
(*)
Juan Ignacio Crespo es analista financiero.
Merkel
y Sarkozy reclaman explicaciones a Papandreu y le exigen
cumplir con
la hoja de ruta pactada – Barroso augura
consecuencias "dolorosas"
para el país
si rechaza
el rescate
La
UE amenaza con bloquear la ayuda
de 8.000 millones a Grecia
El
País, 02/11/11
Las
instituciones de la UE, Francia, Alemania y el FMI esperan hoy
las explicaciones del primer ministro griego, Yorgos
Papandreu, sobre su plan de convocar un referéndum en Grecia
para aprobar o rechazar el plan de rescate europeo aprobado
hace apenas una semana. Con este anuncio, Atenas ha vuelto a
colocar a la UE y a la eurozona a los pies de los caballos, de
donde volverán a intentar rescatarla a Angela Merkel, Nicolas
Sarkozy y los restantes europeos llegados a Cannes para
asistir al G–20. Para ir adelantando el trabajo, el
presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão
Barroso, ya ha advertido al país mediterráneo que rechazar
el plan de rescate tendrá consecuencias "dolorosas"
para su población. De momento, Bruselas ya ha confirmado que
no dará los 8.000 millones del sexto tramo del primer plan de
asistencia financiera, lo que estrecha el margen de actuación
de Atenas, que en cualquier caso calcula que tiene fondos
suficientes para mantener la máquina en marcha hasta que se
celebre la consulta.
"Sin
el acuerdo de Grecia con la UE y el FMI, las condiciones para
los ciudadanos griegos serán mucho más dolorosas, y sobre
todo para los más vulnerables. Las consecuencias son
imposibles de predecir", ha asegurado Barroso en un
comunicado a su llegada a la ciudad francesa. "Quiero
hacer un llamamiento urgente y sincero a la unidad nacional y
política de Grecia", continúa el texto antes de
recordar que la estabilidad del país mediterráneo es crucial
para el resto de Europa.
La
primera de las esperadas reuniones de hoy, entre el presidente
francés, Nicolas Sarkozy, la canciller alemana, Angela
Merkel, y los responsables del Fondo Monetario Internacional,
Christine Lagarde; de la Comisión Europea; del Eurogrupo,
Jean–Claude Juncker; y del Consejo Europeo, Herman Van
Rompuy, ha comenzado poco después de las 17.00. Aunque ha
sufrido interrupciones, ya que Sarkozy y el presidente chino,
Hu Jintao, tenían una cita previamente convocada para las
18.00.
Tras
este paréntesis, a la reunión estaba previsto que se uniese
el primer ministro griego, Yorgos Papandreu. Sobre lo que los
líderes europeos trasladarán a su homólogo griego, Berlín
y París ya han adelantado que le exigirán claridad sobre el
referéndum y la salida del país del euro.
El
presidente francés y la canciller han decidido que entre
todos ellos, más el Fondo Monetario Internacional (FMI),
deberán fijar urgentemente la hoja de ruta para aplicar lo
pactado la semana pasada en Bruselas, diga lo que diga
Papandreu sobre la celebración de un referéndum.
En
términos económicos, apartado en el que la UE y el resto de
participantes en la entrevista tienen su principal baza de
presión contra Grecia, el mero anuncio del plebiscito ya ha
dejado en el aire el sexto tramo de la ayuda de 8.000 millones
de euros correspondiente al primer plan de asistencia al país
mediterráneo y que ha sufrido diversos retrasos. Tal y como
planteó la propia Grecia en su momento, la falta de este
dinero dejaría al Ejecutivo sin dinero para poder pagar a sus
funcionarios y pensionistas las nóminas una vez acabe
diciembre. No obstante, el Ejecutivo de Papandreu ha hecho las
cuentas y calcula que tiene reservas suficientes hasta que
celebre el referéndum.
Según
han confirmado fuentes oficiales del FMI y de la UE a Reuters
sin identificarlas, este dinero no se entregará hasta que se
celebre la consulta pública, algo que podría tener lugar en
la primera quincena de diciembre. "Las instituciones no
quieren dar el dinero a Grecia y entonces esperar a ver que
ocurre", han explicado desde el FMI. "Queremos tener
la certeza de que Grecia cumplirá con sus compromisos y ahora
Papandreu no está en condiciones de cumplir estas garantías",
ha añadido.
Desde
la UE, han añadido que los países europeos se alineado ellos
mismos con el FMI y que con toda probabilidad no realizarán
el pago hasta que vea con claridad que el país cumple con el
plan de reformas y ajustes marcado. "Tan pronto como
Grecia realice el referéndum, tan pronto se librará el sexto
tramo. Pero en estos momentos, no se va a pagar", han
asegurado.
La
misma estupefacción que hizo despeñarse a las Bolsas se
apoderó de los dirigentes europeos, irritados además al
verse sorprendidos por la decisión, no comunicada
previamente, del primer ministro griego de someter a consulta
popular la medicina salvadora que quiere administrar la UE a
Grecia. Una receta que fue afinada tras largas horas de tira y
afloja los pasados miércoles y jueves en la cumbre de los líderes
de la zona euro. Una sorpresa que replicó esta madrugada el
mismo Papandreu al término del Consejo extraordinario de
Ministros que convocó ayer por la tarde. "Los socios
internacionales de Grecia estaban al tanto de mis intenciones
del referéndum y respetarán y apoyarán las resoluciones del
país", sentencia el comunicado publicado por su oficina
al término de las siete horas de reunión.
El
ministro del Interior, Haris Kastanidis, ha defendido hoy que
la consulta se podría adelantar un mes frente al calendario
barajado. Esto es, en diciembre en lugar de enero. Aunque el
Ejecutivo griego no había fijado una fecha fija, el portavoz
del Gobierno, Ilias Mosialos, afirmó ayer, sin dar más
detalles, que su intención es celebrarla tan pronto como sea
posible, lo que presionaría a la UE para cerrar los detalles
del rescate rápidamente. En cuanto a los mercados, tras la
tormenta, han abierto esta mañana con una ligera recuperación
insuficiente, en cualquier caso, para recuperar las pérdidas
de la víspera. A media jornada, la mayoría de las Bolsas
europeas estaba ya en rojo.
Hay
motivos más que suficientes para pensar que el resultado del
referéndum sería negativo –ayer mismo un sondeo daba un
60% de rechazo, aunque el 72% de los griegos quiere seguir en
el euro–, lo que provocaría una quiebra descontrolada de
Grecia y con ella el desarbolamiento de la eurozona. En esa
situación hasta la UE estaría en peligro, según repiten los
analistas.
Merkel
y Sarkozy, los padrinos del acuerdo de la pasada semana, se
pusieron inmediatamente manos a la obra para responder al
desafío griego, calificado de "irracional y
peligroso" hasta para el propio Papandreu por un allegado
al presidente francés. Tras hablar por teléfono emitieron un
comunicado taxativo: "Francia y Alemania desean que, en
consulta con sus socios europeos y con el Fondo Monetario
Internacional, se elabore cuanto antes una hoja de ruta para
garantizar la aplicación de este acuerdo".
"Este
acuerdo", el alcanzado la pasada semana, fue glosado por
ambos en términos encomiásticos. También Herman van Rompuy,
como presidente del Consejo Europeo y de la cumbre del euro, y
José Manuel Durão Barroso, como presidente de la Comisión,
lo valoraron en otro comunicado usando prácticamente las
mismas palabras, en prueba del toque a rebato dado al más
alto nivel ante la nueva crisis que se cierne sobre el euro.
Los cuatro subrayan lo acordado sobre Grecia –hasta dan por
hecho un acuerdo que está lejos de ser cerrado para que la
banca asuma una quita del 50% de la deuda griega– e insisten
en los beneficios del plan, orientado a reducir la deuda
griega al 120% del PIB en 2020.
Merkel
y Sarkozy acordaron volver a verse esta tarde en Cannes
–donde la canciller no pensaba llegar hasta mañana y donde
sí iba a estar el presidente, en calidad de anfitrión del
G–20– en una reunión de consultas con las instituciones
europeas y con el FMI. Luego cenarán todos ellos con
Papandreu y su ministro de Economía, Evangelos Venizelos, que
ha salido esta mañana del hospital. El objetivo es único:
"Tomar todas las medidas necesarias para poner en práctica
sin dilación el acuerdo alcanzado el pasado 27 de octubre en
Bruselas", según el comunicado conjunto francoalemán.
Se trata de volver a la carga, por enésima vez, para intentar
dar solución a un problema que en una y otra ocasión se les
escapa.
Según
informa Le Monde citando fuentes del Gobierno francés,
Sarkozy y Merkel comunicarán esta tarde al mandatario griego
que rechazan renegociar los requisitos del segundo rescate de
Grecia y bloquearán la ayuda urgente del sexto tramo del
primer plan de asistencia. Estaba Estaba que los 8.000
millones aprobados el pasado 21 de octubre tras varios
retrasos se desembolsara a mediados de noviembre. Francia
calcula que las autoridades griegas se quedarán sin fondos
como muy tarde en diciembre y lo usará para redoblar la presión
sobre Papandreu. El diario también apunta a que los líderes
europeos pedirán a Atenas que la pregunta del referéndum sea
sobre la permanencia en el euro con el objetivo de evitar dar
la imagen de una UE paralizada incapaz de resolver sus
problemas, sino el de un país que rechaza la salida que se le
ofrece. "No podemos impedir que los griegos se
suiciden", afirma un diplomático francés citado por el
rotativo.
El
anuncio de Papandreu ha cambiado los planes del encuentro y ha
convertido la cumbre del G–20 en un foro sobre Grecia.
Cuando el presidente francés, Nicolas Sarkozy, esbozó a
principios de año sus objetivos para la cumbre, ideó una
superproducción: reforma del sistema monetario, medidas
contra la volatilidad del precio del petróleo y los
alimentos, tasa a las transacciones financieras, regulación
de la banca en la sombra y nuevas iniciativas contra el
desempleo.
Las
discusiones ministeriales evidenciaron que, como ha ocurrido
ya en otras cumbres, se avanzaba con cuentagotas. Y el repunte
de la crisis europea, a mediados del verano, obligó a un
debate más terrenal: qué hacer ante una nueva amenaza de
recesión y colapso financiero, cuando las cuentas públicas
de la mayoría de países avanzados está en números rojos.
El
apoyo de los emergentes
Hace
mes y medio, con motivo de la celebración de la asamblea del
FMI en Washington, los ministros del G–20 anunciaron que
habría un Plan de Acción con medidas inmediatas, siempre que
la zona euro planteara una solución integral a todos sus
problemas. El pacto de la pasada semana –recapitalización
de la banca, quita a la deuda griega, ampliación del fondo de
rescates–, parecía ser condición suficiente. Además, el
G–20 recuperaba protagonismo: parte de la solución europea
pasa por el respaldo de los emergentes, y éste es el foro más
apropiado para negociar las contrapartidas políticas
(representación en los organismos internacionales) que las
nuevas potencias reclaman.
El
anuncio del Gobierno griego de que someterá a referéndum el
segundo plan de rescate deja en suspenso el pacto europeo. Y,
también, la posibilidad de que los emergentes concreten su
respaldo a los planes de la zona euro o la posibilidad de
ampliar los recursos a disposición del Fondo Monetario
Internacional. Hasta el punto de que Sarkozy ha dejado en el
aire una cena programada para hoy con el líder chino, Hu
Jintao, para hacer hueco a una reunión urgente con Papandreu.
Otros
debates, como el reequilibrio de los modelos de crecimiento
para ahuyentar la amenaza de guerra de divisas, también
llegan tocados: la intervención unilateral de Japón para
desinflar el yen, en niveles récord frente al dólar, es la
mejor prueba de que apenas hay progresos en este frente.
Con
información de R. M. De Rituerto, M. Mora, J. Gómez y A.
Bolaños.
En
vísperas de la Cumbre del G–20
Grecia
deberá votar si sigue en el euro
La
UE se lo exigió a Papandreu: crece la tensión
Por
Luisa Corradini
Corresponsal
en París
La
Nación, 03/11/11
Cannes.–
Las amenazas, los retos y los reproches terminaron por
cambiarle el libreto: al cabo de una tempestuosa reunión con
sus socios europeos en Cannes, Giorgios Papandreu aceptó que
los griegos digan en un referéndum si quieren permanecer o no
en la zona euro. No obstante, el premier mantendría la
pregunta inicial, que provocó el terremoto en la Unión
Europea: es decir, si sus compatriotas aceptan el plan de
rescate, que incluye un fuerte ajuste.
En
vísperas de la cumbre del G–20, que empieza hoy en esta
ciudad francesa, la nueva crisis por Grecia consiguió
monopolizar la atención del planeta.
"Lo
esencial no es únicamente el plan [de rescate], sino si
queremos permanecer en la eurozona", declaró el primer
ministro griego después de haber sido convocado a una
minicumbre en esta ciudad, en vísperas de la reunión del
G–20 (agrupa a países industrializados y en desarrollo;
entre estos últimos, la Argentina).
Para
calmar los ánimos de sus socios europeos, el primer ministro
griego también aceptó adelantar la fecha de esa consulta al
4 o 5 de diciembre, en vez de hacerla en enero. La decisión
de Papandreu de convocar a un referéndum sumergió en una auténtica
crisis de nervios a todos los líderes de la Unión Europea
(UE) y en particular al presidente Nicolas Sarkozy y a la
canciller Angela Merkel, que, una vez más, se vieron
obligados a hacer malabarismos para tratar de apagar el nuevo
incendio que amenaza la supervivencia del euro.
Reunidos
ayer por la tarde en esta exclusiva ciudad de la Costa Azul,
transformada para la ocasión en un auténtico campo militar,
Sarkozy y Merkel –furiosos– intentaron por lo menos
limitar los daños. En una reunión de urgencia organizada
después de la cena, propusieron al jefe del gobierno griego
una hoja de ruta en tres puntos, que debería serenar la
profunda inquietud que agita desde el lunes a los mercados:
obtener de su Parlamento un voto positivo sobre el plan
europeo, organizar ese referéndum cuanto antes y escoger una
pregunta que ponga a los griegos ante sus responsabilidades.
En otras palabras: preguntarles si quieren seguir o no
perteneciendo a la zona euro.
Un
voto positivo del Parlamento de Atenas significaría la
promesa de respetar los compromisos exigidos a Grecia en
materia de reformas económicas y financieras a cambio de la
solidaridad de los otros 16 países de la zona euro,
explicaron fuentes diplomáticas francesas.
"Sería
un elemento extremadamente tranquilizador. Tanto para los
otros países de la UE como para los mercados", dijo el
ministro de Asuntos Europeos francés, Jean Leonetti.
Todo
ese montaje, sin embargo, podría quedar hecho trizas mañana,
cuando Papandreu afronte un voto de confianza en el
Parlamento, donde cuenta con una estrecha mayoría de 152 de
las 300 bancas del hemiciclo. Esa votación se presenta bajo
malos augurios, después de que varios de sus propios
diputados del partido socialista Pasok han expresado el deseo
de verlo renunciar.
Antes
del encuentro con el primer ministro griego, Sarkozy y Merkel
se reunieron en una minicumbre con la directora del Fondo
Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, y las máximas
autoridades europeas, Herman van Rompuy y José Manuel Durão
Barroso, así como con el presidente del Eurogrupo,
Jean–Claude Juncker. Al término de esa reunión, la UE
advirtió que bloqueará el pago de la sexta cuota del primer
plan de rescate, que asciende a 8000 millones de euros, hasta
que no haya un resultado positivo en el referéndum.
Juncker,
por su parte, acentuó la presión sobre Atenas: "Hace
una semana, fuimos 17 quienes tomamos las decisiones. La zona
euro no aceptará que uno de nosotros se disocie de esa decisión",
advirtió.
"Alemania
y el resto de la comunidad internacional hacen esfuerzos para
dar muestras de solidaridad y responsabilidad con Grecia. Pero
Grecia también tiene responsabilidades", dijo a su vez
Steffen Seibert, vocero del gobierno alemán. "Los países
de la eurozona están tan integrados que una decisión tomada
por una capital tiene efectos inmediatos en todos los demás",
agregó.
Desde
mayo de 2010, Grecia ha evitado el default gracias a planes de
salvataje de la UE y el FMI. El acuerdo alcanzado el 27 de
octubre en Bruselas estableció que los bancos que poseen títulos
de la deuda griega aceptarán una quita del 50% (100.000
millones de euros), mientras la eurozona y el FMI otorgarán a
Grecia nuevos préstamos por 140.000 millones de dólares.
Papandreu
llegó a Cannes poco después de haber obtenido el apoyo de su
gabinete en una maratónica reunión. Casi dos años de una
durísima austeridad han llevado a los griegos al borde de la
sublevación. Los sindicatos se encuentran en estado de
movilización permanente. Huelgas, protestas y manifestaciones
se suceden y el país se ha tornado prácticamente
ingobernable.
"Sin
el plan de salvataje, las condiciones de los ciudadanos
griegos podrían volverse mucho más difíciles", advirtió
Durão Barroso.
Preocupados
por las consecuencias que puede tener el default salvaje de
Grecia en otros países de la eurozona, en particular en
Italia y en España, los socios de Atenas reclaman que el polémico
referéndum se realice lo antes posible y que se centre en la
permanencia de Grecia en la zona euro.
Principales
interesados por la instrumentación, los bancos decidieron no
emitir juicio sobre la actual situación. El director general
del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), con sede en
Washington, afirmó que su organización "respeta la
decisión del gobierno griego que, como todo gobierno, tiene
derecho a lanzar procesos que crea apropiados". Por su
parte, la agencia de calificación Fitch advirtió que, para
las empresas griegas, una salida de Grecia del euro "sería
peor que un default salvaje".
Las
encuestas
Según
Papandreu, el referéndum obligará a sus compatriotas a
aceptar las reformas financieras requeridas por la comunidad
internacional, a fin de no sumergirse en la bancarrota. Pero
nada es menos seguro: las encuestas muestran que más del 60%
de la población está en contra de las reformas y, sobre
todo, que no soportan verse dictar el futuro desde el
exterior.
"¿Cómo
es posible que todos consideren normal que Merkel esté
obligada a someter cada decisión de la UE a la Bundestag y el
gobierno griego no tenga derecho a consultar a su población?
¿Acaso hay en Europa una democracia a dos velocidades?",
reflexionó la socióloga Irene Vasistis.
En
todo caso, un eventual regreso de Grecia al dracma ha dejado
de ser tabú: "Los griegos deben decir rápidamente si
quieren o no conservar su lugar en la zona euro", dijo el
primer ministro francés, François Fillon.
Una
jugada considerada "peligrosa" por muchos
economistas. ¿Quién puede decir que los mercados no pondrán
en la mira a los otros eslabones débiles de la cadena?
Cada
una de esas incógnitas será debatida hoy por la mañana en
Cannes, en el marco de otra reunión improvisada de la zona
euro, poco antes de la ceremonia inaugural de la cumbre del
G–20.
Los
tres escenarios posibles
1)
Voto de confianza / elecciones: Papandreu retira la consulta
Los
líderes de la eurozona conocen el riesgo de un plebiscito y
no descartan la posibilidad de persuadir a Papandreu para que
no siga adelante. Para medir su respaldo, el premier convocó
a un voto de confianza: si sale victorioso podrá plantear
nuevas votaciones y si no obtiene el respaldo de por lo menos
151 parlamentarios tendrá que convocar a elecciones
anticipadas.
2)
La quiebra / más ajustes: Grecia le dice sí al referéndum
Si
se avanza con la consulta, el pueblo será el que decida. Una
votación en contra llevará a Grecia a la quiebra, porque no
podrá contar con nuevos fondos. Con el plebiscito, Papandreu
quiere lograr la máxima legitimidad democrática de cara a
nuevas e impopulares medidas, así tendrá la certeza de que
los griegos eligieron los ajustes a cambio de ser rescatados.
3)
Default / debate: El voto negativo y la salida del euro
Grecia
caería en la suspensión de pagos y no podría
autofinanciarse. La eventual salida del euro y el hecho de
rechazar el rescate provocaría un efecto dominó en la banca
europea y la deuda pública de países como España e Italia
se dispararía, requiriendo de ayuda pública. Grecia podría
devaluar su moneda a cambio del empobrecimiento de sus
ciudadanos.
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