¿Un golpe de Estado en la Unión
Europea?
Por
Susan George (*)
Transnational
Institute, October 2011
La Haine, 15/11/11
Traducido por Christine Lewis Carroll
¡Las demandas de los
trabajadores de la Unión Europea de salarios y condiciones de
trabajo mejores, pensiones generosas, largas vacaciones y
permisos cuando sean necesarios deben controlarse! ¡Ya está
bien!
Demos gracias a que la Comisión Europea
tiene las respuestas. Pronto el modelo neoliberal será
irreversible y todos los advenedizos pretenciosos tendrán que
callarse para siempre. Ya es hora. En una maniobra brillante,
la Comisión ha aprobado un paquete de medidas, un
‘sexteto’ que sugiere fiestas donde fluye la cerveza
libremente. Este ‘sexteto’ es bastante más austero y
concederá a la Comisión una influencia sin precedente en los
asuntos de los estados miembros.
En una votación ajustada el 28 de
septiembre de 2011, el Parlamento Europeo aprobó la propuesta
de la Comisión, una toma del poder de gran alcance que
menoscaba la capacidad de los países de fijar y gestionar sus
propios presupuestos y deudas soberanas. A partir de ahora, el
Parlamento y el Consejo –y, naturalmente, la Comisión
supervisa el proceso– podrán obligar a los gobiernos a
cumplir las recomendaciones del Tratado de Maastricht, también
conocido por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, poco
respetado en los últimos tiempos. A partir de 2005 este Pacto
parecía una reliquia pintoresca. Pero ahora, gracias al
‘sexteto’, no se tolerarán ningún déficit mayor del 3%
ni una deuda nacional mayor del 60% del PIB. Lo que necesitan
los pueblos, que no se equivoquen, es una severa disciplina.
A partir de 2012, los parlamentarios
europeos y el Consejo diseccionarán los presupuestos
nacionales antes de que los parlamentos nacionales los puedan
ver. Si los países no reducen sus deudas lo suficientemente
deprisa o se niegan a aceptar las ‘sugerencias’ de
Bruselas, se impondrán las medidas. En caso de terquedad por
parte de los Estados miembros, el castigo puede llegar a tener
que depositar o perder el derecho al 0,01, 0,02 y hasta el
0,05% del PIB del país; todo depende de cómo se juzga el
delito. Por ejemplo en el caso de Francia, con un PIB de
aproximadamente 1.900 billones de euros (2.600 billones de dólares),
la Comisión podría exigir un depósito o multa de alrededor
de 20 o 40 billones de euros, o hasta 100 billones de euros si
la Comisión aplicara la sanción de 0,05% del PIB.
Fiel a sus habituales métodos de callada
eficiencia, se aprobaron estas medidas del ‘sexteto’
permanentes sin apenas un murmullo durante todo el
procedimiento de aprobación; hubo poco debate y prácticamente
ninguna implicación ciudadana. La mayoría de los europeos no
tiene la menor idea de que esto ha ocurrido y mucho menos de
que sea una agresión tan salvaje a la capacidad de gobierno
de sus países. Gracias a esta legislación, podemos contar
con el poder duradero de la doctrina neoliberal en toda
Europa, sobre todo en la zona euro, a medida que los diputados
elegidos sean sustituidos por personas nombradas que no tienen
que rendir cuentas y despojen a los primeros del derecho de
elaborar sus propios presupuestos.
Este ‘sexteto’, gracias también a la
mayoría europarlamentaria de derechas, está ahora firmemente
implantado y será difícil, si no imposible, de revocar. En
cualquier otro lugar, quizá se hubieran escuchado acusaciones
de un masivo golpe de Estado contra los gobiernos de los
Estados miembros y los pueblos. Pero hasta el momento, todo
está tranquilo en el frente de la UE.
Simultáneamente, la Comisión alienta a
los Estados miembros a cumplir otra parte del escenario
neoliberal mediante una variedad de directivas que aseguren
jornadas y vidas de trabajo más largas y la alineación de
salarios y prestaciones sociales al denominador común más
bajo. Este proceso puede ser más lento pero también será
realzado por el ‘sexteto’.
El Tribunal de Justicia de la Unión
Europea colabora en este segundo objetivo, en particular al
obligar en cuatro sentencias a trabajadores a aceptar salarios
de inferior nivel, incluso cuando trabajan en países con
leyes que protegen a los trabajadores, tales como Suecia o
Finlandia.
Hay que admirar la habilidad de la Comisión
para la discrección y para hacer las cosas sin contrariar
innecesariamente a los ciudadanos de los Estados miembros o
sus parlamentos nacionales. La aparente complejidad técnica
de las medidas y el proceso de implantación contribuyen a
mantener el silencio, aunque estas medidas son en realidad
bastante sencillas (y, además, llevan huellas alemanas por
todas partes).
Mientras tanto los medios de comunicación
europeos, mayoritariamente neoliberales, no ven la
controversia en lo que ocurre entre bastidores en Bruselas y
ayudan a tapar la protesta, hasta que sea demasiado tarde para
la intervención de los ciudadanos. Todo esto significa
mayores victorias futuras para el neoliberalismo y el fracaso
de las economías europeas, es decir el fracaso del 90% del
pueblo. El 10% restante estará bien. No hay que preocuparse.
Martin Wolf parafraseó a Tácito en The Financial Times para
describir la situación europea: “Ellos crean un desierto y
lo llaman estabilidad”.
(*) Miembro del TNI (Transnational
Institute) y presidente honoraria de ATTAC–France.
El
presidente de la UE plantea que
Bruselas pueda tomar decisiones sobre
los presupuestos
nacionales
La eurozona estudia poder intervenir
el
gobierno de países en apuros
Por Eliseo Oliveras
Desde Bruselas
El Periódico, 16/11/11
El presidente de la Unión Europea (UE) y
de la eurozona, Herman Van Rompuy, sopesa proponer a los líderes
europeos reforzar los poderes de la UE para intervenir en el
Gobierno de los países miembros que estén en apuros y dotar
a las autoridades europeas de la capacidad de intervenir
directamente en la elaboración de los presupuestos
nacionales.
Van Rompuy ha explicado este miércoles
en el pleno de la Eurocámara que, en la cumbre del próximo 9
de diciembre, propondrá a los líderes de la eurozona nuevas
cesiones de soberanía a través del pacto del euro que
conduzcan a una mayor integración europea en política económica,
fiscal y presupuestaria.
Entre las medidas que estudia Van Rompuy
figuran el endurecimiento de las sanciones a los países laxos
con el déficit y la deuda pública, que podrían llegar a la
pérdida del derecho a voto dentro de la UE y la suspensión
de la entrega de los fondos regionales europeos que les puedan
corresponder.
Armonización de impuestos
Para reforzar la unión económica en la
eurozona, Van Rompuy ha indicado que estudia la armonización
de algunos impuestos e incluso de algunas políticas sociales.
Asimismo, el jefe del Ejecutivo comunitario se plantea la
posibilidad de avanzar hacia "una mutualización
limitada" de la deuda pública de los países de la
eurozona y regulaciones adicionales para el sector financiero.
Van Rompuy ha insistido en que esa
integración cada vez mayor de la eurozona, esa Europa a dos
velocidades, no debe verse como una amenaza para los otros
diez países de la UE que no participan en la divisa europea.
En este sentido, ha desmentido existan planes para dividir la
eurozona en dos categorías.
Informe sobre los eurobonos
Por su parte el presidente de la Comisión
Europea, José Manuel Durao Barroso, que también ha
comparecido en la Eurocámara, ha anunciado que el próximo 23
de noviembre presentará su prometido informe sobre las
opciones para crear eurobonos y sobre nuevas iniciativas para
reforzar el gobierno económico europeo.
Y el presidente del Eurogrupo,
Jean–Claude Juncker, que también ha intervenido ante la Cámara,
ha asegurado que las nuevas capacidades de intervención del
fondo europeo de rescate estarán listas a final de mes para
poder actuar de forma efectiva y frenar el contagio de la
crisis griega que están sufriendo países como España e
Italia.
El debate sobre cómo reforzar la
integración europea se produce tras el nuevo agravamiento de
la crisis y la escalada de la prima de riesgo de Italia y España.
Las turbulencias no se han calmado pese a los cambios de
Gobierno en Roma, con el nombramiento como primer ministro del
excomisario Mario Monti, y en Atenas, donde se ha designado al
exvicepresidente del BCE Lukás Papadimos.
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