Crisis de la Unión Europea II
Elecciones
españolas
¿”Vuelco
a la derecha” o voto castigo al partido de gobierno
y
comienzo de crisis del bipartidismo?
Por
Claudio Testa, para Socialismo o Barbarie, 22/11/11
Como
era de prever, las elecciones del domingo pasado en el Estado
español fueron una catastrófica derrota para el partido de
gobierno, el PSOE, y un triunfo notable del partido de oposición,
el PP (Partido Popular).
El PSOE usa el nombre “Partido
Socialista Obrero Español” que tiene desde su fundación en
1879. Pero de “socialista” y “obrero” sólo le queda
ese nombre: el contenido no ya revolucionario sino más bien
reformista de su “socialismo” desapareció hace mucho. El
PSOE es hoy un partido burgués “social-liberal”,
administrado por yuppies al servicio de las
corporaciones y en especial de la banca española (a la que
hizo engordar hasta reventar con la “burbuja
inmobiliaria”, cuyo estallido fue uno de las peores
expresiones de la crisis).
Su diferencia fundamental con el PP
(partido igualmente neoliberal pero en versión conservadora,
con yuppies de “derecha”) es que los dirigentes del
PSOE no van a misa ni se santiguan, como hacen los del PP. En
su momento, esto le dio al PSOE una ventaja para hacer
concesiones en reivindicaciones muy legítimas pero que no
cuestan dinero, como la ampliación del derecho al aborto.
Pero hoy todo está determinado por la
crisis. Y las políticas del POSE y el PP en ese terreno son esencialmente
idénticas. Por eso, en la campaña electoral, Mariano
Rajoy, el líder del PP, prometió “crear empleos”, pero evitó
cuidadosamente dar precisiones. Rajoy hizo un juramento: “volveré
a hacer felices a los españoles”. ¡Esto lo más
concreto que se le pudo arrancar en la campaña!
Entonces, la perspectiva con el gobierno
del PP es una continuidad empeorada del ajuste salvaje
de Zapatero. En verdad, el programa de gobierno no lo fijan ni
el PP ni el PSOE. Como sucede con Grecia, Portugal, Irlanda y
ahora con Italia, hace tiempo que a España se lo dictan desde
Berlín, París y Bruselas.
Tiene razón, entonces, la broma popular
que habla del “PPSOE”, el partido único con dos
cabezas que gobierna el Estado español.
Ante el resultado (previsible) de las
elecciones, la mayoría de la prensa dio la calificación
(simplista) de “vuelco a la derecha”. Pero las cosas son más
complejas: ¿acaso un voto mayoritario por el PSOE hubiese
significado un “vuelco a la izquierda”.
El mecanismo fundamental que imperó fue
el del “voto castigo”: votar al rival más próximo
para castigar al gobierno de turno. Este mecanismo puede
operar en dos sentidos, de favorecer al centro-derecha o al
centro-izquierda. Pero estas oscilaciones (aún) se dan con una
amplitud muy reducida.
Así, próximamente, en abril, habrá en
Francia elecciones presidenciales. Allí, el “voto
castigo” lo sufrirá la derecha –Sarkozy– porque está
en el gobierno, y favorecerá a la “izquierda”, el Partido
Socialista... que en una vez en el poder seguirá haciendo
lo mismo que Sarko! ¡Ya las diferencias entre esas
derechas y esas “izquierdas” es tan pequeña, que
si Strauss-Kahn no fuese un violador serial, el próximo
presidente “socialista” y de “izquierda” de Francia
hubiese sido el ex director-gerente del FMI! ¡Es decir, un
especialista en ajustes y planes de hambre! El candidato
“socialista” que lo reemplazó –François Hollande– es
tan neoliberal como Strauss-Kahn.
Entonces, en Francia será bastante
exagerado hablar de “vuelco a la izquierda”. Lo mismo es
aplicable al “vuelco a la derecha” de las elecciones españolas.
¿Comienzo de debilitamiento del
bipartidismo?
En verdad, las elecciones muestran un fenómeno
más real y potencialmente más importante que esos
supuestos “vuelcos”... aunque se trata de algo apenas
esbozado.
Junto a la debacle del PSOE se insinúa
simultáneamente un comienzo de ruptura del bipartidismo.
La mayor parte del “voto castigo” favoreció a la derecha,
pero una importante minoría fue hacia la izquierda,
expresándose principalmente en el avance de IU (Izquierda
Unida) que pasó de 2 a 11 diputados y el de Amaiur
–izquierda aberzale (independentista), donde también se
ubica ETA– que superó al histórico Partido Nacionalista
Vasco (PNV), por 7 diputados contra 6.
Asimismo, en Catalunya se notó un cierto crecimiento
de la abstención, y el voto nulo y en blanco que reflejarían
otra forma de rechazo por la izquierda.
Por supuesto, ni la izquierda
nacionalista vasca ni mucho menos IU son garantía de combate
efectivo al próximo gobierno de derecha. En especial
Izquierda Unida, cuya columna vertebral es el PCE, es un
agrupamiento puramente electoralista y parlamentario, cuya única
aspiración es reemplazar al PSOE como la otra rueda del
bipartidismo español.
La única relación de IU con el
“movimiento obrero” es su relación histórica con la
burocracia de Comisiones Obreras (CCOO), que junto con la UGT
(afín al PSOE) constituye uno de los aparatos sindicales más
traidores de Europa.[]
Tampoco IU ha tenido nada que ver con el estallido e impulso
al movimiento de los “indignados”, aunque ha tratado de
capitalizar el voto de la juventud que se expresa en esas
protestas.
Pero las grietas del sistema bipartidista
que se reflejaron en estas elecciones son importantes porque indican
una tendencia positiva (aunque todavía débil): la de
salir de ese “corralito” de alternancia entre dos grandes
partidos del régimen (uno, conservador, de “derecha” y
otro “progresista”, de “izquierda”). Este engañoso
mecanismo bipartidista es el más eficaz, dentro de las
variantes “democráticas” de dictadura de la burguesía.
Ahora el desafío, tanto para el
movimiento obrero como para la juventud indignada, es el de
desarrollar una alternativa política independiente,
anticapitalista, socialista y de lucha, algo que IU no
garantiza para nada.
.-
UGT y CCOO constituyen dos burocracias gemelas que viven
gracias a la subvención directa del estado burgués.
En el último año, sus servicios de mantener
desmovilizados fueron premiados con casi 200 millones de
euros de subsidios.
|