Para Sarkozy, Merkel lleva a Europa
"a la catástrofe"
Un semanario divulgó detalles de la
relación
Agencia ANSA, 01/12/01
Paris.– "[La canciller alemana
Angela] Merkel nos está creando un montón de problemas en
Europa. Esto se está poniendo complicado, nos está llevando
hacia la catástrofe."
Con estas palabras, el presidente francés,
Nicolas Sarzoky, describió su reciente encuentro con Merkel
el pasado 24 de noviembre, según afirmó ayer el semanario
satírico francés Le Canard Enchainé , muy bien informado
sobre las actividades en el Palacio del Elíseo, sede de la
presidencia de Francia.
Ese día, Sarkozy se reunió en
Estrasburgo con Merkel y el flamante primer ministro italiano,
Mario Monti, para tratar la grave crisis económica que afecta
a Europa. En esa reunión, tanto Merkel como Sarkozy le
advirtieron a Monti que si Italia caía podía ser el fin del
euro.
El periódico francés dijo, sin embargo,
que tres días después, el 27 de noviembre, Sarkozy parecía
más optimista y les confió a sus colaboradores que aún tenía
"la esperanza" de convencer a Merkel de darle un
mayor peso al Banco Central Europeo (BCE) en el rescate de la
zona euro, a condición de que los Estados miembros de la Unión
Europea respeten rigurosamente las reglas en materia de
presupuesto.
Pero el esfuerzo pareció en vano.
Anoche, en un enésimo diálogo telefónico, ambos líderes ni
siquiera llegaron a la sombra de un acuerdo. "El carro es
duro de arrastrar", se lamentó Sarkozy, según el
semanario, y dijo que tenía discusiones telefónicas con
Merkel casi a diario.
En tanto, el sitio en Internet del
semanario francés L'Express afirmó ayer que "Merkozy se
terminó", en referencia a los puntos de vista
contrapuestos de ambos líderes (Merkel y Sarkozy), que solían
formar un dúo monolítico en lo referente a las decisiones de
cómo manejar la crisis del euro. Por otra parte, y haciéndose
eco del titular de L'Express , el diario Le Monde tituló:
"París y Berlín, el acuerdo imposible".
Los alemanes insisten esencialmente en la
ortodoxia financiera y los franceses quieren, como
contrapartida, un mecanismo de solidaridad financiera, con
intervenciones del BCE, la emisión de eurobonos y el refuerzo
del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF).
Días
cruciales
El euro se enfrenta al riesgo de ruptura
Berlín y París discrepan sobre la unión
fiscal
El País, 01/12/11
El euro atraviesa por una fase de
peligrosa incertidumbre que no excluye su reforma o desaparición.
Por primera vez en la historia de la moneda única existe una
probabilidad de quiebra del sistema, por pequeña que sea, y
la inquietud empieza a adueñarse de empresas y bancos. El
hecho de que estén preparando sus propias pruebas de
resistencia para medir el impacto de subidas de tipos
derivadas de la suspensión de pagos de uno o varios de los países
afectados por la crisis o consideren la posibilidad de una
división del área euro demuestra el grado de deterioro
europeo (causa principal, no lo olvidemos, del estancamiento
económico mundial, como recuerdan con insistencia Barack
Obama y Timothy Geithner). No hay más remedio que dar la razón
al comisario Olli Rehn cuando dice que los próximos 10 días,
antes de la cumbre europea, son cruciales para la suerte de la
moneda europea.
En el origen de esta confusión catastrófica
hay que mencionar sobre todo factores políticos, como la
incapacidad de los poderes fácticos europeos (Francia y
Alemania) para resolver las crisis griega e italiana, la
negativa de Berlín a aceptar un futuro Tesoro único para el
euro que respalde a sus países miembros y, como consecuencia
de estos fracasos, la huida hacia adelante que parecen sugerir
los caóticos mensajes procedentes de Alemania y Francia sobre
los nuevos criterios de estabilidad del euro, que, según
algunas versiones, implicarían la fragmentación de la
eurozona en países de primera y segunda.
Es evidente que Merkel y Sarkozy intentan
pactar nuevas condiciones de estabilidad para el euro; y es más
evidente todavía que, si bien a ambos les interesa un nuevo
marco de estabilidad, discrepan sobre la necesidad de una
intervención inmediata para aliviar la presión de la deuda.
Los términos de ese acuerdo, con alcance para toda la zona,
que se supone favorecerá la intervención de la Comisión en
los presupuestos nacionales, no se conocerán hasta el 9 de
diciembre. Hasta entonces se mantiene la inquietud sobre si
esas nuevas exigencias implicarán además segregar la zona
euro en dos velocidades.
La ruptura de la eurozona puede
producirse por causas diferentes de la tentación de Francia y
Alemania de constituir dos euros, el rico y el pobre. También
puede perecer víctima de las incertidumbres artificiales
sembradas por París y Berlín, que quizá se expliquen como táctica
para sembrar el pánico en los recalcitrantes países periféricos
y forzarles a una aceptación acrítica de la “nueva
arquitectura financiera europea”. Pero el riesgo máximo es
el fracaso perpetuo de las instituciones europeas para poner
en pie sus decisiones.
El eurogrupo del martes prueba otra vez
esa incapacidad para acomodar las decisiones al ritmo de la
crisis. No solo frustró las expectativas de crear un Fondo de
Estabilidad Financiera con potencia suficiente para
enfrentarse a las tormentas de la deuda (el billón de euros
ya se ha rebajado cautelosamente por debajo de esa cantidad y
las condiciones siguen sin conocerse), sino que ya se apela al
Fondo Monetario Internacional (FMI) para ayudar a las economías
con problemas de deuda y, de nuevo, se incurre en el viejo
error de no precisar cómo se articulará esa solución. La
sospecha es que la terquedad de Berlín obligará a Europa a
dar el rodeo más largo del mundo: en lugar de crear
eurobonos, algo execrable para el rigorismo prusiano, hasta es
posible que el BCE preste al FMI para que el Fondo opere en
Europa.
Mientras, los bancos centrales tienen que
parchear las fugas abiertas por la crisis de las deudas
nacionales. Ayer intervinieron conjuntamente la Fed, el BCE, y
los bancos de Japón, Reino Unido, Suiza y Canadá para
facilitar la liquidez en dólares. Remedios circunstanciales
para compensar el terrible déficit político europeo que está
llevando al euro a una crisis vital.
Merkel busca una redefinición radical de
la eurozona, que implicaría la pérdida
de soberanía de los
países en problemas
Avanza el plan alemán para el euro
Por Luisa Corradini
La Nación, 30/11/11
Paris.– En un intento desesperado de
evitar el colapso de la zona euro, los europeos podrían
triplicar –y quizá quintuplicar– la capacidad financiera
del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). Esa medida
debería inscribirse en el marco de una estrategia mucho más
amplia piloteada por Alemania para salir de la crisis de la
deuda lo antes posible.
Reunidos anoche en Bruselas, los
ministros de Finanzas de los 17 países de la eurozona
decidieron ampliar en forma considerable la capacidad de
"palanca" del FEEF, según afirmó el presidente del
grupo, Jean–Claude Juncker. Los funcionarios también
plantearon la posibilidad de pedir más ayuda al Fondo
Monetario Internacional ( FMI ).
Considerado uno de los principales
instrumentos para ayudar a los países en dificultad, el FEEF
no consiguió hasta ahora ser dotado de fondos suficientes
para asumir el rescate de países de gran peso económico,
como Italia.
"La ampliación del FEEF es una
buena noticia. Por fin, Alemania dio su autorización",
ironizó el economista Marc Fiorentino, en alusión a un
secreto a voces: toda medida que se toma en Europa para
resolver la crisis se decide en Berlín.
Oficialmente presentada como una
estrategia de salida de crisis piloteada por Berlín y París,
la hoja de ruta que terminará por imponerse a los 27 miembros
de la Unión Europea (UE) es 100% made in Germany. Ese
programa debería ser presentado al resto del bloque el 9 de
diciembre, en la próxima cumbre de Bruselas.
Por su parte, el presidente francés,
Nicolas Sarkozy, solamente se limita a acompañar, intentando
con bastante frecuencia una tímida resistencia a ciertas
exigencias de la canciller alemana, Angela Merkel.
Oficialmente, el objetivo de Berlín
reside en obtener una revisión limitada del artículo 126 del
Tratado de Lisboa, que establece el pacto de estabilidad y
crecimiento. En otras palabras, que fija los criterios de
deuda pública y déficit para cada país del bloque: 3% de déficit
del PBI y 60% de deuda soberana.
Cansada de la "indisciplina de los
países del sur de Europa ", Alemania pretende una
redefinición radical de la zona euro que fuerce a una mayor
integración económica, presupuestaria y fiscal a muy corto
plazo. Esto, sin pasar obligatoriamente por la modificación
"lenta y fastidiosa" (porque generalmente exige una
aprobación parlamentaria o popular en cada país) de los
tratados europeos.
Ese proyecto establece también un poder
de control supranacional sobre los presupuestos de los Estados
miembros de la eurozona por parte de la Comisión Europea
(CE): una pérdida evidente de soberanía que seguramente se
enfrentará con el rechazo de varios países de la UE.
Merkel terminó por convencer a Sarkozy
la semana pasada de proponer una reforma del Tratado de
Lisboa. Entre bambalinas, sin embargo, los equipos intentan
crear herramientas más flexibles y fácilmente activables,
como un tratado intergubernamental que salga del marco
comunitario o acuerdos bilaterales, en caso de que varios países
de la UE decidan no aceptar los cambios.
En esa óptica, se están estudiando
varios modelos, aunque uno de ellos cuenta con las
preferencias: el denominado modelo "de Prüm". También
se lo define como "Schengen III", pues se basa en un
tratado firmado en 2005 entre siete países (que son ahora
10), fuera del marco comunitario, pero abierto a todos los
miembros de la UE interesados, que estableció la libre
circulación de las personas entre las naciones signatarias.
Según la versión oficial, todos los
socios del bloque que lo deseen podrán incorporarse a ese
nuevo "pacto de estabilidad". No obstante, numerosas
fuentes cercanas a ambos gobiernos afirman que Berlín
quisiera limitar la participación a la media docena de países
de la eurozona que disfrutan de la preciada nota triple A
(Alemania, Francia, Finlandia, Holanda, Luxemburgo y Austria).
Aunque no participe del euro, a ese grupo podría sumarse Gran
Bretaña, si así lo deseara.
Con algunas reservas y a pesar de que
llueven las desmentidas, tanto Francia como Holanda y
Finlandia parecen estar de acuerdo con ese principio. En la práctica,
ese método establecería de facto una Europa a dos
velocidades, con una moneda a geometría variable: un euro
triple A, que contaría con el interés de los mercados, y un
euro simbólicamente devaluado.
Pero Bruselas rechazó de inmediato
"una medida que puede conducir a fragmentar la moneda única
en varios grupos". "El objetivo es preservar la
unidad de la eurozona. Es obvio que toda propuesta debe estar
dirigida a alcanzar ese fin", dijo Amadeu Altafaj, vocero
del comisario de Asuntos Económicos de la UE, Olli Rehn.
Queda por el momento sin resolver la
cuestión de la ampliación de atribuciones del Banco Central
Europeo (BCE) y la medida reclamada por todos: la emisión de
eurobonos, a fin de mutualizar la deuda de los países en
dificultad. A ambas medidas, Berlín sigue diciendo
"nein".
La CE propuso tres tipos diferentes de
eurobonos. A esas hipótesis se agregó esta semana una nueva
idea: los llamados "bonos de elite", supuestamente
emitidos por los países de la eurozona con nota triple A. Una
vez más, Berlín se apresuró a vetar la idea.
El rechazo no proviene solamente de
Merkel, sino también de los miembros de su coalición, cada
vez más reacios a poner la mano en el bolsillo para financiar
a Europa.
"Nunca aceptaremos ningún tipo de
eurobonos. No importa cómo sean. No me interesa si son azules
o rojos, si se llaman «bonos de elite» o «James Bonds»",
aseguró Christian Lindner, secretario general de los Demócratas
Liberales (FDP). Para Lindner, como para decenas de miles de
alemanes, si el bloque asumiera la responsabilidad por los
errores individuales, nadie se sentiría obligado a hacer
esfuerzos.
|