Una
multitud se movilizó en 57 ciudades contra la reforma laboral
Primera
gran protesta por el ajuste
Por
Adrián Sack
Corresponsal en Madrid
La Nación, 20/02/2012
La profunda política
de ajuste del gobierno de Mariano Rajoy se topó ayer con los
primeros focos de resistencia en las calles de España. En
Madrid, Barcelona, Valencia y otras 54 ciudades, cientos de
miles de personas fueron movilizadas por los sindicatos para
protestar contra la reforma laboral y, al mismo tiempo,
allanar el camino hacia la convocatoria a una huelga general
que ayer estuvo presente en los cánticos de los
manifestantes.
Las marchas, que
según las entidades gremiales convocaron en total a más de
un millón de personas en todo el país, coronaron una semana
de creciente tensión social en Europa, donde las
consecuencias de la crisis financiera se hacen sentir cada día
a través de nuevas protestas contra el recorte del modelo de
Estado de Bienestar. De hecho, tras las concentraciones de
ayer en España, para esta semana se esperan nuevas
manifestaciones contra el ajuste en Portugal, Italia y Grecia,
donde el fin de semana, en Atenas, hubo nuevas marchas contra
las fuertes medidas de austeridad anunciadas por el gobierno
del primer ministro Lucas Papademos.
En la tarde de
ayer, Madrid fue el epicentro del descontento continental.
Bajo el lema "No a la reforma laboral injusta con los
trabajadores, ineficaz para la economía e inútil para el
empleo", la Unión General de Trabajadores (UGT) y las
Comisiones Obreras (CC.OO.) tiñeron de bronca y desazón el
domingo de Carnaval. En los discursos gremiales, los puntos más
atacados de la nueva legislación laboral lanzada por el
Ejecutivo español fueron el abaratamiento del despido y la
afirmación del propio Rajoy de que la reforma "no creará
empleo" en el corto plazo ni frenará el aumento del índice
récord de desocupación, hoy situado en el 22,85%.
Pero, más allá
de las declaraciones y las consignas, las marchas, gracias al
poder de convocatoria demostrado, consiguieron su objetivo de
transformarse en una fuerte advertencia al gobierno. Según
los organizadores, en la capital española, donde los
manifestantes desbordaron el trayecto entre la fuente de
Cibeles y la Puerta del Sol, la marcha habría congregado a
unas 500.000 personas.
En tanto, en
Barcelona, la cantidad de manifestantes habría llegado a
450.000, y en Valencia, a 80.000. En todos los casos, los cálculos
efectuados por la policía y el gobierno alcanzaron
"rebajas" llamativas, que oscilaron entre un 85% y
un 90% menos respecto de las estimaciones de la UGT.
Los dirigentes
sindicales, animados por la concurrencia, exhortaron al
gobierno a abrir "en forma inmediata" un canal de
negociación para modificar algunos puntos de la reforma, en
especial el referido a las facilidades concedidas a los
empresarios para despedir personal. "Si no cambiamos,
habrá una escalada y un mayor deterioro del clima
social", destaca uno de los párrafos del manifiesto
conjunto de las centrales obreras.
A pesar de que
en el documento no se menciona explícitamente la posibilidad
de convocar a un paro general de actividades, en distintas
marchas, entre ellas la de Madrid, los asistentes cerraron su
lectura en público al grito de "¡Huelga, huelga!".
Además, la
convocatoria a esta marcha, poco más de un mes y medio después
del comienzo de la gestión del gobierno del Partido Popular (PP),
fue percibida en España como un "globo de ensayo"
con vistas a esa medida de fuerza, que no se realiza en el país
desde el 29 de septiembre de 2010. Ese día, la UGT y CC.OO.
llevaron a cabo la única huelga general en siete años del
gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, a
pesar de que el país ya estaba inmerso en la crisis económica.
Tras ser acusado
por el gobierno de haber "despertado de un largo
letargo", el presidente de la UGT, Cándido Méndez,
fustigó ayer al oficialismo por sus planes de lo que el
dirigente calificó como una "enésima" reforma
laboral.
"El PP se
desentiende del problema del desempleo, margina al que no
tiene empleo y pone en la cola de los desocupados a los jóvenes.
Esta es claramente una reforma hecha al dictado de los
intereses financieros y llevada a cabo ante la mirada del
gobierno alemán", afirmó.
"Queremos
corregir en profundidad esta reforma laboral y ése es nuestro
objetivo. Las manifestaciones de hoy [por ayer] son un cauce,
un instrumento democrático para intentar conseguir ese
objetivo", dijo también Méndez a una radio local.
Sistema
productivo
En tanto, el
secretario general de CC.OO., Ignacio Fernández Toxo, denostó
la reforma, a la que consideró "inútil", y afirmó
que la salida de la crisis necesita "un cambio de sistema
productivo" y no alteraciones en las leyes que "sólo
favorecen" la destrucción de empleos estables y su
reemplazo por puestos temporales.
La reforma es
vista como un esfuerzo más del gobierno para convencer a los
mercados de que puede reducir su déficit presupuestario y
reforzar la competitividad, permitiendo el crecimiento y la
creación de más puestos de trabajo. Sin embargo, los
sindicatos opinan que estas medidas llevarán el desempleo a
una cifra de 6 millones de personas desde los 5,3 millones que
hay actualmente.
Junto con un
mayor abaratamiento y una mayor facilitación del despido, la
reforma abre la puerta a que las empresas rebajen los salarios
de los trabajadores, y facilita y acelera también los
despidos colectivos.
Mientras se
celebraban las masivas manifestaciones, Rajoy volvió a
defender la reforma, que logró aprobar gracias a su mayoría
absoluta en el Parlamento. "La nueva ley es buena y justa
para España", dijo. Además, resaltó que las reformas
"son vitales para salir del marasmo", aunque descartó
que esa serie de medidas "puedan hacer milagros por sí
solas".
En el cierre del
congreso del Partido Popular realizado en Sevilla, el
mandatario español y líder de esa fuerza política también
reafirmó su confianza y compromiso con el ajuste anunciado
mediante un frase que pareció una respuesta directa y
desafiante a las protestas sindicales: "No vamos a cejar
hasta que el problema esté resuelto y España,
encarrilada".
En
el mismo sentido, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría
dijo que el gobierno respetaba el derecho de manifestación,
pero agregó: "Lo que nos corresponde es trabajar y hacer
las reformas necesarias para que este país vuelva a crecer y
crear empleo".
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