Grecia
evita el default, pero ¿por cuánto tiempo?
La
humillación de Grecia
Por
Mike Whitney
CounterPunch, 23/02/2012
debates-politica.com, 29/02/2012
“¿Cómo
puede alguien hablar de default en tiempo futuro cuando
estamos ya en una total bancarrota…? ¿Es que no ven cómo
la gente escarba entre la basura y duerme en las aceras? Los
que nos llevaron a la bancarrota –la Troika y el gobierno-
proclaman ahora que quieren salvarnos de la quiebra. ¡Es
increíble!”
(Mikis Theodorakis, compositor y cantante)
“Todo
está cambiando. Todo es terrorífico”
(Kathimerini, periódico griego)
Si Grecia
utilizara el préstamo de 130.000 millones de euros en estímulos
fiscales, entonces valdría la pena el compromiso. Porque ese
dinero podría hacer que mucha gente volviera a tener trabajo
y que la economía se pusiera en marcha rápidamente. Pero el
préstamo no va a utilizarse para estimular nada. Va a
emplearse en recapitalizar los bancos y en pagar a los
acreedores, ninguno de los cuales hará lo más mínimo para
impulsar la actividad económica o crear puestos de trabajo.
Entonces, ¿para qué molestarse? ¿Por qué cavar un agujero
aún más profundo si no se va a conseguir nada? Si ese va a
ser el caso, entonces Grecia no debería pagar ahora y sí
empezar a reconstruir su economía tan rápido como sea
posible. No tiene sentido dejarlo para más adelante.
La troika (el
Banco Central Europeo, la Unión Europea y el Fondo Monetario
Internacional) están exigiendo otros 3.000 millones de euros
en recortes del gasto público aunque el desempleo alcance el
20% y la economía se haya hundido un 7% en el último
trimestre. ¿Qué sentido tiene hacer eso? No necesitan ser
unos genios para darse cuenta de que Grecia no alcanzará sus
objetivos presupuestarios si los ingresos fiscales continúan
cayendo porque a la gente la han despedido o le han recortado
los ingresos. Solo van a conseguir que una mala situación
empeore. Pero a la troika le trae al pairo este tipo de cosas.
No les preocupa que sus absurdas teorías económicas hayan
fallado miserablemente hasta ahora o que sus medidas de
austeridad no hayan sido más que un fracaso total. Siguen
empeñados en cometer los mismos errores una y otra vez,
insensibles a las críticas de acreditados economistas, ajenos
a los pésimos resultados, siguen ahí firmes en su idea de
que los griegos tienen que seguir apretándose el cinturón,
seguros de que una dieta estricta a base de migas de pan y
agua es la mejor forma para nutrir una economía enferma y
hacer que recupere la salud. Sin que les altere lo más mínimo
que los hechos demuestren lo contrario.
Fitch no está
convencido de que la austeridad vaya a funcionar, en realidad
las agencias de calificación bajaron la de Grecia a “C”
el pasado martes, diciendo que en estos momentos piensan que
es “muy probable” que Grecia no pueda pagar. De forma
parecida, un “informe confidencial” entregado el pasado 19
de febrero a los ministros de finanzas de la Eurozona indica
que hay una alta probabilidad de que la crisis griega empeore
y que la deuda del país respecto a la ratio del PIB esté aún
en un 160% en 2020, toda una década después de la puesta en
marcha de las medidas de austeridad. Por tanto, aunque Grecia
se azote con el cilicio y siga los diktats de la troika, su
deuda podría estar aún en niveles “insostenibles” dentro
de ocho años.
Entonces, ¿por
qué empezar aceptando el préstamo? ¿Por qué no declarar rápidamente
el impago y acabar de una vez? Que los acreedores
(principalmente los bancos alemanes, franceses e ingleses)
afronten las pérdidas. Ese es su problema. Verán, si Vds. no
pueden pagar sus facturas, se declaran en quiebra, ¿no? Así
es como se supone que funciona el sistema. La misma regla se
aplica a los países. Cuando Vds. han intentado abarcar más
de lo que pueden y no pueden pagar sus deudas, se pide
“Tiempo Muerto”, se saca bandera blanca y a empezar otra
vez. Ya es hora de que Grecia admita que el juego se acabó y
ponga fin a la historia.
Todos hemos oído
ya hablar mucho sobre “los flojos de los griegos” y del
“despilfarro en el gasto” durante los últimos dos años,
pero la verdad es esta: que la culpa la tienen siempre los
prestamistas. Siempre. No importa si Grecia es el mayor gorrón
de la historia; eso es completamente irrelevante. Es
responsabilidad del prestamista hacer las diligencias debidas
para asegurarse de que el prestatario es solvente. El
prestatario no tiene responsabilidad en ese sentido. Ninguna.
Su misión no es olfatear alrededor para ver si fulano de tal
está empleado o si paga sus facturas o si tiene un buen
historial de crédito o lo que sea. Ese es el trabajo del
banco; y son bastante buenos en eso también (cuando no están
estafando al sistema con hipotecas tóxicas). Y tienen
criterios muy estrictos a la hora de prestar y si un
solicitante no cumple con esos criterios, entonces, bum, de
patitas a la calle. Por tanto, si los bancos de la UE pierden
una tonelada de dinero porque no hicieron sus deberes y fueron
tan estúpidos que no se dieron cuenta que prestarle a Grecia
era más arriesgado que prestarle a Alemania, ¿a quién van a
culpar de ello? ¿A Grecia? Para nada.
Desde luego, la
gente en el poder rechaza esta línea de razonamiento porque
no creen que los bancos o los tenedores de bonos deban
siquiera perder un céntimo. De eso es de lo que va el último
fiasco del rescate, de intentar proteger a incultos banqueros
de las pérdidas en sus apuestas de mierda. Pero si los
banqueros no asumen las pérdidas, entonces, ¿quién lo hará?
¿Los trabajadores? Eso es lo que se pretende en estos
momentos, pero también es por eso por lo que Atenas se ha
convertido en una zona de guerra, porque se está culpando a
las personas equivocadas de una crisis que no crearon y por la
que no deberían pagar… Así es como Satyajit Das resume el
capitalismo salvaje: “Ya no se pretende en modo alguno
‘ayudar’ a Grecia. Solo se trata de asegurar que los
bancos alemanes y franceses minimicen sus pérdidas”.
¿Ven? Eso no
tiene nada que ver, en absoluto, con Grecia. Es solo otro
rescate de los grandes capitostes de las finanzas. Veamos que
más nos cuenta Das:
“Es probable
que los fondos no se le entreguen a Grecia sino que se
coloquen en una cuenta especial de dónde se irán sacando
para satisfacer las obligaciones de deuda del país…
Alemania y los Países Bajos han sugerido que la UE asuma el
control de las finanzas griegas y que se suspendan las
elecciones a favor de un gobierno tecnocrático que cuente con
la confianza de Berlín, París y Bruselas. Al final, el
comunicado exigía que Grecia aprobara una ley humillante en
la que se dé prioridad a la amortización de la deuda por
encima de cualquier otra obligación del gobierno”. (“It’s
all Greek to me”, Satyahit Das)
Ahora que Grecia
ha aceptado un contrato de esclavitud para el próximo
milenio, o algo así, los eurócratas han decidido imponerle más
condiciones onerosas, como colocarles un capataz en Atenas que
supervise el presupuesto para asegurar que los acreedores
extranjeros consiguen su dinero antes que los pensionistas,
que las madres que atienden a personas dependientes, que los
pacientes de cáncer, que los veteranos minusválidos, los huérfanos
y los parados. ¿Qué es eso de las prioridades? Al mismo
tiempo, los partidarios de la línea dura en Alemania quieren
que el parlamento griego apruebe un proyecto de ley que haga
imposible que futuros parlamentarios puedan rechazar los términos
del rescate. Es decir, se espera que Grecia derogue los
principios fundamentales del gobierno democrático para pagar
a los degolladores que emitieron los préstamos. Lo siguiente
será que los griegos tendrán que enviar a sus primogénitos
como garantía de los préstamos. ¿Dónde acaba esta
historia?
Y –como hemos
dicho antes-, el plan de rescate ni siquiera soluciona el
problema. La economía griega continuará desacelerándose
mientras la deuda de la nación respecto al PIB siga
creciendo. Así pues, una vez más, ¿por qué aceptar un
acuerdo que solo va a servir para empeorar las cosas?
Les refiero un párrafo
de un artículo en Der Speigel que saca la misma conclusión:
“Desde luego
que los 130.000 millones de euros no van a resolver el
problema. Solo se intenta comprar tiempo. Tiempo hasta que los
mercados financieros se hayan estabilizado a un nivel en que
puedan manejar la bancarrota real de Grecia sin una reacción
en cadena. Sin quiebras bancarias, no hay consecuencias a través
de la pérdida del seguro del crédito y para el problema
existente de explosión de los países de la Eurozona.” (“Stop
the 130 billion bank transfer!” Der Speigel)
Por tanto, están
sacrificando a Grecia para impedir otro Lehman Brothers, ¿no
es así? Le están arrancando su soberanía y abocando a su
pueblo a una década de miseria absoluta porque las
infracapitalizadas, superextendidas y poco reguladas
instituciones financieras están amarradas a una línea de
conga que podría estallar en cualquier momento y echar abajo
con ellas todo el sistema financiero. ¿Verdad? ¿Es el
sistema realmente tan frágil o se está invocando a Lehman
(al igual que con el 11-S) para conseguir además un objetivo
diferente?: Sustituir a los representantes elegidos con
agentes de la mafia bancaria que planean convertir el país en
una mina a cielo abierto para arrancarle todos sus tesoros
mientras aplastan los sindicatos bajo los tacones de sus
botas.
Pero, ¿es
Grecia responsable, al menos en parte, de la crisis actual? Seguro
que sí. La corrupción, el caciquismo y la evasión de
impuestos están a la orden del día, pero los problemas
reales no aparecieron hasta 2009, como el compositor Mikis
Theodorakis explica en este escrito editado en su página web:
“Hasta 2009,
no había problemas económicos graves. Las mayores heridas de
nuestra economía eran los enormes gastos relacionados con la
compra de material bélico y la corrupción de una parte del
sector político, económico y periodístico. De ambas
heridas, los extranjeros son conjuntamente responsables. Los
alemanes, por ejemplo, al igual que los franceses, ingleses y
estadounidenses, ganaron miles de millones de euros de las
ventas anuales de material bélico, en detrimento de nuestra
riqueza nacional. Esa continua hemorragia nos puso de rodillas
y no nos permitió avanzar, mientras que al mismo tiempo hacía
que naciones extranjeras prosperasen. Lo mismo ocurrió con el
problema de la corrupción. Por ejemplo, la compañía alemana
S mantenía un departamento especial para conseguir
accionistas a fin de colocar sus productos en el mercado
griego. Por lo tanto, el pueblo griego ha sido víctima de ese
dúo depredador de griegos y alemanes que se han enriquecido a
costa suya.
“Es obvio que
esas dos grandes heridas podrían haberse evitado si los
dirigentes de los dos partidos pro-estadounidenses en el poder
no hubieran sido erosionados por elementos corruptos que
recurrieron a préstamos excesivos para cubrir la fuga de
riqueza (el producto de la clase trabajadora griega) a manos
de países extranjeros, provocando una deuda pública que
alcanzó los 300.000 millones de euros, i.e. el 130% del
PIB.”
¿Les resulta
familiar? Los bancos prestan montones de dinero a contratistas
corruptos y a políticos venales que ponen sus bolsillos
mientras se dedican a comprar gran cantidad de equipamiento
militar inútil con gran frenesí. Todo el mundo se atraca en
el pesebre público; todo el mundo engorda y es feliz. ¿Cuántas
veces hemos oído esa historia antes? Y, oh, yeah, algunos
pesos pesados de Wall Street también ayudaron a que el
gobierno griego escondiera la tinta roja que había en sus
libros contables para poder mantener el mayor tiempo posible
el latrocinio de esos tiburones. Ahora que las facturas han
vencido, las cucarachas se han dispersado y es a los
trabajadores a quienes les toca pagar las cuentas.
¿Hay alguien
que se pregunte por qué las víctimas de esta obscena estafa
han tomado las calles e incendiado Atenas en vez de aceptar su
destino sin protestar?
Nadie piensa que
este último rescate griego sea algo más que un ejercicio de
pataleo diseñado para prolongar lo inevitable. Finalmente,
Grecia no podrá pagar y la razón de ello es porque las políticas
puestas en marcha hacen que el fracaso sea inevitable. El
feroz régimen de apretarse el cinturón impuesto por Bruselas
y Frankfurt no pretendía hacer que la economía recuperara la
productividad y el crecimiento; el objetivo era castigar,
humillar y crear un “estado permanente de dependencia
colonial”. Es tan solo una “terapia de choque” con un
envoltorio diferente.
*
Mike Whitney vive en el estado de Washington. Ha colaborado en
el libro de inminente aparición “Hopeless: Barack Obama and
the Politics of Illusion” (AK Press). Puede contactarse con
él en: fergiewhitney@msn.com
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