La
crisis financiera europea no terminó, acaba de comenzar
El
sinsentido de la austeridad europea
Por
Sergio Cesaratto
Revista Circus, 15/04/2012
La crisis
financiera europea no terminó, acaba de comenzar. En el largo
plazo, la tragedia griega aparecerá como un episodio menor.
No es difícil para los argentinos comprender el origen de la
crisis, aunque es sorpresivo por qué una de las regiones más
ricas del mundo y una referencia global para el crecimiento
con equidad social se está suicidando al adoptar medidas de
austeridad que profundizan la crisis.
La Unión
Monetaria Europea (EMU, por sus siglas en inglés) nació de
un diseño político francés que pretendía atar para siempre
el destino de la Alemania post-unificación a Europa
occidental. De otro modo, la nueva Alemania hubiera mirado
hacia el este, como lo hizo de todas formas al convertirse en
el eje manufacturero de Europa del este, hacia donde
descentralizó sus producciones de menor valor agregado. Al
participar de la EMU, Italia y otros países apuntaron a
importar la disciplina fiscal, monetaria y laboral alemana.
Los economistas
de Estados Unidos alertaron a los europeos que la EMU no era
un “área monetaria óptima”, ya que era muy heterogénea
en términos económicos, culturales y lingüísticos. Las
elites europeas lo vieron como una conspiración
norteamericana para impedir el nacimiento de una nueva divisa
internacional. Sea lo que fuera, lo que sucedió entre 1999 y
2008 es una historia conocida para los argentinos. La
liberalización financiera y la fijación del tipo de cambio
generaron enormes flujos financieros desde el “núcleo”
europeo –Alemania, Holanda, Austria y Finlandia– hacia la
“periferia” –fundamentalmente, España, Grecia e
Irlanda–. Estrictamente, Francia e Italia no pertenecen a
ninguno de los grupos, la industria manufacturera italiana se
ubica segunda sólo por detrás de Alemania y esto evidencia
las diferencias entre Italia y España. Los flujos de
capitales condujeron a un boom de la construcción en Irlanda
y España e impulsaron el despilfarro del gobierno en Grecia.
Esto condujo a un efímero crecimiento en esos países, acompañado
por una inflación relativamente elevada y la consecuente pérdida
de competitividad. Las cuentas externas se volvieron negativas
y acumularon un enorme caudal de deuda, principalmente con
Alemania.
Asimétricamente,
desde fines de la década del 90, bajo el gobierno social- demócrata
del canciller Schroeder, Alemania adoptó una política
mercantilista de moderación salarial y fiscal junto con
flexibilización laboral. Por un lado, comprimía la demanda
doméstica y la inflación y, por el otro lado, financiaba la
demanda agregada en la periferia. Esto se convirtió en la
desembocadura del modelo de crecimiento alemán basado en las
exportaciones.
El único
problema es que la periferia acumuló enormes cantidades de
deuda externa sin tener la capacidad para, eventualmente,
terminar con los desbalances devaluando sus monedas, como hizo
Argentina en 2002 o Italia en 1992, luego de los
desequilibrios creados por el Sistema Monetario Europeo en los
80. A fines de 2009, los mercados financieros comenzaron a
dudar de la solvencia de las economías periféricas. La
crisis golpeó a Grecia, Irlanda, Portugal en 2010 y a la
tercera y cuarta economía de la EMU, España e Italia en
2011. Como consecuencia de la caída en los ingresos fiscales
y el rescate público del sector bancario en países como
Irlanda y España, los problemas de deuda privada se
convirtieron en un problema de deuda pública.
La respuesta
europea ha sido caracterizada históricamente por ser sistemáticamente
“muy chica, muy tarde”. Los fondos de emergencia europeos
fueron concebidos para evitar el default de los gobiernos
periféricos. Sin embargo, hay un inconveniente: una parte
significativa de esos recursos viene de los mismos países que
necesitan el financiamiento, un círculo vicioso. Contra el
deseo de Alemania, el Banco Central Europeo (BCE) tuvo una tímida
intervención para sostener las deudas soberanas periféricas,
pero sólo lo suficiente para evitar el colapso de la EMU y no
para mantener en niveles sostenibles las tasas de interés
sobre esas deudas (los dos miembros alemanes del directorio
del BCE renunciaron en protesta durante 2011).
Los alemanes se
oponen a que el BCE actúe como prestamista de última
instancia para los países y bancos, la principal razón por
la cual fueron creados los bancos centrales. La idea de un
banco central que coopere democráticamente con la política
fiscal fue parte de la reciente reforma del Banco Central
argentino. Pero los líderes alemanes, los gobernantes demócratascristianos
y la oposición socialdemocrata, comparten, consciente o
inconscientemente, un diagnóstico errado de la crisis
europea. En nombre de un inexistente peligro inflacionario,
rechazan el accionar firme del BCE para calmar a los mercados
al actuar como el máximo garante/protector de las deudas
periféricas. Es más, Alemania impuso medidas de austeridad
fiscal sobre la periferia argumentando que el derroche fiscal
es el responsable de la crisis.
El resultado es
una situación económica y social en deterioro. Alemania
espera sobrevivir, a pesar de la caída de los mercados periféricos
europeos, mirando hacia las economías emergentes. La única
acción efectiva fue tomada en diciembre pasado por el titular
del BCE, Mario Draghi, nuevamente con la oposición alemana,
al prestarle a los bancos europeos un billón de euros por
tres años a una tasa de uno por ciento con la expectativa de
que una parte se utilice para sostener las deudas soberanas.
Esa operación sirvió como alivio de corto plazo, pero ahora
los bancos tienen más bonos de deuda, una situación nada
tranquilizadora dado que las causas que generaron la crisis
siguen presentes.
Los países
europeos están en un escenario kafkiano: locos si se quedan,
locos si se van. Por un lado, el quiebre de la Eurozona
devastará al sistema financiero global, dado que cualquier país
endeudado entrará en default al mismo tiempo. Por otro lado,
Alemania se opone a la solución más razonable: permitir que
el BCE sostenga la deuda europea, impulsar la demanda interna
alemana permitiendo que los salarios y el gasto fiscal
aumenten, implementar un enorme Plan Marshall europeo para la
periferia emitiendo eurobonos.
Este es el
triste final de una linda historia europea de construcción de
una sociedad justa y eficiente. Tal vez, cuando las cosas
empeoren, incluso para los alemanes, el fracaso de la
austeridad lleve a medidas más progresivas. Sin embargo, eso
no compensará el sufrimiento innecesario que imponen las políticas
vigentes sobre millones de europeos. La presión de Estados
Unidos y las economías emergentes para que Alemania asuma un
liderazgo regional y global y no se comporte como Suiza serían
de gran ayuda.
* Sergio
Cesaratto es un economista italiano, profesor en la
Universidad de Siena.
El
gran debate del momento
Crecimiento
versus austeridad
Por
Paul Taylor
Agencia Reuters, 17/04/2012
París.- Un
acalorado debate está creciendo en Europa sobre si la
austeridad o el crecimiento ofrecen la mejor estrategia para
superar la crisis de deuda soberana que sufre el continente.
Como si fuera tan simple.
Mientras la
eurozona flota al borde de su segunda recesión en tres años,
la batalla lanzada en publicaciones académicas, blogs y
diarios financieros se propagó a las campañas electorales de
Francia, Grecia y pronto llegará a la usina económica de la
Unión Europea, Alemania.
"Europa no
puede recortar y crecer", dijeron Sony Kapoor, director
del centro de estudios Re-Define, y Peter Bofinger, miembro
del Consejo Alemán de Asesores Económicos, antes de que los
líderes de la UE firmaran un pacto de disciplina
presupuestaria el mes pasado.
"La Unión
Europea necesita un pacto de crecimiento, no un pacto fiscal.
Una rápida acción dirigida a los impuestos y a los empleos
es el camino para salir de la crisis", agregaron ambos
analistas.
El bando que
defiende el crecimiento sostiene que una austeridad
sincronizada en toda Europa sólo servirá para agravar la
contracción económica, incrementar las filas de los
desempleados y dificultar aún más que los países
sobrecargados de deuda puedan reducir sus déficits y
reinstaurar la confianza de los mercados.
Menos gasto público
reduce los empleos del sector público y contrae la demanda,
deprimiendo los gastos de los consumidores y las inversiones,
e incurre en el riesgo de empujar la economía a un círculo
vicioso autodestructivo.
"La
pregunta es si los gobiernos deben ceder en este momento en
sus esfuerzos destinados a reducir el déficit, cuando la
economía global está aún debilitada y la credibilidad de
las decisiones políticas está muy disminuida", dijo el
economista Giancarlo Corsetti, en un debate desarrollado en el
sitio web VoxEU.
El bando que
defiende la austeridad replica que el recorte de gastos es
vital para lograr que las finanzas públicas sean
sustentables, construir credibilidad para los inversores y
crear las condiciones para un crecimiento saludable que no esté
basado en nuevos préstamos o en burbujas del mercado
inmobiliario.
"Sería muy
fácil perder la credibilidad que hemos construido mediante la
consolidación fiscal", dijo un experimentado político
de la UE que requirió el anonimato.
Ambas partes
coinciden en que las reformas económicas estructurales
destinadas a impulsar el crecimiento potencial, eliminando las
barreras en el mercado único de Europa y flexibilizando las
leyes laborales, pueden ayudar a mediano plazo. Difieren
mayormente sobre el ritmo de reducción de la deuda.
La brigada del
crecimiento está formada por una coalición de economistas
norteamericanos, tales como el ex secretario del Tesoro
Lawrence Summers, el Premio Nobel de Economía Paul Krugman y
el académico Bard DeLong, así como el candidato socialista a
la presidencia francesa François Hollande.
Los paladines de
la causa que pide austeridad están encabezados por la
canciller alemana, Angela Merkel, e incluyen al Banco Central
Europeo y a la Comisión Europea.
Reducción
escalonada
Aunque países
fuertemente endeudados y sometidos a programas de rescate,
como Grecia y Portugal, no tienen alternativa a una dura
austeridad, Summers y DeLong dicen que los recortes de gastos
a corto plazo pueden empeorar la situación fiscal en otros países
a largo plazo.
"A menos
que creamos que los costos a largo plazo de los préstamos
para toda Europa Occidental serán de más de 5 por ciento
anual, los recortes de gastos en este momento, destinados a
reducir el déficit, probablemente debiliten en vez de
reforzar la situación fiscal general", sostuvo DeLong.
El economista
norteamericano David Hale, que dirige una consultora privada
con sede en Chicago, dijo que los países europeos deberían
reducir sus déficits de manera más paulatina, siguiendo un
programa más prolongado que el que estableció la Comisión
Europea.
"Lo que están
haciendo ahora los europeos es deprimir los ingresos, lo que
significa que no alcanzarán sus objetivos fiscales",
dijo Hale.
El principal
pagador de la UE, Alemania, impulsó un tratado que impone
multas casi automáticas a los países de la eurozona que no
alcancen sus objetivos de reducción de deuda, por la decisión
de Merkel y otros de que no se repita lo que consideran fueron
las causas de la crisis de deuda de todo el bloque.
Desde el punto
de vista alemán, los gobiernos y los consumidores de la
periferia de la eurozona pidieron préstamos que excedían sus
medios para financiar una parranda de gastos que sobrecargó
al Estado, a los bancos y a las familias con deudas que se
hicieron inmanejables cuando cambiaron los vientos económicos.
Advertencia
del FMI a Italia y España por
exceso de ajuste
Dijo
que ponen en riesgo la recuperación global y sugirió que
los recortes aplicados por Madrid son "ligeramente"
excesivos
Agencia
Reuters, 18/04/2012
Washington.- El
crecimiento global mejora lentamente, pero un nuevo rebrote de
la crisis de la deuda en la zona euro podría poner fin a esa
tendencia, advirtió ayer el Fondo Monetario Internacional
(FMI), al señalar que España e Italia seguirán en apuros y
que el gobierno español se habría pasado de la raya con un
ajuste "ligeramente" excesivo para una economía en
recesión.
La economía
global podría crecer este año 3,5% y 4,1% en 2013, algo por
encima del 3,3% y 3,9% que el organismo conducido por la
francesa Christine Lagarde había pronosticado en enero.
"Con el
paso de la crisis y algunas buenas noticias sobre la economía
de Estados Unidos, volvió un poco de optimismo. Pero se debe
seguir siendo cauto", dijo el economista jefe del FMI,
Oliver Blanchard, al presentar el informe Panorama Económico
Mundial.
En efecto, si la
crisis del euro estalla una vez más, podría quitarle un 2%
al crecimiento mundial durante dos años y un 3,5% a la zona
euro. Además, un aumento del 50% en el precio del petróleo
bajaría un 1,25% la producción mundial, advirtió el informe
del FMI.
El riesgo de
otro resbalón de la UE es, para el organismo, demasiado real:
anticipó que el déficit de Italia, uno de los países más
comprometidos por su deuda, será este año el 2,4% del PBI,
bastante por encima del objetivo de Roma del 1,6%. Se trata de
un duro golpe para el primer ministro, Mario Monti, cuya
popularidad comenzó a caer en momentos en que sus esfuerzos
por llevar a cabo reformas suscitan crecientes críticas.
En cuanto a España,
la otra gran economía europea en alerta amarilla, el déficit
se reducirá al 6,0% del PBI en 2012, por encima del 5,3%
buscado por el gobierno. Eso llevaría a Madrid a incumplir el
compromiso con Bruselas y acentuaría -junto con los magros números
de Italia- el peligro que se cierne sobre la zona euro, y de
allí sobre la economía mundial.
Cuidado
con el ajuste
Tras destacar el
valor de las reformas realizadas por varios países, el FMI
instó a los bancos centrales de Estados Unidos, de la zona
euro y de Japón a estar dispuestos a aplicar mayores estímulos
monetarios. E, inusualmente y en alusión a España, dijo que
los gobiernos deben actuar con cautela sobre el ritmo de los
recortes presupuestarios cuando la situación lo requiera.
Si bien los líderes
europeos realizaron "importantes avances" en la
construcción de defensas contra el contagio financiero, dijo
el Fondo, la región se enfrenta a un precario equilibrio
entre reducir la deuda pública y restablecer la
competitividad sin asfixiar excesivamente el crecimiento.
"Una
consolidación fiscal demasiado pequeña podría molestar a
los mercados financieros, pero riesgos demasiado grandes
socavan más la recuperación y, de esta manera, también podrían
elevar las preocupaciones del mercado", insistió.
Los déficits en
las economías desarrolladas se reducirán en su conjunto más
de un punto del PBI al año en 2012 y 2013. "Esto es, en
términos generales, bastante apropiado, aunque países con
suficiente margen fiscal deberían considerar reducir el ritmo
de ajuste a corto plazo para minimizar los riesgos" que
suponen los recortes, precisó el Fondo.
España, en
particular, "comprensiblemente aspira a alcanzar una gran
consolidación fiscal y es ampliamente apropiado, aunque
hubiera sido preferible un ritmo de ajuste ligeramente más
moderado".
"Incluso en
ausencia de otra crisis europea, las economías más avanzadas
todavía se enfrentan a frenos más importantes para el
crecimiento. Y el riesgo de otra crisis aún está muy
presente y bien podría afectar tanto a las economías
avanzadas como a las emergentes", advirtió el FMI.
Fue otro llamado
a la prudencia cuando los datos sobre el crecimiento global
son positivos y hasta cierto punto alentadores. El organismo
situó el crecimiento de Estados Unidos en 2,1% este año y
2,4% en 2013. China debería crecer 8,2% este año y 8,8% el
próximo, y las economías emergentes y en desarrollo crecerían
5,7% y 6%. Para América latina el alza sería de 3,7% y 4,1%.
En
la zona euro, se pronostica una vuelta al crecimiento con 0,9%
en 2013 y una moderada contracción del 0,3% este año. Para
salir del atasco en la UE, el FMI pidió al Banco Central
Europeo que siga bajando la tasa de interés.
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