Entrevista
a Costas Lapavitsas
Grecia
debe dejar de pagar su deuda y salir del euro
Por
Natalia Aruguete
Cash,
15/04/2012
Ya
lo había advertido en reiteradas oportunidades: Grecia debe
defoltear su deuda y salirse del euro. Y una vez más, el
griego Costas Lapavitsas lo repitió enfático ante Cash:
si los griegos "aceptan ser un rincón de Europa para
vacacionar, entonces se pueden quedar en la Unión. Si no
aceptan eso, deben irse del euro." Destacado economista
marxista, el profesor de la Universidad de Londres fue uno de
los invitados para participar en Buenos Aires del “Congreso
de Economistas Heterodoxos”, organizado por la Universidad
Nacional de Quilmes.
¿Cuál
es la principal causa de la crisis europea?
–La
causa más profunda es la estructura del sistema monetario
europeo, que genera diferencias entre los países centrales y
periféricos. Concretamente genera deuda en los países periféricos
con respecto a los centrales. Pero la forma que toma este tipo
de problema es distinta en cada país periférico.
¿Por
ejemplo?
–En
el caso de Grecia, el problema es la deuda pública. En
Irlanda, la deuda de los bancos. En Portugal, los créditos
privados y las hipotecas. Un aspecto muy importante es que la
crisis europea, que nació como crisis de la periferia, ahora
se está moviendo hacia los países centrales europeos, y allí
también la deuda aparece en el centro de la crisis. Ahora la
deuda es importante, pero es el epifenómeno, por detrás hay
otro fenómeno.
¿Cuál?
–Se
están desarrollando dos tendencias clave. La primera es la
persistencia del déficit de acumulación, los países maduros
(centrales) tienen problemas de dinamismo de su capitalismo y
no encuentran nuevas áreas, lo cual deviene en problemas para
la capitalización: su tasa de ganancia no cae, pero no crece.
Eso evidencia su imposibilidad de poder seguir. Hay un
estancamiento salarial en Alemania y Estados Unidos. La
segunda tendencia es la financiación. Como el capital pierde
dinamismo productivo, la financiación va ganando espacio y
empieza a intervenir en sectores en que antes no intervenía.
La combinación actual es producción débil y deuda alta. Es
una pelea de burbujas.
¿Cuál
es la diferencia entre la crisis bancaria y la crisis de
deuda? Angela Merkel hace esta distinción y atribuye
responsabilidades diversas respecto de cada una.
–La
deuda es importante en todos los rangos: hogares, empresas del
Estado y bancos. El tema deuda se metió en todos lados y va a
quedarse por muchos años. Pero la deuda es el resultado, no
la causa de todo lo que estamos hablando. La deuda bancaria
está relacionada, pero es diferente. Es un aspecto particular
y muy peligroso de la crisis capitalista.
¿Por
qué?
–Porque
los bancos son el sistema nervioso del capitalismo actual. En
la crisis financiera de 2007, los Estados intervinieron rápidamente
y se hicieron cargo para evitar el colapso bancario. Si
hubiese habido una crisis bancaria, habría sido otra crisis.
Cuando se habla de crisis financiera, se piensa en falta de
liquidez. Pero la crisis financiera es una cosa muy amplia. En
una crisis bancaria, que es algo muy específico, los bancos
están en el centro. En este caso es distinto porque los
bancos fueron salvados. El problema es que los bancos tienen
deudas de mala calidad. Esto se vuelve un problema de
solvencia. Las crisis financieras son crisis de liquidez; en
las crisis bancarias, en cambio, no se paga, hay una quiebra.
Eso hace la diferencia. En los últimos cuatro o cinco años,
los Estados han estado muy atentos a que la crisis financiera
no deviniera en un colapso bancario.
¿Cómo
describiría la dinámica de los Estados para enfrentar la
crisis?
–El
Estado es el alma del capitalismo y el neoliberalismo. El
neoliberalismo sin el Estado no tiene posibilidad de existir.
Por lo pronto, el Estado previno que no fuera una crisis del
alcance de la del '30. Esta dinámica tomó tres formas. La
primera forma de intervenir fue bajar la tasa de interés.
Esto supone subsidiar a los bancos que toman los créditos muy
baratos del Estado, con tasa casi cero, y luego lo prestan. La
segunda forma fue, directamente, capitalizar a los bancos con
dinero público. Cuando a los bancos les va mal, tienen al
sector público para capitalizarlos. ¡Es muy barato eso! La
tercera fue darles liquidez para que tuvieran la ventanilla
abierta y sacar dinero en cualquier momento. El Estado maneja
el control, el monopolio de la emisión monetaria. También
controla los ingresos fiscales. Ambos mecanismos le dan el
poder para intervenir y subsidiar a los bancos.
¿Cómo
evalúa este comportamiento del Estado?
–El
Estado interviene como clase: utiliza recursos sociales para
subsidiar al sector financiero. No todos los Estados pueden
operar de la misma manera y esa diferencia debe tenerse en
cuenta. Los países periféricos intentaron hacer lo mismo,
utilizar los mismos mecanismos, pero ellos también son débiles,
y sus propios problemas les impidieron participar en esta
crisis. Cuando el sector financiero funciona mal, el Estado lo
salva y, al mismo tiempo, el sector financiero daña al
Estado, lo debilita porque le pone una carga que es enorme. Es
un tema contradictorio: el Estado salva y, al mismo tiempo, se
hunde.
¿Encuentra
alguna relación entre esta actitud de los Estados y el
creciente poder del sector financiero y su influencia en el
sistema político?
–En
lo inmediato, este sector tiene gran incidencia en la acción
política en países como Estados Unidos, Inglaterra, Italia,
Grecia, Portugal, Irlanda. Es difícil de comparar, pero tiene
influencia en todos lados. Hay intereses cruzados,
dependencias, ese tipo de vínculo hace que puedan tener
poder. De hecho, el sector que produce problemas también
provee ministros. Sin embargo, no es verdad lo que muchos
dicen sobre que ellos manejan todo. Hay que desmitificar esa
idea.
¿Cómo
se genera entonces?
–En
realidad hay una relación compleja, de alta interrelación,
entre el sector industrial, el comercial y el financiero. Pero
no es la misma relación que a principios de siglo XX, cuando
los bancos con mucho poder compraban todo. Hoy, otras
entidades van a los bancos, toman dinero, hacen ganancias
también con el dinero financiero. Hay una alta relación
porque hay intereses complementarios. Muchos en Europa estaban
esperando que se diera un conflicto entre sector comercial y
financiero, pero nada de eso ha ocurrido.
¿Qué
problemas está causando el intento por mantener el euro?
–Es
muy llamativo el comportamiento de los países centrales
europeos con respecto al euro: saben que mantenerlo es
peligroso, pero, sin embargo, no han hecho nada para cambiar
este desequilibrio entre países periféricos y centrales. No
hubo cambios con respecto al desequilibrio, que se profundiza
más con la austeridad y el ajuste.
¿Cómo
ve el caso de Alemania en este contexto?
–El
caso de Alemania es muy particular porque hay un encuentro de
intereses entre grandes bancos y exportadores, que son la
columna vertebral del euro. Para ellos, el dinamismo no está
en el mercado interno. El mercado doméstico alemán no ha
mejorado la situación de los empleados y no tiene dinamismo.
Entonces, muchos bancos y exportadores pueden unir fuerzas, ya
que son muy influyentes, y tomar la posición de Alemania para
el resto del mundo. Alemania cuida muy celosamente estas
relaciones. Un tema importante es la austeridad, que forma
parte de esta lógica y también va hacia adentro. Y al mismo
tiempo la trasladan hacia afuera, planteando que "ustedes
tienen que hacer lo que nosotros hicimos: mantener los
salarios bajos". Lo que pasa es que cuando se crea una
comunidad económica de este tipo, hacer lo que hace Alemania
es insostenible porque está quebrando al resto de Europa.
¿Cree
que es posible que los gobiernos fuertes de Europa escuchen
voces alternativas?
–Lo
que han hecho es todo lo contrario: afirmar la austeridad, la
baja de salarios, la crisis en la periferia y suponer que esto
va a solucionarse. Por eso creo que la capacidad de cambiar es
muy limitada.
En
el escenario que describe, ¿qué análisis hace del canje de
deuda en Grecia?
–Lo
más importante que pasó en Europa en los últimos meses es
que Mario Draghi (presidente del Banco Central Europeo) ha
provisto de liquidez a los bancos por un billón de euros. Y
al mismo tiempo se hizo un acuerdo sobre qué hacer con la
deuda griega respecto de los tenedores privados. Este acuerdo
supone algún tipo de pérdida a los tenedores de deuda, pero
una pequeña porción de esa deuda fue tomada por bancos
internacionales mientras que la mayor parte la tomaron los
bancos griegos. El Estado tomó deuda otra vez para darles crédito
a los bancos, de manera que los sectores privados han sido
retirados de la crisis con este "salvataje". Y además,
el total de la deuda griega no va a caer mucho, quizás un 10
por ciento.
Pero
fue presentado como una quita muy importante.
–Lo
que ha pasado con esta situación es lo siguiente: los bancos
internacionales no están muy involucrados, sí lo están los
bancos griegos, que obtienen dinero por parte del Estado para
no hundirse. Si uno hace el cálculo general, la quita de
deuda es muy baja, menos del 10 por ciento. Entonces, a esa
deuda, que hace dos años era casi toda privada, la
convirtieron en una deuda centralmente pública. Desde el
punto de vista de los bancos da esa sensación (que ha sido
una quita importante). Pero ésa es la perspectiva de los
bancos porque, en realidad, la deuda griega ahora pasó a ser
una deuda entre Estados.
¿En
qué sentido?
–Los
fondos que se han provisto para salvar a Grecia vienen del
Fondo Monetario Internacional y de algunos países, de manera
que ahora es un tema entre gobiernos y no de los privados con
Grecia. El costo es más austeridad y más liberalización. La
economía griega ya está en depresión y esto va a
profundizar esa depresión. Por lo tanto, las condiciones de
la quiebra van a ser peores para Grecia porque tendrá menos
capacidad de afrontar la deuda.
¿Cree
que en este escenario Grecia debe seguir dentro de la Unión
Europea?
–Los griegos tienen su opción: si ellos aceptan
un salario de 300 euros por mes, pensiones de 150 euros, un
desempleo del 20 por ciento, falta de trabajo para los jóvenes,
es decir, convertirse en una esquina insignificante, chica,
lateral y paralizada, ser un rincón de Europa para vacacionar,
entonces se pueden quedar en la Unión. Si no aceptan eso, si
quieren un mejor futuro, deben irse del euro.
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