Los griegos votaron contra la Unión
Europea y la austeridad
Ascenso de la izquierda radical y la
extrema derecha
Conservadores y
socialistas, que defienden el rescate, se desploman
Por María Antonia Sánchez–Vallejo
Enviada especial a Atenas
El País, 06/05/2012
Desencantados de la casta de políticos
tradicionales, furiosos con los sacrificios generados por la
crisis y hartos de que Bruselas o Berlín dicten su política
económica, los griegos acudieron el domingo a las urnas para
votar con el corazón y con las vísceras. Y lo hicieron
dinamitando el bipartidismo vigente desde la restauración de
la democracia, en 1974: la conservadora Nueva Democracia y el
socialista Pasok, los dos grandes partidos, los únicos que
defienden la política de austeridad y los rescates, solo
lograron el 34,3% de los votos (frente al 78% de 2009), con el
38% de los votos escrutados.
Hambre
en Atenas: voto de protesta del pueblo griego contra los
genocidas de la Unión Europea
El auge de la Coalición de Izquierda
Radical (Syriza), que con el 15,81% (48 diputados) se
convierte en el segundo partido más votado, y la entrada en
el Parlamento de los neonazis de Aurora Dorada, con el 6,8% de
los sufragios (en torno a 20 escaños), complican el escenario
político más fragmentado de la historia y auguran, en el
mejor de los casos, una traumática formación de Gobierno; el
peor sería la repetición de los comicios, como mínimo
dentro de cinco semanas. Tras este cataclismo electoral, a
partir de hoy ya nada será lo que fue, políticamente
hablando, en Grecia.
La coalición izquierdista, que logró el
4,6% de los votos en 2009, propone la renegociación del memorándum
suscrito entre el Gobierno de Atenas y la troika, y añadirle
una cláusula procrecimiento. Los neonazis, que en 2009 solo
cosecharon el 0,29% de los sufragios, exigen por su parte la
revocación del acuerdo y la condonación total de la deuda.
Con una estruendosa campaña xenófoba y antieuropea, Aurora
Dorada es una burda paradoja en un país que perdió el 10% de
su población —entre bajas de guerra o por el hambre y
exilios— durante la ocupación nazi, entre 1941 y 1944.
El líder socialista, Evánguelos
Venizelos, movió esta noche la primera ficha poselectoral al
proponer “un Gobierno de unidad nacional, firme y
estable”, y advirtió a los partidos revelación de estos
comicios —en especial Syriza, su particular bestia negra—
que “no han recibido un cheque en blanco” de las urnas. A
continuación, Antonis Samarás, de Nueva Democracia (ND),
hizo pública su oferta de un “Gobierno de salvación
nacional”. Obtuvo inmediata réplica de Alexis Tsipras, líder
de Syriza y ganador in péctore de la noche: “La salvación
nacional que proponen algunos pasa por la modificación del
memorándum. Los pueblos de Europa no pueden sobrevivir así.
Merkel debe entender que la austeridad no conduce a ningún
sitio”. Con apelaciones a “la solidaridad, la justicia y
la dignidad”, Tsipras propuso un Gobierno de las fuerzas de
izquierda.
Conservadores y socialistas, que defienden el rescate, se
desploman
En las primeras elecciones legislativas
que se celebran en el país desde el comienzo de la crisis, en
2010, la dispersión del voto fue la tónica dominante, en
consonancia con los sondeos realizados durante la campaña:
siete partidos (dos de ellos, nuevos) entrarán en el
Parlamento. Como las urnas se encargarían de demostrar después,
costaba encontrar a un votante de la conservadora ND y del
socialista Pasok entre los electores que acudían a dos
colegios del barrio de Plaka, en el centro de Atenas. Es más,
partidarios en otras ocasiones de ND y Pasok se decantaron el
domingo por los extremos —otra tendencia demoscópica
ratificada en las urnas—, como Nikos, funcionario del
Ministerio de Economía y socialista desencantado. “He
votado más a la derecha y para frenar a Europa y, sobre todo,
a Angela Merkel, que es una psicokiller. Ya está bien de
decir que somos unos ladrones; hay que pararle los pies”. En
un aparte al resguardo de curiosos, Nikos confesaba haber
votado a Griegos Independientes, un nuevo partido de derecha
nacionalista (cuarto, con el 10,3% de los votos y en torno a
30 diputados).
Yanis y Zódoros confesaban sotto voce
haber apoyado al filonazi Aurora Dorada. Al lado, Panayotis
Papayoryíu, parado de 27 años, explicaba por qué eligió
Syriza, equivalente a la española Izquierda Unida: “Porque
si existe alguna posibilidad de que gobierne la izquierda, hay
que intentarlo, a ver qué hace con el memorándum y con
Europa”.
Siete partidos, dos de ellos nuevos, entran en el
Parlamento
Los votantes de más edad no soltaban
prenda de su elección; solo el jubilado Kostas Glikeos, a las
puertas del colegio de Ypitu, en Plaka, confesaba encogido de
hombros haber respaldado como siempre al Pasok: “Es lo menos
malo de lo peor, y el único capaz de anclarnos a Europa”.
Los partidos más pequeños —32
formaciones concurrieron a las urnas— cosecharon 18% de los
votos, pero se quedaron fuera del Parlamento al no superar
cada uno el umbral del 3%. La abstención también fue
protagonista: en torno al 38%. “He elegido uno de los pequeños.
Todos los demás son lo mismo. Es hora de asumir
responsabilidades, no pueden liquidar este país”, decía
Eliana.
La nueva ley electoral reserva un bono de
50 escaños suplementarios para el partido ganador; también
consagra una complicada proporcionalidad en la representación
parlamentaria: cuantos más partidos entren en la Cámara, más
difícil resulta a la formación ganadora llegar a la mayoría
absoluta. Pero no es el caso de estas elecciones, que arrojan
el Parlamento más fraccionado de la historia. “Urnas
bomba”, titulaba el domingo, muchas horas antes de que se
conocieran los datos, el diario To Vima, de
centro–izquierda.
Los
dos grandes partidos se pierden en el
laberinto electoral griego
Por Antonio Cuesta
Desde Atenas
Gara, 05/05/2012
En la recta final de la campaña
electoral en Grecia los sondeos de opinión muestran de manera
unánime un triple desenlace tras la cita con las urnas: el
fin de décadas de bipartidismo, la atomización del nuevo
Parlamento y el aumento significativo de la abstención.
La percepción social coincide con las
encuestas al considerar que las elecciones legislativas de mañana
domingo pondrán punto final al control hegemónico que los
dos principales partidos, el conservador Nueva Democracia (ND)
y el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), ejercieron en
Grecia tras la dictadura de los coroneles en 1974. ND cuenta
con una intención de voto de entre el 20 y el 25 %, mientras
que el PASOK se sitúa entre el 14 y el 19%. Ambas
proyecciones supondrían los peores resultados en la historia
de ambos partidos ,que lograron en la última convocatoria de
2009 un 33,5 y un 43,9 % de los votos, respectivamente, y que
de forma conjunta siempre obtuvieron un apoyo cercano al 80%
de los sufragios emitidos.
Parece claro que ninguno de ellos
conseguirá una mayoría suficiente para poder gobernar, y que
incluso juntos –pues son los únicos cuyos programas
contemplan la aplicación de las medidas incluidas en el
memorando de préstamo– lo tendrán difícil ante el resto
de grupos que, en principio, se declaran contrarios a las drásticas
políticas impuestas por la troika (Comisión Europea, Banco
Central Europeo y FMI). Por el momento, ambas formaciones
descartan cualquier tipo de pacto y achacan los actuales males
a su respectivo contrincante, intentando con ello atraer al
voto indeciso que pudiera alzarles con la victoria.
Para muchos votantes los comicios del
domingo tienen más de plebiscito –a favor o en contra del
memorando– que de sufragio sobre partidos e, incluso,
ideologías. La polarización del voto muestra esa tendencia.
Además, existe una gran diferencia generacional ya que, según
los encuestadores de la empresa MARC, los menores de 50 años
votarán por partidos opuestos al acuerdo de préstamo
mientras que los más mayores muestran sus preferencias por
los dos partidos tradicionales. «No está nada claro cuál
será el resultado, pero lo que es seguro es que el futuro
Parlamento nada tendrá que ver con los pasados 40 años de
bipartidismo», asegura a Gara el artista plástico Jristos
Plumidis.
Y tampoco faltan los analistas y
periodistas locales que vaticinan la repetición de las
elecciones (poniendo como fecha posible el 17 de junio), toda
vez que el presidente de ND, Antonis Samaras, afirmó al
inicio de la campaña que, en caso de no conseguir una mayoría
que le permitiese gobernar en solitario, procedería a
convocar nuevos comicios.
Así las cosas, ND y PASOK tratan de
captar tanto a los votantes progresistas, con promesas de
incrementar las ayudas sociales y reformar el estado; como a
los conservadores, asegurando severas políticas de seguridad
ciudadana y orden público. Los nuevos recortes, que el
ejecutivo saliente de Lukas Papadimos dejó preparados este miércoles,
no tienen hueco en la campaña aunque constituyen una pesada
hipoteca para el futuro gobierno, que deberá ratificarlos
antes de finales de junio.
Pero los electores también están siendo
presionados en favor de la opción pro–memorando por las
grandes cadenas mediáticas y las instituciones del Estado,
que presentan cualquier otra opción como un escenario de
caos. En su última comparecencia como primer ministro,
Papadimos apeló a la responsabilidad de los ciudadanos para
que valoren «el mañana y no el ayer» pues lo que está en
juego –aseguró– «es el futuro del país durante las próximas
décadas, y no sólo el gobierno que se formará tras las
elecciones». En la misma línea se expresó la pasada semana
el gobernador del Banco de Grecia, Yorgos Provopulos, al
advertir tanto a votantes como a políticos de que cualquier
retroceso en las obligaciones del país con sus acreedores
internacionales tendría graves consecuencias. Incluso desde
Bruselas se hace oír el mensaje de que determinados
resultados electorales podrían poner en riesgo las medidas
fiscales y las reformas necesarias para que Grecia siga
recibiendo dinero que ayude a reflotar su economía.
El eje progresista
Tras estos dos partidos las encuestas sitúan
a la Coalición de Izquierda Radical (Syriza), el Partido
Comunista de Grecia (KKE) e Izquierda Democrática (Dimar),
cada uno de ellos con un porcentaje cercano al 10% en intención
de voto.
Syriza, integrada en el Partido de la
Izquierda Europea, está centrando su campaña en buscar una
«alianza de progreso» que haga de contrapeso a la probable
coalición promemorando. Su líder, Alexis Tsipras, insiste en
la posibilidad de desobedecer las directivas impuestas por la
troika, aparejadas al préstamo concedido el pasado mes de
marzo, argumentando que Bruselas no expulsará a Grecia por
ello pues sería contraproducente para la propia UE. Una
afirmación desmentida por el cabeza de lista del PASOK y
ex–ministro de Economía, Evangelos Venizelos, quien aseguró
al diario británico «The Guardian» que la permanencia de
Grecia en la eurozona no estaría garantizada y habría que
desechar «la idea errónea de que pase lo que pase no vamos a
abandonar el euro». En la misma entrevista pidió a los
griegos que den «una respuesta clara en cuanto a si se quiere
(seguir) un curso pro–europeo, que es seguro y responsable,
o cualquier otra cosa».
Tampoco el KKE se ha mostrado proclive a
integrarse en esa hipotética alianza. Aleka Papariga,
secretaria general de la organización comunista, anunció su
rechazo a tal pacto al considerar que el impedimento hacia un
sistema social y económicamente más justo para las clases
populares no es el memorando sino la misma pertenencia a la
UE. Papariga fue tajante al explicar que la imposibilidad de
cooperar con Syriza y Dimar no se basa en «las diferencias
fundamentales de nuestros programas», sino en el hecho de que
«trabajamos en direcciones opuestas». Para el KKE el único
modelo de desarrollo con futuro para Grecia pasa por la salida
de la UE y la socialización de los medios de producción.
A su vez el tercero en discordia, Dimar
(una escisión por la derecha de Syriza, surgida en 2010), ya
ha mostrado durante la campaña su disposición a colaborar
tanto con unos como con otros (ND y PASOK), siempre y cuando
se prioricen los programas sociales y no se ponga en riesgo la
continuidad del país en las instituciones europeas.
Sin darse por vencido, Tsipras sigue
mostrando su confianza en que los resultados del domingo
obligarán al KKE y a Izquierda Democrática a abandonar su
oposición a «un gobierno de izquierda» con tal de evitar la
continuación de la coalición de ND y PASOK.
El eje panheleno
Por el flanco derecho tres son las
formaciones políticas, de corte marcadamente pangriego, que
muy probablemente consigan representación en el hemiciclo y
que ya dejaron clara su oposición a cualquier tipo de
acercamiento a los dos principales partidos.
El primero de ellos Griegos
Independientes, una escisión de ND surgida en marzo de este año
liderada por el populista Panos Kammenos –admirador de
Vladimir Putin–, que podría lograr el 11% de los sufragios.
Sus integrantes afirman no tener ningún vínculo con su
anterior partido, del que salieron al rechazar el contrato de
préstamo firmado entre Grecia y la troika, pese a que
Kammenos fue durante 20 años uno de los diputados del ala más
dura de ND, ultranacionalista y xenófoba. Además se le
vincula con el lobby armamentístico, según explicó al
diario GARA el periodista Yannis Jrissoverghis.
Políticamente abogan por acabar con la
inmunidad parlamentaria para poder perseguir penalmente a los
responsables de la crisis, así como demandar al Estado alemán
las reparaciones de guerra nunca desembolsadas. Al mismo
tiempo Kammenos ha hecho llamamientos al despertar nacional
para la construcción de una nueva Grecia, que ha sido víctima
de una «conspiración internacional».
El neofascista Jrisi Avgi (Amanecer
Dorado) le sigue en intención de voto (entorno a un 5%),
aunque su discurso se adentra en el terreno del racismo y la
xenofobia, definiéndose como nacionalsocialista y defendiendo
la supremacía de la raza blanca y de la nación griega. Según
su líder Nikolaos Mijaloliakos, un ex oficial de las unidades
especiales del Ejército, Jrisi Avgi es un partido antisistema
cuyo principal punto de debate es la cuestión de la inmigración.
En una entrevista concedida al semanario «Athens News»,
Mijaloliakos defendió la dictadura de los coroneles y propuso
deportar a todos los inmigrantes a sus países de origen.
Por último, la ultranacionalista Alerta
Popular Ortodoxa (Laos) ha acusado su paso por la coalición
de gobierno perdiendo buena parte de su apoyo electoral, y
situándose en el límite legal del 3% para acceder al
Parlamento. Su suavizado discurso –mientras duró el apoyo
al ejecutivo de Papadimos– se ha vuelto a endurecer durante
la campaña principalmente contra la inmigración y las
medidas procedentes de la UE. Su líder, Yorgos Karatzaferis,
ha llegado a acusar a ND de haberles robado el programa
electoral, lo que da una idea de por donde transitan
conservadores y nacionalistas.
Liberales y Verdes
Por último dos pequeños partidos podrían
llegar a completar el rompecabezas que se presume será el próximo
parlamento heleno.
Alianza Democrática es una formación de
centro–derecha liberal dirigida por la ex ministra de
Asuntos Exteriores Dora Bakoyannis. Siempre favorable a las
medidas de ajuste propuestas desde Bruselas, intentó formar
parte de la última coalición de gobierno, sin conseguirlo, y
de nuevo se postula para idéntica tarea a los dos principales
partidos, caso de que consiga representación parlamentaria.
Las bajas perspectivas de voto confían en que sean revertidas
por ese 20 por ciento de indecisos que, no se entiende porqué,
los partidos promemorando aseguran que son potenciales
votantes suyos en exclusiva.
Los Verdes Ecologistas celebran este año
su décimo aniversario y por primera vez se hallan ante la
posibilidad de acceder a la Asamblea Nacional. Integrantes de
los Verdes Europeos, su programa se basa en reformar el sector
público, sin recurrir para ello a los recortes exigidos por
los acreedores internacionales, y tratar de renegociar los términos
del memorando. Su propuesta para el futuro de Grecia se basa
en el desarrollo sostenible, utilizando para ello energías
renovables o readaptando la industria turística –la
principal del país– a patrones respetuosos con el medio
ambiente.
Desde
la gran siderúrgica Volos
Los obreros griegos recelan de los
dos
grandes partidos
Gara, 01/05/2012
La futuro de las fábricas no figura en
el programa del Pasok y de Nueva Democracia (ND), en liza para
las legislativas del domingo. El futuro de estas formaciones
tampoco importa a los obreros siderúrgicos de Volos.
Vangelis, quien oculta su apellido, era
un incondicional de la derecha de ND. Era otra época. «No
les votaré a ellos, y menos al Pasok (socialdemócrata)»,
explica este obrero de Hellenic Halyvourgia, una de las
grandes siderúrgicas griegas situada en esta ciudad portuaria
del centro del país con 150.000 habitantes.
Este obrero cuarentón duda entre votar
al neonazi Chryssi Avghi (Alba Dorada) o a Pavlos Kamenos, un
disidente de ND que ha fundado su propio partido antimemorándum.
¿Por convicción? «No, para ver a otras caras en el
Parlamento».
Maki, de 22 años, asegura que antes que
votar a uno de los grandes partidos se cortaría los brazos.
Thomas les reprocha no haber hecho nada en todos estos años y
no pensar más que en ellos.
Voto imprevisible
A la salida de los pabellones de
Halyvourgia, cuando el turno de tarde sucede al de la mañana,
Yannis, electricista, asegura que esta vez no votará, porque
«pequeños o grandes, todos los partidos son iguales».
Vassilis duda entre la ultraderecha de
Alba Dorada o los comunistas ortodoxos del KKE. .
Takis, fiel votante de los conservadores,
optará esta vez por la izquierda de Syriza y califica a su líder
Alexis Tsipras de «la nueva estrella de Grecia».
Para los 320 obreros de la fábrica, el
voto más importante fue el pasado 15 de noviembre. Ese día,
la mayoría votó a favor de un plan de paro técnico que
supuso la reducción del trabajo a cinco horas diarias y del
sueldo en un 40%. Sus compañeros de Astropyrgos, en la
periferia de Atenas, rechazaron este plan y siguen en huelga
desde hace seis meses. Ello ha provocado tensiones entre el
personas de las dos fábricas.
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Votos
de protesta contra la austeridad
Análisis de Apostolis Fotiadis
Inter
Press Service (IPS), mayo 2012
Atenas.– Aggeliki Anagnostopoulou, de
30 años, siempre votó a la conservadora Nueva Democracia
(ND), pero en las elecciones nacionales de este domingo 6 lo
hará por el nuevo partido Griegos Independientes.
Este fue creado por Panos Kammenos,
parlamentario y viceministro de Marina Mercante de la ND, que
abandonó por estar en contra de las medidas de ajuste
dictadas por el gobierno de coalición que integraba.
"Los griegos están decepcionados
con los dos grandes partidos. Tratan de encontrar una nueva
perspectiva. Solía votar a Panos Kammenos en la ND, pero me
desilusioné y lo seguí en este nuevo comienzo", señaló
Anagnostopoulou, quien trabajaba como auditora externa para
una multinacional estadounidense hasta que la despidieron en
2011.
La ND y el Movimiento Socialista Panhelénico
(Pasok) han dominado la política griega desde principios de
los años 80 y hasta las pasadas elecciones de 2009. Se prevé
que muchos de sus partidarios voten por Kammenos en lo que
parece ser el mayor voto de protesta que se haya visto en el
país en los últimos 30 años.
Kammenos, conocido por sus discursos
explosivos en el parlamento, aprovechó la retórica contra el
plan de austeridad con un trasfondo nacionalista en el marco
de una campaña que critica a los dirigentes de la ND y el
Pasok por traicionar al país y conspirar contra la nación.
Las últimas encuestas sobre la intención
de voto indican que tiene 10 por ciento de apoyo entre los
consultados.
Acreedores tienen las riendas
En mayo de 2010, cuando quedó claro que
este país no podría hacer frente a la deuda pública, entregó
el control de las finanzas a una troika integrada por la
Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo
Monetario Internacional (FMI).
Grecia se vio obligada a implementar un
severo programa de ajuste que incluyó el aumento de los
impuestos, el recorte de las pensiones y los salarios de
funcionarios públicos, la desregulación del mercado laboral,
y a impulsar reformas favorables al mercado a cambio de miles
de millones de euros.
El recorte en el gasto público sumió a
este país en una profunda recesión y aumentó el desempleo,
que actualmente afecta a 21 por ciento de la población económicamente
activa.
La política de austeridad resultó
contraproducente para los dos grandes partidos gobernantes, lo
que tendrá consecuencias electorales, pues se estima que una
cantidad significativa de sus votos irán para los partidos de
izquierda y de derecha.
Las encuestas previas muestran la
fragmentación de las fuerzas políticas, pues indican que 10
partidos de todo el espectro político superaron el umbral de
tres por ciento en la intención de voto.
"Es evidente que estamos en el
principio del fin del viejo sistema político que cuidó las
finanzas públicas de Grecia", señaló Nick Malkoutzis,
periodista y analista político que se hizo conocido con la
cobertura de la crisis desde su popular blog "Inside
Greece" (Dentro de Grecia).
El creciente apoyo a los partidos de
izquierda y el surgimiento de agrupaciones extremistas como la
neonazi Alba Dorada no son todavía la prueba de un cambio en
la cultura política. Pero "es evidente que la gente
busca algo diferente. Creen que votar por los neonazis es una
forma de castigar a los políticos tradicionales", indicó
Malkoutzis.
"El cambio real quizá no se vea en
estas elecciones, sino en las próximas", dijo a IPS.
Dado que la troika tiene previsto
regresar a Grecia después de las elecciones para definir un
plan económico que reduzca el gasto público en otros 11.500
millones de euros (unos 15.118 millones de dólares), "es
poco probable que el nuevo parlamento dure mucho", comentó
el analista político Stavros Lygeros.
"De hecho, una de las grandes
paradojas de estas elecciones es que la ND y el Pasok se
enfrenten mutuamente, dado que ambos firmaron el programa de
austeridad que se implementará después de los
comicios", explicó.
En círculos de decisión política
apuestan a que ambos partidos sobrevivan a las elecciones,
formen una nueva coalición de gobierno y lleven adelante las
disposiciones de la troika, añadió.
Cuando se anunciaron los comicios, a
principios de abril, miembros de la troika presionaron públicamente
a los líderes del Pasok y de la ND para evitar que se
alejaran demasiado de su compromiso.
Paul Thomsen, responsable de la misión
del FMI en Grecia, mencionó medidas específicas que el nuevo
gobierno deberá implementar, independientemente de qué
partido gane las elecciones.
"Es muy negativo para Europa que los
tecnócratas aparecieran en medios de comunicación
internacionales opinando sobre si debería haber elecciones en
Grecia o diciendo que el país debía cumplir con sus
compromisos sin importar el resultado de los comicios",
se lamentó Malkoutzis.
"Es obvio que la troika preferiría
un gobierno del Pasok y la ND que implemente más medidas de
austeridad", remarcó.
La campaña y la retórica de dirigentes
de ambos partidos estuvieron al borde del chantaje, pues
alertaron de forma explícita sobre el caos que podría
instalarse en el país si ellos no sobrevivían.
"El chantaje viene funcionando desde
hace dos años, pero no durará mucho más", sostuvo Zeza
Zikou, analista económica en Kathimerini, el mayor periódico
del país.
De a poco, la ciudadanía comprenderá
que los acuerdos para el rescate financiero de Grecia
condenaron a la población a trabajar eternamente para pagar
una deuda que nunca se podrá saldar, arguyó.
Grecia espera en las urnas la debacle
del
Pasok y
el auge del extremismo
Por María Antonia Sánchez–Vallejo
Enviada especial a Atenas
El País, 04/05/2012
Si la asistencia a un acto de final de
campaña resulta un indicador fiable de lo que le espera a un
partido en las urnas, el batacazo del Pasok (Movimiento
Socialista Panhelénico) el domingo va a ser clamoroso. Tras
una campaña penitente, casi a la defensiva, la formación que
obtuvo mayoría absoluta en 2009 y ha gobernado Grecia durante
buena parte de la crisis solo logró reunir ayer en el centro
de Atenas a unos pocos miles de seguidores: había más
banderolas que simpatizantes —un puñado de ellas por
cabeza— en la plaza Sintagma, epicentro del poder político,
escenario de protestas y broncas, lugar escogido por suicidas
a los que la crisis literalmente arrebata la vida.
“No he vendido ni una”, dice Yorgos
en un puesto ambulante de banderas del Pasok. “Nada que ver
con 2009, y no es solo la crisis. ¿Ahora quién se va a
atrever a ir por ahí con una bandera socialista?” A dos
pasos, en una de las pocas tiendas que no ha echado el cierre
—por quiebra o por miedo a los disturbios—, una
dependienta desarma el interés periodístico por cuanto
sucede alrededor. “¿Poca gente? Es que creo que hay otro
mitin por aquí cerca”, explica. ¿Cuál? ¿El de Griegos
Independientes, un nuevo partido de derechas al que las
encuestas conceden el 10% de los votos? ¿El del populista
Laos, que también cierra campaña en la ciudad? “Ni idea,
la verdad”.
El desinterés es hoy en Grecia sinónimo
de abstención, y esta, que puede llegar al 30% el domingo,
tiene muchos adeptos entre la juventud, a la que el paro
(21,7%) golpea brutalmente: la mitad de los menores de 25 años
están desempleados. Pero Vasilikí también es joven, y no se
oculta entre los seguidores del Pasok que a cuentagotas se
concentran para oír a su líder, Evánguelos Venizelos. “Sí,
hay poca gente, y es comprensible, porque la crisis está
haciendo estragos entre la población y provoca desafección
política. También a mí me perjudica, porque me he quedado
en paro. Pero quien cree en unos valores ha de defenderlos en
lo bueno y en lo malo”. Aquí y allá, unos pocos barones
socialistas llegados para no dejar a Venizelos solo ante el
vacío estrechan manos y reparten promesas.
Con el perímetro de Sintagma sellado por
los antidisturbios, nadie diría que mañana hay elecciones en
Grecia, el momento culminante de una sociedad politizada hasta
el tuétano. Poca propaganda electoral en las calles, con más
pintadas que carteles, aunque los partidos se han gastado 12
millones en la campaña (10 de ellos, a cargo de las arcas públicas);
una circulación a medio gas, pocos turistas; ancianos
acarreando bolsas de plástico sin rumbo; sin techo,
menesterosos, inmigrantes ociosos: la crisis. El centro de
Atenas es un compendio de los peores efectos de la recesión.
Un grupo de trabajadores asiáticos pasa tranquilamente junto
a una dotación de antidisturbios y unos cuantos barrenderos
griegos que echan un pitillo allí al lado bromean:
“Metedlos a todos dentro [de los furgones]”.
Economía, seguridad e inmigración
—las dos últimas, socorrida combinación en épocas de
crisis— han dado mucho de sí durante la campaña, si es que
se puede llamar así a tres semanas de viacrucis para Pasok y
ND, socios del Gobierno de coalición, y de ruido y de furia
para el resto de fuerzas, empeñadas en un ejercicio de
exorcismo contra Europa. “Habrá un auge de los extremismos
a derecha e izquierda, y un castigo a los dos principales
partidos. La gente está muy enfadada, porque se resiente de
las duras medidas que han adoptado”, explica en su despacho
Pantelis Kapsis, portavoz del Gobierno. “Pero ambos llegarán
al 45% de los escaños, es decir, tendrán la mayoría”.
Los sondeos prevén la derrota de
los dos
grandes
partidos y el auge de los grupos de izquierda
La extrema derecha podría entrar en el
Parlamento
Por María Antonia Sánchez–Vallejo
Enviada especial a Atenas
El País, 03/05/2012
Los griegos acuden a las urnas el próximo
domingo para renovar los 300 escaños del Parlamento en unas
elecciones generales anticipadas por el impacto de la crisis.
Según los sondeos de intención de voto, las urnas consagrarán
el fin del bipartidismo vigente desde 1974 (alternancia
socialistas–conservadores), el ascenso de la izquierda y la
irrupción en la Cámara de la extrema derecha (derecha
nacionalista y, probablemente, ultras filonazis). El futuro
hemiciclo estará mucho más fragmentado que el elegido en
2009: el domingo pueden lograr representación entre 9 y 10
grupos, frente a los cinco previos; la mayoría absoluta de
anteriores convocatorias será un recuerdo del pasado.
La mayoría de los votantes, según las
proyecciones demoscópicas, castigará a los dos principales
partidos (el socialista Pasok y la conservadora Nueva
Democracia, ND) por su gestión de la crisis y, con su apoyo a
otras fuerzas, pondrá a Grecia en aprietos ante la troika
(Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco
Central Europeo): solo Pasok y ND defienden los rescates y las
medidas de austeridad impuestas por Bruselas; el resto de
partidos se opone a la intervención del país y al memorándum
suscrito con la troika. El rechazo a Europa va desde la
revocación completa del acuerdo para los rescates (en eso
coinciden los filonazis, los ultranacionalistas y los
comunistas del KKE, entre otros) a la renegociación del
mismo, como propone Izquierda Democrática, una de las
estrellas revelación de la campaña.
Los comicios deberían haberse celebrado
en otoño de 2013, pero en octubre pasado el socialista Yorgos
Papandreu, a la sazón primer ministro, protagonizó una
espantada al proponer un referéndum sobre el segundo rescate
a Grecia (de 130.000 millones de euros, que se sumarán a los
110.000 acordados
en mayo de 2010). Eso precipitó su caída y una crisis
institucional resuelta provisionalmente mediante un Gobierno
de coalición Pasok–ND (con el concurso, de noviembre a
febrero, del populista —y siempre oportunista— Laos),
dirigido por el tecnócrata Lukas Papademos, ex vicepresidente
del Banco Central Europeo.
Pasok y ND han sufrido un desgaste severísimo
desde los comicios de 2009: si los socialistas lograron
entonces casi el 44% de los votos —y mayoría absoluta en la
Cámara, con 160 diputados—, ahora luchan por arañar el 15%
de las papeletas, según la última encuesta de Public Issue,
del 12 de abril (la ley electoral prohíbe la divulgación de
sondeos en las dos semanas previas a la votación). Los
conservadores, por su parte, aspiran a un 20% de los
sufragios, frente al 33,5% de hace dos años y medio.
Ambos partidos han sufrido también una
fuga de diputados por su apoyo a las medidas de austeridad
impuestas por la troika: desde 2009 el Pasok ha perdido 31
diputados; ND, 19. En total, medio centenar de escaños que
ahora pueden resultar claves. La mayoría de los desertores
del Pasok engrosa las filas de Izquierda Democrática (Dimar,
en sus siglas griegas), con el 12% de la previsión de voto,
y, en menor medida, de Acuerdo Social (Koisy, ídem), de la
exministra Luka Katseli. Por la derecha, los prófugos de ND
han hallado principal acomodo en Griegos Independientes,
liderado por un exdiputado conservador, Panos Kamenos: una
versión nacionalista acérrima y bastante más a la derecha
que el partido matriz.
Mientras los medios de comunicación
extranjeros se hacen eco del auge de Aurora Dorada, un partido
filonazi y xenófobo que defiende la expulsión de los
inmigrantes indocumentados —y ronda el 3% en las
encuestas—, el verdadero quid de los pactos podría estar
justo al otro lado del arco político, en la izquierda: en el
papel de Syriza (Coalición de Izquierda Radical) el día
después de la votación. Los últimos sondeos de intención
de voto le conceden el 13% de apoyo, solo dos puntos por
debajo del Pasok. Junto con Dimar, podría reunir un nada
despreciable 25% de los escaños, si se confirman los pronósticos.
La formación de Gobierno, que en
ocasiones anteriores —con mayoría absoluta para cualquiera
de los dos grandes— era prácticamente inmediata, puede
depender por tanto de complicadas y dilatadas negociaciones, e
incrementar el riesgo de ingobernabilidad del país. Bruselas
desea una coalición de gobierno socialistas–conservadores;
todo lo demás será un factor añadido de inestabilidad que
el país no puede permitirse, hundido como está en su quinto
año consecutivo de recesión (la peor coyuntura económica
desde la II Guerra Mundial).
La oposición
a los rescates monopoliza
la campaña electoral
Grecia vota contra Bruselas y la
Unión Europea
Solo dos partidos defienden las recetas
de austeridad impuestas por la troika
Por María Antonia Sánchez–Vallejo
Enviada especial a Atenas
El País, 28/04/2012
El ministro germano de Finanzas en una
aduana griega: “¿Nombre? Wolfgang Schäuble. ¿Nacionalidad?
Alemana. ¿Ocupación? No, vengo solo unos días”. Es uno de
los muchos chistes que se oyen en Grecia y, en vez de Schäuble,
podrían protagonizarlo Merkel, Barroso, Juncker o cualquier
europeo con mando en plaza, aunque los alemanes sean la diana
favorita por las cuentas pendientes de la ocupación nazi en
1941. También hay chascarrillos sobre los afanosos
funcionarios del grupo de trabajo de la Comisión Europea, que
está volviendo del revés el Estado griego: los alemanes se
encargan de organizar el sistema de recaudación fiscal; los
franceses, de reformar la Administración central. Así que,
con el país intervenido, sometido desde hace dos años por la
troika a recetas de austeridad extenuantes, cuando los griegos
voten el próximo domingo, muchos lo harán contra Europa.
Los dos grandes partidos, el socialista
Pasok y la conservadora Nueva Democracia (ND), cuyo reinado
hegemónico está a punto de concluir según las encuestas de
intención de voto —una muestra de Public Issue les da el
14% y el 21,5% de apoyo, respectivamente—, son los únicos
que apoyan los rescates; el resto —una treintena de
propuestas, desde los comunistas más recalcitrantes a los
nacionalistas o los filonazis— se opone en distinta medida a
las dolorosas fórmulas europeas: recortes de hasta un 25% en
las pensiones; reducción salarial del 20% en el sector
privado, desaparición de 150.000 empleos públicos. El
partido filonazi Amanecer Dorado propone revocar el memorándum
firmado con la troika (y acaricia el 5% de los votos). El
ultranacionalista Griegos Independientes, liderado por un
exdiputado de ND, prevé llegar al 10% de los sufragios. La
ley electoral fija en el 3% el mínimo para obtener
representación parlamentaria.
Pero en un país tan dado a las
contradicciones no todo es blanco o negro. “Una encuesta del
20 de abril muestra que un aplastante número de griegos, más
del 70%, quiere seguir en la eurozona y en Europa. A la vez,
la mayoría respalda a partidos que se oponen al memorándum
firmado con la troika”, apunta Nikos Konstandaras, director
adjunto del diario Kathimerini. “Esta es la paradoja, que
puede explicarse por el hecho de que los griegos quieren ser
parte integral de Europa, pero a la vez están disgustados por
el modo en que se ha gestionado el rescate y sus condiciones.
La consecuencia es que muchos quieren castigar a los dos
grandes partidos por llevar a Grecia a este desastre, aunque
también les preocupa que, si no sacan suficientes votos, la
inestabilidad política perjudique nuestra condición de
miembros de la UE. Por eso, el día 6 puede que vote al Pasok
y a ND más gente de la que muestran los sondeos”.
Dimitri Sotirópulos, profesor de Ciencia
Política de la Universidad de Atenas, cree que las señales
de alerta no se corresponden con la realidad. “No creo que
la mayoría de los griegos vaya a votar a partidos de extrema
derecha y extrema izquierda porque eso podría poner en
peligro la economía. La extrema derecha ha utilizado la
crisis para difundir ideas nacionalistas y lanzar un ataque a
todas las élites políticas. Su estrategia no tendrá éxito,
pero es peligrosa para el sistema parlamentario”, explica
Sotirópulos, investigador del think tank Eliamep. ¿Y la
izquierda? Los sondeos también auguran un incremento de votos
para las tres formaciones: los comunistas (KKE, prosoviéticos
y antirrescates), Syriza (equivalente a Izquierda Unida, también
anti–Europa) y Dimar (Izquierda Democrática, una escisión
de los comunistas). “El KKE y Syriza pueden atraer votos de
los que no creen en el proceso de construcción europea. Solo
el nuevo partido Dimar entiende la gravedad de la situación
económica —ve que la salvación de Grecia depende de
Europa— y defiende la permanencia en la UE, pero a la vez
desconfía de sus líderes y no quiere colaborar con la Comisión
Europea en las reformas”, añade.
La más que probable atomización de la Cámara
—hasta 10 partidos podrían entrar en el Parlamento—, y el
consiguiente horizonte de ingobernabilidad, van a cobrarse
piezas a corto plazo: quién sabe si el peaje para la formación
de un Ejecutivo no consista en hacer concesiones a los
descontentos. Salvo una coalición de socialistas y
conservadores, la solución que ansía Bruselas, todas las demás
opciones son un salto en el vacío.
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