Sacude a España el rescate de Bankia,
la
cuarta entidad financiera del país
Por Adrián Sack
Corresponsal en España
Granar
on line, 10/05/2012
Madrid.– En un intento de frenar la
nueva ola de nerviosismo en los mercados financieros , el
gobierno de Mariano Rajoy anunció ayer su decisión de
nacionalizar Bankia , el cuarto banco crediticio de España, y
pidió "tranquilidad" a los 10 millones de clientes
que confiaron sus ahorros e inversiones a esa entidad.
Pero las palabras del mandatario, que
anunciará mañana una profunda reforma del sistema bancario ,
no lograron evitar una nueva jornada negra en los mercados,
que sembró aún más incertidumbre en el corto y mediano
plazo.
La Bolsa madrileña, arrastrada por una
nueva caída de Bankia y el pobre rendimiento de la banca, cayó
un 2,77%, mientras que el riesgo país se disparó hasta rozar
los 456 puntos básicos. Con esta marca, el índice se acercó,
como nunca antes este año, a la "barrera psicológica"
de las 500 unidades, que separa a España de ingresar en la
zona donde se haría necesario buscar un rescate financiero
externo.
El monto del rescate comparado en millones de euros
El nerviosismo generado por el derrumbe
de las acciones de Bankia, que gracias a la fuga masiva de
pequeños inversores perdió 650 millones de euros en los últimos
tres días, había comenzado ya sobre la hora de apertura,
junto con los intensos rumores de una posible
"nacionalización" de la entidad.
Las dudas generadas por la crisis de ese
banco, que el lunes forzó la renuncia de su titular, Rodrigo
de Rato, no pudo ni siquiera ser contenida por Rajoy. Por la
tarde, el presidente anunció que su gobierno estaba
trabajando "para reforzar la confianza" en el
sistema financiero, y afirmó que ese objetivo se conseguirá
con la reforma que se anunciará mañana.
Por primera vez, Rajoy se refirió al
miedo de muchos clientes que en España temen por la seguridad
e integridad de sus ahorros. "El gobierno puede dar un
mensaje de tranquilidad a los clientes de Bankia", dijo
el presidente, en un mensaje que fue replicado más tarde por
el ministro de Economía, Luis de Guindos, y el reemplazante
de De Rato en el Bankia, José Ignacio Gorigolzarri.
Sin embargo, tras el cierre de los
mercados, el flamante presidente del banco en crisis les
propuso a los consejeros de administración del Banco
Financiero y de Ahorro (BFA), del cual Bankia es filial, que
el Estado ingrese en su capital.
Según informó el diario El País, la
llegada de fondos públicos para salvar a esa institución se
hará a través de la conversión en acciones estatales de
4465 millones de euros ya recibidos a través del Fondo de
Reestructuración Ordenada Bancaria, conocido como FROB. Con
el 45,3%, BFA es el mayor accionista de Bankia –que tiene
400.000 tenedores de títulos– y necesitaría entre 7000 y
10.000 millones de euros para su saneamiento. El volumen de
dinero requerido disparó las dudas en los mercados sobre la
capacidad de ese grupo para financiarse, y llevó al propio
Rajoy a negar que el gobierno contemplara la posibilidad de
inyectar dinero público para rescatar a la banca privada.
Pero poco antes de que trascendiera la
propuesta de Gorigolzarri sobre la intervención del Estado en
el banco, el presidente de España eludió referirse al tema.
Y, tras reconocer la gravedad de la situación financiera,
volvió a apostar a la intrigante reforma bancaria, que se
anunciará antes del fin de semana.
"El gobierno tomará todas las
medidas que considera útiles para la sostenibilidad del
sistema financiero. Esas decisiones se toman, y se anuncian en
el momento de tomarse. [...] Son momentos difíciles y duros,
y hay que tener coraje y las ideas claras. Sabemos lo que hay
que hacer y lo vamos a hacer", afirmó Rajoy.
Si bien aún hay más especulaciones que
certezas sobre la reforma del sistema financiero, la mayoría
de los analistas coinciden en que se obligará a los bancos a
endurecer las provisiones para los créditos inmobiliarios, en
un monto que alcanzaría los 40.000 millones de euros. A través
de esta medida, el gobierno impulsaría la venta a precios de
mercado de las propiedades que actualmente están
"trabadas" en la cartera de activos de los
diferentes bancos.
Una entidad resultante de la fusión de
siete cajas de ahorro, Bankia es, entre los grandes bancos
españoles, el más expuesto al sector inmobiliario: 37.500
millones de euros a fines de 2011, de los que 31.800 son
considerados problemáticos, de valor incierto, créditos que
podrían no ser reembolsados o viviendas, edificios y terrenos
confiscados o devaluados. Bankia es la más importante de las
ocho entidades que ya pasaron al control del Estado desde que
estalló la crisis en 2008 (ver aparte).
Más malas noticias
No obstante, y más allá de este
"contraataque" preparado por el equipo de Rajoy, el
gobierno ayer debió lidiar con una nueva mala noticia, esta
vez procedente de Bruselas. Según adelantó ayer la agencia
Reuters, la Comisión Europea (CE) informará mañana que España
no alcanzará las metas de déficit público del 5,3% para
este año, y del 3% para 2013.
De acuerdo con las previsiones de ese
organismo, ese indicador se elevará hasta el 6% en 2012, y el
4% para el año próximo, por lo que la administración de
Rajoy no podría cumplir con uno de los objetivos más
importantes que se había fijado en su plan económico.
Ya suman ocho las entidades intervenidas
Madrid (El País).– Hay pocas cosas más
antipáticas que explicar para un gobierno que el rescate público
de los bancos en momentos en que los ciudadanos sufren el
mayor recorte de derechos sociales de su etapa democrática.
Ese es el caso de España.
El sector financiero ha pasado en el
transcurso de tres años de presentarse a sí mismo como uno
de los más sólidos del planeta a convertirse en la gran
preocupación de Europa.
El empacho de activos inmobiliarios de la
banca ha significado ya la intervención o nacionalización de
ocho entidades financieras.
El Banco de España intervino en marzo de
2009 Caja Castilla La Mancha. Fue antes de la creación del
fondo de rescate bancario (el FROB) .
Cajasur, la caja andaluza controlada por
la Iglesia, fue intervenida en mayo de 2010 después de
rechazar fusionarse con Unicaja. Estaba al borde de la
bancarrota.
En 2011 se nacionalizaron otras cuatro
cajas de ahorro: CAM, que además también fue intervenida,
Unnim, Catalunyacaixa y Novagalicia Banco. El lote se completa
con la intervención del Banco de Valencia en 2011 (y su
nacionalización este año) y, ahora, la operación de Bankia.
La nacionalización parcial del BFA, la
matriz de Bankia, es la más importante de esta crisis. La última
gran nacionalización de un banco en España fue la de Banesto,
en 1993, que no costó un solo euro al erario pero sí supuso
un costo de 1168 millones de euros al fondo de garantías
nutrido por los bancos.
Desde el inicio de la crisis, la
reordenación de la banca ha movilizado 115.000 millones del
Estado, de los que más de la mitad son avales, 19.300
corresponden a la compra de activos, 14.346 a ayudas directas
del FROB 400 millones a las pérdidas que se asumieron de
Cajasur.
La desconfianza en España crece tras el
rescate
Volvieron a instalarse en la UE los
temores a un colapso financiero
Por Adrián Sack
Corresponsal en España
Granar
on line, 11/05/2013
Madrid.– La nacionalización de Bankia
, el cuarto banco de crédito de España, trajo ayer nuevos
dolores de cabeza al gobierno de Mariano Rajoy y, también,
sumó presión de la Unión Europea (UE) para hacer más
transparente el deteriorado sistema financiero local.
A pesar de que la Bolsa registró ayer un
rebote récord del 3,42% y llevó cierta tranquilidad a los
mercados locales, en Bruselas las dudas sobre la eficacia y
conveniencia de inyectar dinero público en Bankia no dejaron
de crecer. Esta sensación de incertidumbre ni siquiera fue
aplacada por el anuncio de reforma del sistema bancario por
parte del Palacio de la Moncloa, previsto para la tarde de
hoy.
De hecho, en la UE se analiza pedirle al
ministro de Economía español, Luis de Guindos, que lleve
adelante una valoración independiente de los activos
inmobiliarios en poder del sector financiero español, ante la
pérdida de confianza en las estimaciones oficiales. Este
pedido se formalizaría el lunes, en una reunión programada
de los titulares de la cartera de finanzas del bloque, donde
el "blanqueo" de la difícil situación española
pos–intervención de Bankia estará entre los principales
temas.
La preocupación de los gobiernos
europeos no sólo se limitaría a la crisis de Bankia, sino a
las implicaciones que ese caso podría acarrear para los demás
bancos del país.
El hecho de que esa entidad haya sido la
octava en necesitar un rescate desde 2008 llevó, además, a
instalar nuevamente el temor de una debacle bancaria que lleve
al colapso a todo el sistema económico y financiero español.
Por esta razón, los rumores sobre un
posible rescate financiero de España cobraron ayer fuerza en
Bruselas. En ese sentido, no parece casual que la organización
del encuentro de ministros de la zona euro haya incluido en el
orden del día a España junto a dos países ya rescatados de
la región: Irlanda y Portugal.
Además, el Banco Central Europeo (BCE)
trazó ayer, en un informe, una inquietante comparación entre
las crisis de Irlanda y España. Tras destacar que la deuda de
los hogares españoles equivale a un 130% de su PBI (contra la
media europea del 65%), y que, tal como Irlanda, sufre un
fuerte ajuste tras un boom inmobiliario, consideró más rápida
la reacción irlandesa que la española. "Mientras la
corrección de Irlanda ha sido significativa, la sobrevaloración
de los precios de las viviendas españolas ha sido corregida más
gradualmente", asegura el trabajo, que destaca una de las
mayores críticas que pesan sobre el difícil escenario español.
Por otra parte, la agencia Standard &
Poor's también manifestó su escepticismo sobre la operación
del ingreso del Estado español en el capital de la matriz de
Bankia, el Banco Financiero y de Ahorros (BFA).
En consecuencia, la calificadora de
riesgo mantuvo en revisión, con perspectiva negativa, el
ranking de ambas entidades. BFA ya se encuentra en BB–, la
categoría de "bono basura", mientras que su filial
Bankia, de la que tiene el 43,5% de sus acciones, está apenas
a un peldaño de caer en la misma categoría (BBB–).
En la mañana de ayer, S&P explicó
que este pronóstico pesimista se debe a que la nacionalización
de BFA "aumenta la incertidumbre sobre la fortaleza
financiera y la dirección estratégica futura" del
banco.
Futuro
No obstante, una parte importante del
futuro a corto y mediano plazo de Bankia y del resto de la
banca española se jugará hoy en la Moncloa. Allí, la atención
del país y la de la UE estarán pendientes de los anuncios
que realizará el gobierno de Rajoy sobre las provisiones
bancarias, es decir, de las reservas de dinero que establecerán
las autoridades nacionales para cubrir eventuales pérdidas.
De acuerdo con la opinión de diversos
analistas, será de vital importancia para España que el
gobierno amplíe estas provisiones no sólo a las viviendas
"trabadas" en los bancos, sino también a todos sus
activos, para evitar nuevos riesgos de falta de financiación.
Pero, por otro lado, una posible ampliación
de las provisiones también pondría al descubierto la
"real" capacidad financiera de España. Es decir, si
el sistema puede afrontar por sí mismo esta exigencia o si,
como ya se teme, debería acudir a un rescate financiero
externo.
La historia
de Bankia
El poder bancario y sus vasallos
gubernamentales
Por
Charles–André Udry
La Breche/A l'encontre, 09/05/2012
Traducción de Lucas Antón
Sin Permiso, 13/05/2012
La «limpieza de los bancos» es, desde
hace meses, una verdadera prueba para el gobierno del Partido
Popular de Mariano Rajoy y
la oligarquía española, así como para sus «socios»
europeos. El sector bancario ocupa un lugar importante en España,
debido a un fuerte proceso de concentración–centralización
y a una pronunciada transnacionalización de sus principales
agentes. A finales de 2011, el balance de los bancos se sitúa
a la altura de un 330% del PIB (Neue Zürcher Zeitung, 9 mayo
de 2012). La
exposición de los acreedores (bancos, en lo esencial) al
sector de la construcción e inmobiliario se eleva a 338.000
millones de euros (405.600 millones de francos suizos), de los
que son «problemáticos» entre 176.000 y 184.000 millones,
según declaraciones del Banco de España (Wall Street Journal,
8 de mayo de 2012, Les Echos, 8 de mayo de 2012, El País, 9
de mayo de 2012).
Dicho de otro modo: se trata oficialmente
de préstamos «dudosos» – en el lenguaje corriente se
habla de «gentes dudosas» – a constructores y promotores
inmobiliarios, los ex–hacedores de milagros, hace ya cinco años.
Se incluyen hasta bienes inmobiliarios adquiridos por los
bancos a causa de «impagos». Entiéndase: asalariados a
quienes se han vendido apartamentos y que no pueden hacer
frente al pago de los intereses hipotecarios, por no hablar ya
del reembolso del principal. Por decenas de miles, a estos «proprietarios»
los han echado de «sus» pisos… pero deben sin embargo,
pagar su deuda, aunque esté un poco «acomodada».
Hace falta situar este rescate de los
bancos en un contexto en el que la caída de la producción
industrial – uno de los factores que alimentan el paro, con
sus desastrosos efectos sobre los ingresos de los asalariados
y de sus familias – continúa desde octubre de 2011 a tasas
mensuales (en relación al año precedente) que oscilan entre
un –3% y un –7,5% (en marzo de 2012).
El banquero político y el político banquero
La dimensión del rescate de los bancos
revela el entrelazamiento entre este sector y el poder del
Estado. Hace varios años que insistimos en la mutación que
se ha operado en la jerarquía de las instancias
gubernamentales y del Estado. El primer lugar lo ocupan, desde
los años 80, los ministros de finanzas y los bancos
centrales. Esto se acentúa en el marco de la Unión Europea
(UE). Hoy en día, con la crisis de la «deuda pública» –
que no es pública, hay que repetirlo, sino del sistema
bancario y de seguros – se ha impuesto una superposición
estridente entre imponentes banqueros y «técnicos
gubernamentales». Es lo que ilustran los Mario Monti
(Italia), Lucas Papademos (Grecia) o incluso Luis de Guindos
Jurado en España. En la operación de rescate del sistema
bancario español resalta con nitidez este trazo grueso.
Rodrigo Rato, patrono de Bankia –
cuarto banco del país, fruto más que maduro de siete cajas
de ahorro, cuyo porvenir es tan dudoso como sospechosa fue su
unión –, ilustra esta maquinaria. Nacido en 1949, es hijo
de dos riquísimas familias de Asturias, encarnadas por su
padre, Ramón Rato, y su madre, Aurora Figaredo. Su padre fue
uno de los grandes banqueros de España (El Pais, 8 de mayo de
2012). Formado por los jesuitas, realizará sus estudios en la
Universidad Complutense de Madrid y en Berkeley. A los 30 años
ingresa en Alianza Popular (AP), de la que se convertirá en
dirigente, y después en el Partido Popular (PP), formación
unificada y creada por el franquista Manuel Fraga,
[recientemente] «desaparecido».
Fue ministro de Economía con Aznar entre
abril de 2000 y abril de 2004. Ya lo había sido antes entre
1996 y 2000, siempre con Aznar; todo ello habiendo desempeñado
la tarea de segundo vicepresidente del gobierno entre mayo de
1996 y 2003. En estas funciones, fue él quien regentó la «burbuja
inmobiliaria» cuyas explosiones, de rebote, han golpeado
finalmente a Bankia.
En un primer momento, orientará su
carrera internacional como «representante» de España en el
Banco Mundial (BM), en el Banco Internacional de Desarrollo
(BID), el Banco Europeo para la Reconstrucción y el
Desarrollo (BERD) o como representante del Ministerio de
Economía en la UE. Prosigue su ascensión en el FMI. En
efecto, sucederá como director general al alemán Horst Köhler,
de la CDU, tras el breve periodo de interinidad asumido por la
norteamericana Anne Krueger (marzo–junio de 2004). R. Rato
fue coronado el 7 de junio de 2004 y dimitió el 31 de octubre
de 2007. Se reciclará rápidamente en el Banco Lazard de
Londres, con dos continentes como campo de batalla cuyo
terreno conocía bien gracias a sus responsabilidades
precedentes: Europa y América Latina.
En diciembre de 2009, entra en Caja
Madrid, cuyas riendas toma en enero de 2010. Algunos meses más
tarde, anuncia la fusión de esta entidad – que flotaba
sobre un cojín de acreedores hipotecarios hipotéticos y
sospechosos – con otras cajas agujereadas: Bancaja, Caja de
Canarias, Caixa Laietana, y las Cajas de Avila, de La Rioja y
de Segovia. Con el descaro propio de su casta – con la
seguridad de esa inmunidad que Dios concede, sin límite de crédito,
a los suyos de veras – apuesta sobre sus redes y su distinción
para: desactivar la bomba de tiempo que constituye la gestión
clientelar y de estafadores de estas cajas, estabilizar la
vacilante pila de préstamos hipotecarios y guardar silencio
sobre las más que magras entradas de depósitos de los
ahorradores. Así se pone en marcha el mecano Bankia (con una
participación dominante de Caja Madrid, 52,06%, y de Bancaja,
37,7%) y el Banco Financiero y de Ahorros (BFA). A principios
de mayo de 2012, Rodrigo Rato osaba todavía afirmar que no
era necesario ningún rescate del Estado; una especie de
proclamación provocadora en la atmósfera de Kriegspiel que
reina entre tiburones de la banca e intrigantes del gobierno
Rajoy.
Los «mercados» – los inversores –
no ignoraban que la exposición a los activos inmobiliarios no
estaba neutralizada por las iniciativas de Rato y sus adláteres.
El cierre del 20% de sus oficinas supone un ligero maquillaje
en términos contables. Luego se pone en marcha una operación,
correctamente denominada segregación, en abril de 2011.
Traducido: se efectúa en la «casa madre» una clasificación
y asignación de los activos más tóxicos al BFA, que se ha
construido sobre la base de un sistema de mutualización y
autoprotección en diciembre de 2010 y comienza su actividad
el 1 de enero de 2011. Volvemos a encontrar ahí a las cajas.
El BFA es el accionista mayoritario de Bankia. Este último no
sólo dispone de una red en España sino que está activo a
escala internacional: Lisboa, Dublín, Milán, Londres,
Munich, Viena, Miami, Pekín y Shanghai. Una tarjeta de visita
que no basta para tranquilizar a «los mercados», al
contrario. Las acciones de Bankia se despeñan entre el 2 de
agosto de 2011 y el 8 de mayo de 2012 de 3,9 euros a 2,375
euros, es decir, una caída del 39%. La exposición a activos
sospechosos de Bankia se eleva a 31.800 millones de euros. .
Deloitte enciende la mecha
La mecha la ha prendido la sociedad
auditora Deloitte, una de las cuatro grandes multinacionales
de la auditoría junto a PricewaterhouseCoopers (PwC), Ernst&Young
y KPGM. Deloitte ilumina el fallo en su informe de auditoría
(El País, 9 de mayo de 2012). En efecto, en el balance de
2011 del BFA se contabiliza una participación en Bankia por
valor de 12.000 millones de euros. Según el valor de mercado
(el precio de las acciones en Bolsa), se estima esta
participación en 2.000 millones. Una ligera diferencia. Aun
cuando, según las normas contables en vigor y dado que el BFA
no pensaba ceder enseguida sus acciones de Bankia en el
mercado, era posible atribuir a esta participación un valor
de 8.500 millones. Pero una deducción mínima de 3.500
millones en el balance señalaba la necesidad. Ahora bien, si
se cotejan las ganancias del BFA, o sea 41 millones de euros,
y la pérdida a registrar, o sea, 35.000 millones, salta a los
ojos la dificultad aritmética.
Deloitte había sugerido una solución:
poner a cero el patrimonio del BFA, la casa madre de Bankia, y
para no dejar BFA totalmente al desnudo, transformar la
participación preferencial del Estado español en capital del
BFA. Pero esto equivaldría a la nacionalización al 100% de
BFA. Una vez más se ofrece la imagen de la toma de rehenes
con la que operan los bancos: un rescate obligado, pero sin
contrapartidas. Lo que justifica desde nuestro punto de vista,
muy concretamente, la exigencia política y estratégica –
en la perdurable crisis presente del capitalismo – de una
nacionalización–desprivatización del sector bancario, para
hacer de ello un polo público único, que no entre en
competencia con los grandes cachalotes privados, esos que se
zampan a un tiburón de un bocado.
Se perfila otra solución: asignar a
Bankia fondos públicos sin «intervención alguna del Estado»
(La Vanguardia, 9 de mayo de 2012). En otras palabras,
canalizar hacia Bankia ingresos del conjunto de asalariados
contribuyentes que sufren un ataque sin precedentes contra el
salario social: salario directo, indirecto, asignaciones
diversas, educación, sanidad, guarderías, etc. Volveremos
sobre ello, pues la decisión concreta sobre la materia debe
tomarse este viernes 11 de mayo. A menos que, acelerándose la
crisis «en los mercados», como síntoma de una crisis del
sistema bancario, se escoja la nacionalización antes como
intervención de urgencia.
De Rato a Goirigolzarri
A Rodrigo Rato lo substituirá un hombre
de confianza: José Ignacio Goirigolzarri, nacido en Bilbao en
1954. Dejó el gran banco BBVA – del que fue uno de los que
pilotó su expansión por los Estados Unidos de América, tras
treinta de buenos y leales servicios. Su salida, con la ayuda
del gran patrón del BBVA, tuvo lugar hace 32 meses. Recibe
una indemnización estrella de 61 millones de euros, de la que
esperar un nuevo mandato tras haber firmado una cláusula de
confidencialidad y de no competencia. El Banco de España y el
gobierno «han presionado para que acepte» (El Pais, 8 de
mayo de 2012).
Rato no parecía muy dispuesto a dejar
los mandos de piloto de Bankia. Entre gentes de buena crianza,
y desconfiando por tanto como es norma, José Ignacio
Goirigolzarri ha exigido todos los poderes. Y los ha
conseguido.
Este género de enfrentamientos
constituye un reflejo de los que tienen lugar en el seno mismo
del PP y de la oligarquía reinante, situada bajo los golpes
de una crisis de una fuerza que no se había previsto
necesariamente en todos sus contornos. Este terremoto
financiero provoca sacudidas no sólo en los círculos
dirigentes del «mundo de las finanzas», sino también en los
correlativos del llamado campo político y del bloque social a
los mandos. Mandos desdoblados en el «espacio europeo»,
donde las torres de control dudan en los pasillos si otorgar
préstamos a los jumbos con trenes de aterrizaje poco fiables,
pese a los procedimientos autoritarios que se maduran: los del
Mecanismo Europeo de Estabilidad
(MES) y del Tratado de Estabilidad, Coordinación y
Gobernanza en el seno de la UE (TSCG).
El Costa–Concordia bancario español
necesita un capital sólido. Pero las profundidades de las
finanzas del mercado español son más que traicioneras e
imprevisibles. Puede estallar una crisis de falta de liquidez
en el sistema bancario, sin previo aviso, y poner de rodillas
a la oligarquía bancaria, que tomaría a la sociedad como rehén
con una violencia fría y decidida.
Es hora de denunciar la toma de rehenes por parte de los
bancos
El «rescate» de Bankia –bajo una u
otra forma– saca a la luz la gravedad de la crisis bancaria
sistémica en vigor en España y otros lugares. Veamos de qué
forma se han engarzado y se engarzan los balances de Bankia y
de otras instituciones. Con toda razón, Les Echos (9 de mayo
de 2012) insiste en un dato, más allá de la crisis griega y
su posible extensión a Portugal e Irlanda: los «inversores
se preguntan ya por la situación de otras entidades y sobre
los medios de España para ayudar a los demás [aparte de
Bankia y BFA]. ¿Cómo encontraría el gobierno el
dinero necesario en plena crisis?» François Duhen, estratega
de CM–CIC, constata sucintamente: «España no ha llegado al
final de sus problemas». En cuanto a los analistas de
Barclays, en un artículo titulado «Por qué la crisis del
euro se hace aun más compleja», afirman: «El sistema
bancario ibérico necesitará a corto plazo100.000 millones de
liquidez, y en la hipótesis de que sea el Estado quien deba
poner todo el dinero, la deuda pública salpicaría al 100%
del PIB y el esfuerzo de austeridad presupuestaria habrá sido
en vano» (24Ore/Il Sole, 9 de mayo de 2012).
Entre líneas de diferentes artículos de
la prensa económica, sobresale otra interrogación en forma
de eufemismo: ¿qué «grado de aceptabilidad social y política»
va a manifestar la población frente a esta socialización de
las pérdidas de una deuda bancaria presentada como algo público
y «justificar» que se enjuague con los impuestos de los
asalariados? Aquí es donde la «crisis griega» adquiere un
eco europeo mediante el rechazo masivo de la regresión social
y existencial.
Ahora bien, los bancos españoles han
logrado en estos últimos meses la hazaña de recoger fondos
(acciones y obligaciones convertibles) de «pequeños
ahorradores», desde luego una minoría de la población, y de
fondos de pensiones, así como de vendedores de seguros de
vida.
Según el Banco de España, los fondos
recogidos en el último trimestre de 2011 son superiores en
unos 8.000 millones de euros a los adquiridos en el mismo
trimestre de 2010. Este
acopio –gracias a una ofensiva de marketing– ha permitido,
en parte, camuflar por más tiempo las pérdidas
infracontabilizadas en los balances de los bancos.
La crisis de Bankia –con el lote de «escándalos»
que van a salir a la superficie– puede golpear a los buques
insignia del sistema bancario español. De ahí el nerviosismo
que se registra y los tajantes enfrentamientos sobre los parqués
encerados y las moquetas mullidas. Tanto más cuando se había
difundido a mansalva desde hace tres años la imagen de
control del sistema bancario, pese al desastre gigantesco del
hundimiento inmobiliario, es decir, de la crisis de
superproducción de alojamientos.
¿Cómo se explica que ninguno de los
grandes bancos españoles haya anunciado pérdidas en sus
resultados anuales desde el inicio de la crisis financiera de
2008 (que data más exactamente de 2007), cuya cuarta fase está
en curso?
El rescate de Bankia marca una nueva
etapa socio–política en España. La denuncia de la deuda y
el objetivo de una nacionalización–desprivatización de los
bancos se convierte en eslabón necesario de una lucha contra
las políticas de austeridad. Es decir, contra el paro y la
degradación histórica del salario social, contemplado como
precio de la reproducción ampliada, en la duración de una
vida, de la fuerza de trabajo colectiva del asalariado, a
partir de baremos establecidos en los años 1970–1980. A lo
que debería añadirse, a partir de coordinaciones sectoriales
de resistencias y luchas, una perspectiva europea, socialista
y democrática. Esto último puede plantear, bajo el ángulo
de la solidaridad de clase, la cuestión de una reconquista
soberana de derechos expropiados, derechos que traducían la
necesaria satisfacción de necesidades sociales y de una
verdadera seguridad, en primer lugar, de orden social.
La gran pregunta es
si el país ibérico
es una versión gigante de Irlanda,
que nacionalizó sus
bancos para tapar su agujero financiero
con dinero de los
contribuyentes
¿Tiene España suficiente dinero para
salvar a sus bancos?
Por
Robert Peston
BBC
World, 10/05/2012
Si el costo es insoportablemente alto,
surge la cuestión de si lo más sensato es que España
solicite un rescate al Fondo Monetario Internacional o al
Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF, creado por la
UE en 2010 para rescatar a los países con problemas).
De acuerdo con un destacado banquero,
ambas preguntas tendrán una respuesta el viernes, cuando se
espera un anuncio del gobierno español en el que decidirá cuántas
pérdidas deberán sufrir los bancos del país en sus
temerarios préstamos inmobiliarios, un añadido a las
provisiones de US$64.000 millones, que ya fueron sido
obligados a adoptar para cubrir pérdidas potenciales.
Este banquero espera que solo un puñado
de bancos, de los cuales Bankia es el más importante, tendrán
que reservar entre US$32.000 millones y US$38.000 millones
para cubrir el costo adicional de créditos que acaben
resultando fallidos.
Esto irá acompañado de la nacionalización
parcial de Bankia, que cuenta en sus activos con el 15% de los
depósitos del país.
La operación se realizará mediante la
conversión en acciones de un crédito concedido por el
gobierno en 2008 por US$5.800 millones. Así, el 45% de las
acciones serán controladas por el gobierno.
Existen temores de que si el valor de las
acciones de Bankia se hunde a causa del rescate, los
ahorristas podrían dejarse llevar por la ansiedad y comenzar
a retirar en masa sus depósitos, debilitando aún más el
banco.
Envenenados
¿Pero cómo se han metido en este lío
los bancos españoles? Pues bien, para comenzar hay que señalar
que el Banco de España ha estimado en su último Informe
sobre la Estabilidad Financiera que los bancos españoles
poseen créditos inmobiliarios y de la construcción
"problemáticos" por valor de US$234.000 millones,
equivalentes a más del 17% del PBI español.
Esos créditos son la herencia envenenada
de un boom constructor e inmobiliario por el que se edificaron
cinco millones de casas nuevas entre 1997 y 2007, el doble del
aumento de hogares en España en ese período. Se construyeron
enormes ciudades fantasma.
Tan malos son esos créditos que los
bancos están dando por hecho que solo recuperarán la mitad o
menos de lo que prestaron.
Así, cada vez estamos más cerca del
momento en que los bancos admitirán el gran daño que van a
sufrir en sus balances a causa de ese tipo de préstamos.
Sin embargo, puede que aún no hayan
hecho las provisiones adecuadas para las posibles pérdidas en
otras categorías de créditos, en especial las hipotecas
inmobiliarias, créditos a pequeñas empresas y créditos a
grandes empresas altamente endeudadas.
Ese es el motivo por el que banqueros,
reguladores y analistas temen cada vez más que los bancos no
encontrarán suficiente capital entre inversores y
contribuyentes para protegerse contra esas pérdidas.
Socorro
Dicho eso, España se enfrentaría a
grandes costos y riesgos si toma prestado dinero del fondo de
rescate de la eurozona, el FEEF, y ello sin tener en cuenta la
humillación que sufriría al ver su política económica
dictada desde Alemania.
Un posible riesgo de tomar préstamos de
rescate de la eurozona es que probablemente tendría el efecto
de subordinar la deuda soberana española.
O por así decirlo, el valor implícito
de las deudas existentes del gobierno español se vería
reducido. Y eso causaría pérdidas aún mayores, quizás
calamitosas, a los bancos, que le han prestado más de US$336.000
millones al gobierno español.
Así que algunos banqueros creen que sería
mejor que España opte por pedirle al FMI fondos de emergencia
que podrían ir directamente a los bancos, y por tanto no
figurarían como un préstamo al gobierno.
Símil irlandés
¿Cuánto tiempo más seguirá el
gobierno español recurriendo a evasivas en lugar de
asegurarse de que los bancos tienen todo el capital que
necesitan?
Pues probablemente no mucho tiempo,
porque a causa de su falta de capital los bancos españoles
cada vez conceden menos préstamos y eso está dañando a la
economía.
Con base en los resultados publicados por
los siete bancos españoles que cotizan en bolsa, el banco de
inversión Morgan Stanley calcula que el flujo del crédito se
está contrayendo en España a un ritmo anual de alrededor del
8%.
La crisis de liquidez está exacerbando
la recesión española. Si todo esto suena familiar es porque,
en gran medida, España se enfrenta a una repetición de la
crisis bancaria irlandesa.
Al igual que España, Irlanda insistió
durante meses en que tenía los recursos para reparar sin
ayudas exteriores la dañada situación de sus bancos. Pero en
el otoño de 2010, se rindió ante la horrible situación del
mercado y acabó acudiendo con el rabo entre las patas a la
eurozona y al FMI.
La otra lección irlandesa, dirán
muchos, es que cuanto más espere un gobierno para reconocer
la debilidad de sus bancos, mayores serán los costos en que
tendrá que incurrir.
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