Los
mecanismos de desmantelamiento de la Europa social
¿Cómo
opera el Banco Central Europeo,
que no es un banco central?
Por
Vicenç Navarro (*)
Tercera Información, 27/05/2012
Todos los datos,
muestran que las políticas de austeridad, que promueven
recortes del gasto público (incluyendo el gasto público
social) y la reducción de los salarios –la llamada
devaluación doméstica- han sido un fracaso, y han creado un
enorme daño a la mayoría de las clases populares. La
pregunta que debemos hacernos es ¿por qué, entonces, si la
evidencia de su fracaso es tan robusta, continúan imponiéndose
a las poblaciones de los países de la Eurozona? Una respuesta
podría ser que los diseñadores de tales políticas son gente
incompetente.
Es cierto que
hay gran número de expertos que asesoran a las autoridades
que toman las decisiones conducentes a la aplicación de
aquellas políticas de austeridad que son claramente
incompetentes. Las predicciones de recuperación de las economías
de la Eurozona son un ejemplo de ello. Mark Weisbrot, del
Center for Economic and Policy Research (CEPR), ha documentado
el cálculo erróneo de tales predicciones por parte del FMI,
del BCE y de la Comisión Europea, alcanzando, en el caso de
Grecia, predicciones irrisorias, que harían reír si no fuera
por las trágicas consecuencias que conlleva su aplicación
(los suicidios en Grecia crecieron un 40% en un año, según
The Lancet).
Ahora bien, el
problema es mucho mayor que la incompetencia. Es un problema
de fe en un dogma, el dogma neoliberal, que imbuye tales
instituciones y que se reproduce debido a que sirve intereses
muy específicos, intereses de clase (sí, de clase social),
tanto financiera como empresarial, que han diseñado un
sistema de gobernanza de la Eurozona que lleva inevitablemente
a estos resultados, resultados que coinciden con sus
objetivos, que no son otros que cambiar Europa, convirtiendo
la Europa social en la Europa liberal. Y para conseguirlo y
vencer las resistencias populares, han creado una gran recesión,
imponiendo tales políticas (imponiendo porque no hay ningún
gobierno que las aplique que tuviera tales políticas en su
programa electoral) con el argumento de que no hay
alternativas. En realidad, tal objetivo aparece claramente en
las declaraciones del Sr. Draghi al Wall Street Journal
(24.02.12), donde afirma que la Europa social está
desapareciendo, refiriéndose a España como un ejemplo de
ello. Indica en su entrevista que en España, con una tasa de
desempleo juvenil superior al 50%, ya no existe protección
social universal (el gobierno PP ha anulado la universalidad
del sistema nacional de salud, de manera que las personas de más
de 26 años no tienen garantizada la cobertura sanitaria a no
ser que hayan cotizado a la Seguridad Social). Esto es lo que
intentan, y lo están consiguiendo. Es lo que Noam Chomsky ha
llamado la guerra de clases unidireccional.
Los instrumentos
para conseguirlo son dos. Uno es el Pacto de Estabilidad (al
cual se añadió el término “Crecimiento”, a propuesta
del gobierno socialista francés del Sr. Jospin, sin que se le
dotara de instrumentos para facilitar tal crecimiento) que
fuerza a los Estados a tener un déficit público por debajo
de un 3% del PIB y que dificulta enormemente la recuperación
económica en momentos de recesión, como está ocurriendo
ahora. De ahí que cuando hay una recesión, el Estado recorta
los gastos públicos, incluido el gasto público social, a fin
de reducir el déficit público originado por la bajada de
ingresos al Estado como consecuencia de la recesión. La
recesión es, pues, una manera de forzar el desmantelamiento
de la Europa social (a través de una reducción de la
protección social y de los salarios). En realidad, la entrada
de España al euro (que requería una reducción del déficit
del Estado) se consiguió a base de aumentar el enorme déficit
de gasto público social que España tiene en relación con el
resto de países de la UE-15. Este Pacto de Estabilidad se
quiere ahora sustituir por un Pacto fiscal incluso más
restringido, en el que en lugar de un 3% del PIB, el déficit
tendrá que ser prácticamente cero (sí, ha leído bien,
cero). Esto es un ataque frontal a la Europa Social y a la
posibilidad de salir de la recesión.
El otro
instrumento que se creó para eliminar la Europa social es el
Banco Central Europeo que, en realidad, no es un banco
central. Esta afirmación sorprenderá a mucha gente, pero los
hechos así lo muestran. Un banco central imprime dinero, y
con este dinero ayuda al Estado comprándole deuda pública,
manteniendo los intereses de sus bonos relativamente bajos.
Protege así a los Estados frente a la especulación de los
mercados financieros sobre su deuda pública. En ausencia de
tal protección, los mercados financieros (sobre todo los
bancos y las compañías de seguros) especulan con la deuda pública,
creando la percepción de que los Estados tienen problemas
para pagar su deuda, forzándole así a tener intereses altos
en sus bonos. Si hubiera un banco central en cada país, este
banco central imprimiría dinero y compraría deuda pública
del Estado bajando así los intereses de los bonos e
impidiendo la especulación por parte de la banca privada (los
llamados mercados financieros).
Pues bien, el
Banco Central Europeo no hace esto. Sí que imprime dinero,
pero se lo da (a un interés bajísimo, de un 1%) a los bancos
privados para que compren bonos públicos (a unos intereses
mucho más elevados, un 6% en el caso de los bonos públicos
españoles). Es un enorme negocio para la banca a costa de los
Estados. Y ahí está el problema. Sin un Banco Central que
les proteja, los Estados están totalmente expuestos a la
especulación. No son los mercados financieros el problema,
sino la ausencia de un Banco Central, hecho que está diseñado
de esta manera para debilitar a los Estados a fin de que
tengan que reducir su gasto público y su protección social y
facilitar la disminución de los salarios.
Se dice que el
Banco Central Europeo no puede comprar deuda pública. Ello
responde a la lógica que acabo de explicar. Pero hay que
saber que el BCE lo hace en bases excepcionales cuando el
Estado está a punto de quebrar y no puede pagar su deuda pública,
como consecuencia de no estar protegido frente a los mercados
financieros. Cuando está a punto de colapsar, interviene
entonces, comprando deuda pública para que baje los intereses
de la misma. Con ello evita que el Estado se colapse y los
bancos pudieran estar colgados con gran cantidad de deuda pública
que no pueden recuperar debido al colapso del Estado. Es como
si hubiera una sanguijuela que chupa la sangre del cuerpo y
que, como resultado de ello, la persona estuviera a punto de
morir y le inyectaran sangre para que pudiera continuar
viviendo y así la sanguijuela pudiera continuar chupándole
la sangre.
Ahora bien,
cuando el BCE compra deuda pública al Estado, le exige como
condición que desmantele su Estado social, es decir, que
recorte la protección social y baje los salarios. Ésta es la
realidad que se oculta a la ciudadanía en los medios. El
problema no son los mercados financieros, como constantemente
acentúa gran parte de las izquierdas, sino el edificio
construido para sostener el euro, que deja a los Estados
totalmente vulnerables, lo cual era el objetivo de la
avalancha neoliberal.
*
Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas.
Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy, The
Johns Hopkins University.
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