Las
claves de la ayuda financiera a España
BBC
World, 10/06/2012
Los países de
la eurozona ayudarán a España con un préstamo de hasta
US$125.000 millones para que recapitalice el sistema bancario.
El gobierno español evita a toda costa la palabra rescate:
prefieren hablar de "ayuda financiera", "préstamo"
o simplemente "lo de ayer".
Al ser abordado
por un periodista sobre ese aspecto este domingo en su primera
comparecencia pública tras la noticia, el presidente del
gobierno, Mariano Rajoy, dijo que no va a entrar en
"debates nominalistas".
Muchos se
pierden en la lucha semántica, pero, ¿importa cómo se
llame?
Después de
varias idas y venidas en las últimas semanas, el ministro de
Economía español, Luis de Guindos, confirmó el sábado lo
que ya se escuchaba en los pasillos.
España pidió
ayuda financiera para sanear su sistema bancario. Los países
del eurogrupo (que tienen el euro como moneda común) acceden
a poner a disposición del gobierno español una cantidad de
hasta US$ 125.000 millones, sin imponer condiciones macroeconómicas
ni fiscales a España.
Esta diferencia
de concepto entre lo que ocurrió este sábado y lo que ha
pasado anteriormente con Grecia, Irlanda y Portugal, es lo que
hace que el gobierno del conservador Mariano Rajoy diga que
esto es un préstamo, ayuda o apoyo financiero mientras que
desde la oposición se habla claramente de rescate.
Escenario
previsto
Un equipo
formado por personal de la Comisión Europea, el Banco Central
Europeo, y el Fondo Monetario Internacional se trasladará a
Madrid para evaluar las necesidades del sector bancario español,
según confirmó un portavoz del eurogrupo a la BBC.
Aún no se sabe
cuál es la cantidad exacta que recibirá España. Esto se
decidirá después de conocerse los resultados de varios
informes especializados.
Las primeras
cifras se sabrán el 21 de junio, cuando se publiquen las
conclusiones del informe de las consultoras independientes
Roland Berger y Oliver Wyman contratadas para recabar los
datos sobre las necesidades de capitalización de la banca
española y que emitirán cada una un informe.
Ambas
consultoras utilizarán dos escenarios para hacer sus cálculos,
el primero basado en la situación "más probable" y
el segundo, en previsión de un escenario más
"estresado", en el que se asume una peor coyuntura
económica y una caída más significativa de los precios de
los activos inmobiliarios.
Además, cuatro
firmas auditoras, PwC, Deloitte, Ernst & Young y KPMG, están
evaluando las carteras crediticias de los bancos españoles,
no sólo las inmobiliarias, sino también las de créditos al
consumo, a las empresas y a las familias, para ajustar los
saneamientos que se necesitan.
Se prevé que
estas firmas terminen su trabajo el 31 de julio y será en ese
momento cuando el Gobierno tendrá que decidir qué volumen de
fondos reclama a Europa.
Cómo
se debilitaron los bancos
El dinero servirá
para dar un impulso a las finanzas de los bancos más débiles
de España, que se han quedado con pérdidas de miles de
millones de euros de los llamados "créditos malos"
por el estallido de la burbuja inmobiliaria y la consiguiente
recesión.
Algunos de estos
bancos pidieron prestadas grandes cantidades de dinero en los
mercados internacionales para, a su vez, poder conceder créditos
a constructores y compradores de viviendas, una estrategia que
era más arriesgada que haberlos financiado con depósitos de
los ahorros.
Cuando golpeó
la crisis crediticia, el sector financiero español quedó
sumido en lo que el Fondo Monetario Internacional describió
como una crisis "sin precedentes".
Los bancos
necesitan deshacerse de cerca de 200.000 propiedades
embargadas en un momento en que los precios de la vivienda han
caído, de media, un 25%.
El gobierno ha
inyectado ya más de US$42.000 millones en el sistema bancario
para intentar reforzarlo, según el FMI. Además, ha
nacionalizado Bankia, el cuarto banco más grande, que el mes
pasado solicitó una ayuda de más de US$23.000 millones.
De
dónde procede el dinero
El gobierno español
se ha esforzado en asegurar que cualquier ayuda externa fuera
directa a los bancos, mejor que al gobierno central.
Como resultado,
los créditos irán a su agencia de restructuración bancaria,
el llamado Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB),
que funciona como agente intermediario del gobierno. Aún así,
esto se considerará de todas formas deuda pública, dijo el
ministro Luis de Guindos.
En su
comunicado, el Eurogrupo declaró: "el FROB, que actúa
como agente del gobierno español, podría recibir los fondos
y reconducirlos hacia las instituciones financieras
involucradas. El gobierno español retendrá la total
responsabilidad de la ayuda financiera".
El dinero
procederá de dos fondos creados para ayudar a los miembros de
la eurozona que se encuentren en dificultades financieras: el
Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), ya en
funcionamiento, y el Mecanismo de Estabilidad Europeo (MEE),
que entra en vigor el próximo mes.
El ministro de
Economía español no supo concretar qué proporción aportará
cada uno de estos fondos, dado que algunos parlamentos de países
de la eurozona no han ratificado todavía el MEE.
El hecho de que
el préstamo se tramite a través del FROB, hace que la tasa
de interés y los plazos de devolución del dinero sean
extremadamente favorables, subrayó el ministro.
¿Es un
rescate?
Según señala
el periodista de la BBC Tom Burridge, desde Madrid, la mayor
parte de los analistas y expertos calificarían lo sucedido
este sábado como un rescate financiero.
Burridge
reconoce que es un rescate distinto del que recibieron Grecia,
Portugal e Irlanda: no está sometido a condiciones tan
estrictas y el dinero se va a gestionar a través del FROB.
Pero, dado que
el FROB es una institución pública, la deuda contraída por
este préstamo aterrizará en los libros de contabilidad del
gobierno español.
Las autoridades
españolas rehúsaban hacer comentarios hasta el último
momento, e incluso algunos ministros, explica Burridge,
negaban que España fuera a solicitar ayuda.
"La impresión
que tenemos es que España ha sido conducida por una mano
externa para acelerar el proceso de petición de ayuda del
extranjero", concluye.
La crisis en
España en números
Después de
Grecia, España es uno de los principales países en el centro
de la crisis de la eurozona. La fortaleza de
su sector bancario ha sido puesta en duda, tras el llamado
estallido de la "burbuja inmobiliaria". Ésta fue el
resultado de un boom de crédito, alimentado por la caída de
las tasas de interés que experimentó el país tras su
ingreso al euro. El precio de la
vivienda se incrementó significativamente entre 2004 y 2008,
para caer en forma dramática a continuación. Esto afectó el
sector de la construcción, considerado como uno de los
principales motores de empleo y economía. Así que, aunque
España todavía tiene relativamente pocas deudas, está
teniendo que recurrir al crédito en gran escala para superar
el agujero que está dejando el tener que pagar más
beneficios por desempleo, mientras la recaudación de
impuestos cae en medio de la crisis. Los siguientes
gráficos describen la situación en números:
La estrategia:
disfrazar el rescate
Por Fernando Séller
Deutsche Presse–Agentur
(DPA), 06/06/2012
Bruselas.–
"Los hombres de negro no van a venir a España". La
frase, lanzada ayer por el ministro de Hacienda español,
Cristóbal Montoro, resume la gravedad del momento: la cuarta
economía de la eurozona, cuyo sector bancario está bajo
presión, lucha para evitar ser rescatada, aunque tenga que
pedir ayuda.
La metáfora de
Montoro se refiere a los miembros de la "troika",
integrada por la Comisión Europea (CE), el Banco Central
Europeo (BCE) y el FMI. Montoro agregó que el país "no
es rescatable" por su peso en Europa.
El énfasis de
Madrid en negar ese terrible escenario para el gobierno de
Mariano Rajoy tiene su eco desde hace días en Bruselas, que
se esfuerza en proporcionar globos de oxígeno a España, por
ejemplo el "año de gracia" (2014 y no 2013) para
que el país cumpla con la meta de reducción del déficit por
debajo del 3% del producto bruto interno (PBI).
España lleva
semanas aferrada al dogma financiero según el cual su economía,
la cuarta en importancia de la eurozona tras Alemania, Francia
e Italia, es muy grande para caer, en referencia a que su caída
tendría graves consecuencias para Europa.
La aparente
estrategia de Madrid para evitar la palabra
"rescate" está a medio camino entre el derecho
comunitario, los tratados de la Unión Europea (UE) y la semántica
de las palabras, para vestir el resultado del proceso de la
manera menos onerosa, en términos de imagen externa, y de
soberanía económica ante Bruselas.
Madrid presiona
a la CE y a la UE para crear una "unión bancaria"
paneuropea, con la posibilidad quizá de que los bancos en
problemas reciban ayudas directas sin pasar por los Estados,
algo que no está contemplado en los tratados. Así España
busca mitigar los efectos nocivos de lo que podría venir.
Mientras hasta hace poco España no quería ser asimilada con
Grecia, ahora pelea para no ser comparada con Irlanda, que
recibió un rescate de 85.000 millones de euros hace dos años
para reestructurar su sector bancario. Salvando las
distancias, España necesita con urgencia una inyección de
capitales para sus entidades financieras, afectadas por la
explosión de la burbuja inmobiliaria.
La nacionalización
parcial de Bankia se convirtió en el símbolo de los errores
que contribuyeron a precipitar el final de un ciclo económico
expansivo. Sólo en Bankia el gobierno de Rajoy inyectará
19.000 millones de euros, que se sumarán a los 4500 millones
que el banco y su matriz, BFA, ya recibieron a fines de 2010
del fondo de rescate español FROB.
Una de las
claves del debate son las ayudas directas a las entidades en
problemas. Anteayer, el ministro de Economía francés, Pierre
Moscovici, apoyó la iniciativa, mientras el comisario de
Asuntos Económicos de la UE, Olli Rehn, accedió a debatir
esa idea, que supone modificar los tratados europeos.
Según las
normas, si España lo necesitara tendría que pedir un rescate
a la UE y usar los recursos del Mecanismo Europeo de
Estabilidad (MEDE) para recapitalizar sus bancos.
La hipótesis de
una posible unión bancaria europea y de la ayuda directa a
los bancos estará en la mesa de negociación en la cumbre de
los líderes europeos del 28 y 29 del actual en Bruselas.
Alemania, la principal economía de la eurozona, se niega a
esa posibilidad sin contrapartidas: una cesión importante de
soberanía económica a Bruselas y la aplicación de duras políticas
de ajuste y reformas estructurales de hondo calado.
Madrid capitula
ante Berlín, el BCE, Bruselas, el FMI y Washington
Pide un
rescate de 100.000 millones para la banca
Vendrán los
“hombres de negro”: el Eurogrupo exige
condiciones para
los bancos y limitará la soberanía fiscal
Por Claudi Pérez
y Luis Doncel
Desde Bruselas
El País,
10/06/2012
Habrá
vigilancia aún más estrecha y periódica. Vendrán los
hombres de negro. La Gran Recesión, la crisis más profunda y
prolongada del capitalismo en las últimas décadas, dejará
profundas secuelas a su paso por España, que se convierte en
la última frontera de la crisis existencial del euro. Cayó
Grecia. Cayeron Irlanda y Portugal. Y arrastrada a cámara
lenta por una banca que financió la madre de todas las
burbujas inmobiliarias, cae España: el Gobierno de Mariano
Rajoy, con el presidente desaparecido ayer, mostró su
disposición a pedir el tantas y tantas veces negado rescate
de los socios europeos para tapiar el agujero incontenible del
sistema financiero.
Madrid recibirá
hasta 100.000 millones de euros, el 10% de la riqueza que
produce España en un año, en una línea de crédito
destinada exclusivamente a los bancos. El Ejecutivo capitula
así ante las fuertes presiones internacionales, ante el temor
a que la banca española, la política griega o el pánico en
los mercados detonen una espiral de estampidas bancarias e
impagos de países que deriven en una depresión causada por
un accidente financiero. Europa trata de poner un dique de
contención en España. La respuesta de los mercados llegará
tan pronto como mañana.
No hay comidas
gratis: las ayudas europeas (a través del fondo de rescate
temporal o del permanente) son en realidad préstamos para
recapitalizar el sistema financiero, que el Tesoro deberá
devolver religiosamente, a tocateja. Una vez más, el Estado
sale al rescate de la banca. Eso sí, se trata de créditos
blandos, en condiciones mucho mejores que las de mercado: en
torno al 3%, según fuentes conocedoras de las negociaciones
entre España y sus socios europeos. Frente a ese 3%, el
Tesoro paga actualmente intereses de más del 6% por la deuda
a 10 años. A cambio de los tipos subvencionados, España
cederá soberanía sobre su sistema financiero, pero también
perderá soberanía fiscal, en contra de lo que explicó ayer
el Gobierno.
El ministro de
Economía, Luis de Guindos, aseguró tajantemente que la única
condicionalidad será para los bancos que requieran ayudas.
“No habrá ningún tipo de condiciones macroeconómicas o
fiscales”, dijo en varias ocasiones en una rueda de prensa
multitudinaria, informa Amanda Mars. Pero el Eurogrupo le
enmendó la plana: junto a las alabanzas hacia los esfuerzos
españoles por abordar sus variados y agudos desequilibrios,
el comunicado de los ministros de Finanzas de la zona euro
deja claro lo contrario. Europa supervisará con mano de
hierro que Madrid continúe por el camino de la consolidación
fiscal, las reformas estructurales y del mercado de trabajo.
“Revisaremos de cerca y regularmente los progresos en estas
áreas, en paralelo con la asistencia financiera”, según el
texto.
Vigilancia
de Bruselas
En esas
revisiones están implícitas las visitas de los hombres de
negro citados por el ministro Cristóbal Montoro: misiones de
funcionarios de la Comisión, del FMI e incluso del BCE en las
que se estrechará la vigilancia sobre España. Se reduce así
hasta prácticamente cero el margen del Gobierno para
desviarse de las directrices que lleguen de Bruselas. Y las últimas
recomendaciones son claras como el agua: embridar el gasto de
las comunidades autónomas, elevar el IVA, acelerar la reforma
de las pensiones y endurecer todavía un poco más la reforma
laboral, entre otros aspectos. El crédito a España, como en
el caso de Grecia, Portugal e Irlanda, se concede a plazos: si
se incumplen las condiciones, Bruselas cierra el grifo.
El Gobierno de
Zapatero negó la crisis; el de Rajoy niega que la petición
de España sea un rescate con condiciones. El Ejecutivo
insistió ayer en evitar a toda costa esos dos términos:
rescate y condicionalidad. En uno y otro caso se trata de un
ejercicio completamente inútil: la palabra
“condicionalidad” aparece en ese texto que marcará la política
económica —y muy probablemente, el futuro del propio
Gobierno— en los próximos años. En el caso de la banca será
aún más evidente que en el ámbito fiscal: Europa exige que
las entidades que necesiten ayudas activen “los planes de
reestructuración de acuerdo con las reglas de las ayudas de
la UE y los reformas horizontales del sector”.
En plata: venderán
oficinas, recortarán personal, se desharán de activos y
participaciones empresariales, despedirán a equipos gestores
(como ha ocurrido en el caso de Bankia con Rodrigo Rato),
pondrán en marcha nuevas fusiones o incluso podrían verse,
en último caso, liquidaciones de alguna entidad. El último
jarro de agua fría llega por la intervención del Fondo
Monetario Internacional (FMI), a la que el Gobierno se oponía
para ahuyentar el riesgo de quedar estigmatizado. Este
organismo no será un prestamista más, como lo fue en los
casos de Atenas, Lisboa y Dublín, pero sí apoyará y
supervisará a las entidades con informes periódicos.
Estrechar
el cerco
Bruselas, el
Banco Central Europeo, el FMI e incluso el Gobierno de Barack
Obama se han encargado en los últimos días de estrechar el
cerco para que España pida ayuda. Pero Berlín es la clave de
bóveda de toda la jugada. Las presiones alemanas para que el
Gobierno de Rajoy recurra al fondo europeo tuvieron su punto
álgido el miércoles, cuando el Ministerio de Hacienda
germano se mostró favorable a que la intervención se limite
al sector financiero. Esta intervención “suave”, concedían,
estará sujeta a las normas especiales para rescates bancarios
y tendrá así un calado menor que los programas de Grecia,
Irlanda y Portugal. El viernes, diversas agencias
internacionales citaban fuentes europeas para anunciar la
conferencia telefónica celebrada por el Eurogrupo. La agencia
británica Reuters se refirió a una fuente “del Gobierno
alemán”, que oficialmente se ha mantenido cauteloso durante
los dos días. Ayer, el ministro Wolfgang Schäuble disipó
cualquier duda acerca de quién ha ejercido presiones:
“Hemos instado a España a que tome decisiones”, informa
Juan Gómez.
El nerviosismo
en las grandes capitales se explica por la proximidad de las
elecciones griegas, en las que la posible victoria de la
plataforma izquierdista Syriza podría acarrear la supresión
de los programas de austeridad y, con ellos, de los pagos de
los próximos tramos del rescate a Atenas. Si esto sucede,
podrían precipitarse los acontecimientos. Ni siquiera una
fractura del euro puede descartarse. En esas condiciones, el
contagio podría arrollar a España y a otros países como
Italia. De ahí el apremio para que España apuntale sus
bancos con dinero público europeo.
La petición de
rescate fue la habitual ceremonia de la confusión: Bruselas
viene a decir que es España quien lo ha pedido, y Madrid
asegura que es la UE quien ha puesto ese dinero a su disposición.
En cualquier caso, el mero anuncio de esa línea de crédito
de 100.000 millones —que concede un margen considerable
frente a las necesidades de unos 40.000 millones para la
banca, según la primera estimación del FMI— puede dar algo
de aire al Gobierno ante unas semanas complicadas, según
fuentes financieras. Al efecto de las elecciones griegas se
sumarán en el plazo de unos días las futuras evaluaciones
del sistema bancario. “España debe tener un cheque
preparado en cuanto esas cifras se conozcan”, explicaron
fuentes diplomáticas.
Pendientes
del mercado
Al Ejecutivo le
quedan días duros por delante, en los que deberá convencer a
los mercados y a los ciudadanos de que el acuerdo es tan
positivo como ayer vendía el titular de Economía. Guindos se
esforzó en recalcar por activa y por pasiva que lo acordado
por el Eurogrupo no constituye un rescate, sino un préstamo
“en condiciones muy favorables” que tendrá efectos
positivos en la economía, porque reforzará a la banca y
reactivará el crédito a empresas y familias. Vaticinó que
supondrá un bálsamo para los mercados. Y justificó la
ausencia de Rajoy: “Yo soy el miembro del Eurogrupo; el
presidente del Gobierno no lo es”.
Pero no consiguió
disipar algunas dudas acerca de las secuelas de esa decisión
fundamental para el devenir de España. El rescate español es
diferente, pero las tres experiencias europeas parecidas no
son precisamente un éxito. Los países que solicitan ayudas
internacionales, en general, no suelen querer repetir esa
experiencia: para los gobernantes, la prueba del ajuste
forzado se paga generalmente con la pérdida de las
elecciones, incluso con un alejamiento duradero del poder;
para los pueblos, el coste se mide en empleos destruidos, en
rentas perdidas, en prolongadas y dolorosas recesiones.
Algunas consecuencias del rescate, en fin, supondrán
profundos cambios, algunos de los cuales están todavía en la
penumbra. El Ejecutivo, por ahora, se niega a anticiparse a
esas cuestiones. “Si la sociedad no va a sufrir las
consecuencias del rescate, como sostiene el Gobierno, ¿por qué
no se pidió antes la ayuda?”, le espetó un periodista a
Guindos en su comparecencia. “A usted no le toca preguntar
ahora”, cerró el ministro.
Dicen que
van a
“rescatar” a España cuando lo que
van a hacer es hundirla
para años
Rescate: Se
consuma el engaño
Por Juan Torres
López (*)
Público.es,
10/06/2012
Primero los
gobiernos les crearon las condiciones para que financiaran una
burbuja de crédito sin precedentes y con la que han ganado
docenas de miles de millones de euros. Dictaron leyes de suelo
para que los promotores les pidieran préstamos que
financiaran construcciones en todas las esquinas de España,
que irían quedándose vacías y sin vender cada vez en mayor
número. Aumentaron las facilidades fiscales para promover las
ventas y desincentivaron el alquiler y el consumo colectivo de
servicios de ocio o residencia.
Solo de 2000 a
2007, los bancos multiplicaron el crédito total destinado a
la actividad productiva por 3,1, el dirigido a la industria
por 1,8, el de la construcción por 3,6 y por 9 el dirigido a
la actividad inmobiliaria. Y eso que cada vez disponían de
menos depósitos para generarlo: en 2000 la banca española
recibía 1,43 euros en depósitos por cada euro que concedía
a crédito, mientras que en 2007 solo 0,76 euros.
No contentos con
los beneficios que les daba el negocio inmobiliario que
condenaba al monocultivo a la economía nacional, impusieron
políticas de bajos ingresos y recortes salariales para que
las familias y pequeños empresarios vivieran en el filo de la
navaja y tuvieran que endeudarse hasta las cejas.
Pero no
contentos con obtener beneficios normales, los bancos
utilizaron a sus tasadores para aumentar artificialmente los
activos sobre los cuales iban a dar créditos, para así
generar más deuda y cobrar comisiones más suculentas y
recurrieron a todo tipo de prácticas comerciales predatorias
para fomentar el consumo: manejaban a su antojo los índices
de referencia, incluían la abusiva cláusula que autoriza al
banco a vender el piso en subasta notarial si se produce el
impago de la deuda, reclamaban importes elevadísimos por
cuentas que creían canceladas, cobraban comisiones leoninas
(más que en cualquier otro lugar de Europa) por cualquier
cosa, giraban una y otra vez un recibo inatendido por el
cliente generando múltiples gastos de reclamación por una
misma deuda, embargaban saldos en cuentas corrientes sin
respetar lo establecido en la ley... hasta cuatro folios me
ocupa el listado de malas prácticas que han recopilado las
asociaciones de usuarios, es imposible consignarlas todas aquí.
Y eso, por no hablar de las estafas estrella, que han podido
suponer un auténtico robo de entre 12.000 y 15.000 millones
de euros, si no más, mediante las participaciones
preferentes, las cláusulas suelo, etc.
Mientras sucedía
todo esto, las autoridades dejaron hacer, consintieron las
tropelías bancarias y permitieron que se inflase la burbuja
sin cesar, haciendo oídos sordos a todas las advertencias.
El actual
Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, decía en 2003:
"no existe una 'burbuja inmobiliaria' (...) el concepto
de burbuja inmobiliaria es una especulación de la oposición
que habla insensatamente de la economía de ladrillo y olvida
que la construcción es un sector fundamental para la economía
del país y en el que trabajan cerca de un millón de
personas" (El Mundo 2
de octubre de 2003). Y el más tarde Ministro de Economía,
Pedro Solbes, afirmaría que quienes auguraban el riesgo de
recesión por esa causa "no saben nada de economía"
(El País, 11 de febrero de 2008).
Los dirigentes
de uno y otro partido negaban lo que hiciera falta, por muy
evidente que fuese para el resto de los españoles, con tal de
dejar que los banqueros y los grandes empresarios de la
construcción literalmente se forraran a costa de todos los
españoles.
El gobernador
del Banco de España que había colocado el PP, Caruana, se
pasaba por el arco del triunfo la denuncia de sus inspectores
que en 2006 le señalaban formalmente que no se hacía nada
frente a un endeudamiento creciente y muy peligroso de la
banca española. Pero eso sí, no había declaración suya o más
tarde de su sucesor, el socialista Férnandez, en la que no
reclamasen moderación salarial y recortes de gasto social.
Pero gracias a
todo ello, los bancos españoles se convirtieron en los más
rentables del universo, justo, eso sí, en la misma medida en
que situaban a nuestra economía entre las más vulnerables.
Cuando estalló
la burbuja y ya no se iba a poder disimular lo que había
pasado, el inmenso negocio que los bancos habían hecho a
costa de la deuda, todos consintieron en disimular.
Permitieron que
los bancos declarasen en balance los activos dañados a
precios de adquisición siendo cómplices así de un engaño
descomunal que hirió de muerte la credibilidad de nuestra
economía porque, por mucho que Zapatero dijese en septiembre
de 2008 –como le dictaban Botín y compañía– que el
sistema financiero español era "el más sólido del
mundo", los inversores y prestamistas internacionales sabían
lo que de verdad había hecho la banca española.
Los dos grandes
partidos, a los que se suman
los de los nacionalistas de derechas de Cataluña y el País
Vasco, colocaron en las cajas de ahorros a sus amigos y
militantes y crearon una red de oligarquías provinciales que
alentó la especulación, extendió la corrupción y que
comenzó a llevar al desastre a la gran
mayoría de las entidades, al convertirlas en clones de
los bancos privados, sin tener capacidad real ni naturaleza
legal para serlo.
Y para facilitar
la recuperación de los bancos mas grandes y dejarles a ellos
todo el mercado consensuaron la ley de cajas que las llevaba a
su bancarización forzada, para provocar cuanto antes su caída
y el reforzamiento por esa vía de los bancos más grandes.
Claro que, a
cambio, esos mismos partidos han recibido cientos de millones
de préstamos para ir ganando las elecciones, ahora uno luego
otro, que no devuelven, y han podido colocar en sus consejos
de administración, o en los de empresas participadas, a
docenas de ex dirigentes o socios.
Luego, cuando el
sistema saltaba por los aires porque a los alemanes les consumía
el ansia de cobrar los préstamos que con la misma compulsión
habían dado a los bancos españoles, todos se concitaron para
negar que iban a pedir un rescate. Diez días hace que lo
negaba rotundo el presidente Rajoy: "no va a haber ningún
rescate de la banca española" (EFE 28 de mayo).
Y cuando lo han
pedido, niegan lo que efectivamente han pedido: 100.000
millones de euros para entregar a la banca y que vamos a pagar
todos los españoles. Niegan que vaya a tener efecto sobre el
déficit y la prima de riesgo, cuando será el Estado quien
tenga que devolverlo (¿cómo lo harían unas entidades que se
capitalizan precisamente porque no tienen dinero?) y tratan de
hacer creer que es algo positivo y una ayuda generosa:
"Las noticias que traemos hoy son positivas", dijo
el Ministro de Guindos cuando empezaba la rueda de prensa que
dio ayer para anunciar el rescate.
Nos han engañado
a todos cuando dicen que van a rescatar a España cuando lo
que van a hacer es hundirla para años. Nos han engañado los
bancos, nos han engañado los gobiernos del PSOE y del PP. Nos
han engañado los dirigentes europeos que están borrachos de
ideología neoliberal y no se dan cuenta de que las medidas
que toman llevan al desastre a los países que las aplican (¿o
acaso es que está mejor la economía de Portugal, por no
hablar de los ciudadanos portugueses, desde que fue
"rescatada"?). Nos ha engañado el Fondo Monetario
que se ha sacado de la manga un informe deprisa y corriendo
solo para justificar la decisión ya tomada y en el que cifra
las necesidades de financiación de la banca española en una
horquilla que sitúa, nada más y nada menos, que entre 45.000
millones y 119.000 millones de euro. ¿En qué quedamos?
Y nos engañarán
esta tarde el presidente Rajoy y el Príncipe Felipe si es que
definitivamente se han ido a ver el partido de fútbol cuando
griten ¡España, España!, porque lo que están demostrando
es lo contrario: España, los españoles de abajo, les
importamos un pepino. Ellos y el resto de los políticos que
han permitido lo que acabo de señalar, junto a los banqueros
y los grandes beneficiarios de la burbuja y de la crisis, que
tendrían que vivir 500 años más para disfrutar de todo lo
que han ganado a costa de los españoles, son los responsables
de este engaño descomunal. Hay que pedirles cuentas a todos y
echarlos para siempre.
* Juan Torres López,
Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de
Sevilla.
La eurozona
rescata a la banca española, lo que
aumentará la deuda y
traerá más recortes
Por Alberto
Padrilla
Gara, 10/06/2012
La banca española
será rescatada por Bruselas por un máximo de 100.000
millones de euros. Lo anunció ayer el ministro de Economía,
Luis de Guindos, que insiste en que la inyección económica
al sistema financiero no conlleva nuevas condiciones para el
Estado ni para sus ciudadanos. Según su versión, serán las
entidades monetarias las que tengan que afrontar planes de
saneamiento. A pesar de la gravedad de la situación económica,
Rajoy no compareció.
Madrid.– Tras
una semana de especulaciones, el Estado español será
finalmente rescatado. Después de una videoconferencia
celebrada ayer entre el Eurogrupo y en la que también
participó Christine Lagarde, directora gerente del FMI, los
socios comunitarios decidieron inyectar un máximo de 100.000
millones de euros para recapitalizar el sistema bancario español.
No se han facilitado datos sobre cuáles serán las
condiciones bajo las que se imponga el rescate ni hasta dónde
llega el agujero de las entidades financieras, pendientes
todavía de las auditorías externas que realizan dos firmas
privadas. Hasta finales de este mes no se conocerá el
montante exacto de la ayuda.
Pese a la
gravedad del contexto económico, el presidente del Gobierno
español, Mariano Rajoy, no compareció en público para dar
explicaciones. En su lugar lo hizo su ministro de Economía,
Luis de Guindos, quien llegó a asegurar que «no se trata de
un rescate», sino de un «préstamo en mejores condiciones
que en el mercado». En esta línea, el ministro aseguró que
«lo que se ha hecho es pedir un préstamo para que las
entidades sean más solventes y estén en condiciones de dar
créditos a las pymes y a las familias. No hay más razón que
esa, no estamos haciendo un favor a nadie, las condiciones se
les van a imponer a los bancos».
La rueda de
prensa con la que De Guindos anunció el rescate, celebrada a
contrarreloj a última hora de la tarde, sirvió para
comprobar cómo pretende el Ejecutivo español maquillar los
agujeros de bancos y cajas. «No tiene que ver con un rescate»,
insistió el ministro, que calificó la operación de «apoyo
financiero». Según su versión, Bruselas no impondrá
condiciones adicionales, tal y como ha ocurrido en Grecia,
Irlanda o Portugal, sino que estas se aplicarán únicamente a
las entidades financieras que se acojan al plan de ayuda. «No
habrá condiciones de reforma fiscal, macroeconómicas ni de
gastos», aseguró, tratando de remarcar que el rescate no
conllevará un nuevo plan de ajustes ni afectará a las
carteras de los ciudadanos. Lo que no aclaró es en qué se
concretarían las exigencias que se impongan a bancos y cajas,
limitándose a señalar que «tendrán que elaborar planes de
saneamiento y reequilibrio», según De Guindos,
Una vez
despejada la primera incógnita, falta por conocer la letra
pequeña. Todavía no se ha hecho pública cuál será la fórmula
escogida por Europa para inyectar el dinero. Lo que sí que
está claro es que será destinado al Fondo de Reestructuración
Ordenada Bancaria (FROB), quien se encargará de distribuir el
montante una vez que se conozcan cuáles son las necesidades
reales. El dinero que Bruselas inyecte en el FROB para que lo
preste a las entidades necesitadas computará como deuda y sólo
los intereses que genere el pago de esa deuda computarán como
déficit. Luego será el FMI quien controle el proceso.
¿Quiénes se
acogerán al plan?
Según De
Guindos, que citó el informe de la institución monetaria
internacional, «el 70% de las entidades» no necesitarán
acogerse al rescate. Aunque, a falta de datos más concretos,
queda claro que entre ellas se encontrarán Bankia,
CatalunyaCaixa, NovaGalicia, y Banco de Valencia, las cuatro
entidades nacionalizadas.
Este mismo
documento cifró en 40.000 millones el agujero existente en
bancos y cajas. El ministro justificó el amplio margen
existente entre esta cifra y lo que inyectará Europa apelando
al «margen de seguridad» necesario para despejar todas las
dudas suscitadas en torno al sistema bancario español.
Después de
semanas negando que el rescate, y 24 horas después de que la
vicepresidenta española, Soraya Sáez de Santamaría,
descartarse la existencia de la reunión en la que finalmente
se tomó la decisión de inyectar liquidez al Estado, De
Guindos tuvo que cambiar el registro y asegurar que la medida
«va a favorecer la economía». De hecho, hasta llegó a
asegurar que se trataba de una «noticia positiva» al
garantizar la credibilidad del sistema bancario.
Rajoy,
desaparecido
En este
contexto, la ausencia de Rajoy constituyó uno de los hechos más
comentados. De Guindos zanjó la cuestión escudándose en que
es él, como ministro de Economía, quien forma parte del
Eurogrupo, y no el presidente español. A pesar de ello, alabó
el trabajo del jefe del Ejecutivo y destacó su papel a la
hora de llegar a un acuerdo con sus socios comunitarios.
El exLehman
Brothers rechazó haber sufrido presiones de Bruselas para que
acatese el plan de rescate y defendió el «compromiso» de
los países de la eurozona para «avanzar en el proyecto»,
reconociendo, eso sí, la difícil situación por la que
atraviesa la moneda común.
Paradójicamente,
todavía no se conoce la cuantía total del agujero de cajas y
bancos. Estos siguen a la espera de las dos auditorías que
realizan Oliver Wyman y Roland Berger y que estarán listas
para el 21 de junio. Posteriormente, cuatro firmas estatales (Deloitte,
KPMG, PwC y Ernst & Young) realizarán un segundo examen.
Será entonces cuando intervenga el Banco de España. Hasta
entonces, la principal incertidumbre seguirá siendo cómo
podrá afectar el rescate bancario a los bolsillos. Unas dudas
no resueltas a pesar de la insistencia de De Guindos en señalar
que el rescate es «un préstamo muy favorable, que no dejará
el mínimo resquicio a la duda».
Comisión
Europea y FMI expresan su satisfacción
La Comisión
Europea (CE), por medio de su presidente, José Manuel Durao
Barroso, y el Fondo Monetario Internacional (FMI), con su
directora gerente, Christine Lagarde, mostraron su satisfacción
por el acuerdo del Eurogrupo respecto al Estado español.
Durao Barroso
mostró su convencimiento en que «España logrará recuperar
la confianza de los inversores y creará las condiciones para
el crecimiento con el apoyo europeo a la banca junto con las
medidas de ajuste y reformas estructurales emprendidas por su
Gobierno».
Junto con el
vicepresidente económico, Oli Rehn, señalaron que «con esta
profunda reestructuración del sector financiero y la
implementación determinada de las reformas estructurales y de
consolidación fiscal, estamos convencidos de que España
puede recuperar gradualmente la confianza de los inversores y
del mercado y crear las condiciones para volver a un
crecimiento sostenible y la creación de empleos», señalaron
en un comunicado.
La CE «está
preparada para proceder rápidamente» en colaboración con el
Banco Central Europeo (BCE), la Autoridad Bancaria Europea (ABE)
y el FMI «con la necesaria evaluación sobre el terreno y con
su propuesta sobre las condiciones que se impondrán al sector
financiero a cambio de la ayuda que recibirá para
recapitalizarse y reestructurarse», dijeron.
Estas
condiciones «se centrarán en el sector financiero, que tendrá
que sanearse y acometer reformas estructurales, y en el
cumplimiento de las normas europeas sobre ayudas estatales.
Por su parte
Lagarde, que participó directamente en la reunión del
Eurogrupo, declaró que el anuncio de la inyección «resulta
crucial para que tenga éxito la recapitalización de España».
«Quisiera
manifestar mi profunda satisfacción por el anuncio hecho por
los miembros del Eurogrupo, el cual complementa las medidas
adoptadas por las autoridades españolas en las últimas
semanas para fortalecer el sistema bancario del país», indicó
Lagarde en un comunicado del FMI.
«Esta cantidad
es coherente con las necesidades de capital que fueron
identificadas en el Programa de Evaluación del Sector
Financiero (PESF) del FMI y da garantías de que el sistema
bancario español contará con la financiación que requiera»,
agregó Lagarde.
La directora del
organismo internacional manifestó que «crear un mecanismo de
apoyo creíble para recapitalizar los segmentos más
vulnerables del sistema bancario fue una de las principales
recomendaciones del PESF del FMI que evaluó recientemente a
España».
Por último,
Lagarde afirmó que el FMI «está preparado para responder a
la invitación de los miembros del Eurogrupo prestando apoyo
en la puesta en marcha y el monitoreo de este respaldo
financiero mediante informes periódicos».
El Fondo
Monetario divulgó el viernes por la noche su evaluación de
las necesidades del sector financiero en el Estado español,
que cifró «en alrededor de 40.000 millones de euros»,
aunque también precisó que podría ser más.
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