Lapidación
en Irán
¿Quién
tira la primera piedra?
Por
Ángeles Espinosa
Corresponsal en Teherán
El País, 09/07/10
El proceso de
lapidación está descrito, con toda la frialdad de los textos
legales, en los artículos del Código Penal iraní.- Las
condenadas deben ser enterradas "hasta por encima de los
senos"
Debe de ser
una de las muertes más horribles que se pueda imaginar. Una a
una, las piedras van golpeando la parte superior del cuerpo,
magullándolo, lacerándolo, hasta que la acumulación de
heridas acaba con la vida del reo. Despacio. Sin piedad. El
proceso está descrito, con toda la frialdad de los textos
legales, en los artículos 98 al 107 del Código Penal iraní,
que incluso establece quién debe tirar la primera piedra.
En primer
lugar, se entierra en un agujero al condenado, "hasta la
cintura" si es un hombre y "hasta por encima de los
senos" en el caso de las mujeres, según estipula el artículo
102. Parece evidente que es más fácil escapar del agujero en
el primer caso, extremo que garantiza el perdón si no hubiera
testigos (artículo 103). También se determina (artículo
104) que "las piedras no pueden ser tan grandes como para
que maten a la víctima al primer o segundo golpe, pero
tampoco tan pequeñas que no puedan ser llamadas
piedras".
En el caso de
que la condena haya sido fruto de la confesión, como se
pretende en el caso de Sakineh Ashtiani, el juez tiene la
responsabilidad de arrojar la primera piedra. Si hubiera
habido testigos, serían estos quienes tendrían el dudoso
honor; a continuación, vendría el juez y el resto de los
presentes en la ejecución que por ley no pueden ser menos de
tres.
Dado que las
lapidaciones son muy polémicas, suelen celebrarse a puerta
cerrada y es por tanto difícil saber qué tipo de personas
acceden a participar en un castigo tan cruel. Hay que tener
mucho estómago para aguantar la lenta agonía que garantiza
el goteo de piedras hasta qué las hemorragias o la fractura
del cráneo causan la muerte. La película La Lapidación de
Soraya M., basada en el libro del mismo título de Freidoune
Sahebjam, permite acercarse a ese horror.
Al
menos siete mujeres y tres hombres esperan
a ser lapidados en Irán
Por
Elena Horrillo
El País, Madrid,14/07010
Sakineh
Mohammadi Ashtiani no es la única persona en Irán a la
espera de que se ejecute la pena de muerte a la que ha sido
condenada. El caso de esta iraní de 43 años y madre de dos
hijos ha saltado a la luz pública debido a la intensa campaña
para evitar su lapidación promovida por diversas
organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights
Watch. Una web que pide su liberación (http://freesakineh.org/)
ha recogido más de 89.000 firmas. Sin embargo, además de
Ashtiani, un total de siete mujeres y tres hombres podrían
ser lapidados en Irán en cualquier momento.
Una de estas
personas es Iran A, una mujer de la etnia bajtiari -un grupo
originario del sur de Irán- que fue condenada a cinco años
de cárcel por complicidad en el asesinato de su marido y a la
lapidación por adulterio. Según los informes de los que
dispone Amnistía Internacional, su marido la atacó con un
cuchillo al verla hablando con el hijo de un vecino, dejándola
inconsciente. Cuando despertó, su esposo había sido
asesinado con el mismo cuchillo con el que la había atacado,
y el presunto autor del crimen era el hijo de su vecino. Al
ser interrogada por la policía, supuestamente Iran confesó
haber cometido adulterio, algo de lo que se retractó más
tarde. En junio de 2007 se anunció que la sentencia había
sido revocada y que se repetiría el juicio, pero en esta
nueva ocasión la sentencia ha sido la misma. Iran está
recluida en la prisión de Sepidar en Ahvaz (al suroeste de Irán)
y desde febrero de 2009 no se tienen noticias de ella.
"Estoy
lista para ir a la horca, pero no deben lapidarme. A una la
estrangulan y muere, pero es muy duro soportar los golpes de
las piedras en la cabeza". Son palabras de Khayrieh V.,
otra de las mujeres condenadas en Irán que espera su lapidación
tras ser condenada también por complicidad en el asesinato de
su marido y por adulterio. Khayrieh V. sufría violencia de género
y comenzó una relación con un familiar de su marido, que
acabó matándolo. Ella confesó su adulterio pero negó
cualquier implicación en el asesinato de su esposo. A pesar
de ello, la sentencia fue ratificada y se encuentra a la
espera de que el presidente de la Magistratura, Ayatollah
Shahroudi, dé el visto bueno a su lapidación.
La lapidación
de Ashraf Kalhori estuvo a punto de llevarse a cabo en julio
de 2006 pero fue suspendida temporalmente por Shahroudi. Sin
embargo, el 23 de febrero de 2009, dos periódicos iraníes
informaron de que la comisión iraní de Amnistía y Clemencia
había rechazado su apelación, por lo que su lapidación podría
producirse en cualquier momento. Ashraf Kalhori fue condenada
a muerte por adulterio y a 15 años de cárcel por complicidad
en el asesinato de su marido. Ella mantiene que fue una muerte
accidental pero la policía iraní la acusó de mantener una
relación con un vecino, animando a este a matar a su pareja.
Como es habitual, la mujer confesó el adulterio en un primer
interrogatorio, retractándose después.
Según el código
penal iraní, vigente desde la Revolución iraní de 1979, el
delito ha de probarse por la confesión repetida del acusado o
el testimonio de cuatro testigos varones (o de tres mujeres y
dos hombres). Ante la dificultad de conseguir esto último y
en casos de presunto adulterio, el artículo 105 otorga a los
jueces -que en Irán son todos hombres- el derecho a condenar
a muerte por lapidación basándose exclusivamente en su
conocimiento documentado del acto.
Kobra Babaei
y Rahim Mohammadi tenían una hija de 12 años. Según las
informaciones de las que dispone Amnistía Internacional, el
matrimonio recurrió a la prostitución para mantenerse económicamente
tras meses sin encontrar trabajo alguno, por lo que ambos
fueron condenados a la lapidación por cometer adulterio
dentro del matrimonio. Rahim, además, fue declarado culpable
por sodomía, delito que también acarrea la pena de muerte en
Irán, aunque el método por el que esta se llevará a cabo ha
de decidirlo el juez. En este caso, Rahim fue ahorcado el 5 de
octubre de 2009. Su esposa, Kobra Babaei, espera su lapidación
tras haber sido ratificada su sentencia.
La lapidación
no es una pena aplicable solo a las mujeres en Irán, Mohammad
Ali Navid Khamami fue declarado culpable de adulterio por lo
que fue condenado a la ejecución por lapidación. El temor
por su vida aumentó cuando, en mayo de 2009, un portavoz de
la Magistratura iraní, después de confirmar que otro hombre
había sido lapidado unas semanas antes, evitó referirse al
hecho de que Mohammad Ali Navid Khamami estuviese esperando su
muerte en la prisión de Rasht.
De la misma
manera, Naghi Ahmadi, Bu Ali Juamfashani, Sarimeh Sajjadi,
Hashemi Nasab y una mujer identificada solamente como M. Kh
esperan también a que se ejecute su sentencia a muerte por
lapidación sin que ninguna organización haya conseguido
datos sobre su detención o su juicio.
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