Por
un movimiento de mujeres que
en todas partes se vea
Editorial
de Las Rojas, Boletín Nº 6, agosto 2010
Como
era de esperarse, el triunfo popular y democrático que fue la
legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo,
puso sobre la mesa otros puntos de los derechos de género que
siguen sin resolverse, sobre todo el derecho al aborto legal.
Si
bien el gobierno impulsó la ley, lo que terminó inclinando
la balanza hacia la aprobación fue el enorme repudio que la
Iglesia y la derecha política se ganaron durante este debate,
que trascendió largamente el ámbito parlamentario y se
instaló con fuerza en toda la población. Se hizo evidente
que, en el anhelo de derrotar a la Iglesia y sus intentos de
volver a la Edad Media, los que luchamos por los derechos de
las mujeres y las personas LGBT tenemos como aliada a mucha
gente, mucha más que la que se organiza habitualmente en el
activismo de género. Y a nuestro juicio, también quedó
demostrado que el gobierno de Cristina, a pesar de haber
estado a favor de esta ley, no es uno de nuestros aliados,
sino más bien un enemigo. ¿Cómo es esto?
El
gobierno se jugó a impulsar la ley de matrimonio como parte
de sus intentos de legitimarse por izquierda contra la oposición
de derecha. Pero, al contrario de su pelea por la ley de
medios, para la cual llamó a varias movilizaciones, incluso
con el movimiento Tupac Amaru, en este caso se cuidó muy bien
de no hacer demasiadas olas: su pelea no salió del debate en
los medios y el ámbito parlamentario, y no llamó a ninguna
acción en la calle que pudiera darle un cauce unificado y
contundente al gran rechazo popular hacia la Iglesia y la
derecha. La Federación LGBT se plegó estrictamente a esta
política del gobierno y tampoco llamó a movilizar, y el día
de la votación de la ley en el Senado se la pasaron tratando
de impedir que la gente que se había presentado espontáneamente
en el Congreso echara de allí a los militantes de la Iglesia.
La
Iglesia y la derecha sí pelearon con todas sus armas: presión
directa a legisladores, petitorio de firma obligatoria para
las familias de los alumnos de escuelas religiosas, el
proyecto alternativo que mencionamos, movilización el día
13, y el propio día 14, el de la votación, se instalaron en
la puerta del Congreso con una gran bandera "por la
familia de papá y mamá".
Ante
estos ataques, naturalmente la gente movilizada quiso
responder, porque la Iglesia venía teniendo mucha más
visibilidad que los que estábamos a favor, y venía avanzando
en el Senado. Los manifestantes autoconvocados expulsamos a
los curas del Congreso a pesar de los esfuerzos de la Federación
por impedirlo.
Una
pequeña situación que registramos ese día ilustra muy bien
esta política pusilánime del gobierno frente a la Iglesia y
las dificultades que se le presentan para llevarla adelante:
un pibe con la camiseta de la Federación se suma a encarar a
los curas para echarlos de la entrada del Congreso. Una
dirigente de esa organización lo conmina a retirarse. El pibe
le dice que no. La dirigente replica: "Entonces sacate la
camiseta de la Federación". El pibe, sin dudarlo, se la
saca y sigue arremetiendo.
A
él, y a todos los que se movilizaron espontáneamente,
hicieron campaña por su cuenta, discutieron con familiares,
pregonaron en el trabajo, agitaron en la escuela y festejaron
el golpe que la derecha recalcitrante recibió, va a ser muy
difícil convencerlos de que con esta ley es suficiente y que
hay que dejar los demás derechos para el tiempo de las
calendas. Además, en Argentina existe un movimiento de
mujeres formado por muchas organizaciones activas, que una vez
por año reúnen entre 15 y 20 mil mujeres en un Encuentro
Nacional. Parte de este movimiento tenía la esperanza de que
el gobierno K legalizara el aborto, y con el sainete de la guía
para el aborto no punible que el ministro firmó pero no firmó,
el gobierno empieza a pagar los laureles de progre que supo
conseguir. Si sumamos a todo esto los números bajados por
Human Rights Watch y la propia OMS sobre Argentina (ver artículo
sobre aborto) para comprender la magnitud de la catástrofe
social que significa la nula acción del Estado en cuanto a
derechos de las mujeres, la conclusión es una: al gobierno se
le va a hacer muy difícil resistir la presión por el derecho
al aborto, si el tema sale de la sordina de las oficinas
ministeriales y se empieza a decidir en la calle a viva voz.
Pero
para lograrlo, el movimiento de mujeres va a tener que hacer
como el pibe de la Federación: sacarse la camiseta y
arremeter. En primer lugar la camiseta del gobierno, porque,
al contrario que con la ley de matrimonio, tenemos al gobierno
en contra. Con la negativa rotunda a legalizar el aborto, con
la provincialización del reparto de anticonceptivos en los
hospitales (que en muchas provincias fue sinónimo de hacerlos
desaparecer), con un proyecto de ley sobre violencia que es más
de lo mismo, con una educación sexual pública que sólo
existe en los papeles, con la nula política del Estado para
el acceso de las mujeres al trabajo y a la vivienda, Cristina
demostró que a pesar de sus discursos y lamentos nunca se
puso la camiseta de los derechos de las mujeres.
La
segunda camiseta que hay que sacarse es la política de
accionar únicamente mediante el lobby parlamentario y los
acuerdos con funcionarios amigos, sostenida sobre todo por la
Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal (conocida
como Campaña Verde por el color de sus banderas), autora del
proyecto de ley presentado en el Parlamento. Si la pelea
parlamentaria, sumada a una dispersa expresión de apoyo
popular, alcanzó para sancionar la ley de matrimonio, fue
porque el gobierno la impulsaba, pero en el caso del aborto no
va a haber "libertad de conciencia" para los
legisladores K. A menos que la presión del movimiento en la
calle ponga al gobierno contra la pared, los avances
parlamentarios que puedan lograrse van a correr la misma
suerte que la guía sobre aborto no punible enviada a los
hospitales por "funcionarios amigos": el veto
(abierto o solapado).
Luego
de muchos años de lucha por el derecho al aborto, estamos en
una muy favorable situación para avanzar. Desde la aprobación
del matrimonio, la Iglesia se la pasa en reuniones donde
Bergoglio y Aguer se pelean para decidir quién de los dos fue
más estúpido. El gobierno ya empezó a sentir el peso de su
negativa a legalizar el aborto en cuanto el tema del aborto no
punible se les escapó "por error" del Ministerio de
Salud. Hasta los funcionarios de la ONU le reclaman a Cristina
que por lo menos maquille un poco la situación escandalosa de
las mujeres en Argentina. El Consejo Superior de la UBA se
pronunció a favor de la legalización. Los estudiantes de
varias facultades tomaron la iniciativa de Las Rojas de formar
comisiones de género, las cuales han decidido un plan de
actividades en función de movilizarse el 28/9 por el aborto
legal. Las encuestas expresan lo que vemos y oímos en la
calle: el apoyo a la legalización del aborto es creciente, y
la sensibilidad de la población hacia los problemas de género
se ha agudizado durante el debate por la ley de matrimonio, más
aún cuando salimos de él con un triunfo.
Es
hora de que el movimiento de mujeres se reúna, convoque y
lance una campaña militante en función de una gran
movilización el 28/9, Día Latinoamericano del Derecho al
Aborto, para exigir al gobierno la firma inmediata de la
resolución del aborto no punible y la aprobación del aborto
legal. Llamamos a la Campaña Verde y demás organizaciones de
mujeres y LGBT a reunirnos para lanzar esta campaña ya, con
pintadas, volantes, mesas en todas las ciudades del país
donde estemos, reclamos de pronunciamiento público a nuestros
dirigentes sindicales (en especial a la CTA, que participa de
los Encuentros Nacionales) y a los organismos de derechos
humanos.
Y
que de las facultades y de cada lugar donde nos estemos
organizando salga una delegación al Encuentro Nacional de
Mujeres para que desde allí se coordine el plan de lucha
nacional.
Las
Rojas ya comenzamos una serie de actividades por el aborto
legal. Te invitamos a sumarte a esta lucha desde tu lugar de
trabajo o estudio, a venir con Las Rojas al Encuentro Nacional
de Mujeres de Paraná (ver nota aparte) y a dar junto a
nosotras esta pelea para que este sea el Encuentro del derecho
al aborto.
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