La
Revolución Rusa
Un
triunfo para la clase obrera y para las mujeres
Por
Teresa López
Prensa
Socialista Nº 119, Noviembre-Diciembre 2011
Publicamos este artículo en esta
edición de Prensa Socialista para conmemorar la Revolución
Rusa, particularmente el avance que la Revolución de Octubre
provocó en cuanto a los derechos de las mujeres. Desde luego,
como en toda lucha los derechos no son regalados, sino que el
papel de las mujeres en la caída del régimen zarista y la
instauración del Estado Obrero en Rusia fue determinante, tal
como fue crucial el programa de los bolcheviques para
politizar a las mujeres rusas, muchas de ellas campesinas.
Aunque en la Rusia zarista las
mujeres no estaban organizadas por estar sometidas a la doble
jornada laboral y por tener un nivel cultural mucho más bajo;
las mujeres sí participaron del ascenso contra el régimen
zarista. Incluso, levantaron demandas para el pago de la
licencia por maternidad y la creación de guarderías en las fábricas.
Por iniciativa de las obreras textiles
(parte más oprimida del proletariado) fue el 23 de febrero
–Día Internacional de la Mujer– el día que inició la
ofensiva contra el zarismo. Las obreras se manifestaron
pidiendo pan, además de las demandas contra la autocracia y
la guerra.
Esta rebelión de las mujeres
tiene su sustento en la condición de esclavas de sus maridos
que les imponía el régimen zarista. La ley zarista establecía:
“la esposa debe obedecer a su esposo, cabeza de la familia,
servirlo en todo” (citado en La
liberación de la mujer, Carolina Lund). También, es
decisivo que la guerra imperialista llevaba tres años y que
muchas de las mujeres estaban casadas con soldados.
Las conquistas de la Revolución de Octubre
Con el derrocamiento del dominio
zarista–capitalista y la toma del poder por los soviets, se
abre la posibilidad real de reinventar la sociedad. Los
latifundios de la nobleza terrateniente fueron abolidos y la
tierra se nacionalizó. Además, se dieron los primeros pasos
rumbo a una economía planificada, lo cual trajo enormes
beneficios a la mujer obrera.
Las conquistas que las mujeres
obtienen con la Revolución de Octubre no se hicieron esperar,
pero más importante aún, no se limitaron a otorgar los
mismos derechos jurídicos y políticos que a los hombres,
sino que avanzaron para otorgarles real acceso a todos los
dominios culturales y económicos.
Estas conquistas fueron entre
1917 – 1927 y abarcaron
aspectos legales, económicos y educativos. Los bolcheviques
eran conscientes de que la liberación de la mujer suponía la
socialización del trabajo doméstico y la educación. Es
decir, la desaparición de la familia pequeño–burguesa como
unidad económica.
Los bolcheviques crearon un
departamento del partido dirigido a las necesidades de la
mujer (Zhenotdel) y se creó el Código de 1918. El matrimonio
se convirtió en un trámite muy sencillo, cuya única base
era el consentimiento mutuo. El divorcio se otorgaba cuando
algún miembro de la pareja lo solicitaba.
El código de 1918 eliminó la
distinción entre los hijos “legítimos” e “ilegítimos”,
al poner en su lugar la formulación “hijos cuyos padres no
estén en un matrimonio registrado”. Así, una mujer podía
reclamar la manutención infantil de un hombre con el que no
estuviera casada.
Se llevó a cabo el programa de
seguro de maternidad de 1918, diseñado e impulsado por
Alexandra Kollontai, primera Comisaria del Pueblo para el
Bienestar Social y presidenta del Zhenotdel de 1920 a 1922. La
ley otorgaba ocho semanas de licencia de maternidad plenamente
remunerada, recesos para la lactancia e instalaciones de
descanso en las fábricas, servicios médicos gratuitos antes
y después del parto y bonos en efectivo.
En 1920, el gobierno soviético
emitió un decreto anulando la penalización criminal del
aborto. Se resolvió que el aborto se llevara a cabo
gratuitamente en los hospitales del Estado, donde las mujeres
gozaran de la máxima seguridad en la operación.
Los bolcheviques también
abolieron las leyes contra los actos homosexuales y todas las
formas de actividad sexual consensual. El director del
Instituto de Higiene Social de Moscú, Grigorii Batkis, explicó
la posición bolchevique en un folleto de 1923 titulado La
revolución sexual en Rusia: “La legislación soviética
se basa en el siguiente principio: declara la absoluta no interferencia del Estado y la sociedad en asuntos
sexuales, en tanto que nadie sea lastimado y nadie se
inmiscuya con los intereses de alguien más”.
En síntesis, el programa
bolchevique de 1917 tenía como tarea principal desterrar los
prejuicios heredados por los sectores más atrasados del
proletariado y el campesinado, es decir, extirpar las viejas
costumbres y evitar que las condiciones de vida estuviesen en
un nivel inferior del que permitían las posibilidades económicas.
La economía planificada en relación con las mujeres
En la etapa de transición
indefectiblemente las condiciones económicas son limitadas,
se promueve la acumulación socialista en manos del
Estado Obrero y estas condiciones no permiten plenamente la
liberación de la mujer. Sin embargo, Trotsky junto a la
Oposición de Izquierda insistió en la necesidad de
industrializar el país y planificar sistemáticamente su
economía.
Para Trotsky el destino de la
madre y del niño dependía de dos aspectos. El primero, el
desarrollo de las fuerzas productivas y, el segundo, la
distribución de la riqueza. La estructura social del Estado
Obrero debe aspirar a alcanzar patrones y objetivos superiores
a los del capitalismo, pero como el capitalismo era
incomparablemente más rico que Rusia, la tarea inmediata era
alcanzarlo, para luego dejarlo atrás. (Trotsky, La
protección a las madres y la lucha por la elevación del
nivel cultural)
En este marco, es crucial el alto
nivel tecnológico y de organización de la producción, pues
es condición competir mundialmente con las mejores tecnologías
y superarlas, así es posible el éxito de la estructura
social y obtener las condiciones socioeconómicas necesarias
para la plena liberación de las mujeres (eficiente
socialización del trabajo doméstico) y verdaderamente
garantizar los derechos ya otorgados, como el aborto.
Para Trotsky la construcción del
socialismo, al asegurar la situación de las madres y los niños,
solo será posible si la economía crece. Desde luego, para
que la economía crezca es necesaria su planificación, pero
retomando a Roberto Saénz: “la
planificación es hasta cierto punto una intervención de la
política– y de las valoraciones– en la economía” (La
dialéctica de la transición socialista, en Prensa
Socialista N° 106).
La Oposición de Izquierda fue
tajante en que el cuidado de los niños resulta más barato en
la institución pública que en el seno de la familia, pero
que solo se lograría si la organización social aprendiera a
satisfacer estas necesidades mejor que la familia. (Trotsky, Construir
el socialismo significa emancipar a las mujeres y proteger a
las madres).
En 1920 la industria había prácticamente
colapsado por la guerra civil y los campesinos del sur
empezaban a rebelarse contra la requisición forzosa de grano,
por lo que se implementó la Nueva Política Económica para
reavivar la producción y mantener la alianza con el
campesinado.
La NEP produjo el desarrollo de
la industria, pero trajo consigo un impacto negativo de en las
mujeres. Surgió la discriminación contra las mujeres en
contrataciones y despidos, especialmente dado el costo de las
licencias de maternidad y la protección en el trabajo durante
el embarazo y la lactancia. La mitad de las guarderías y
hogares para madres solteras se vieron obligados a cerrar. Sin
embargo, incluso dentro de los límites impuestos por el
aislamiento nacional y la debilidad económica, la degradación
del estatus de la mujer no estaba predeterminada, sino que
estuvo condicionada por una lucha política respecto a medidas
gubernamentales.
La burocratización del Estado Obrero ruso
La miseria socializada introdujo
una burocratización dirigida por Stalin para obtener
privilegios en detrimento de las condiciones de vida de la
clase obrera y las mujeres, así como de la democracia obrera.
“El regreso a las relaciones fundadas sobre el dinero provoca
inevitablemente un nuevo aumento de la prostitución y de la
infancia abandonada. En donde hay privilegiados, también hay
parias” (Trotsky, La revolución traicionada).
Después de que el Estado fue
incapaz de socorrer médicamente a las mujeres que debían
realizarse un aborto, el Estado se lanzó a prohibirlo, las
castigadas eran las obreras y las campesinas. En cuanto a las
mujeres privilegiadas contaran con la mirada de una justicia
benévola.
“La
condición de la madre de familia, comunista respetada que
tiene una sirviente, un teléfono para hacer sus pedidos a los
almacenes, un auto para transportarse, etc., es poco similar a
la de la obrera que recorre las tiendas, hace las comidas,
lleva a sus hijos del jardín de niños a la casa–cuando hay
para elle un jardín de niños–. Ninguna etiqueta socialista
puede ocultar este contraste social no menos grande que el que
distingue en todo país de Occidente a la dama burguesa de la
mujer proletaria” (Ibíd.).
La
burocracia que usurpó la bandera de la revolución de octubre
expropió a la clase obrera y a las mujeres de sus conquistas,
condujo –parafraseando a Trotsky– a que los esfuerzos de
los trabajadores y las mujeres por sacudirse el yugo al precio
de su sangre, no fueran más que para cambiar de cadenas.
La
Revolución de Octubre generó una serie de conquistas para la
clase obrera y las mujeres que posibilitaron su emancipación,
pero el programa bolchevique no alcanzó a llevarse a la práctica
totalmente y en la década del 30, hubo grandes retrocesos que
cambiaron radicalmente muchas de las conquistas logradas por
las mujeres, retornando a la familia tradicional. Sin embargo,
la Revolución Rusa demostró que únicamente la clase obrera
forjando su destino puede liberarse de sus cadenas y que
solamente la revolución socialista posibilita realmente la
liberación de las mujeres mediante el trabajo doméstico
socializado.
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