7
de febrero de 2006–7 de febrero de 2009
Tres
años después de la victoria de René Préval
¿dónde estamos?
Por
Wooldy Edson Louidor
ALAI, América Latina en Movimiento, 06/02/09
Puerto
Príncipe.– El 7 de febrero de 2009 marca el tercer
aniversario de la victoria de René Garcia Préval en las
elecciones presidenciales en Haití, una victoria que el
pueblo defendió forzando al Consejo Electoral Provisional
(CEP) de entonces a proclamarla. Tres años después, ¿dónde
estamos?
A
nivel electoral
Los
problemas electorales siguen presentándose en el país,
pero ahora con un nuevo CEP y a otro nivel: el de la
preparación de los comicios para completar un tercio del
Senado de la República (12 senadores) que quedó vacante
desde el 9 de mayo del año pasado.
El 7 de
febrero del año en curso, un decreto presidencial anunció
que se realizarían las elecciones senatoriales el próximo
19 de abril. El proceso de registro de las candidaturas se
abrió enseguida, pero algunas organizaciones de la sociedad
civil denuncian a varios candidatos que habrían participado
anteriormente en crímenes durante los regímenes anteriores
o que la justicia haitiana o americana habría estado
persiguiendo por presuntas malversaciones de fondos públicos
o por sus supuestas implicaciones en el tráfico de drogas.
Efectivamente,
el CEP acabó de rechazar las candidaturas de 40 aspirantes
(de un total de 105) al Senado, entre los cuales todos los
candidatos miembros del partido Lavalas que pertenece al ex
presidente haitiano Jean–Bertrand Aristide.
Algunos de
los candidatos afectados han amenazado a miembros de dichas
organizaciones, mientras el local del CEP está custodiado
por las fuerzas del orden para prevenir eventuales ataques.
Se prevé que la realización de los próximos comicios
senatoriales podría enfrentar diversos obstáculos.
A
nivel de política
Mientras
tanto, el actual presidente haitiano acompañado de dos de
sus ministros, de miembros de su gabinete y de otros altos
funcionarios está de visita en Washington para encontrarse
con el equipo de la nueva administración de Barack Obama
con el fin de buscar más apoyo y asistencia de parte del
poderoso vecino.
La
estabilización política lograda hasta ahora en Haití
sigue siendo fragilizada porque, el pasado 28 de enero, 8
parlamentarios americanos impulsaron en la Cámara de
representantes de su país la introducción de un proyecto
de ley para la constitución de una comisión independiente
de investigación sobre el papel que jugó el gobierno
americano de entones en el derrocamiento del ex presidente
haitiano Jean–Bertrand Aristide.
Este tipo
de iniciativas tomadas por el Partido Demócrata actualmente
en el poder y muy cercano al ex jefe de estado haitiano
crearán más
expectativas en el seno de sus partidarios en Haití que están
ahora divididos, pero que pueden volver a actuar como un
solo partido en cualquier momento. La figura de Aristide,
que fue forzado a dejar el país el 29 de febrero de 2004 en
medio de una crisis política y social muy aguda, sigue
siendo un factor que divide la sociedad haitiana.
A
nivel socio–económico
Las
condiciones de vida del pueblo no han mejorado durante los 3
años de la segunda presidencia de Préval (su primer
mandato duró de 1996 a 2001), según lo que han expresado
varios representantes de organizaciones de la sociedad civil
haitiana.
La actual
primera ministra, Michèle D. Pierre–Louis, que recibió
un gran apoyo a nivel nacional e internacional para su
accesión a este puesto, no ha podido movilizar los recursos
necesarios y adoptar las políticas públicas adecuadas para
atacar los grandes problemas que enfrenta la población
tales como el hambre, la falta de servicios sociales y de
infraestructuras, la violación sistemática de los derechos
socio–económicos, entre otros.
La razón
de esta ineficacia consiste, según algunos dirigentes de
organizaciones, en que el gobierno sigue aplicando una política
neoliberal que le dictan los organismos de financiamiento
internacional. Los ejes fundamentales de esta política no
giran en torno a la mejora de la calidad de vida de la
población, sino en el mantenimiento de la estabilización
de los indicadores macroeconómicos y la reducción de los
gastos sociales, argumentan dichos activistas sociales.
Por lo
tanto, concluyen que, por más que el actual gobierno
implemente algunas acciones sociales focalizadas tales como
micro–proyectos para algunas zonas afectadas por los
huracanas que golpearon el país el año pasado, no tendrá
resultados eficaces en la lucha contra la pobreza y la
exclusión social.
Consecuencias
Como
consecuencias de este empeoramiento de la situación
socio–económica y política de Haití, la mayoría de sus
altos recursos humanos (más del 80% de los y las que tienen
un título universitario) abandonan el país para ir a
establecerse mayoritariamente en Estados Unidos y en Canadá
que les ofrecen mejores oportunidades de vida y de empleo.
Los
haitianos que no califican profesionalmente no tienen otra
opción para huir de la miseria sino arriesgar sus vidas en
veleros peligrosos para dirigirse hacia las otras Islas del
Caribe y las costas americanas de Florida o hacia la
frontera con República Dominicana en situación irregular.
Por
ejemplo, 25 viajeros, entre los cuales había muchos
haitianos, que iban en un velero sobrecargado naufragaron el
19 de enero pasado en las Islas Vírgenes Británicas en el
Caribe. Uno de los migrantes murió y 10 desaparecieron,
luego de que la embarcación se estrelló contra un
arrecife.
Estos tipos
de tragedias que ocurrieron el año pasado amenazan con
intensificarse este año, ya que la desesperación lleva
cada vez más a la gente a huir de su país.
En la República
Dominicana, país vecino, la situación de los migrantes
haitianos y de sus descendientes sigue siendo “funesta”,
para repetir el mismo adjetivo utilizado por la Comisión
Dominicana de los Derechos Humanos en su informe anual
(2008) que se publicó el 14 de enero de 2009.
El anti–haitianismo
sigue penetrando cada vez más todos los estamentos del
poder y los intersticios de la sociedad dominicana. Mientras
que las autoridades toman cada vez más medidas y políticas
para des–nacionalizar a los dominicanos de origen haitiano
y así quitarles su derecho a la ciudadanía dominicana y a
gozar de todos sus derechos. Algunos grupos
ultranacionalistas no dejan de infundir sus prejuicios anti–haitianos
y racistas en las comunidades de este país. La propagación
de esos discursos, que culpabilizan a los migrantes
haitianos de todos los males que sufre el país, ha
provocado actos de violencia contra
ellos en algunas comunidades dominicanas.
Tres años
después de que el pueblo haitiano se manifestó en las
calles para defender su voto, hoy no parece evidente que el
pueblo haría el mismo gesto. ¿Será que ya no cree en la
democracia? ¿O más bien se desilusionó de la esperanza
que le prometió Préval?
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