Ante
la catástrofe humanitaria en Haití
La
responsabilidad no es sólo de la naturaleza,
es también
del capitalismo colonial
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Solidaridad con el pueblo de Haití
Fuera las tropas de ocupación
del imperialismo yanqui y la ONU
¡Ayuda humanitaria, sí!
¡Ocupación militar, no!
Socialismo o Barbarie, periódico, 22/01/10
La tragedia de Haití ha conmovido a los pueblos del mundo. La magnitud de
este drama obliga a despejar la nube de mentiras con que se
lo pretende maquillar.
No es sólo un “castigo de la naturaleza”. En ningún lugar del mundo
donde vivan millonarios, un terremoto provoca nada parecido.
La prueba está en el mismo Haití. Como informa el
corresponsal del diario El País de Madrid, “en Pétion
Ville, el barrio acomodado, los ricos salieron casi
indemnes... Los habitantes del distrito privilegiado de
Puerto Príncipe escaparon del terremoto sin un rasguño”
(El País, 19/01/10). ¡Tenían dinero suficiente
para construcciones antisísmicas!
Pero a esta catástrofe muy poco “natural” se le ha sumado otra: con
el pretexto del terremoto, EEUU ha invadido Haití. La
ocupación militar yanqui se suma así a la de las tropas de
la ONU que están desde el 2004: una ocupación que venía
siendo cada vez más repudiada y combatida por el pueblo
haitiano.
Después del golpe en Honduras y del establecimiento de siete bases en
Colombia, el imperialismo yanqui aprovecha ahora el
terremoto para establecer una administración colonial
directa en Haití.
Hacemos un llamado a rechazar la intervención de EEUU y demás potencias
imperialistas. No nos oponemos a la ayuda humanitaria que
vaya llegando, provenga de donde provenga. Pero la ocupación
militar de EEUU y/o de la ONU, no es ninguna “ayuda”. Ha
sido y será para someter aún más a los trabajadores y el
pueblo.
Que sea el pueblo trabajador de Haití el que, mediante sus organizaciones
sindicales, estudiantiles y campesinas, tome en sus manos
las tareas contra la barbarie producida por el terremoto y
la administración de la ayuda internacional. ¡Fuera la
ocupación colonial!
Llamamos,
entonces, a todas las organizaciones políticas y sociales
obreras y populares a movilizarnos en solidaridad con el
pueblo de Haití y en repudio a la intervención de
EEUU y demás imperialismos.
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El
pasado 12 de enero un sismo de 7.3 grados en la escala de
Ritchter desató una verdadera catástrofe humanitaria en la
República de Haití. De acuerdo a los primeros cálculos
brindados por la Cruz Roja, la cantidad de personas
fallecidas por el terremoto oscilaría entre las 45 mil y 50
mil, mientras que el gobierno haitiano estima que la cifra
podría alcanzar las 100 mil víctimas fatales.
Independientemente de cual de estas estimaciones resulte más
certera, es incuestionable que esta catástrofe es de
dimensiones gigantescas, una de las más grandes que se
haya vivido en la historia sobre el territorio de Latinoamérica.
Desde
la Corriente Socialismo o Barbarie Internacional,
consideramos que la actual catástrofe humanitaria en Haití
no debe enfocarse como una simple consecuencia de un
“desastre natural”; por el contrario, interpretamos que
la misma tiene largas raíces históricas y es de carácter
político.
Es
que este terremoto, y sus desastrosas repercusiones, tan sólo
ha venido a acentuar aún más la situación de barbarie
económico-social a que ha estado sometido el pueblo
haitiano tras siglos de expoliación imperialista; el
desastre natural se ha superpuesto sobre un verdadero
desastre social, que toma forma en un raquítico
estado capitalista colonial donde se han realizado más
de 160 golpes de estado; donde el 80% de su población vive
en la pobreza; donde el 30% del PIB es producido por el envío
de remesas y el 60% del presupuesto nacional proviene de
donaciones internacionales….
Una
catástrofe humanitaria con largas raíces históricas…
En
sus doscientos años de vida “independiente”, Haití ha
sido víctima de un feroz
saqueo por parte de las potencias imperialistas –en
particular los Estados Unidos y Francia-, las cuales han
utilizado a sus organismos internacionales –FMI, Banco
Mundial, ONU- y a sus fuerzas militares para garantizar la
más efectiva expoliación de este país caribeño.
El
largo martirio del pueblo haitiano con las potencias
imperialistas inició pocos años después de su
independencia de Francia en 1804. La misma fue conquistada
mediante una verdadera revolución política y social (el
más importante proceso de la independencia latinoamericana)
que emancipó a la población negra y fue un
ejemplo para toda la América hispana.
Sin
embargo, como era de esperar, esto provocó la furia del
imperialismo galo (y no solamente de él, también de España
y demás potencias imperiales), el cual no tardó mucho en
idear una forma más “sutil” de continuar con la
explotación de su ex-colonia caribeña: le impuso -de
manera ilegal- el pago de una compensación económica
por las propiedades perdidas con la independencia.
De
esta forma, la joven nación haitiana tuvo que cancelar
desde 1825 hasta 1947 la astronómica cifra de 21 mil
millones de dólares para compensar los “perjuicios”
económicos provocados a los capitalistas franceses,
cantidad que supera en más de 19 mil millones de dólares
la actual deuda externa haitiana.
Pero
la rapiña imperialista no provino solamente de Francia,
sino que también contaría (y cuenta) con la participación
de los Estados Unidos, que conformé aumentó su poderío
político-militar, se fue haciendo del control de la antigua
zona de influencia europea en Latinoamérica y el Caribe.
Una buena muestra de esto son las tres invasiones
imperialistas (1915, 1994 y 2004) y los 19 años de
ocupación militar estadounidense (1915-1934).
Además
de las intervenciones militares directas, el imperialismo
estadounidense aplicó en Haití formas de dominación más
indirectas por medio del establecimiento de gobiernos de su
confianza.
Así,
los Estados Unidos apoyaron a la dictadura militar-dinástica
de los Duvallier (1957-1986), la cual jugó un papel
destacable como contención de la revolución cubana en el
Caribe y que en su momento no presentó el menor reparo en
masacrar al movimiento obrero y popular haitiano por medio
de su policía y organizaciones paramilitares (los llamados
“Tonton Macoutes”), además de saquear las arcas
estatales y endeudar al país con los organismos
internacionales -un 40% de la deuda externa actual haitiana
se originó durante la dictadura de los Duvallier-.
Un
caso reciente: la ocupación de la MINUSTAH
Pero
las intervenciones militares imperialistas en Haití no
hacen parte de un pasado lejano, puesto que en el 2004 los
Estados Unidos y Francia encabezaron una nueva intervención
militar bajo la máscara de la ONU, con la supuesta
finalidad de “estabilizar” políticamente al país.
Fruto
de esta invasión se instaló la “Misión de Estabilización”
–escandalosamente liderada por el gobierno de Lula, en su
política de postular al Brasil como potencia regional-, que
en realidad es un nombre elegante para denominar a una
ocupación militar que persiste hasta la fecha.
Tras
seis años de ocupación militar de la MINUSTAH, las
condiciones de vida del pueblo haitiano no solamente han
mejorado en lo absoluto, sino que ahora mismo ocurre la
inmensa catástrofe que se está viviendo, lo que deja en
claro que las fuerzas de la ONU tan sólo han actuado en
función de garantizar los intereses del imperialismo en ese
país.
Para
explicar de mejor manera esto que acabamos de indicar, basta
con repasar algunos índices socioeconómicos de Haití
durante la ocupación de la MINUSTAH, que sin lugar a dudas
tenderán a empeorarse hasta el infinito tras el terremoto:
•
Un
80% de la población vive en la pobreza, lo cual hace de
Haití el país más pobre del Hemisferio.
•
Aunque
el salario mínimo oficial es de 1,80$ diarios, se estima
que más de la mitad de las y los trabajadores tan sólo
recibe 44 céntimos de dólar al día.
•
75%
de la población no tiene acceso al agua potable
•
49% de las y los niños haitianos no asiste a la escuela
•
Debido a la miseria extrema, gran parte de la población
haitiana se alimenta con “galletas” de barro seco
amarillo, el cual mezclan con sal y grasa vegetal con tal de
sobrevivir ante la imposibilidad de comprar mejores
alimentos.
•
Mientras
todo esto sucede, el mantenimiento de las fuerzas de ocupación
de la MINUSTAH –poco más de 9 mil personas- durante seis
años ha significado una inversión de 700 millones de dólares
para el gobierno brasileño y unos 3.200 millones de
dólares para la ONU.
¡Por
la solidaridad obrera con el pueblo de Haití!
¡Fuera las tropas imperialistas de Obama y la ONU!
Resulta
claro que la histórica expoliación de Haití a manos del
imperialismo –en colaboración con los capitalistas
haitianos- es la verdadera causa de la catástrofe
humanitaria en este país. Por esto, es absurdo pensar
que van a ser los países imperialistas y la ONU quienes
resuelvan la actual crisis humanitaria.
Más
allá de sus lamentos y discursos de corte
“humanitario”, para el imperialismo lo fundamental es
garantizar que, en el marco de la actual crisis social en
Haití, el país permanezca lo suficientemente estable
como para garantizar la continuidad de sus intereses económicos.
En
este sentido, la ayuda “humanitaria” que ha prometido
Obama (5500 soldados y una verdadera flota naval al mando de
la cual estaría el mismísimo George W. Bush…) y compañía
para nada pone en cuestión el modelo de país que durante décadas
ha sumido en la miseria a millones de haitianos y que
ahora condena a los trabajadores y el pueblo haitiano a
sufrir impunemente una catástrofe sin precedentes.
Por
todo esto, desde la Corriente Socialismo o Barbarie
Internacional rechazamos la intervención de los EEUU y
demás potencias imperialistas.
Hacemos
un llamado a que sea el pueblo trabajador de Haití
el que, mediante sus organizaciones sindicales y de
lucha, tome en sus manos la organización de las tareas
contra la barbarie producida por el terremoto.
Desde
ya que no nos oponemos a la ayuda humanitaria que vaya
llegando –provenga de donde provenga- y que es
absolutamente necesaria. Pero esta no debe estar en manos de
gobiernos como el de Obama (o organizaciones imperialistas
como la ONU).
Debe
estar en manos de las propias organizaciones de los
explotados y oprimidos del país, más aun cuando los
propios medios de comunicación están dando cuenta -en
estos mismos momentos- acerca del “vacío de poder” que
reina en la isla y de la inutilidad del gobierno de Rene
Preval (agente del imperialismo), que no pudo prever la catástrofe.
Al
mismo tiempo, hacemos un llamado a las organizaciones
obreras de todo el continente, a los partidos de izquierda,
a los sectores que se consideran democráticos, a poner en
marcha la más amplia asistencia que pueda ser posible, para
extenderle un brazo de solidaridad humanista, obrera y
socialista al pueblo haitiano.