La tragedia del terremoto de Haití
ha vuelto a poner sobre el tapete las teorías de los medios
de comunicación occidentales acerca de los “Estados
fallidos”, condición que adjudican a Haití.
Un
somero repaso a la historia haitiana permitirá comprender
que Haití no es un “Estado fallido” sino un país que,
pese a la heroica resistencia de sus habitantes, sigue
siendo devastado por las políticas imperialistas impuestas
en todo el planeta por la autoproclamada Civilización
Occidental.
Debemos
comenzar este repaso por el imperio español que, luego de
ocupar una isla de las Antillas (habitada por las etnias
arawak, caribes y taínos), a la que bautizó como La Española,
hoy repartida entre Haití y la República Dominicana, la
convirtió en el primer puesto de avanzada de ese Imperio.
Al
frustrarse la esperanza de encontrar oro, los colonizadores
dedicaron La Española a las plantaciones y experimentaron
allí diversas formas de someter (con “repartimientos”
primero y con “encomiendas” después) a su población
nativa, para utilizarla en las explotaciones agropecuarias,
reprimiendo brutalmente las sublevaciones y contagiando a
los nativos enfermedades europeas para las que sus
organismos no tenían un sistema inmunitario adecuado.
Esto
provocó que, en menos de medio siglo, prácticamente se
extinguiera casi la totalidad de sus nativos. Las cifras de
esta mortandad no son coincidentes, pero según los
historiadores varían desde algunos cientos de miles de
nativos hasta los tres millones de los que hablaba Fray
Bartolomé de las Casas.
De
todos modos, sea cual fuere la cifra, no hay duda de que,
por la violencia planificada de los colonizadores y por las
enfermedades diseminadas por ignorancia, España tiene en su
conciencia histórica la responsabilidad del genocidio de
los amerindios nativos de La Española.
Posteriormente,
en 1517 ante la desaparición de la mano de obra nativa,
Carlos I de España y V de Alemania autorizó la trata de
negros esclavos, dando comienzo un proceso que definiría la
actual fisonomía étnica y cultural de ese país.
Ésa
fue la primera tragedia de Haití, que no fue espontánea ni
provocada por sus habitantes, sino causada por la codicia de
Occidente.
Más
tarde, Francia se aprovechó del desinterés de España por
la parte occidental de la Isla y, por medio de sus bucaneros
(desde la Isla de la Tortuga), se apoderó gradualmente de
ese sector occidental de La Española (lo que hoy es Haití)
hasta que finalmente España se lo cedió a Francia en 1697.
Los
franceses convirtieron ese sector occidental, al que
llamaron Saint Domingue, en una de las colonias más ricas
de Francia gracias a sus plantaciones trabajadas por los
esclavos negros traídos de África.
El
Haití colonial francés, en el último tercio del siglo
XVIII y bajo un duro sistema esclavista, tenía una población
de apenas 20.000 personas blancas, 30.000 mulatos libres y
casi 800.000 esclavos que trabajaban las plantaciones de azúcar,
tabaco, añil, algodón, etc.
La
riqueza de Saint Domingue hizo que los franceses la
denominaran “La Perla de las Antillas” ya que producía
el 60% del café y el 40% del azúcar que se consumía en
toda Europa.
En
1749 Francia, enfrentada con Inglaterra, apoyó la
independencia de las colonias americanas y un contingente de
nativos de Saint Domingue combatió junto a los americanos
contra las tropas inglesas lo que, quizás, aportó una
experiencia bélica a esos negros y mulatos que luego lucharían
por su independencia.
En
1789, aunque la Revolución Francesa había proclamado que
todos los hombres eran iguales, los colonialistas franceses
no respetaron ese criterio con los esclavos de Saint
Domingue.
Así,
se produjo una sublevación de esclavos en 1971 en el norte
de la isla, comandada por el jamaicano Boukman (que
procuraba que se respetaran con los negros esclavos los
Derechos del Hombre y del Ciudadano establecidos por la
Revolución Francesa).
En
esa sublevación, brutalmente reprimida por las tropas de la
metrópoli colonial, participó, como subordinado de Boukman,
quien luego sería conocido como Toussaint Louverture, cuyo
prestigio creciente lo llevaría a comandar tiempo después
el proceso de la revolución haitiana.
Posteriormente,
en 1792, la Asamblea Francesa otorgó la ciudadanía a los
hombres libres de color (mulatos), pero inicialmente no
concedió la libertad a los esclavos.
Sin
embargo, en 1794 aquella Asamblea declaró abolida la
esclavitud en todas sus colonias.
En
1795 el sector español de la isla (lo que hoy es la República
Dominicana) pasó a manos de Francia. Al abolirse la
esclavitud, las plantaciones disminuyeron notablemente la
producción, y pese a que Toussaint Louverture intentó
recuperar el nivel de producción por medio de trabajos
forzosos de los ex esclavos negros, la producción siguió
cayendo.
En
1801 Louverture propuso a Francia una constitución en la
que Sainte Domingue seguiría siendo una colonia de Francia,
pero con una gran autonomía y sin esclavos.
Napoleón,
con un poder creciente en Francia y deseando recobrar para
financiar su proyecto político los ingresos de “La Perla
de las Antillas”, presionó a España para que le cediera
la colonia española de Luisiana, una enorme superficie de
América del Norte que ocupaba totalmente los actuales
estados de Arkansas, Oklahoma, Missoury, Kansas,
Nebraska,Iowa, South Dakota y parcialmente los estados de
Louisiana, Texas, New México, Colorado, Minnesota, North
Dakota, Wyoming y Montana.
En
1801, Napoleón respondió a la propuesta de Toussaint
Louverture enviando una flota con un ejército de 25.000
soldados para reimplantar la esclavitud en Saint Domingue.
Esto provocó la reanudación de la sublevación bajo el
mando de Toussaint Louverture, quien hasta 1802 luchó
contra los franceses, los españoles y los ingleses (que
también habían invadido la Isla) intentando ocupar la
parte oriental y decretando la abolición de la esclavitud
en ese sector (hoy República Dominicana) pero fue rechazado
por los franceses al mando de Ferrand y, posteriormente,
capturado y deportado a Francia donde moriría en prisión.
Ante
el restablecimiento de la esclavitud en las colonias
francesas, Dessalines, un general negro de Louverture, se
amotinó contra las tropas de Napoleón, que habían
derrotado a Louverture, y tras dos años de luchas las
derrotó en la batalla de Vertieres, expulsándolas de la
isla y proclamando la independencia de Haití en 1804.
De
esta manera, Haití se convirtió en la segunda nación
americana independiente, después de USAmérica, y la
primera en América Latina, siendo la primera república
negra en la Historia.
Pero
al abolirse la esclavitud la economía de Haití se deterioró
rápidamente ya que la extraordinaria riqueza de “La Perla
de las Antillas” sólo era sostenible con base en el
trabajo no pagado de los esclavos.
Además,
y debido a la completa ausencia de un proceso civilizador
por parte de Francia, los conflictos siguieron en Haití por
la diferencia de intereses entre las autoridades mulatas y
los afrodescendientes puros.
Hay
que señalar que estos conflictos fueron otra consecuencia
del racismo inherente a una gran mayoría de europeos. Este
racismo francés, exacerbado por el colonialismo(que no sólo
no civilizó nada sino que fomentó las diferencias entre
blancos, negros y mulatos) llegó al colmo de que los
mulatos, para sentirse menos despreciados por los blancos,
establecieron una graduación de mezcla de sangres y fijaron
una tipología de mestizaje que incluía 32 tipos diferentes
de mulatos según la mayor o menor “blancura” de su
sangre.
Ésta
fue la segunda gran tragedia de Haití, que tampoco fue
espontánea o provocada por los habitantes de Haití y también
es consecuencia de la codicia occidental. Además, demuestra
la falsedad de que Occidente es sinónimo de civilización
ya que los franceses, al retirarse, no dejaron nada valioso
ni perdurable en su ex colonia.
Si
los franceses, como antes los españoles, hubieran tenido
una mínima intención de civilizar a los esclavos de origen
africano (suponiendo que hubiera sido aceptable arrancar a
millones de pobladores de África para hacerlos trabajar
gratis en América en condiciones inhumanas), habrían
promovido el desarrollo cultural y político de esa inmensa
masa de esclavos y habrían establecido una economía
sostenible sin recurrir al trabajo no remunerado de dichos
esclavos. En ese caso, otra hubiera sido la historia de Haití
(como la de todas las colonias de la “Incivilización”
occidental en América, África y Asia).
Posteriormente,
Haití vivió un largo período, hasta 1820, de luchas
intestinas por el poder, que finalizó en 1820 cuando se
instauró una república. Sin embargo, la independencia de
Haití no fue reconocida por la mayoría de las potencias
occidentales.
USAmérica,
país esclavista, recelaba de un país dirigido por ex
esclavos y Thomas Jefferson se negó a reconocer a Haití.
Al mismo tiempo, el Congreso de USAmérica prohibió el
comercio de sus ciudadanos con Haití, colaborando con los
bloqueos de Francia y España a la nación recién
independizada.
En
1826, Haití obtuvo el reconocimiento de Francia a cambio de
comprometerse a pagar 150 millones de francos en oro. Después,
Inglaterra hizo lo propio. No fue hasta la década de 1860
–bajo la presidencia de Lincoln– cuando Haití fue
reconocida por USAmérica.
De
tal manera, los haitianos sufrieron un largo bloqueo
internacional y los conflictos socioculturales derivados de
la cultura racista impuesta por el colonialismo. Esto
mantuvo durante muchos años al país en la anarquía hasta
que en 1915 fueron invadidos por los marines usamericanos.
Lo
primero que hicieron los marines fue atracar el tesoro del
Banco de Haití y robaron todo el dinero que había en él
(equivalente a 500.000 dólares de esos años, una fortuna)
que fue llevado en una nave yanqui a USAmérica y depositado
en las cajas del City Bank.
La
historia del sometimiento de Haití a los mandatos
usamericanos es demasiado larga para detallarla aquí.
Baste
señalar que la economía y las aduanas de ese país estaban
en manos de los yanquis, quienes permanecieron como ejército
invasor y ocupante por 19 años hasta 1934 en que se
retiraron, aunque mantuvieron controles indirectos sobre la
economía de Haití hasta 1947.
El
objetivo de USAmérica en Haití era convertirla en un país
colonial disimulado como los que ya existían en el resto de
América central, donde los trabajadores nativos eran
virtualmente esclavos.
Durante
esa ocupación las tropas usamericanas reprimieron duramente
los alzamientos del pueblo y en una de esas represiones, en
1918, causaron más de 6.000 muertes.
Después
de 1934 Haití debió sumar a sus crónicos problemas
raciales y políticos las consecuencias de la crisis mundial
de 1930 y de la ocupación yanqui. De tal manera, la
inestabilidad (antes sofocada por la represión de las armas
yanquis) se hizo nuevamente presente y hubo un breve período
de autoridades elegidas y golpes de Estado, en los que
participaban USAmérica y la dictadura dominicana de Rafael
Leónidas Trujillo.
Finalmente,
en 1949 tomó el poder una junta militar, que se mantuvo en
el poder hasta 1957 cuando fue elegido François Duvalier
(Papa Doc), un médico respetado y apoyado por los
militares, que muy pronto instauró una dictadura vitalicia
y sangrienta (con el apoyo financiero y militar de USAmérica,
que necesitaba en Haití un gobierno ferozmente
anticomunista) y firmó un acuerdo de mutua protección
(para la represión de los disidentes) con el dictador de la
República Dominicana Rafael Leónidas Trujillo. Esta
dictadura duró 14 años.
A su
muerte, a Papa Doc le sucedió su hijo Jean Claude Duvalier
(Bébé Doc), quien mantuvo las mismas políticas tiránicas
de su padre y tuvo que exiliarse (“por impresentable”
incluso a los ojos de USAmérica) en 1986, tras 15 años de
dictadura.
Desde
la huída de Bébé Doc, Haití ha tenido 17 presidentes en
20 años (desde 1986 hasta 2006) siendo algunos “de
facto”, otros provisionales y otros constitucionales, con
la peculiaridad de que Bertrand Aristide ocupó la
presidencia del país cuatro veces (dos de ellas repuesto en
el cargo después de haber sido destituido por las maniobras
en ambos sentidos del Departamento de Estado). En estos 20 años
USAmérica ha seguido controlando los destinos del pueblo
haitiano.
Pero,
además de la destrucción de las instituciones políticas
de Haití, la injerencia de USAmérica en este país adquirió
una característica particularmente grave.
Como
señalaba Camille Loty Malebranche, profesor haitiano [1]:
“La
política de Wilson de transformar las tierras haitianas en
latifundios de propiedad estadounidense dedicados
exclusivamente a cultivar caña de azúcar y otros productos
para la exportación, a través de Banana Fruit, fracasó
totalmente en la primera ocupación estadounidense del país,
entre 1915 y 1934.”
Y
por ello, con llegada al poder de Bébé Doc Duvalier, el
Departamento de Estado de Usamérica, el FMI y el Banco
Mundial impusieron una política de devastación de la
agricultura y ganadería haitianas produciéndose lo que el
citado autor describe como:
“En
un país que se alimentaba opulentamente con sus productos
autóctonos: carne sana, frutas (plátanos, naranjas, guanábanas,
melones, papayas, piña, chirimoyas) y cereales naturales, y
además los exportaba, se han acabado imponiendo los pollos
con hormonas, todo tipo de despojos avícolas y los
apestosos pescados residuales de las piscifactorías de
Miami, pescados de ínfima calidad que hasta los insanos
glotones estadounidenses rechazan de sus mesas, ya de por sí
poco saludables. Hay que señalar también que el bogavante,
la langosta y los pescados haitianos son rapiñados en alta
mar por los barcos estadounidenses que dejan restos
insignificantes a los haitianos, quienes apenas disponen de
técnicas de pesca, y no pueden competir con los pesqueros
de Estados Unidos que violan las aguas territoriales
haitianas con total impunidad.”
Así,
los 19 años de ocupación directa usamericana y los más de
70 años de ocupación indirecta de ese pueblo por USAmérica
configuran la tercera tragedia del pueblo haitiano, que
tampoco fue espontánea o provocada por los haitianos sino,
una vez más, consecuencia de la codicia de Occidente que no
sólo ha desbaratado las instituciones del país, sino que
además ha destruido la soberanía alimentaria del pueblo.
Como
decía el profesor Malebranche:
“Gracias
a su siniestro éxito contra Haití, los estadounidenses no
sólo se deshacen de su basura de productos sin valor y
venden sus porquerías impresentables a precios prohibitivos
para los haitianos, sino que además –y esto es terrorismo
exterminador– actualmente tienen la llave del estómago de
los haitianos, el terrorífico poder de crear hambrunas
artificiales para destruir a cualquier gobierno o movimiento
patriótico que pretenda cambiar la política para
transformar la cara patibularia de este país enfermo y
torturado...”
y
recuerda:
“…que
los presidentes estadounidenses Jefferson en el siglo XIX y
F.D. Roosevelt en el XX, no ocultaban su odio por «esa
peste de negros independentistas y abolicionistas que
consiguieron su independencia por las armas» . El orgullo
de las masas haitianas de decir siempre «no» a los
depredadores colonialistas, racistas, negrófobos y
sembradores del hambre en el planeta, por fin había sido
borrado del paisaje y se había hundido hasta el fondo por
los asaltos de un comercio desajustado por Estados Unidos
que infligía un suplicio orquestado sin compasión contra
Haití.”
Hoy
Haití se ha convertido en uno de los puntos favoritos en el
Caribe para el embarque y desembarque de cocaína, rumbo a
USAmérica y Europa, y de lavado de dinero. Las fuerzas
militares internacionales de la Misión Internacional de
Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH)
son vistas por los pobladores haitianos como bandas
criminales que disparan sin control en los barrios
marginales de Puerto Príncipe, además de robar y violar a
mujeres y niños.
Haití
no es un “Estado fallido” sino un país cuyo pueblo
tiene fama de ser indómito, conducta inaceptable para USAmérica,
situación que se agrava al estar ubicado geográficamente
demasiado cerca de Cuba, cuyo pueblo tampoco acepta la
dominación.
Por
añadidura, Haití tiene la desgracia de estar en el camino
de la cocaína en tránsito a USAmérica (como lo está
Afganistán en relación con la heroína) y por ello USAmérica
no permitirá que los haitianos superen sus problemas y
alcancen una razonable prosperidad.
USAmérica
necesita un Haití devastado para poder hacer allí todo lo
que se le antoje, con el apoyo de los líderes de Occidente.
Notas:
(1)
“Haití, el estómago de los pobres controlado por los
plutócratas”, Rebelión, 25/04/08.