Petionville.– Pequeños
agricultores de Haití temen que gigantes trasnacionales como Monsanto
procuren ganar más terreno en la economía local bajo el disfraz de la ayuda
a la reconstrucción tras el terremoto.
"Las semillas
representan una suerte de derecho a la vida", dijo a IPS el líder
campesino Chavannes Jean–Baptiste. "Es por eso que hoy tenemos un
problema con Monsanto y con todas las multinacionales que venden semillas. El
agua y las semillas son patrimonio común de la humanidad".
El 4 de este mes, en la plaza
central de Hinche, localidad agrícola en la región de Plateau Central, una
multitud de campesinos vestidos de camisetas rojas y sombreros de paja
quemaron una cantidad simbólica de maíz híbrido donado a Haití por esa
firma estadounidense proveedora de insumos y tecnología para la agricultura.
Llamaron a todos los
granjeros del país a quemar cualquier semilla de la empresa y exigieron al
gobierno que rechazara nuevos embarques.
Las acciones en Hinche fueron
encabezadas por Mouvman Peyizan Papay (MPP), movimiento regional campesino con
50.000 miembros, y la coalición nacional con unos 200.000 integrantes a la
que pertenece. A pesar de las divisiones entre las organizaciones agricultoras
haitianas, varios de los grupos más importantes se unieron para participar.
Jean–Baptiste lidera el MPP
desde 1973 y tiene un rol destacado en el movimiento campesino internacional.
"Nuestra primera meta es
defender la pequeña agricultura", añadió, "una agricultura orgánica
que respete el ambiente y luche contra su degradación. Defendemos las
semillas nativas y los derechos de los campesinos a su tierra".
El movimiento campesino
internacional defiende la "soberanía alimentaria", subrayó Jean–Baptiste,
el derecho de cada país a definir su política agrícola, de las comunidades
a decidir qué producen y de los consumidores a saber si lo que reciben es
saludable.
"Además trabajamos con
grupos indígenas, y con ellos creemos que, así como los pueblos tienen
derechos, la Tierra también y los debemos respetar", indicó.
Las acciones contra Monsanto
estuvieron asimismo dirigidas "contra las políticas del gobierno
(haitiano) que no ayudan a los campesinos, y en cambio aceptan productos que
envenenan el ambiente, matando la biodiversidad y destruyendo la familia y la
pequeña agricultura", señaló.
Según Monsanto, 130
toneladas de maíz híbrido y semillas vegetales de unas 475 prometidas ya han
sido enviadas a Haití. La primera embarcación llegó en la primera semana de
mayo.
Las 345 toneladas restantes
serán enviadas en los próximos 12 meses.
La compañía subrayó en un
comunicado de prensa que las semillas no eran genéticamente modificadas, como
habían señalado reportes iniciales, pero reconocieron que algunas estaban
recubiertas con fungicidas y pesticidas.
Monsanto consultó al
Ministerio de Agricultura de Haití sobre cuáles semillas serían aceptables
para los granjeros locales y más adecuadas para las condiciones del país,
aseguró a IPS vía correo electrónico Darren Wallis, portavoz de la firma.
Además, el programa WINNER,
de la gubernamental estadounidense Agencia para el Desarrollo Internacional y
del Earth Institute, distribuirá semillas con insumos, como fertilizantes, y
proveerá apoyo técnico, destacó Monsanto. Se trata de "un proyecto por
127 millones de dólares… que busca mejorar las condiciones de vida de las
poblaciones rurales de Haití".
Pero oradores en la
manifestación del 4 de este mes cuestionaron el programa, acusando el
presidente René Préval de "connivencia con el imperialismo" y de
"vender el patrimonio nacional".
Aunque Jean–Baptiste fue un
arquitecto clave en la elección de Préval para su primer periodo de gobierno
en 1995, el líder campesino cuestiona ahora duramente al jefe de Estado:
"Simplemente ha traicionado las ideas que defendía".
Para Jean–Baptiste, la
donación de Monsanto es el avance de una batalla entre las organizaciones
populares haitianas y las corporaciones transnacionales europeas y
estadounidenses que, sostuvo, dominan a Puerto Príncipe y controlan los
esfuerzos de reconstrucción.
"El gobierno está
vendiendo al país o regalándolo. No sólo Monsanto intenta entrar. También
hablan de que Coca Cola quiere venir a plantar mangos. El pueblo haitiano
lucha para asegurarse que toda generosa ayuda internacional sea canalizada a
genuinos programas de desarrollo sostenible".
La desconfianza hacia las
intenciones de las corporaciones trasnacionales y hacia el gobierno de Estados
Unidos es fuerte entre muchos haitianos y se basa en una larga historia.
La plaza en Hinche donde se
celebraron las manifestaciones lleva el nombre de Charlemagne Péralte, líder
un levantamiento campesino contra la ocupación de Haití por los infantes de
marina (marines) de Estados Unidos entre 1915 y 1934.
La historia de los daños
causados a los agricultores haitianos por la ayuda extranjera es también
larga y dolorosa.
En los años 80, los cerdos
criollos fueron prácticamente erradicados en Haití bajo la fuerte presión
del presidente Ronald Reagan (1981–1989). Los animales eran otrora conocidos
como "las cuentas bancarias del campesino haitiano", y su crianza
era parte importante de la economía.
Una epidemia de gripe porcina
africana que comenzó en la vecina República Dominicana fue matando a los
cerdos, y las autoridades estadounidenses temían que se propagara a América
del Norte.
La variedad de cerdos
enviados de Estados Unidos como reemplazo era mucho menos resistente y requería
de insumos e instalaciones más caras. Prácticamente ninguno de los animales
sobrevivió. Muchas familias haitianas nunca fueron compensadas y su sustento
se vio duramente comprometido. En algunos casos, sus hijos debieron abandonar
la escuela, según la organización estadounidense Grassroots International.
El grupo ha estado trabajando
con organizaciones campesinas haitianas desde 1997 para repoblar el país con
cerdos criollos.