Haití

El año que vivimos en peligro – Parte 1

Por Ansel Herz (*)
Inter Press Service (IPS), 07/01/11

Puerto Príncipe.– Cuando faltan días para el primer aniversario del terremoto del 12 de enero de 2010, casi un millón de personas siguen viviendo en campamentos improvisados, en tiendas de campaña o bajo precarias lonas o telas plásticas en la capital de Haití. Dieula Rosemond es una de ellas.

"Ya no puedo vivir así", dijo Rosemond, sentada bajo la escasa sombra de una palmera solitaria, con las manos cruzadas sobre su falda.

Detrás de ella, unas niñas pequeñas jugaban con una muñeca pálida y harapienta. Era un día más en el campamento Imakile Deplase.

El terremoto, de siete grados en la escala de Richter, dejó unos 230.000 muertos, a los que ahora se suman los cerca de 3.500 causados por una epidemia de cólera.

"Quiero que en 2011 haya un cambio en Haití. Y también quiero ver un cambio en quienes dicen que están ayudando a Haití. Porque nosotros, quienes vivimos bajo las lonas, hemos padecido un año horrible", agregó Rosemond.

Ella y su esposo Joseph perdieron sus medios de sustento al colapsar su diminuta casa, que funcionaba también como comercio de reparación de artículos electrónicos en Cité Soleil, un tugurio ubicado en el extremo norte de Puerto Príncipe.

Hasta julio, ellos y por lo menos otras 50 familias vivían en Plas Imakile, una plaza pública. Durante semanas soportaron los ataques nocturnos de una pandilla que intentaba expulsarlos de la propiedad.

Joseph Rosemond se dirigió a una cercana base conjunta de los cascos azules y la policía haitiana para pedir ayuda. Pero las pocas patrullas que pasaron por allí nunca se detuvieron. La pandilla simplemente esperó hasta que se fueran para ingresar al campamento y aterrorizar a sus habitantes, cortando las lonas con machetes.

En la base, el teniente brasileño Edison Campista dijo a IPS que estaba al tanto de esa realidad, pero que no podía hacer nada más que aumentar la frecuencia de las patrullas. Admitió que la pandilla podía eludir a las autoridades si sus integrantes se comunicaban por teléfono celular.

La policía haitiana trató a Joseph Rosemond con desdén, argumentando que exageraba las amenazas que enfrentaba el campamento.

Los ataques continuaron. A un hombre le robaron su teléfono y lo golpearon en la cabeza. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), les dijo que esperaran hasta que se pudiera hallar otro predio. Finalmente, Dieula Rosemond y los demás se fueron, trasladándose a unos 800 metros de allí, a un claro cercano a un canal hediondo. Las cabras balaban al trepar pequeños montículos de basura.

En ese campamento, llamado Imakile Deplase, las muertes por cólera han aumentado a casi 3.500.

A principios de noviembre, un joven de allí contrajo la enfermedad y fue llevado a un hospital de Médicos Sin Fronteras. Para cuando regresó, su esposa e hijos estaban infectados. Su familia fue la primera de varias en enfermar.

Médicos Sin Fronteras señala que desde que estalló la epidemia, en octubre, ha tratado a 63 de los pacientes con cólera. El líder de la organización criticó a la ONU y a otras entidades de asistencia por la ola de enfermedades prevenibles, señalando que su respuesta es "el fracaso más reciente del sistema de alivio humanitario".

Comicios aumentaron ira popular

Dieula Rosemond no votó en las elecciones del 28 de noviembre. Desde el verano ha liderado protestas fuera de la oficina del primer ministro y en su campamento, donde las familias gritaban, haciendo sonar sus cacerolas: "¡No votaremos hasta que nos den casas!".

"Las organizaciones no gubernamentales y el gobierno continúan dándonos una ayuda mínima. Pero nosotros necesitamos casas, como establece la Constitución haitiana", expresó Sanon Renel, activista de un nuevo comité para frenar las expulsiones forzadas.

"El primer ministro no está aquí", dijeron amablemente a Joseph miembros del personal, cuando él y otros líderes del campamento entregaron una carta detallando sus necesidades a la oficina de Jean–Max Bellerive.

A Joseph Rosemond le aseguraron que el primer ministro leería la misiva y brindaría una respuesta, pero ésta nunca llegó. Una exposición de diseños de casas a construirse para víctimas del terremoto estaba programada para octubre de 2010, pero se la postergó para este mes, y luego para marzo.

Las elecciones de noviembre sumieron al país en otra crisis. Los principales candidatos exigieron que se anularan o disputaron los resultados preliminares. Miles no pudieron sufragar.

"Yo voté a (René) Préval en 2006. Pensé que él podía cambiar las cosas. Pensé que estaba del lado (de los pobres). Pensé que haría volver a (Jean–Bertrand) Aristide", dijo Dieula Rosemond.

Son los extranjeros quienes lo llevaron al poder, sostuvo, agregando: "¡Él trabaja para ellos!". El ex presidente Jean–Bertrand Aristide fue sacado del país en febrero de 2004 en un avión estadounidense, en lo que sus partidarios sostienen fue un golpe de Estado moderno. Estados Unidos dice que él pidió que lo llevaran al exilio.

Funcionario de la OEA despedido

En una entrevista explosiva publicada la semana pasada en el periódico Folha de São Paulo, un diplomático brasileño que representaba a la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Haití dijo que el núcleo de la comunidad internacional se reunió el mismo día de las caóticas elecciones.

Allí se habló de sacar a Préval del país en avión. "Oí eso y me horroricé", relató Ricardo Seitenfus al diario.

El primer ministro Bellerive llegó a la reunión, que incluyó a países de la OEA, de la ONU y a donantes.

"Preguntó si el mandato del presidente Préval se estaba negociando. Y se hizo un silencio en la sala", dijo Seitenfus, agregando que el secretario general adjunto de la OEA, Albert Ramdin, no dijo nada.

El consejo electoral de Haití anunció el martes que la segunda vuelta electoral no podrá realizarse hasta fines de febrero. Según la Constitución, la gestión de Préval debería terminar el 7 de ese mes, para dejar paso a su sucesor.

Observadores de la OEA llegaron al país tras los feriados para contar los votos, proceso aprobado por el gobierno haitiano y la comunidad internacional. La misión de la OEA dijo que el día de los comicios se produjeron apenas "irregularidades" aisladas.

Sin embargo, un estudio del Centro de Investigación en Economía y Política, con sede en Washington, concluyó que hubo fraude e inconsistencias superiores a lo admitido por la OEA.

"Si la Organización de los Estados Americanos certifica estas elecciones, sería una decisión política, que no tendrá nada que ver con el control electoral", señaló en un comunicado el codirector del Centro, Mark Weisbrot.

Un portavoz de la OEA no respondió ni los llamados ni los correos electrónicos en los que se le pidió declaraciones.

Seitenfus dijo el lunes el periódico brasileño O Estado de São Paulo que fue despedido de la OEA el día de Navidad, poco después de haber mantenido una entrevista con el periódico suizo Le Temps.

Allí condenó el involucramiento de la comunidad internacional en Haití, diciendo que el país sufrió por su proximidad a Estados Unidos.


(*) Ansel Herz tiene su blog en http://mediahacker.org. Éste es el primero de dos artículos sobre la lucha de los haitianos por los derechos humanos y políticos un año después del devastador terremoto.


El año que vivimos en peligro – Parte 2

Por Ansel Herz (*)
Inter Press Service (IPS), 07/01/11

Puerto Príncipe.– Cuando el diplomático brasileño Ricardo Seitenfus condenó a la comunidad internacional en entrevistas concedidas en diciembre, fue destituido de la Organización de los Estados Americanos (OEA), a la que representaba en Haití.

Actualmente la OEA controla un recuento de votos de las disputadas elecciones del 28 de noviembre en el país caribeño.

Seitenfus dijo que en una reunión realizada el mismo día de los comicios entre países donantes y representantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se habló de lo que equivalía a un golpe de Estado contra el presidente René Préval.

Pero el diplomático se reservó sus peores palabras para la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah), que su propio país lidera con 3.000 efectivos.

"Yo esperaba que con la angustia del (terremoto del) 12 de enero (de 2010) el mundo comprendiera que había tomado el camino equivocado en relación a Haití. Lamentablemente, se reforzó la misma política", dijo al periódico Folha de São Paulo.

"En vez de hacer una evaluación, enviaron más soldados. Se debería construir carreteras, instalar represas, participar en la organización del Estado, del sistema judicial. La ONU dice que ése no es su mandato. Su mandato en Haití es mantener la paz del cementerio", sostuvo.

Seitenfus dijo que, con nuevos gobiernos en Brasil y en Haití, la Minustah debería considerar retirarse. Un portavoz de la ONU dijo a IPS que la misión de paz se negó a formular comentarios sobre las declaraciones de Seitenfus.

En una entrevista con IPS el mes pasado, el embajador de Brasil en Haití, Igor Kipman, se mostró resuelto en su defensa del liderazgo de su país en la misión de paz. Dijo que sus fuerzas armadas habían sido "extremadamente exitosas" a la hora de crear estabilidad y seguridad en la nación caribeña.

Ya hay en curso debates sobre una estrategia de salida de Haití, dijo Kipman a IPS, pero 2014 es "una buena estimación" de cuándo tendrá lugar la retirada.

"El éxito de una misión de paz es inversamente proporcional a su duración. Si uno se queda 20 años es porque no está haciendo un buen trabajo", sostuvo.

La embajada brasileña se negó a formular declaraciones sobre los cables diplomáticos estadounidenses divulgados por el sitio web Wikileaks, que describieron a Brasil en 2009 como un socio reticente en la misión de paz, frustrado por la "falta de una estrategia de salida".

Otro cable describe a un general brasileño ofreciéndose a "ocupar y mantener el control" del delito en las favelas (tugurios) de Río de Janeiro. El argumento era que sus efectivos militares estaban "específicamente entrenados y preparados" para la tarea a raíz de su experiencia con la Minustah.

Este año el presupuesto de la misión se dispara a un récord de 2,3 millones de dólares por día.

En Cité Soleil, un tugurio ubicado en el extremo norte de Puerto Príncipe, las tensiones vienen en aumento desde que se inició la misión, en 2004.

La Minustah fue acusada de bombardear indiscriminadamente a habitantes del lugar y de dañar a civiles durante sus primeros dos años en el país.

Violenta entrega de jabón

El 6 de diciembre, efectivos de la ONU escoltaron a trabajadores humanitarios de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para entregar elementos de alivio en el campamento de desplazados Imakile, en las afueras de Cité Soleil.

Según los habitantes del lugar, Luc Ondele, administrador de campamentos en Cité Soleil para la OIM, ya había amenazado con interrumpir la ayuda humanitaria si la población seguía denunciando a esa agencia y a otras organizaciones no gubernamentales en la radio y en protestas.

También ofreció iniciar un programa de dinero–por–trabajo para una cantidad limitada de personas, siempre y cuando accedieran a abandonar el campamento, dijeron.

"Tenemos un gran problema con las organizaciones no gubernamentales, que discriminan a los habitantes de Cité Soleil", dijo a IPS Gerard Delme, miembro del comité de Imakile, en una protesta en octubre.

"No aceptamos en absoluto a Luc, el administrador de la OIM, quien tiene políticas destructivas. Ellos ofrecen dinero–por–trabajo en los campamentos en un esfuerzo por destruirlos y por desmoralizar a la población", opinó.

Ondele dijo a IPS que lo interpretaron mal. Sostuvo que le dijo al comité del campamento que cuando sus integrantes entonan cánticos de "Abajo la OIM" o "Abajo la Minustah", vuelven su trabajo más difícil y peligroso.

Trabajadores de la OIM llegaron a principios de diciembre ofreciendo tres paquetes de jabón para manos. Parecía un insulto, dijeron a IPS los habitantes del campamento, pero igual hicieron fila para recibirlo. Soldados brasileños controlaban el área.

Pronto, Dieula Rosemond, residente en el campamento, tuvo que ser trasladada con urgencia al hospital de Médicos Sin Fronteras, padeciendo un dolor intenso en los ojos. Un efectivo de la ONU la había rociado directamente en la cara con gas lacrimógeno.

Su esposo Joseph tomó fotografías de la distribución de jabón con su teléfono celular (disponibles en http://mediahacker.org). Una de ellas muestra a un soldado parado junto a una larga fila.

La siguiente es un primer plano de un casco azul brasileño, apuntando con el rociador hacia el rostro de Dieula Rosemond. Ella está parada frente al contenedor de agua del campamento, de brazos cruzados, mirando hacia abajo.

Según su esposo, ése es el momento anterior a que la rociara. En la siguiente foto se la ve desmayada en el suelo, con los demás residentes del lugar amontonándose a su alrededor.

Cuando IPS la visitó en el hospital ese día, ella murmuró débilmente: "Me rociaron directo en los ojos. No sé por qué. Realmente me lastimaron".

Aseguró no haber hecho nada más que alzar su voz contra la OIM. Los habitantes del campamento dijeron no haber arrojado piedras ni haber actuado violentamente.

Una portavoz de la ONU dijo que no vio ningún informe sobre el incidente. Ondele, de la OIM, declaró a IPS que invitaría a Joseph Rosemond a una reunión con los cascos azules para discutir lo que ocurrió.

"Aquí no hay guerra. Yo no amenacé a la Minustah", dijo a IPS Dieula Rosemond la semana siguiente.

"¿Esto es porque soy mujer o porque estoy en Cité Soleil?", preguntó.


(*) Ansel Herz tiene su blog en http://mediahacker.org. Éste es el segundo de dos artículos sobre la lucha de los haitianos por los derechos humanos y políticos un año después del devastador terremoto.