Un video explosivo, difundido a
principios de septiembre, evidencia el presunto asalto sexual de un joven
haitiano de 18 años en manos de cinco tropas uruguayas que pertenecen a un
contingente de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití
ubicado en la ciudad sureña de Port–Salut, Haití. Mientras el episodio se
transmite a nivel internacional, la Misión de Estabilización de la
ONU—conocida por sus siglas en francés MINUSTAH—ha sido el blanco de
manifestaciones públicas en Port–Salut, en la capital haitiana de
Port–au–Prince, y frente al Ministerio de Defensa uruguayo en Montevideo.
Los soldados que aparecieron en el video fueron repatriados y actualmente se
encuentran encarcelados esperando acciones legales.
Anteriormente, mientras los
informes de mala conducta se divulgaban pero no se confirmaban, el ministro de
Defensa uruguayo Eleuterio Fernández Huidobro planteó que “nunca va a
faltar en tan alta cifra de gente alguien que se porte mal”. Tras la
publicación del dicho video, el jefe de la MINUSTAH Mariano Fernández afirmó
que “los actos de unos pocos no deberían empañar [la imagen] de miles de
militares, policía, y el personal civil que han estado sirviendo en MINUSTAH
y en Haití impecablemente desde 2004.”
El mandatario uruguayo José
Mujica le pidió disculpas al presidente haitiano Michel Martelly por la
“conducta criminal y bochornosa de unos pocos” efectivos.
Sin embargo, esto no es un caso
de unas pocas manzanas podridas. La MINUSTAH ha sostenido un historial
consistentemente desastroso de delincuencia en sus siete años de presencia
militar—mucho de ello como resultado de su diseño institucional. Aunque el
ministro de Defensa brasileño Celso Amorim (quien es encargado del mayor
contingente de soldados de la ONU en Haití) recientemente propuso una reducción
gradual de las tropas, admitió que “no hay un calendario elaborado para
una…retirada eventual.”
Aquí hay
diez razones por las que un calendario para una retirada rápida de todos los
soldados de la ONU es necesario:
1. Haití no ha experimentado un
conflicto armado ni es parte de un acuerdo obligatorio de paz, los criterios
de un estacionamiento legítimo de las tropas de paz de la ONU. La ONU afirma
en su Carta que aquella no debe “intervenir en los asuntos que son
esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados”, salvo una amenaza
a la paz, una violación a la paz, o un acto de agresión. MINUSTAH llegó a
Haiti usando esta justificación, la cual le permitió a permanecer en el país
sin el consentimiento del gobierno haitiano. Pero este argumento nunca ha
tenido validez, mucho menos en la actualidad, siete años después de la
llegada de MINUSTAH y su presencia aparentemente indefinida.
2. Las tropas de la ONU reciben
amplia inmunidad para los delitos cometidos en Haití, y sólo son expuestas a
ser enjuiciadas en sus países de origen. Dentro del grupo de los diferentes
países participando en la MINUSTAH, existen vastas discrepancias tanto en sus
leyes domésticas como en su voluntad de investigar los delitos. Aun si las
tropas son procesadas, sería difícil obtener testigos y evidencia confiable
desde Haití. Los mismos haitianos no se enteran de castigos exitosos en el
exterior, lo que intensifica la apariencia de la impunidad. Mientras esta
estructura legal que fomenta una falta de responsabilidad persista, una
retirada completa es la única forma segura de prevenir futuros abusos.
3. Hace menos de cuatro años, más
de 100 tropas de la MINUSTAH de Sri Lanka – más de un 10 por ciento de la
brigada entera – fueron repatriadas a su país de origen debido a
acusaciones de mala conducta y abuso sexual, a menudo con niñas de menor
edad. La rama investigativa de la ONU concluyó que “a cambio de sexo, las
niñas recibieron pequeñas cantidades de dinero, comida, y a veces móviles.”
Actos de explotación y abusos sexuales eran “frecuentes” y se produjeron
“prácticamente en todos los lugares donde los miembros de los contingentes
estaban desplegados.” No hay evidencia que ningún soldado esrilanqués
fuera procesado. Nuevos informes corroboran las alegaciones que efectivos
uruguayos han embarazado a mujeres locales en Por–Salut, incluso a una joven
de 17 años.
4. La MINUSTAH está implicada
en un “suicidio” sospechoso del año pasado de un adolescente haitiano
llamado Gerald Jean–Gilles, quien fue encontrado ahorcado en el interior de
una base de la ONU en Cap Haïtien. Como informa el periódico Haïti Liberté,
el ex jefe de la MINUSTAH Edmond Mulet obstaculizó una investigación
iniciada por las autoridades haitianas. Él otorgó la inmunidad a una testigo
haitiana, previniendo que se cumpliera con la entrega de una citación a ella
por la judicatura haitiana.
5. Las tropas de paz de la ONU
en Nepal fueron responsables por la introducción del cólera en Haití a
finales de 2010, probablemente a través de la contaminación de los ríos con
sus aguas residuales sin tratamiento adecuado. El cólera ha matado a más de
6.200 y ha infectado a 440 mil haitianos en sólo 10 meses. Nuevos estudios
científicos demuestran que la negligencia grave de la MINUSTAH, que llevó a
la epidemia letal, es prácticamente indiscutible. Tras la aparición del cólera,
Edmond Mulet se negó a admitir la posibilidad de la culpabilidad de la
MINUSTAH. La ONU y otros entes
dijeron que una investigación sobre cómo llegó el cólera a Haiti no era
necesaria y podría ser dañina, pese a los llamamientos de los principales
expertos del cólera y la salud que era “tanto posible como necesario hallar
la fuente para prevenir futuros muertos.”
Las negaciones de la MINUSTAH
enfurecieron todavía más a los haitianos, cuyas dramáticas manifestaciones
contra la ONU resultaron en las muertes de manifestantes por disparos de las
tropas de la ONU. A pesar de este episodio, el contingente uruguayo en
Port–Salut es acusado de botar su basura y aguas residuales impropiamente.
El renombrado epidemiólogo
Piarroux Renaud, quien investigó la propagación del cólera de Haití,
concluyó que porque no hay duda razonable que la ONU llevó la bacteria a
Haití, ella “debe aceptar la responsabilidad y hacer las paces con Haití…
por ejemplo, a través de una oferta de compensación monetaria o un fuerte
apoyo para que el país se libere del cólera de nuevo.”
6. La llegada de tropas de la
ONU a Haití en 2004 tiene una legitimidad dudosa, y la bandera de una coalición
de la ONU es sólo una fachada menos controversial para el ejercicio de los
intereses de EEUU en Haití. La MINUSTAH fue impulsada por EEUU, después de
que la administración de Bush orquestara un golpe de Estado contra el
presidente democráticamente electo de Haití, Jean–Bertrand Aristide, un
objetivo viejo. WikiLeaks reveló que la ex embajadora de EEUU en Haití Janet
Sanderson consideraba la MINUSTAH “una herramienta indispensable en la
realización de los intereses políticos primordiales del [gobierno de EEUU]
en Haití,” especialmente ante “el contexto actual de nuestros compromisos
militares en otras partes.”
El “compromiso regional
coordinado entre América Latina en Haití no sería posible sin el amparo de
la ONU”, el cual “ayuda a otros donantes importantes – dirigido por el
Canadá y seguido por la Unión Europea, Francia, España, Japón y otros países
– para justificar su cooperación bilateral domésticamente.” Sanderson
concluye: “Sin una fuerza de estabilización autorizada por la ONU, recibiríamos
mucho menos ayuda de nuestros socios hemisféricos y europeos en la gestión
de Haití.”
7. La MINUSTAH es una fuerza política
muy partidaria en un país soberano, y se entromete en los asuntos domésticos
de Haití. Por ejemplo, un cable de 2006 demuestra que Edmond Mulet, el
entonces jefe de la MINUSTAH, “instó a EEUU a tomar una acción legal
contra [el presidente exiliado por la fuerza] Aristide para evitar que ganara
más apoyo de la población haitiana y que regresara a Haití.”
8. La MINUSTAH da prioridad a
cuestiones militares y las de seguridad y contribuye poco al desarrollo social
y económico. En 2010 la ONU proporcionó un dineral—$850 millones—al
presupuesto anual de MINUSTAH, o sea, nueve veces el monto de lo que ella
recaudó para el tratamiento del cólera que la MINUSTAH introdujo al país
sin saber. Asimismo, a raíz del terremoto devastador del 12 de enero de 2010,
Reuters informó de que la MINUSTAH priorizó “el manejo de seguridad y la
busca de saqueadores” a costa de esfuerzos de socorro y asistencia
humanitaria. Lo que empeora la situación es que los soldados de la MINUSTAH
ni pueden comunicarse con la mayoría de los haitianos, quienes hablan kreyól,
y mayormente los soldados no son acompañados por traductores.
9. La MINUSTAH tiene un
historial de fracaso espectacular en el cumplimiento de su dicha intención de
proveer la estabilidad. La distinguida revista médica The Lancet destacó que
en 2004, 8.000 personas – muchas siendo partidarias del depuesto presidente
Aristide – fueron asesinadas o desaparecidas solamente en Port–au–Prince
durante el periodo cuando la MINUSTAH era únicamente responsable del
mantenimiento de la seguridad. En 2005 un informe de la Facultad de Derecho de
Harvard dedujo que la MINUSTAH “efectivamente le amparó a la policía en la
ejecución de una campaña de terror en los barrios pobres en
Port–au–Prince.” Las prioridades de EEUU, y por eso las prioridades de
la MINUSTAH, estaban claras tras el golpe de Estado de 2004, según un cable
filtrado de marzo de 2005. James Foley, el diplomático de más alto rango de
EEUU en Haití en aquel momento, presionó para que la MINUSTAH “tomara
medidas decisivas contra las pandillas pro–Aristide, particularmente en
Port–au–Prince, por todas las razones obvias, y también para evitar
acusaciones de parcialidad.” Teniendo en cuenta que Aristide contaba con
amplio apoyo, especialmente entre los pobres (él fue elegido con más del 90
por ciento de los votos en 2000), la recomendación de Foley tenía
consecuencias de gran alcance.
10. La MINUSTAH ha generado
violencia mediante el uso repetitivo e indiscriminado de la fuerza en zonas
urbanas densamente pobladas, matando a docenas de civiles durante sus ataques.
El 6 de julio, 2005, las tropas de MINUSTAH dispararon 22.000 cartuchos de
municionesen Cité Soleil, un barrio pobre de Port–au–Prince, durante sólo
siete horas, por lo que un doctor de la ONG Médicos sin Fronteras dijo que
“tratamos a 27 personas por heridas de bala. De ellos alrededor de 20 eran
mujeres de menos de 18 años.” Los habitantes de Cité Soleil acusaron a la
MINUSTAH de disparos gratuitos desde sus tanques, matando a gente. Un mecánico
cuyo intestino fue lacerado por bolas dijo que las tropas de la ONU le
dispararon por la espalda cuando caminaba por la avenida principal. El explicó,
“La Minustah dispara a personas todos los días. Ellos disparan para todos
lados y a quien quiera, hasta a infantes, no importa.”
A pesar de esta carnicería, un
cable del Departamento de Estado de junio de 2006 muestra que la elite
haitiana presionó a EE.UU y la ONU a continuar las redadas militares en los
barrios pobres. Timothy Carney, el entonces jefe de la diplomacia de EE.UU en
Haiti, reconoció que “una operación de este tipo generaría de manera
inevitable víctimas civiles no deseadas dada las condiciones de hacinamiento
y la débil construcción de las viviendas apretadas de Cité Soleil.” Pero
en vez de abogar por poner fin a estas maniobras sangrantes, Carney propuso
reclutar “asociaciones del sector privado” “para ayudar rápidamente en
las secuelas de la operación, por ejemplo con apoyo financiero a las familias
de las víctimas potenciales.”
La ONU prosiguió la política
despiadada de incursiones: medio año más tarde, una redada en diciembre de
2006 dejó al menos nueve muertos. Una residente del barrio, Rose Martel,
dijo, “vinieron aquí a aterrorizar a la población, no creo que hayan
matado a los bandidos, a menos que nos consideren a todos como bandidos.”
Ningún miembro de la ONU ha
sido juzgado de lo penal por estas acciones.
Países como Brasil, Nepal,
Jordania, Uruguay, Sri Lanka, Argentina y Chile están involucrados en una
ocupación militar profundamente resentida. Ningún ajuste pequeño o reducción
simbólica enfrentaría la gravedad de las críticas contra la MINUSTAH. Las
tropas no debían estar en el país de entrada, y sólo han añadido a los
desastres que el pueblo haitiano tiene que soportar.
¡La ONU tiene que terminar su
ocupación de Haití!
(*)
Greg Grandin es catedrático de historia en New York University.
(**)
Keane Bhatt es músico y activista en New York.