7
de enero de 1919
La
Semana Trágica en la Argentina
Por
Oscar Alba
Socialismo
o Barbarie, periódico, 24/01/08
El 7 de enero se cumplieron 89 años de la
Semana Trágica en Buenos Aires. La lucha obrera comenzó en
los talleres Vasena y fue un verdadero reguero de pólvora
que encendió a la clase trabajadora. Mostró el verdadero
rostro de los capitalistas y el potencial revolucionario de
la clase obrera y los sectores oprimidos. Sus inicios, su
desarrollo y su final son un hito en la historia de las
luchas obreras en nuestro país.
En
diciembre de 1918 comienza la huelga de los trabajadores
metalúrgicos de
los talleres Pedro
Vasena. El pliego de reclamos, centralmente incluía: la
reducción de la jornada laboral de 11 a 8 horas, aumento de
los jornales, descanso dominical y la reincorporación de
los trabajadores despedidos al iniciarse el conflicto. Los
talleres Vasena ocupaban entre obreros y empleados, a 2.500
personas. Tenía su depósito en las calles Pepirí y Santo
Domingo y su planta de producción en Cochabamba y La Rioja,
donde actualmente se encuentra la Plaza Martín Fierro, en
la zona sur de la Capital.
La
huelga de los trabajadores de Vasena no era un conflicto
aislado, era parte de un ascenso de luchas que a fines de
1918 había puesto en marcha una importante ola de huelgas
en el movimiento obrero: marítimos, tranviarios, petroleros
de la Patagonia, trabajadores de la carne, obreros
municipales y del calzado, entre otros. Las condiciones
laborales y la vida de los trabajadores transcurrían
penosamente bajo el yugo capitalista.
“La
inestabilidad social imperante, la marginación a la que se
veían sometidos la mayoría de los trabajadores y el clima
de enfrentamiento social, constituían el mejor abono
posible para el florecimiento de las tendencias mas
radicalizadas que, como el anarquismo, eran fuertemente
impugnadas del sistema” (1). Por entonces el movimiento
obrero se encontraba organizado en dos centrales: la FORA
(IXº Congreso) y la FORA (Vº Congreso) La primera era
mayoritaria y agrupaba a los llamados “sindicalistas”
donde tenían cierta influencia los socialistas y la segunda
era anarquista. El Partido Socialista de orientación
reformista contaba con diputados en el Congreso. Si bien van
a reclamar al gobierno la solución del conflicto metalúrgico,
lo harán criticando la “impaciencia” anarquista y
reclamando serenidad a los obreros.
Piquetes y represión
El
7 de enero en horas de la tarde, varios carros de la empresa
se dirigían a los depósitos. Estas “chatas” eran
manejadas por algunos obreros que no adherían a la huelga y
“rompehuelgas” contratados por la patronal
que eran custodiados por la policía. Al llegar a la
intersección de las calles Pepirí y Amancio Alcorta un
piquete de huelguistas acompañados por mujeres y niños
trataron de detenerlos. En un primer momento, los
huelguistas actuaron en forma pacífica, pero como las
“chatas” no se detuvieron, comenzaron a arrojarles
piedras. Fue entonces cuando la policía disparó sobre el
piquete dejando el saldo de cuatro muertos y casi cuarenta
heridos en el lugar. Poco después, algunos de los heridos
también morirían. Ante esta situación el sindicato
resuelve llamar a la huelga general del gremio.
“Había
varias posiciones por parte de los sindicalistas en cuanto a
la huelga que iban a sostener: solucionar el conflicto de la
fábrica Vasena, solucionando la demanda de los obreros y la
libertad de
los que se encontraban presos por cuestiones sindicales; en
cuanto a los ferroviarios estaban también con conflictos en
cuanto al tema salarial con las empresas extranjeras. Y por
último había una petición del sindicato del calzado que
proponía un programa de reivindicaciones generales para
toda la clase obrera, haciendo hincapié en los siguientes
puntos: satisfacción del pliego de los obreros de Vasena,
reincorporación de los municipales, telegrafistas y
empleados postales, todos desempleados por sus respectivas
huelgas fracasadas. La posición triunfadora después de
todas las reuniones fue la primera, ya que los sindicalistas
tenían miedo de que la huelga se transformara de pacífica
a violenta, de ahí que adoptaran hacer la huelga un solo día
y sólo con dos demandas (2).”
Al
día siguiente se van plegando a la huelga otros gremios que
también se encontraban en conflicto por distintas demandas.
La tendencia a la huelga general se hacía cada más
creciente.
El
jueves 9 de enero se organiza el entierro de las víctimas.
Decenas de miles de trabajadores y sectores populares se van
sumando al cortejo que se dirige hacia el cementerio de la
Chacarita. La marcha está encabezada por los dirigentes de
la FORA que van
rodeados por una guardia armada ante el peligro de un ataque
de la policía. A medida que el cortejo avanza grupos de
activistas asaltan armerías y ya se van produciendo
enfrentamientos con la policía y los matones fascistas de
la Liga Patriótica.
Una
vez en el cementerio y mientras hacía uso de la palabra uno
de los primeros oradores, la policía y los bomberos
comenzaron a disparar desde los muros contra la multitud allí
reunida. Caen muchas personas heridas de muerte y los que se
desbandan hacia las calles van a enfrentar a los policías.
También es atacado a tiros un piquete de obreros que se
encontraba bloqueando la planta de Vasena. Durante todo el día,
en distintos puntos de la ciudad, se producen tiroteos entre
huelguistas y matones. Por la noche la FORA (sindicalista)
declara la huelga general.
“El
presidente había ordenado la distribución de 30.000
efectivos militares en toda la ciudad, como así también
había solicitado la presencia urgente del Sr. Vasena en la
Casa Rosada. La violencia seguía, en Boedo un grupo de
civiles habían atacado a varios obreros, en la calle
Lavalle entre Paso y Larrea hubo un tiroteo entre los
efectivos militares y obreros, otro en Brasil entre Piedras
y Chacabuco, otro en Defensa y Martín García. A las 22 hs.
un grupo armado, amparados por la oscuridad, se acercó
hasta la comisaría 4º, 6º, 8º y 9º produciéndose así
otra serie de tiroteos. El saldo de ese día había sido de
no menos de 50 muertos” (3).
El
gobierno de Irigoyen nombra Jefe de la Policía a Elpidio
González y resuelve la militarización de la ciudad. Será
el General Dellepiane quien llegará con sus tropas desde
Campo de Mayo para sumarse a la represión.
El
fin de semana que va desde el 10 al 13 de enero significará
el punto más alto de la huelga. Una de las características
de la misma es que los gremios no habían unificado un solo
pliego de reivindicaciones si no que cada uno de ellos
levantaba sus propias demandas laborales. La FORA
(sindicalista) busca negociar con el gobierno y logra una
entrevista con Irigoyen. En esa reunión los dirigentes
obreros reclaman la libertad de los detenidos, los pliegos
de los trabajadores de Vasena y marítimos. El gobierno
presiona a la patronal para llegar a un acuerdo. Finalmente
la patronal concede. Ocho horas de jornada laboral, un
aumento salarial que iba desde el 20% al 40%, aumento en
las horas extras de un 50%, y un aumento del 100%
para quienes trabajaran los domingos. El gobierno se
compromete a liberar a los presos cuando se levante la
huelga. Ante los resultados de la negociación la FORA
levanta la huelga. No obstante la FORA anarquista desconoce
esa decisión y sigue impulsando el paro.
Irigoyen
intensifica la represión sobre los sectores que no acatan
el levantamiento de la huelga. Así se producen nuevas
redadas contra los anarquistas entre el lunes 13 y el martes
14, en esos días es detenida toda la redacción del diario
anarquista La Protesta. El movimiento huelguístico se
divide, ya que un sector acata la resolución de la FORA
mayoritaria y el resto va a ir debilitándose.
Finalmente,
la central anarquista también decide levantar el paro. El
gobierno comienza a liberar a los presos el 16 de enero.
Una
seminsurrección obrera
La
Semana Trágica significó una seminsurrección obrera que
presentó batalla al régimen del radical Irigoyen en el
marco de la superexplotación capitalista, por un lado y
consecuencia del desarrollo de tenencias combativas hacia el
interior de la clase trabajadora, por el otro. A fines del
siglo XIX y principios del XX, la composición obrera era,
fundamentalmente, producto de la inmigración europea. Estos
trabajadores trajeron consigo las ideas anarquista y
socialistas. Así, fueron los anarquistas quienes comenzaron
a organizar sindicalmente a los trabajadores. Pero la
estrategia política de los anarquistas no concebía la
construcción de una organización obrera para que los
trabajadores tomaran el poder en sus manos. De esta manera,
el reformismo del viejo Partido Socialista fue ganando
influencia en amplios sectores de trabajadores. El triunfo
de la Revolución Rusa del ‘17 va a abrir las
posibilidades de una nueva corriente revolucionaria en el
movimiento obrero. El clima de agitación política y
sindical que precedió a la Semana Trágica estuvo
alimentado en gran parte por las manifestaciones de simpatía
y apoyo a la gesta revolucionaria rusa. Los anarquistas que
habían saludado positivamente la irrupción del nuevo
estado obrero en Rusia, luego terminarán reprobándolo y
enfrentándolo. La Semana Trágica es, a su vez, un punto de
referencia para el desarrollo de una nueva recomposición de
la clase obrera de nuestro país que a fines de la segunda década
del siglo XX, comienza a nutrirse de contingentes de
trabajadores nativos y nuevas ideas políticas.
El
valor revolucionario de aquellos dirigentes obreros
anarquistas caídos durante la Semana Trágica y de los
perseguidos posteriormente por el régimen burgués nos debe
dejar una reflexión: una y otra vez la podredumbre y carroña
capitalista no dudará de echar mano a todos los medios a su
alcance para evitar que los trabajadores cuestionen su
dominación y sus intereses. En este sentido la experiencia
de la Semana Trágica debe estar presente en la nueva
generación de luchadores como parte del capital político
acumulado para enfrentar en mejores condiciones al régimen
capitalista.
Notas:
(1)
Historia del Movimiento Obrero. ADEF (Asociación de
Empleados de Farmacia)
(2)
Historia de la Semana Trágica
Argentina. Huelgas por cambios en materia laboral.
(Red Interactiva de Estudiantes)
(3)
Op. cit.
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