Nueva York.– Israel ofreció
vender ojivas al régimen sudafricano del apartheid, según documentos
desclasificados por un académico estadounidense. El entonces ministro de
Defensa, Shimon Peres, actual presidente del estado judío, lo niega y arguye
que la acusación no está basada en hechos reales.
El libro de Sasha Plakow–Suranksy,
"The Unspoken Alliance: Israel's Secret Relationship with Apartheid South
Africa" ("La alianza tácita: la relación secreta de Israel con el
Apartheid de Sudáfrica"), presenta pruebas de primera mano de que Shimon
Peres ofreció ojivas nucleares al ministro de Defensa, P. W. Botha en 1975.
Botha fue primer ministro
desde 1978 hasta 1984 y presidente de ese año a 1989.
Plakow–Suranksy, editor de
Foreign Affairs, rastreó más de 7.000 páginas de documentos del gobierno
sudafricano, desclasificados a pedido suyo gracias a una ley de acceso a la
información de ese país africano. El gobierno israelí trató de impedir que
él accediera a los documentos.
El grueso de su acusación se
concentra en las actas de una reunión secreta entre Peres y Botha del 31 de
marzo de 1975.
"Botha se mostró
interesado en una cantidad limitada de unidades Chalet si tienen la cantidad
correcta de carga disponible", señala el documento trascrito por el periódico
inglés The Guardian.
Chalet es el nombre clave de
los misiles balísticos Jericó, de Israel.
"Peres dijo que la carga
correcta estaba disponible en tres tamaños. Botha se mostró complacido e
informó que consultaría", prosigue.
Se estima que por "tres
tamaños" de la "carga correcta" se refiere a armas
convencionales, químicas y nucleares.
Israel nunca reconoció tener
armas nucleares, pero se supone que tiene un importante arsenal. Los
documentos desclasificados son las primeras pruebas de ello.
Tras el encuentro, el jefe
del Estado Mayor sudafricano, el teniente general R. F. Armstrong, redactó un
memorando con detalles sobre los beneficios para Sudáfrica de las armas
nucleares.
"Al considerar los méritos
de un sistema de armas como las que se nos ofrecen, se hicieron ciertas
suposiciones: a) que los misiles se armarán con ojivas nucleares fabricadas
en Sudáfrica o compradas", escribió Armstrong.
El acta de la reunión y el
memorando constituyen pruebas directas del ofrecimiento de Israel a Sudáfrica,
señaló Plakow–Suranksy.
Es una acusación inventada,
sostuvo Peres, porque "no hay ningún documento israelí ni la firma de
un funcionario en un documento sobre esa reunión". El autor basó sus
conclusiones sobre "la interpretación parcial de documentos de Sudáfrica
y no en hechos concretos y no hay datos reales para afirmar eso", añadió.
"Hasta que Peres pueda
probar que no estuvo en la reunión, no creo que su argumento sea real",
dijo a IPS el autor con motivo de la presentación del libro, publicado a
fines de mayo, en el Consejo de Relaciones Exteriores.
El autor también accedió a
un acuerdo militar secreto, conocido como Secment, sellado semanas antes del
encuentro del 31 de marzo de 1975.
El documento señala que
"la existencia misma de este acuerdo debe ser secreta y no debe ser
divulgada por ninguna de las partes", que lo firmaron.
Sudáfrica, finalmente, no
compro las ojivas a Israel, en parte debido al elevado costo, pero sí
desarrollo armas nucleares. Es posible que haya recibido asistencia del Estado
judío.
La colaboración militar en
materia de tecnología entre los dos países está ampliamente documentada.
"Prácticamente hasta poco antes de la asunción de Mandela"
(1994–1999) como presidente, según Plakow–Suranksy.
El régimen racista del
apartheid, que imperó en Sudáfrica hasta fines del siglo XX, ha sido varias
veces comparado con la política de Israel hacia los palestinos, crítica que
se acentúa tras el ataque del Estado judío a una flotilla que pretendía
llevar suministros humanitarios a la franja de Gaza el 31 de mayo.
El ex presidente
estadounidense Jimmy Carter (1977–1981) instaló el debate con el libro
"Paz en Palestina, no apartheid", de 2006, en el que compara a los
dos países y fue muy criticado por el lobby israelí.
Plakow–Suranksy realizó la
misma comparación y remarcó las similitudes entre la construcción de
asentamientos, las nuevas políticas sobre ciudadanía y la creación de
condiciones que favorecen el hacinamiento. Pero lo más importante es su
comentario sobre las futuras consecuencias del desproporcionado aumento de la
población palestina en Israel.
Si la población palestina
sigue creciendo al ritmo actual serán mayoría en Israel y los judíos la
minoría. Como ocurrió en Sudáfrica, la minoría gobernará a la mayoría.
El autor califica de
"inexacta" su comparación entre ambos gobiernos, pero asegura que
"hay similitudes".
"Los funcionarios israelíes
deberían considerarlo como una advertencia, no como una amenaza", señaló.