“Sionismo y fascismo. El sionismo en la época de
los dictadores”, de Lenni Brenner es de los libros
que se deben consultar y recomendar. Más allá, todo hay
que decirlo, de algunas discrepancias que se presenten
debido a la interpretación que de algunos acontecimientos
históricos hace el autor, lo cierto es que aplicándose a
los documentos y datos concretos sobre el sionismo, sus
relaciones distantes con el judaísmo, cuando no han sido
enemigos, sus acuerdos con Inglaterra para hacerse con
Palestina, y sus acuerdos con el nazismo, en esos aspectos
el libro es toda una aportación al conocimiento de la
realidad histórica y un medio para comprender, tener
criterio ajustado a la realidad presente en Palestina.
El libro, por primera vez publicado en el Estado español,
es un clásico mundial; editado y vuelto a editar ha sido
objeto de estudio en todas las latitudes y ha recibido el
bombardeo sionista como otros de importancia similar. Lea
por ejemplo “La industria del Holocausto”, de
Norman Filkenstein, en Editorial Siglo XXI; “La
resistencia interior. Historia de la oposición judía al
sionismo”, de Yakov M. Rabkin, en Editorial Hiru; “La
expulsión de los palestinos”, de Nur Masalha, en
Editorial Bósforo; “Israel–Palestina”, de
Alain Gresh.
“Sionismo y fascismo. El sionismo en la época de
los dictadores; abre sus páginas con varios párrafos
terribles escritos por los sionistas sobre los judíos, las
direcciones donde aparecieron y la aclaración pertinente de
que no fueron escritos por los nazis. Seguidamente nos pone
en la línea de las incompatibilidades entre judíos y
sionistas, aunque aprovechándose de la oscuridad producida
por la Segunda Guerra Mundial, los sionistas, judíos de
ultraderecha, han mezclado sionismo y judaísmo para sacar
beneficio político de ello.
Si judaísmo y sionismo son visiones distintas, ¿con qué
ideología y con quién o quiénes es compatible el
sionismo? Y aquí es donde Lenni Brenner abre las grandes
puertas, sin dejar al margen las responsabilidades de los
gobiernos europeos y estadounidense con respecto a los judíos
perseguidos por los nazis… y los sionistas.
El sionismo si con algo es compatible es con el nazismo.
El libro no toca la situación de Palestina y del pueblo
palestino, no es su objeto de estudio, el libro se centra en
el conocimiento de la creación de las fuerzas sionistas, su
postulado político de dominio colonial dictatorial, sus
acuerdos comerciales y terroristas con Hitler, y su
colaboración con las fuerzas políticas, económicas y
militares más reaccionarias que encuentra en su camino para
apropiarse de Palestina bajo un pretexto bíblico que
adoptan como justificación, a eso suman concepciones
racistas como la raza elegida por Dios, a los que Dios ha
rebelado su verdad y otras zarandajas de corte nazi que se
atribuyen. Toda la verborrea de nazis, fascistas y
franquistas les sirve para presentarse bajo la pátina de
normalidad, y tiranizar con las armas al pueblo palestino
apropiándose de su tierra.
Si el antisemitismo era una constante entre los gobiernos
capitalistas que entraban en el siglo XX, el sionismo los
apoyó con la idea de obtener de ellos el respaldo
suficiente para tomar Palestina, así, tras la Primera
Guerra Mundial hicieron acuerdos de colaboración contra la
naciente revolución soviética que, precisamente, no era
antisemita; lo cuenta Lenni Brenner: “El bolchevismo, una
ideología opuesta fundamentalmente al sionismo, había
tomado el poder en Petersburgo y estaba siendo enfrentado
por la Guardia Blanca zarista y por fuerzas ucranianas,
polacas y bálticas financiadas por Gran Bretaña, Estados
Unidos, Francia y Japón. La contrarrevolución se componía
de muchos elementos que tenían una larga tradición de
antisemitismo y pogromos”. La Declaración de Balfour fue
un apoyo a los sionistas para su instalación en Palestina y
los sionistas “entendieron que el gobierno británico
consideraba como su principal prioridad el aplastamiento de
los bolcheviques, lo cual obligaba a portarse adecuadamente
en sus actividades en el volátil escenario de Europa del
Este”.
Bajo la consigna de “Sangre y suelo” guiaron su política
y procuraron carne judía para los gobiernos antisoviéticos
que necesitaban culpables de las crisis del capitalismo, y
si combatían al movimiento obrero, a los comunistas, los
judíos formaron siempre parte del paquete. La sangre estaba
entregada a cambio de que les procurasen la colonización de
Palestina.
Los escritos de clásicos sionistas dicen que los judíos
no son “ni nación, ni pueblo, ni humanos” (Micah Yosef
Berdichevsky); son “gitanos, perros, sucios, inhumanos,
perros heridos” (Yosef Chaim Brenner); son “parásitos,
gente básicamente inútil” (A.D. Gordon), entre su
verborrea incluían que los judíos se merecían lo que les
pasaba porque habían perdido su carácter como pueblo, se
integraban con los demás, no mantenían la limpieza de
sangre ni la limpieza económica, por ahí pasaba su
antisemitismo. Los historiadores sionistas escribían, dice
Brenner, que los antisemitas no tenían la culpa, sino los
judíos y su desgracia de vivir en el exilio.
Los sionistas discurseaban que vivir fuera de Palestina
era la causa principal del antisemitismo, y que recobrarla
era la única solución a la cuestión judía. Esa elaboración
política hacía de los sionistas una fuente de alimentación
de los gobiernos antisemitas y un apoyo incondicional de los
nazis… tras su ocupación del gobierno alemán, y antes
también: “Hitler… el 6 de junio de 1920 declaró que
Palestina era el lugar adecuado para los judíos y que sólo
allí podían esperar la consecución de sus derechos”.
El discurso de los sionistas no estaba lejos del de
Hitler, fíjense en lo que escribía Jacob Klatzin, sionista
autor de la Enciclopedia Judaica: “Si no
admitimos la legitimidad del antisemitismo, negamos la
legitimidad de nuestro propio nacionalismo. …En lugar de
establecer asociaciones de defensa contra los antisemitas,
que quieren reducir nuestros derechos, debemos establecer
asociaciones de defensa contra… los que desean defender
nuestros derechos”.
De esta manera sostenían los sionistas que los judíos
fuera de Palestina se merecían lo que les pasase porque
eran intrusos en los demás Estados. Por eso las
organizaciones judías de izquierda comunista consideraban a
los sionistas “un eco de la línea nazi”; Brenner continúa
diciendo que “la derrota del nazismo habría ocurrido si
los judíos se hubiesen unido a la clase obrera antinazi”,
pero los sionistas ensuciaban el agua entre los judíos y
ayudando a Hitler, que organizó mítines anticomunistas
para advertir a los jóvenes judíos del peligro de los
“asimilacionistas rojos”.
Si los sionistas llegaron a acuerdos con los nazis, antes
habían mantenido las mejores relaciones con Mussolini y lo
plasmaron en escritos como este de Michael Ledeen: “…en
el pasado pudieron surgir incertidumbres acerca de la
verdadera naturaleza del fascismo, pero ahora comenzamos a
entender su verdadera naturaleza… los verdaderos judíos
nunca han luchado contra ustedes”.
La respuesta entre las filas judías de izquierda cuajó
en un boicot a la Alemania nazi, y eso que podríamos pensar
que parecía bien a los gobiernos europeos y estadounidense,
sin embargo hizo que mostrasen los rasgos ocultos hasta
entonces, se inquietaron y sus posiciones fueron de lo más
diversas para sustanciarse en contra del boicot de una
manera o de otra, curiosamente como los sionistas, que
agitaban entre la población judía de los diversos países
la idea de que era mejor no rebelarse, mientras, de acuerdo
con los nazis, llevaban a Palestina a los judíos sionistas
adinerados y que consideraban útiles, jóvenes sionistas
con profesiones que denominaban constructivas, dejando para
los hornos crematorios al resto de la población judía, que
les había de servir de justificación histórica para la
ocupación colonial de Palestina.
La colaboración con los nazis en todos los terrenos,
incluido el espionaje, se plasmó de diferentes formas,
entre ellas se encuentra una medalla que Goebbels mandó acuñar,
en una cara figura la esvástica, en el otro la estrella
sionista; otro ejemplo hoy ocultado dice Brenner: “Un
aspecto de las leyes (Leyes de Nuremberg, septiembre de
1935, legislación antijudía previa a la Segunda Guerra
Mundial) fue el hecho de que …sólo se permitieron dos
banderas en el Tercer Reich, la de la esvástica y la azul y
blanca sionista”; otro ejemplo es el permiso de la Gestapo
en 1935 para que las organizaciones sionistas “utilicen
uniformes de puertas adentro porque … su actividad sincera
… se cruza con la intención del gobierno del Reich de
sacar de Alemania a los judíos.
Las declaraciones programáticas de los sionistas en
torno al establecimiento del Estado sionista son numerosísimas,
Polkes, dirigente sionista que negocia con las SS el 10 de
octubre de 1937, les declara: “El Estado sionista se debe
establecer por todos los medios y tan pronto como sea
posible”. En 1923, Jabotinsky, dirigente sionista, escribió
su tesis sobre la ocupación de Palestina “El muro de
hierro (nosotros y los árabes)” donde decía: “La
colaboración se debe terminar o implementar contra los
deseos de la población nativa. Esta colonización puede,
por tanto, continuar y desarrollarse sólo bajo la protección
de una fuerza independiente de la población local, un muro
de hierro que la población nativa no pueda romper. Ésta
es, al completo, nuestra política hacia los árabes. Una
reconciliación voluntaria con los árabes está fuera de
cuestión ahora o en el futuro cercano”.
Hubo sionistas que esperaban algún acuerdo de paz apoyándose
en los ocupantes británicos de Palestina, y Jabotinsky les
contestó: “Si quieres colonizar una tierra en la que ha
hay un pueblo que la habita, debes procurar una guarnición
militar para esa tierra, o encontrar algún 'hombre rico' o
benefactor que provea esa guarnición de tu parte. De lo
contrario hay que cejar en el empeño, porque sin una fuerza
armada que convierta en físicamente imposible cualquier
intento de destruir o evitar esta colonización, la
colonización es imposible, no 'difícil' ni 'peligrosa',
sino ¡IMPOSIBLE! El sionismo es una aventura colonizadora y
en consecuencia se mantiene o cae por la cuestión de la
fuerza armada”.
Robert Geesler, otro sionista, escribe un artículo en el
que termina diciendo: “Queremos un imperio judío. Igual
que el italiano o el francés en el Mediterráneo, queremos
un imperio judío”.
En el Congreso de 1935 que celebraron los sionistas en
Lucerna las diferencias entre más moderados y radicales en
torno a los acuerdos con los nazis y la transferencia de
sionistas seleccionados a Palestina y la utilización de
cemento alemán llevaron a los miembros del Partido del
Estado Judío a gritar “¡Heil Hitler!” para cerrar
filas.
En la documentación del Congreso sionista de 1937, se
encuentra la declaración de Weizmann donde dice que quiere
enviar a Palestina dos millones de jóvenes: “Los viejos
pasarán; afrontaran su destino, o no. Ellos son polvo,
polvo económico y moral en un mundo cruel. Dos millones,
quizá menos, sólo una parte sobrevivirá…”.
En esa línea el 7 de diciembre de 1938, Ben Gurion,
dirigente sionista laborista, declara: “Si yo supiera que
es posible salvar a todos los niños de Alemania llevándolos
a Inglaterra, y sólo a la mitad de ellos trasladándolos a Eretz
Ysrael, optaría por la segunda alternativa”.
El 17 de diciembre de 1938 se dirige al ejecutivo
sionista: “Si los judíos tienen que elegir entre los
refugiados, salvando a los judíos de los campos de
concentración, o colaborar con un museo nacional en
Palestina, la compasión se impondrá y toda la energía del
pueblo será canalizada para rescatar a los judíos de
diversos países. El sionismo será eliminado de la agenda,
no sólo de la opinión pública mundial, en Gran Bretaña y
los Estados Unidos, sino en la opinión pública judía de
todas partes. Si permitimos una separación entre el
problema de los refugiados y el problema palestino, estamos
arriesgando la existencia del sionismo”.
En el libro, Brenner dedica un capítulo a la guerra en
España, en él se dan cifras de nazis alemanes y fascistas
italianos que se comparan con el número de
internacionalistas, entre ellos judíos, que se pusieron de
parte de la democracia republicana española; he de señalar
que no son correctas esas cifras: hubo muchos más alemanes
e italianos que brigadistas, de los que, por otro lado la
cifra que se da es un poco elevada. A eso hay que añadir
que los nazis alemanes y los fascistas italianos eran
relevados cada pocos meses por tropas de refresco, mientras
que los brigadistas no tuvieron relevo alguno ni se
cubrieron sus bajas. Más aún, los brigadistas salieron de
España antes de terminar la guerra, mientras que los
nazi–fascistas permanecieron hasta después de la guerra.
Brenner señala la participación en las Brigadas
Internacionales de 22 sionistas del sector laborista, y poco
más adelante recoge un dato de la Enciclopedia del
sionismo e Israel donde se dice que hubo “unos 400
comunistas”, miembros del Partido Comunista de Palestina,
e indica que los sionistas participantes fueron a título
individual desobedeciendo al movimiento sionista. Luego la
participación al lado de la República vino de parte de
comunistas palestinos y algunos sionistas que se
desengancharon de su inicial organización colonial, pues
como señala Brenner con las referencias al libro “Judíos
y árabes en Palestina”, de julio de 1936: la ambición
de los sionistas laboristas … era conquistar Palestina y
dominar económicamente Oriente Medio”, y no sólo eso
sino que su colaboración con los nazis les llevó en 1937,
mediante una de sus organizaciones, a ofrecerse como espías
para las SS.
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Medalla acuñada
por los nazis para conmemorar la visita
del barón von
Mildenstein a Palestina
como
invitado del movimiento sionista
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Ya se ha dicho que la colaboración con los nazis se
extendió a los campos más diversos, hubo inversiones en la
Alemania nazi, hicieron de agencia comercial en el mundo de
los productos alemanes para que se vendiesen saltándose el
boicot internacional, participación en la Gestapo,
colaboración política dentro y fuera de Alemania con los
nazis, integración en el servicio de espionaje nazi, y todo
esto dio como fruto en 1941 un documento hallado en la
embajada alemana en Ankara (Turquía) titulado “Propuesta
de la Organización Militar Nacional (NMO) relativa a la
solución de la cuestión judía en Europa y la participación
de la NMO en la guerra del lado de Alemania”, en el los
sionistas hablan de los “intereses comunes” con los
nazis y sus “aspiraciones”, de la “cooperación”
entre las dos partes y del “establecimiento del estado judío
histórico sobre una base nacional y totalitaria, y ligado
mediante un tratado al Reich alemán… la NMO está
estrechamente relacionada con los movimientos totalitarios
de Europa en su ideología y estructura”.
Aprobado el Estado de Israel en Palestina en 1948 por las
Naciones Unidas, las potencias occidentales Inglaterra,
Francia y EEUU cuidaban así del capitalismo y sus intereses
en Oriente Medio; Beguin puso de Ministro de Asuntos
Exteriores a Shamir, reconocido asesino de Lord Moyne,
ministro residente británico para Oriente, el 6 de
noviembre de 1944, y el del conde Folke Bernadotte, mediador
de las Naciones Unidas para Palestina, el 17 de septiembre
de 1948”; Beguin homenajeó a la banda terrorista sionista
Stern, eje central de NMO, con la emisión de sellos
postales con el retrato de Shamir. “No hay mejor prueba de
que la herencia de la colusión sionista con fascistas y
nazis, y la filosofía subyacente, atraviesan el Israel
contemporáneo”, declara Brenner, que finaliza con estas
palabras: “Los sionistas nos recordarán la masacre de judíos
perpetrada por Hitler, esperando que la simpatía hacia sus
víctimas se transfiera a su Estado sionista. Y nos darán
lecciones de “islamofascismo” desde el mufti
(religioso palestino de Jerusalén que ante las
provocaciones sionistas en el Muro intentó sublevar a los
creyentes contra los sionistas) hasta el Irán actual”.
Para terminar recojo aquí la carta que Einstein, Hannah
Arendt, Sidney Hook y otros hicieron llegar al New York
Times en diciembre de 1948 denunciando a Beguin, Primer
Ministro del sionista Estado de Israel: “Entre los fenómenos
políticos más perturbadores de nuestro tiempo está la
emergencia del Partido de la Libertad (Tunat HaHerut) en el
reciente Estado de Israel, un partido político muy similar
en su organización, métodos, filosofía política y
mensaje social a los partidos nazi y fascista … Han
predicado una mezcla de ultranacionalismo, misticismo
religioso y superioridad racial … Han propuesto sindicatos
corporativos según el modelo de la Italia fascista … A la
luz de las consideraciones anteriores, es imperativo que se
conozca en este país la verdad sobre Beguin y su
movimiento. Es de lo más trágico que la cúpula del
sionismo estadounidense haya rechazado hacer campaña en
contra de los intentos de Beguin”.
Los resultados del sionazismo en Palestina–Gaza están
presentes, son bien conocidos, duran ya 62 años, el pueblo
palestino sigue resistiendo al colonialismo sionazista
apoyado por las potencias capitalistas como modo de
garantizar los intereses de sus multinacionales en el Medio
Oriente. Los palestinos piden nuestra colaboración en el
boicot a los productos sionistas, que en España se
comercializan con el código de barras 729. Hay prevista una
flota de barcos de ayuda a Gaza, consulte la página de
Cultura y Paz, www.culturaypaz.org .
La lista de empresas que colaboran con Israel y las
marcas que venden en España puede leerla en
www.rebelion.org en el artículo del día 06–06–2010
titulado Productos israelíes comercializados en el Estado
español”.
El libro de Brenner, con las discrepancias que puede
levantar, aporta una documentación y un análisis del
sionismo que sirve de aclaración a cualquier lector.
(*) Ramón Pedregal Casanova es
autor de “Siete Novelas de la Memoria Histórica.
Posfacios”, editado por Fundación Domingo Malagón y
Asociación Foro por la Memoria (www.foroporlamemoria.org)
¿Quién
es Lenni Brenner?
Lenni
Brenner es una figura emblemática de la izquierda
norteamericana, y de los avatares de la misma. Fue uno de
los iniciadores del Movimiento de Libre Palabra (Free Speech
Movement, FSM) de la Universidad de California, en Berkeley.
Sin duda, ese fue el mejor momento del movimiento
estudiantil estadounidense, efímero por cierto. Desde
inicios de la década de los sesenta, cuando la sombra del
macartismo aún no se había disipado, en el campus de la
universidad se comenzó a discutir y actuar. Había muchos
motivos, era el momento más álgido de la Guerra Fría, con
la “Crisis de los Misiles” y la amenaza sobre Cuba, y la
escalada intervencionista en Vietnam. Lenni Brenner, que
entonces usaba el apellido de su padrastro, Glaser, fue uno
de los oradores y agitadores más destacados. De esa época
data su adhesión al trotskismo, su prédica contestataria,
su burla hacia quienes decían que la gente se volvía loca
si fumaba marihuana.
En
1964 el FSM se hizo sentir en todo el país. En California
comenzó la agitación continua contra la guerra en Vietnam.
Diariamente había demostraciones que trascendían la
universidad, discursos, sentadas, formas de lucha
no–violenta. Los administradores de la universidad, la
policía, la derecha de California, no podían tolerar esto:
reaccionaron contra el FSM actuando contra su figura más
radicalizada. Lenni Brenner fue detenido y condenado, en un
proceso vil, a 39 meses de prisión, porque la policía
encontró en su bolsillo una colilla de marihuana de no más
de media pulgada de largo. La pena podía ser cumplida
mediante el sistema de “probation”, realizando tareas
comunitarias. Pero los administradores de la universidad
enviaron a dos agentes a testificar en la corte, para
demostrar que Lenni Brenner era un sujeto peligroso. El
cumplimiento de la pena fue efectivo, y Brenner pasó 39
meses en la prisión. Todavía hoy hay quienes lamentan
haberlo dejado solo en ese momento, no haberlo defendido
luchando, como correspondía. (1)
Quisieron
sacarlo de en medio, en realidad ampliaron sus horizontes:
en la propia antesala de la prisión Lenni Brenner conoció
a Huey Newton, que después sería el legendario fundador de
los “Panteras Negras”. Según él mismo recuerda, la
Prisión Estatal de California le sirvió para meditar lo
que haría en los diez años siguientes (2).
Al
salir en libertad Brenner siguió su camino en el
movimiento contra la guerra y en lucha por los
derechos civiles. Desde antes de eso había trabajado junto
a Bayar Rustin, el organizador de la legendaria marcha de
Martin Luther King sobre Washington, donde este pronunció
su discurso “Tengo un Sueño”. De esta época data también
su compromiso contra el sionismo y la opresión del pueblo
palestino.
Luego
vino una época de retroceso, los años ochenta, el período
de Reagan y del neoconservadurismo triunfante. En ese tiempo
Lenni Brenner comenzó a luchar por otros medios, este libro
es uno de los resultados. También aquí se ubicó en el
lugar del conflicto y tomó partido contra la opresión. A
alguien con su trayectoria, ¿qué podía importarle que le
dijeran “antisemita” o
“judío que se odia a sí mismo”?
Muchos
de quienes hoy administran la Universidad de California
fueron integrantes del FSM y compañeros de Lenni Brenner.
Por cierto, siguieron una ruta distinta, adhiriéndose al
Partido Demócrata. Pero también reivindican al FSM y a su
lucha de los años sesenta. No hace mucho, en una reunión
conmemorativa del FSM, Brenner les propuso que subsanen la
injusticia que la universidad cometió con él contratándolo
para dar clases de historia durante 39 meses. (3) Fundamentó
la propuesta de una manera que lo caracteriza: “Les
conviene más tenerme dentro meando hacia fuera, que tenerme
fuera meando hacia dentro.” Por cierto, no obtuvo
respuesta; leyendo este libro podremos comprender por qué.
(*) Traductor del libro y titular
de la cátedra de Historia de Asia y África en la
Universidad Nacional de Rosario, Argentina.
Notas:
1) Rossman, Michael, The Betrayal of Lenni Glaser.
Counterpunch, 21 de noviembre de 2002.
2) Brenner, Lenni, Doing Time with the Perfect Black Panther.
Counterpunch, 16 de
octubre de 2003.
3) Brenner, Lenni, Lessons for 2004.
The
1964 Berkeley Free Speech Movement. Counterpunch,
26 de octubre de 2004.