En esta semana se ha cumplido
el noveno aniversario de la derrota del golpe de abril de 2002, auspiciado por
la burguesía venezolana y el imperialismo. La movilización de masas que logró
esta victoria fue una de las importantes del siglo XXI en América Latina.
Recordando estos hechos y sus enseñanzas, editamos este texto enviado desde
Caracas y publicado en el periódico “El Proletario”. (Nota de SoB).
A nueve años de la derrota
infligida por las masas al golpe neo–fascistas del 11 de abril y de los
sucesos del 2 de diciembre en PDVSA ( mejor conocido como "el golpe
petrolero"), acontecimientos que marcaron un paso adelante para el
movimiento obrero y los socialistas. En víspera además, de nuevos
enfrentamientos de clase que se avecina, volvamos un poco la vista hacia atrás,
en busca de experiencias válidas para el futuro inmediato de las luchas de la
clase obrera y las comunidades.
Antes del día 11 de abril
nuestra Organización había tomado algunas previsiones. Ocurridos los hechos,
se reúne el Secretariado del Partido el día l2, revisa la nueva situación
política y hace los enlaces necesarios con la Dirección Nacional y las
direcciones regionales de Caracas, Miranda, Aragua, Portuguesa y Anzoátegui,
establece contactos con otros equipos políticos del interior del país,
grupos revolucionarios aliados y varios dirigentes y activistas comunales. Se
decide pasar toda la organización a la actividad clandestina.
A las primeras horas del día
13, el Secretariado del Partido hace un nuevo diagnostico de la situación a
raíz del desastroso y estúpido discurso del dirigente fedecamarista Carmona
Estanga, a la sazón convertido en dictador de facto. Se constata entonces un
brusco cambio de la correlación política de fuerzas, que aumenta a cada hora
con la presión popular desde los barrios del Valle, Petare y algunas otras
parroquias caraqueñas. Se movilizan las masas en Maracay y con ellas nuestros
activistas.
De inmediato nos comunicamos con
la concentración organizada en la Redoma de Petare por el equipo del camarada
Lenin y los cuadros revolucionarios del Partido y del MVR de base en el
Distrito y la región Caracas. Entre otros, actúan Manuel, William, Iván,
María, Néstor, Malet, Carlos, Vilma, Luis, el que escribe ésta nota y otros
activistas.
A las 10 am, unas 1.000 personas
entre cuadros políticos, obreros y comunidades nos habíamos ya concentrado
en el sitio: los alrededores de La Redoma de Petare. Se presenta una discusión
con un pequeño grupo de activistas del PPT que proponían dirigir la
concentración a la toma del canal 8, pero en la jefatura de la marcha
decidimos el destino de ella: Miraflores, para reforzar las acciones y
derrotar la parte central del cruento golpe cívico militar organizado por la
"Coordinadora Democrática", cuyo filo represivo apuntaba desde el
primer momento no solo contra el presidente y unos cuantos funcionarios
gubernamentales, sino ferozmente a los socialistas y las corrientes mas
activos del proceso revolucionario. Era imprescindible cortarle el paso al
imperialismo norteamericano–español, a Fedecámaras–Venancham y sus
aliados antes que estos consolidaran el dramático golpe y provocaran su
anunciado baño de sangre.
1 y media: Se pone en marcha el
piquete de la columna al que le espera un peligroso recorrido, en medio de una
situación incierta y en el centro de un cruento golpe en pleno desarrollo,
que desde el primer momento allana, asesina, reprime al pueblo y al movimiento
revolucionario. Es notoria la ausencia de orientación, información e incluso
de presencia y dirección de calle de muchos altos jefes del gobierno, igual
que del MVR y de la coalición de los partidos de gobierno. Son remplazados
por dirigentes comunales y obreros.
En primera fila de la columna
los socialistas llaman a la resistencia y a la ofensiva. Al paso del largo
recorrido, la marcha popular como un imán atrae a miles de personas que bajan
de las barriadas dispuestas a todo, de los cerros y quebradas de Petare, Maca,
Campo Rico, Carpintero, la bombilla, Chapellín, Santa Rosa, Sarria. Transeúntes
y gente de otros barrios populares en la ruta se van incorporando a la gran
columna que marcha hacia la avenida Urdaneta
A la altura de Chacao la enorme
movilización se topa con la Metropolitana y la apertrechada policía del
golpista Leopoldo López, armada hasta los dientes (incluyendo una bazuca anti–tanque.
En posición de combate cierran el paso a la ya crecida e incontenible
columna. Se abre un momento de intensa tensión pero la jefatura de la marcha
–que en ese momento sumaba ya decenas de miles de manifestantes– da la
orden de avanzar en medio de las feroces policías golpistas, quienes antes la
firme decisión popular, se amedrentan echándose a un lado, deben soportar
entonces los insultos y desafíos de él pueblo enardecido que nada teme.
No menos de 25 mil marchistas
llegaron alrededor de las 2 pm, a Miraflores. La situación en Maracay era
similar a Caracas, según los informes telefónicos de los camaradas Manuel y
Ángel, desde los cuarteles ocupados por el pueblo revolucionario y los
soldados patriotas. El resto es historia conocida.
A 9 años de aquellos
apasionantes sucesos de abril y esperando nuevos sucesos, es conveniente
anotar algunas experiencias que seguramente nos resultaran de gran utilidad
para las próximas jornadas:
(1) Una vez mas quedó
demostrado que pueblo sí tumba y repone gobiernos. Que este proceso –
incluso la propia vida del presidente Chávez– se salva en primer lugar
gracias a la valentía y decisión del pueblo venezolano, que pasó por encima
no solo de la derecha terrorista y sus esbirros, sino también de los
vacilantes, fanfarrones y traidores civiles o militares enchufados en el
Estado, el gobierno nacionalista y el propio proceso revolucionario, que
dejaron el pelero antes que sonaran los primeros tiros.
(2) Que las masas
insurreccionadas aceleran, minuto a minuto, la descomposición de las fuerzas
enemigas y preparan las suyas para llevar hasta el final la lucha política,
disponiendo todas sus reservas de combate. Los sectores populares movilizados
para el enfrentamiento, precipitaron la fractura cívico–militar del
golpismo, animando la posición asumida por el sector de militares
patriotas– especialmente de soldados y clases– que en asambleas de base
desconocieron sus mandos golpistas y vacilantes, hicieron armas al lado del
pueblo y negaron su apoyo al golpe de Estado capitalista montado por Fedecámaras,
el imperialismo norteamericano y el Opus Dei español.
(3) Que en efecto, las
condiciones insurreccionales maduran en cuestión de horas, pero se hace
indispensable, la línea orgánica, el mando del partido proletario y las
vanguardias de masas; una estrategia firme y un programa revolucionario
concreto, acertado y claro para concentrar la insurrección popular y sin
titubeo lanzarla dicha fuerza hacia el poder político. Lo cual objetivamente
(más no subjetivamente) estuvo muy cerca el l3 de abril, quedando por ello
inconcluso el importante levantamiento de masas, ante la ausencia de algunos
de los factores internos subjetivos mencionados arriba.
De hecho, las jornadas de
abril–diciembre revelaron como falsa e interesada la propaganda del
liberalismo burgués y de algunos patriotas, que para minimizar la actividad
proletaria y socialista, vociferaron sobre un triunfo espontáneo de las
masas, una falsedad evidente, A la disposición favorable del pueblo se le
fundió en muchos casos la dirección revolucionaria media y de base.
He aquí pues una novísima
lección de nuestra lucha de clases, útil también para aquellos socialistas
que anteponen el dogmatismo, el sectarismo, el espíritu de grupo, el
empirismo aventurero y un sin fin de prejuicios a las tareas de la unificar el
programa político de lucha con otras fuerzas, impidiendo acelerar el frente
amplio y dar forma real a un partido proletario unificado.
(4) Las jornadas del l3 de abril
y del 2 de diciembre del 2002 establecieron una profunda diferencia con los
sucesos populares de febrero del 89 en cuanto a una mayor madurez política de
las masas, un menor sentido espontáneo de lucha y el papel político más
activo jugado por las organizaciones revolucionarias y comunales en su seno,
lo que permitió concentrar los objetivos cívico–militares de la contra
ofensiva popular.
(5) Las jornadas de
abril–diciembre también demostraron que la fuerza central de nuestro
proceso revolucionario reside en la clase obrera y el poder popular organizado
de base.
Los sucesos de abril y de
diciembre, que contaron estos últimos con la presencia predominante de la
clase obrera al frente de las comunidades organizadas y de grupos de soldados
patriotas, indican que las verdaderas reservas del antiimperialismo y del
socialismo están en las clases y estamentos explotados, no en la alharaca del
oportunismo electoral ni en los burócratas, ni en aquellos nacionalistas de
palabras pero puntofijistas de hecho. Tampoco están dichas reservas en los
conciliadores y acobardados ante las circunstancias de la lucha de clases.
(6) Finalmente quedó muy claro
que las fuerzas populares deben comenzar aceleradamente un plan miliciano de
organización y preparación político–militar en todos los terrenos y bajo
su propia dirección, porque el capitalismo imperialista y la oligarquía
local no duerme, aprovecha la insólita impunidad existente, la falta de
autoridad del gobierno con los enemigos del proceso, sus contradicciones
internas e incluso la complicidad de unos cuantos funcionarios bien dispuestos
para volver a la carga.
Pero así mismo porque este
proceso no se desenlazará favorable al pueblo, con reformas capitalistas,
sino con firmes respuestas antiimperialistas y socialistas tanto en el
discursos como en los hechos.
Únete, lucha, venceremos
Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)