Pero,
además de eso, hubo muchas
otras cosas que se discutieron y que son
ocultadas por la historia liberal-mitrista que se da en
las escuelas. E incluso también por varios revisionistas de
esa historia.
Este
fue el Congreso que luego se traslado a Buenos Aires, que
decretó una constitución a espaldas del resto de las
provincias, que dejo representantes de otras provincias
fuera del congreso, que sesionaba en secreto con sólo
algunos representantes para tratar y decidir sobre los temas
importantes.
Aunque
es considerado como el más “democrático” dentro de la
historia argentina, no fue precisamente el reino de la
discusión fraternal ni de las resoluciones democráticas.
Sus no tan honorables comienzos
El
Congreso de 1819 fue llamado por el llamado
“Directorio”. Es decir, el gobierno “nacional”
unipersonal, que controlaba a las provincias desde Buenos
Aires. Sin embargo, este gobierno tenía poco de
“nacional”; era un gobierno de Buenos Aires que mandaba
sobre las provincias. En esos años, gobernaban Alvear y sus
aliados, que particularmente representaban
los interés de los comerciantes bonaerenses, o sea los intereses monopolistas del puerto.
El
lugar elegido para hacer el Congreso, Tucumán, fue por la
negativa de los caudillos del interior a convocarse en la
ciudad-puerto, en especial Artigas de Uruguay que llevaba años
luchando contra Buenos Aires. Hacer en Congreso en Buenos
Aires, implicaba de entrada, quedar a su merced. Tucumán
aparecía como más neutral. Así, el 24 de marzo de 1816
comenzaron a sesionar allí.
Para
que el Congreso fuera “tranquilo” y sesionara en
“paz” había que asegurarse la no participación de
algunos representantes, los aliados de Artigas, la llamada
Liga Federal o Liga de los Pueblo Libres (ver mapa). Querían que la capital no fuese Buenos Aires,
y además proponían la libre navegación de los ríos y
otras medidas para romper el monopolio del puerto del Plata. Asimismo
se oponían a ciertos planes de monarquía que había en
danza. En fin: eran una molestia y se trabó su participación.
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1816:
territorios del Congreso de Tucumán manejado por Buenos Aires y de la
Liga de los Pueblos Libres o Liga Federal |
Este
bloque lo componían las provincias del Litoral (Entre Ríos,
Corrientes, Santa Fe y las “misiones”) y la Banda
Oriental (actual Uruguay). Estaban en guerra contra el Directorio y además
esperaban una invasión portuguesa desde Brasil (arreglada
con el Directorio). Se dio así una situación de “no te
invito, pero si lo haces no voy”.
Las
provincias de la Liga Federal no estuvieron, entonces,
presentes el 9 julio. Pero se invito a provincias del Alto
Perú (actual Bolivia) que estaban en manos de los españoles
en ese momento, como Chichas, Charcas, Mizque y otras
(algunas no pudieron llegar). Para asegurar una mayoría dócil
a Buenos Aires, muchos de los presentantes altoperuanos eran
exiliados que vivían allí. No habían sido electos… pero
apoyaban a Buenos Aires. Otro caso de porteños que asumían
la representación de una provincia, fue el de Juan Martín
de Pueyrredón, como diputado por San Luis.
Con
estas maniobras y ausencias, los únicos opositores eran los
diputados de Córdoba, Salta y Tucumán. Pero ninguno de
ellos –a excepción quizás de los cordobeses–
representaban una amenaza ni estaban decididos llevar hasta
el final la lucha contra la hegemonía de la ciudad-puerto y
sus comerciantes.
¡Gran
comienzo democrático de este Congreso fundador de la República
Argentina!
Las discusiones
Entre
las primeras medidas, estuvo la creación de una Comisión
de Relaciones Exteriores, reducida en número y que
sesionaba en secreto. En ella se discutía qué hacer con la
invasión de los portugueses, que estaba negociando Manuel
José García, embajador del Directorio en Río de Janeiro
donde en esos momentos se había instalado la monarquía de
Portugal. Nada hizo esta Comisión para frenar estas
negociaciones ni impedir la invasión.
Recordemos
que en esos tiempos, Manuel Belgrano, creador de la bandera
de Argentina en 1812, sostenía la creación de una monarquía.
Para eso se habló de un descendiente del Inca. Pero, en
firme, se postuló como “reina” a Carlota Joaquina de
Braganza, conocida luego como "Princesa do Brasil",
que era esposa del rey de Portugal y hermana del rey de
España, Fernando VII… con el cual las Provincias Unidas estaban en guerra en
esos momentos.
El
proyecto de monarquía “carlotista” terminaría
fracasando, pero lo que sí se concretó, con la
complicidad del gobierno de Buenos Aires, fue la invasión
portuguesa desde Brasil a la Banda Oriental, actual Uruguay,
que combatió Artigas.
Otra
cuestión espinosa fue el nombramiento de Pueyrredón como
Director Supremo. A este candidato patrocinado por Buenos
Aires se le opuso la candidatura de Moldes, diputado de
Salta. El inconveniente se resolvió arrestando a Moldes,
por generar disturbios. Así quedó un solo candidato que
luego, como Director Supremo hasta 1919, iniciaría una gran persecución de opositores.
La
independencia llegó después de varios días de discusión.
Primero, el 9 de julio, se declaró solamente la
independencia… de España. Esto dejaba la posibilidad de
someterse a otra soberanía, como el Imperio Británico o el
reino luso-brasileño de los Braganza. De esta forma se
confirmaban las denuncias de Artigas. Ante los rumores y
reclamos de varios diputados, esto fue corregido sólo diez
días después, el 19 de julio. Se le agregó:
“independiente de toda dominación extranjera”.
Hasta
aquí, aparte de la independencia, lo que nos deja este
Congreso es un claro miedo a ella por quienes se reconocen
como los continuadores del 25 de Mayo de 1810. Una burguesía
comercial, atada al comercio internacional, que se negaba
constantemente a declarar una verdadera independencia, que
tardó seis años en proclamarla y que no cerraba la
posibilidad de ponerse bajo la férula de otros estados.
Podríamos
decir que muy “nacional” no era, a pesar de lo que
opinen muchos. No sólo tardó seis años en declarar la
independencia –lo cual podría ser justificado, si no
estuviera acompañada de otros “errores”–, sino que
también apoyó la invasión a la Banda Oriental para
derrotar a Artigas y terminar con el único bloque opositor
serio que tenía Buenos Aires. Una burguesía sin mayores
intereses nacionales no puede dar más que eso: proteger sus
intereses comerciales.
Los últimos tiempos del Congreso de 1816
El
Congreso se traslado a Buenos Aires en 1817 por razones de
seguridad. Los españoles avanzaban hacia el sur. Esto sirvió
para depurar aun más al Congreso, ya que algunos diputados
decidieron quedarse o volver a sus provincias. Y, como en
1816, los faltantes fueron reemplazados por gente de Buenos
Aires, elegida por nadie.
Después
de declarar la independencia se debía discutir una
Constitución que organizara al país, pero ésta tardó en
llegar. Recién se presentó un Reglamento Provisorio en
1819, que el 22 de abril de ese año se aprobó. Esto texto
“constitucional” no aclaraba si iba a ser república o
monarquía. Una vez más la burguesía comercial porteña
había metido la cola. Simultáneamente, se envió un
representante del Congreso a Europa para conseguir un
príncipe que reinase en las Provincias-Unidas.
Esta
constitución era claramente unitaria. Por eso, más allá
de la cuestión de monarquía o república, detonó la
bomba. Muchas provincias no la aceptaron y ni siquiera fue
respetada por el propio director Pueyrredón. Así las
cosas, Artigas encomendó a dos caudillos del Litoral
–“Pancho” Ramírez de Entre Ríos y Estanislao López
de Santa Fe– que invadieran la ciudad-puerto y terminaran
con el Congreso. A esa altura era claro que sólo
representaba a Buenos Aires.
El
Congreso de Tucumán es presentado como un hito de
democracia y libertad. Pero fue más bien una caricatura de
eso: representantes excluidos, otros detenidos, diputados de
las provincias que en verdad eran porteños… Nunca
saldaron la cuestión de qué tipo de independencia (sólo
quedó claro respecto a España). Tardaron años en presentar
una constitución inaplicable y no representaban a nadie más
que a Buenos Aires.
Para
muchos revisionistas o marxistas stalinistas, ésta es la
burguesía que realizó una “revolución social” y un país
democrático. En verdad, lo único que nos dio este
“hito” es una independencia que no estuvo muy claro
que era de cualquier potencia extranjera. Y a pesar de esa
acta, los representantes de la burguesía comercial y de la
naciente burguesía ganadera bonaerense no dudaron en apoyar
a los portugueses para que desmembraran al naciente país,
apoderándose de la Banda Oriental.