Entrevista
a Jean-Claude Paye sobre las consecuencias para el ciudadano
ordinario de las legislaciones «antiterroristas»
Las
poblaciones bajo vigilancia
Entrevista
de Silvia Cattori
Red
Voltaire, 22/02/08
En
diciembre de 2005 los medios de comunicación revelaron que
la NSA, una agencia [estadounidense] cuya misión oficial es
espiar fuera de Estados Unidos, había sometido a ciudadanos
estadounidenses a escuchas electrónicas. Un año más tarde
revelaron que la misma NSA había fichado millones de
comunicaciones y que la CIA vigilaba todas las transacciones
financieras internacionales. En Europa diferentes
parlamentos nacionales ya habían establecido y legitimado
en medio de la indiferencia general una legislación que
impone la retención de los datos personales.
Mientras
que en Estados Unidos los medios de comunicación se han
hecho eco de este asunto y las organizaciones de defensa de
las libertades individuales han hecho campaña contra estas
disposiciones sin provocar, sin embargo, una movilización
popular, en Francia y Alemania prácticamente no han
suscitado reacciones unos proyectos de ley que permiten a la
policía espiar a distancia el ordenador de aquellas
personas que considera sospechosas de terrorismo.
En
la entrevista concedida a Silvia Cattori el sociólogo belga
Jean-Claude Paye demuestra cómo las leyes «antiterroristas»
vacían de su sustancia todas las protecciones legales
nacionales y europeas, y aclara el alcance de unas
disposiciones que legalizan la introducción de programas
informáticos espía en los ordenadores privados.
Silvia
Cattori: ¿Está ya
en aplicación la legislación de la Unión Europea sobre la
vigilancia de los ciudadanos?
Jean-Claude
Paye [1]: La mayoría
de los Estados miembro de la Unión Europea disponen ya de
legislaciones que imponen a las compañías telefónicas y a
los suministradores de acceso a internet conservar los datos
de conexión de sus clientes durante un tiempo más o menos
largo, o indefinidamente, como en Bélgica. En varias
ocasiones la propia Unión Europea ha elaborado proyectos
fallidos de decisión marco que iban en el mismo sentido y
cuyo objetivo era imponer un periodo mínimo de dos años de
retención de los datos. Esta violación de la protección
de los datos personales va acompañada de proyectos como la
violación del contenido de un ordenador, con
desconocimiento de su usuario. En Francia el proyecto de ley
de orientación y de programación para la seguridad
interior (LOPSI, por sus siglas en francés), presentado al
consejo de ministros en enero de 2008, va a autorizar el
espionaje electrónico durante una investigación policial.
Se
trata de permitir a la policía introducirse secretamente en
los ordenadores de quienes son sospechosos de terrorismo o
de pertenecer al crimen organizado. Alemania está
preparando un proyecto de ley análogo. Las fuerzas del
orden podrían estar autorizadas a espiar la superficie y el
contenido de los discos duros de cualquier sospechoso. Se
trataría de un «Caballo de Troya» (sistema informático
espía) con un registrador de tecleado (keylogger) adjunto
en secreto a un correo electrónico procedente de una
agencia oficial. En concreto esto significa que los
servicios de policía pueden utilizar un programa informático
espía para leer todo lo que está dentro de un ordenador
privado, sin que lo sepan la persona concernida. En Estados
Unidos la policía tiene desde 2001 esta posibilidad de
introducirse secretamente en un ordenador. Este
procedimiento, llamado «linterna mágica» es uno de los
dispositivos liberticidas introducidos por la famosa USA
Patriot Act [2]. Estas medidas, que en un principio se
votaron para tener una vigencia de cuatro años, se han
convertido en permanentes [3].
Silvia
Cattori: ¿Antes no
era posible someter a escucha y vigilar los correos electrónicos
?
Jean-Claude
Paye: Los servicios de
inteligencia siempre han podido seguir el rastro de la gente
y entrar en un ordenador cuando querían. Pero este
espionaje era ilegal. Lo que es una novedad es que todo
cuanto se recoge ahora puede servir para iniciar un
procedimiento judicial.
Silvia
Cattori: ¿Podría
una persona que expresa en sus correos electrónicos su
simpatía por un grupo inscrito en las listas «terroristas»
ser perseguida por colusión con el terrorismo?
Jean-Claude
Paye: Sí, porque se ha
producido una evolución de las leyes antiterroristas.
Manifestar simpatía por grupos catalogados como «terroristas»
es ya una infracción. En Gran Bretaña decir, por ejemplo,
«Hamas o Hizbola son movimientos legítimos de resistencia»,
podría constituir un delito de apoyo indirecto en el marco
de la ley inglesa Terrorist Bill of 2006. En Gran Bretaña
es donde las leyes antiterroristas son más abiertamente
liberticidas. En 2006 Gran Bretaña introdujo los delitos de
«enaltecimiento» y de «apoyo indirecto» al terrorismo
[4]. Estas incriminaciones no persiguen los hechos, sino las
palabras de resistencia al poder o, simplemente, el acto de
revelar unos hechos que contradicen la política del
gobierno. Por ejemplo, se acosó a unos militantes por
incitación indirecta al terrorismo por el hecho de haber
enunciado públicamente los nombres de los soldados ingleses
muertos en Iraq. El poder considera que la persona que
enuncia estos hechos da publicidad a unos actos catalogados
de terroristas (las acciones de la resistencia) y que esta
publicidad crea así un «clima favorable» al terrorismo.
Acciones
o palabras de apoyo a la resistencia palestina también podrían
servir de base a estas investigaciones. Tampoco es necesario
que se trate de conflictos contemporáneos: se podrían
retener palabras o escritos que enaltecen atentados del
pasado si una persona que comete un acto como poner una
bomba en el metro declara haber sido incitada a cometerlo
por las palabras o escritos incriminados. Existe un efecto
retroactivo y no está objetivamente limitado en el
tiempo[5]. En otros países en los que, como en Bélgica, no
existe el delito de apoyo indirecto al terrorismo se intenta
de introducir estas nociones a través de la jurisprudencia
[6].
Por
lo tanto, no es inútil observar lo que ocurre en
Inglaterra. Es el país más avanzado en el desmantelamiento
del Estado de derecho. Es de esperar que lo que se ha
establecido en este país se imponga tarde o temprano al
resto del continente. También nos acecha la legislación
inglesa que criminaliza el acto de aportar un simple apoyo
verbal o escrito a una parte implicada en un conflicto
internacional en oposición a la política exterior del
gobierno británico y el acto de relatar unos hechos que están
en contradicción con la política gubernamental.
En
Bélgica y en otros países europeos ha fracasado por el
momento el intento de criminalizar a las personas a través
de la jurisprudencia [7]. La evolución de la situación
dependerá de la capacidad de reacción de los ciudadanos
europeos en relación a los proyectos gubernamentales. Es en
este marco, el de la posibilidad cada vez mayor de
criminalizar no sólo los actos, sino también toda palabra
escrita incómoda para la política del gobierno a propósito
de un conflicto violento en cualquier lugar del mundo, donde
conviene considerar todas les perspectivas de persecución
policial que ofrece el espionaje legal de los ciudadanos por
parte de la policía. Estos procedimiento permitirán
utilizar en un momento dado lo que se ha recogido como
elemento de prueba en el marco de lo que se define como
apoyo indirecto o enaltecimiento de actos y de
organizaciones «terroristas». Hay que situar en este marco
el procedimiento de captura del contenido de los ordenadores
por medio de sistemas informáticos espía, que en Europa se
llaman «Caballo de Troya» y en Estados Unidos, «Linterna
mágica».
Silvia
Cattori: ¿Cuál es
la diferencia entre el proyecto de decisión-marco de la Unión
Europea antes mencionado y las leyes adoptadas, por ejemplo,
en diciembre de 2001 en la República Federal Alemana y en
Italia, y que obligan a los bancos, oficinas de correos,
operadores de telecomunicaciones y compañías aéreas a
proporcionar los datos personales de sus clientes? ¿Se van
a volver caducas las leyes de los países miembro?
Jean-Claude
Paye: Estas leyes se
siguen aplicando. La futura decisión-marco de la Unión
Europea concerniente a la retención de los datos personales
no aporta nada nuevo en relación a lo que ya existe en la
mayoría de los Estados miembro. Se trata únicamente de
forzar a los últimos recalcitrantes y, sobre todo, de
imponer un plazo mínimo de conservación de los datos. En
una palabra, se trata ante todo de una acción de
racionalización y de unificación de los procedimientos a
nivel del conjunto de la Unión Europea. El control de las
comunicaciones electrónicas no es más que uno de los
elementos del control global instaurado desde 2001.
Silvia
Cattori: ¿Está
pensando usted en el control de las transacciones
financieras internacionales y de los pasajeros de las compañías
aéreas?
Jean-Claude
Paye: Sí,
fundamentalmente. No se trata sólo de una pieza del sistema
de espionaje de los ciudadanos establecido después del 11
de septiembre, sino también antes de esta fecha en lo que
concierne al programa de escuchas de la NSA. En efecto, a
finales de 2005 la prensa estadounidense reveló que este
sistema se había establecido por lo menos siete meses antes
del 11 de septiembre 2001.
En
primer lugar hay que recordar que la USA Patriot Act otorga
al poder ejecutivo de Estados Unidos la posibilidad de
controlar el conjunto de los bancos y sociedades financieras
extranjeras que tenga filiales en el país. Los artículos
313 y 319 (b) de esta ley obligan a estas instituciones
financieras a responder positivamente en un plazo de 120
horas a las peticiones de una agencia federal no sólo sobre
las cuentas inscritas en su agencia situada en territorio
estadounidense, sino también sobre los movimientos entre la
cuenta estadounidense que es su objetivo y otras cuentas del
banco situadas en el extranjero y, de este modo, sobre estas
propias cuentas. Para conservar el derecho a tener agencias
en territorio estadounidense o a tener relaciones
comerciales con sociedades financieras estadounidenses,
estos bancos tienen que estar certificados por el
Departamento del Tesoro [estadounidense], es decir, obtener
la Patriot Act Certification. Para ello deben cumplir
ciertas condiciones, como la identificación precisa de sus
clientes y de la procedencia de los fondos en el momento de
la apertura de la cuenta. De este modo, en el espacio de la
globalización financiera la USA Patriot Act otorga al poder
ejecutivo estadounidense la posibilidad de vigilar y de
investigar los movimientos bancarios si una parte, aunque
sea residual, de estos pasa por Estados Unidos.
Esta
transferencia de datos tiene lugar fuera del marco legal de
intercambios de informaciones financieras entre gobiernos y
a espaldas de las personas concernidas y de las autoridades
de protección de la vida privada, nacionales y europeas.
Como en el caso Swift (Society for Worldwide Interbank
Financial Telecomunication), se trata de un sistema de
relaciones indirectas entre unas empresas privadas
extranjeras y su tutela estadounidense. Así, la ley
estadounidense, en este caso la USA Patriot Act, tiene un
carácter directamente imperial. Por medio de la decisión
de estas empresas de someterse a ella se aplica directamente
al extranjero y, por consiguiente, en territorio europeo.
Después,
en junio de 2006, el New York Times reveló que una sociedad
basada en Bélgica, Swift, transmitía secretamente el
conjunto de los datos de las transacciones financieras
internacionales a los servicios de aduanas estadounidenses y
ello en el marco de programa de espionaje de la CIA [8].
Swift, una sociedad estadounidense de derecho belga,
gestiona los intercambios internacionales de unas ocho mil
instituciones financieras en 208 países. Asegura la
transferencia de datos relativos a los pagos o a los títulos,
incluidas las transacciones internacionales en divisas. En
este caso la transferencia de datos personales es
generalizada y ya no es estrechamente selectiva, como en el
establecimiento de las disposiciones financieras de la USA
Patriot Act de las que acabamos de hablar. Además, esta
transferencia es más amplia ya que se refiere a
transacciones que ni siquiera tocan el territorio
estadounidense.
Desde
2002 la sociedad Swift había informado a sus autoridades
financieras de tutela belgas y europeas, lo que significa
que las autoridades europeas y los dirigentes de los bancos
centrales estaban al corriente de este espionaje, pero que
consideraron que se hacía en el marco de la lucha
antiterrorista y que ellas no tenían que prevenir a sus
gobiernos. Estos bancos centrales son considerados como órganos,
dirigidos por Washington, de la lucha anti-terrorista. Por
consiguiente, no sólo la sociedad Swift estaba en la más
completa ilegalidad, sino también los bancos centrales
europeos. Nunca se ha acusado a la sociedad Swift ni ha sido
objeto de amonestación alguna por parte de los gobiernos y
de los bancos centrales respectivos [9].
Silvia
Cattori: ¿Podía
esta sociedad oponerse a las órdenes de Estados Unidos ya
que éstas podían permitir la detención de terroristas?
Jean-Claude
Paye: Era difícil que
la sociedad Swift pudiera escapar a las demandas de Estados
Unidos en la medida en que su segundo servidor estaba en
territorio estadounidense. Era difícil que Swift se negara,
pero tenía la posibilidad de no transferir sus datos a
territorio de Estados Unidos y de poder escapar así a los
requerimientos de la administración estadounidense. Por
consiguiente, se le puede reprochar la transferencia de
datos personales a territorio estadounidense. Para
transferir unos datos personales desde un país de la Unión
Europea a otro que no tiene un nivel de protección adecuado
había que obtener autorizaciones, respetar las reglas de
protección de datos. La sociedad Swift no respetó estas
reglas. La transferencia de estos datos a las autoridades de
Estados Unidos era ilegal.
Prácticamente
no tenemos ninguna prueba de que haya habido detenciones en
el marco del espionaje de las transferencias financieras. Es
sabido que no se necesita demasiado dinero para preparar
atentados. El control financiero global no sirve para nada.
Silvia
Cattori: Resulta
chocante el silencio de los bancos centrales y de las
autoridades belgas en relación a este asunto. ¿Se sancionó
posteriormente a los culpables?
Jean-Claude
Paye: Las autoridades
europeas tenían que prohibir a la sociedad Swift, basada en
territorio europeo, esta transferencia [de datos] a Estados
Unidos. No había ninguna razón técnica que les obligara a
transferir, de manera completamente ilegal, estos datos a
Estados Unidos. Nunca se condenó a nadie.
Silvia
Cattori: ¿Se pidió
que cesara esta transferencia?
Jean-Claude
Paye: Esto nunca se
consideró. Ningún gobierno ordenó nunca a la sociedad
Swift que detuviera la transmisión de estos datos a Estados
Unidos. Se permitió a la sociedad Swift seguir
transmitiendo los datos a la CIA, incluso después de que el
escándalo fuera revelado a la opinión pública. La Unión
Europea estableció después las modalidades para «legalizar»
estas trasferencias ilegales hacia Estados Unidos. En junio
de 2007 se firmó un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión
Europea.
Silvia
Cattori: En el caso
de Estados Unidos, ¿acaso no se trata de un espionaje
financiero encubierto bajo la lucha antiterrorista? ¿El
comportamiento de la Unión Europea en este asunto acaso no
indica que esto les conviene a todos?
Jean-Claude
Paye: Estas
transferencias de datos permiten a Estados Unidos
beneficiarse de una distorsión de las reglas del mercado
puesto que las autoridades administrativas y las empresas
multinacionales, que están estrechamente vinculadas con los
poderes ejecutivos de Estados Unidos, tienen la posibilidad
de tener acceso al organigrama permanente del conjunto de
las transacciones financieras internacionales. El acceso a
la red Swift completa lo que ya permite el sistema de
espionaje Echelon [10].
Silvia
Cattori: No se
trata, por lo tanto, de medidas para llevar a cabo «la
guerra contra el terror», como afirma Bush, sino de otra
cosa.
Jean-Claude
Paye: El objetivo
principal de Estados Unidos es poner a la Unión Europea en
una situación de dependencia y obligar a sus Estados
miembro a plegarse a todas sus exigencias, sobre todo si éstas
violan las leyes europeas. Así es como se expresa la primacía
de Estados Unidos sobre las leyes europeas y como, a partir
de esta primacía, se opera una transformación de nuestro
derecho.
Esta
primacía del derecho de Estados Unidos sobre el derecho
europeo se verifica también en las medidas de control de
los pasajeros de las compañías aéreas. Desde que en 2003
la administración Bush obtuvo el acceso a las terminales de
las sociedades instaladas en territorio europeo, Estados
Unidos está en posesión de un conjunto de informaciones
sobre cualquier persona que embarque en un avión: nombre y
apellidos, religión, hábitos alimenticios, número de la
tarjeta de crédito, itinerario, etc. Por ejemplo, las
personas que indican que no consumen carne de cerdo son
susceptibles de ser consideradas sospechosas de «terrorismo»
y de ser sometidas a vigilancia por parte de Estados Unidos.
La
transmisión de estas informaciones contradice completamente
las legislaciones europeas de protección de datos
personales. Se crea, pues, una situación de hecho en la que
Estados Unidos impone a los países europeos la
transferencia inmediata de los datos personales de los
viajeros. Esto lleva más tarde a la Unión Europea a firmar
un conjunto de acuerdos para legalizar una situación que
violaba su legislación. El procedimiento de la carta de
compromiso unilateral por parte de Estados Unidos, que se ha
utilizado tanto en el «acuerdo» sobre los pasajeros de las
compañías aéreas como en el de los datos financieros,
marca la emergencia de una novedad en lo jurídico: ¡los países
europeos ya no discuten en tanto que potencia estatal!
Estados Unidos es quien otorga o deniega determinados
derechos a los ciudadanos europeos.
Silvia
Cattori: ¿Reconsideraron
más tarde su decisión aquellos Estados miembro que
firmaron acuerdos contra natura con Estados Unidos?
Jean-Claude
Paye: En lo que
concierne al control de los pasajeros de las compañías aéreas,
la Comisión de la Unión Europea ya ha hecho mención en
varias ocasiones de un proyecto análogo. La mayoría de los
dirigentes de la Unión Europea tienen en lo fundamental una
postura análoga a la de Estados Unidos. Respecto al control
de los pasajeros de las compañías aéreas afirmaban: «Es
absolutamente necesario responder afirmativamente a las
demandas de Estados Unidos que exigen a las compañías aéreas
instaladas en territorio europeo transmitir las
informaciones sobre sus clientes; si no, los aviones
europeos no podrán aterrizar en Estados Unidos». ¡Como si
la Unión Europea no pudiera tomar medidas coercitivas análogas
y prohibir a los aviones estadounidenses aterrizar en
territorio europeo! Los dirigentes que tiene prisa por
liquidar las libertades individuales utilizan las exigencias
estadounidenses para hacer lo mismo a nivel de Europa. Esto
les permite debilitar a quienes quieren salvaguardar las
libertades.
Silvia
Cattori: ¿Reaccionarán
los cargos electos el día en que se den cuenta de que todo
esto lleva a una sociedad totalitaria?
Jean-Claude
Paye: Estas medidas no
han sido discutidas. Nunca se han discutido a nivel europeo
los acuerdos sobre los pasajeros de las compañías aéreas
ni los acuerdos sobre las transacciones financieras o los
acuerdos de extradición firmados con Estados Unidos. No ha
habido debate alguno ni en la prensa ni en los parlamentos
nacionales. Cuando el Parlamento Europeo se ha ocupado de
estas cuestiones ha sido para criticar o rechazar los
proyectos de los acuerdos. Sus competencias a este nivel se
limitan a emitir opiniones consultivas no vinculantes.
Si
se quiere comprender qué tipo de relaciones de subordinación
mantiene la Unión Europea con Estados Unidos, donde hay que
ver las cosas es a nivel de los acuerdos de cooperación
policial y judicial, a nivel de la evolución del derecho
penal. Nos encontramos en una situación en la que la
Constitución no regula nada en absoluto. Se violan sistemáticamente
todos los principios constitucionales de los países
europeos. Todas las leyes aprobadas desde hace una decena de
años son contrarias el espíritu de las Constituciones
nacionales. Los partidos de izquierda y el movimiento
alternativo han centrado todas sus fuerzas en torno al
debate sobre el proyecto de Constitución Europea, que es un
elemento que tiene relativamente poca importancia en relación
a los temas de los que acabamos de hablar. A partir de
ahora, lo que regula las relaciones entre los Estados y las
relaciones entre un Estado y sus ciudadanos es esencialmente
el derecho penal. Éste sustituye al derecho internacional y
adquiere ahora una dimensión constituyente en lugar de la
propia Constitución.
Silvia
Cattori: Entonces,
¿no lo conocemos todo?
Jean-Claude
Paye: Por supuesto que
no, no lo sabemos todo. Sin embargo, algunos hechos empiezan
a salir a la luz. Gracias a las revelaciones de la prensa
estadounidense a finales de 2005 ahora sabemos que el
programa ilegal de la NSA sobre el espionaje de las
comunicaciones electrónicas y telefónicas estaba ya en
funcionamiento siete años antes del 11 de septiembre de
2001. Esto demuestra que el sistema de espionaje al que los
Estados someten a sus propios ciudadanos no es una medida
cuyo objetivo es luchar contra el terrorismo, sino luchar
contra las propias poblaciones. Y que las medidas que
limitan las libertades no son consecuencia de los atentados
del 11 de septiembre, sino que forman parte de un sistema
que ya se había establecido antes de los atentados.
Simplemente, se ha acelerado este sistema represivo y se han
legitimado las medidas tomadas anteriormente.
Silvia
Cattori: Por lo
tanto, ¿estos ataques contra las libertades que acaba usted
de describir (espionaje de la opinión, espionaje
financiero, control de los pasajeros de las compañías aéreas),
sólo sería la parte emergente de un nuevo orden que se está
estableciendo?
Jean-Claude
Paye: Sí, por
supuesto. La mejor prueba es el acuerdo de extradición
firmado en 2003 entre la Unión Europea y Estados Unidos. De
hecho se trataría de discusiones secretas que se han estado
llevando a cabo durante años. Ahora bien, si hemos podido
entrever una pequeña parte de estos acuerdos es porque este
texto tenía que ser ratificado por el Congreso de Estados
Unidos, si no, no habríamos sabido nada porque por parte
europea no era necesario ratificarlo puesto que los
funcionarios permanentes del COROPER [Comité de
Representantes Permanentes de la Unión Europea] tienen
plenos poderes, no están controlados por ninguna instancia
europea o nacional. Desde entonces no tenemos la menor idea
de qué ocurre; sin embargo sabemos que continúan en
secreto unas «negociaciones» y que Estados Unidos ha
formulado nuevas exigencias. Por lo tanto, sólo hemos visto
emerger una parte muy pequeña de la punta de este iceberg
que constituye el conjunto de discusiones y acuerdos.
Silvia
Cattori: ¿Ya no se
libra nadie de ser fichado?
Jean-Claude
Paye: En este marco de
vigilancia todos nuestros datos personales ya no nos
pertenecen, pertenecen a las autoridades administrativas y a
las empresas privadas. Se ponen automáticamente a disposición
de los Estados. El es fin del habeas corpus, del derecho de
la persona a disponer de sí misma y es también el fin de
la propiedad de uno mismo. La vida privada ya no existe.
Notas:
[1]
Jean-Claude Paye, sociólogo, es el autor “La Fin de l’État
de droit”, La Dispute, París 2004, y de “Global War on
Liberty”, Telos Press, New York 2007. [La traducción del
primero al castellano será publicado por la editorial Hiru
en las próximas semanas, n. de la t.]
[2]
USA Patriot es el acrónimo de Uniting and Strengthening
America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept
and Obstruct Terrorism, literalmente, “ley sobre la
unificación y reforzamiento de Estados Unidos atribuyéndole
las herramientas necesarias para interceptar y obstaculizar
el terrorismo”. Más que de una ley se trata de un
voluminoso código antiterrorista cuya redacción emprendió
en secreto durante al menos dos años antes del 11 de
septiembre la Federalist Society, bajo la dirección del
profesor John Yoo. La USA Patriot Act fue adoptada por el
Congreso de Estados Unidos sin ser debatida bajo la conmoción
del 11 de septiembre. Otorga plenos poderes a la policía
del Estado, al FBI, a los servicios de inmigración en
materia de detención, de interrogatorios, de tortura y de
detención ilimitada en secreto y sin la decisión de un
tribunal de ciudadanos que no sean originarios de Estados
Unidos sobre la base de simples presunciones. También
autoriza la vigilancia de las conversaciones telefónicas y
de los correos electrónicos, los registros domiciliarios
tanto de día como de noche en ausencia de la persona
concernida y sin orden judicial.
[3]
«A Permanent State of Emergency», Jean-Claude Paye,
Monthly Review, noviembre de 2006.
[4]
«Préoccupation sécuritaire», Jean-Claude Paye, La Libre
Belgique, 27 junio de 2007.
[5]
«Beyond intention», Jean-Claude Paye, Le Monde
diplomatique, English edition, noviembre de 2006.
[6]
«Un procès qui engage nos libertés», Lieven De Cauter,
Jean-Marie Dermagne y Bernard Francq, La Libre Belgique, 16
de noviembre de 2007.
[7]
«DHKP-C: Bahar Kimyongur acquitté à Anvers», Marc
Metdepenningen, Le Soir, 7 febrero de 2008.
[8]
«La CIA a contrôlé les transactions financières du monde
entier via la société SWIFT», Grégoire Seither, Réseau
Voltaire, 26 junio de 2006.
[9]
«SWIFT: le Trésor états-unien au-dessus des lois européennes»,
Réseau Voltaire, 29 septiembre de 2006.
[10]
Échelon es un sistema de espionaje electrónico común a
Estados Unidos y Reino Unido que existe desde 1947. A esos
países se han unido Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Las
estaciones de estos países forman una sola red integrada.
Véase Ducan Campbell, Surveillance électronique planétaire, Éditions
Allia, París, 2OO1. Este libro
retoma el informe que el autor preparó para el Parlamento
Europeo.
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