Entrevista
con Michael Hudson (*), autor de Super Imperialism
Financiamiento
bélico, financiamiento mundial
Por
Standard Schaefer (**
), CounterPunch
Ahora
que hasta el "Los Angeles Times" ha empezado a mostrar una
cierta disposición a debatir la política exterior estadounidense en
términos de imperialismo potencial, está quedando claro que hasta
ahora la derecha había evitado este debate aferrándose a la más
estricta y anticuada noción de imperio. La izquierda, no obstante, se
ha contentado durante demasiado tiempo con hablar de imperialismo
cultural y de la explotación empresarial. Y no cabe duda de que ambos
son problemas serios. Recientemente, sin embargo, la izquierda ha
explicado a menudo burdamente los motivos económicos de la guerra en
términos de grandes intereses petrolíferos, codicia en estado puro
y, a veces, como un deseo de debilitar el euro. Todo ello es bastante
plausible, pero también revela hasta qué grado la comprensión de lo
financiero por parte de la izquierda es bastante obsoleta, aunque no
sea culpa suya. No solamente los departamentos universitarios de
ciencias económicas están dominados por las nociones caricaturescas
del "laissez faire" defendidas por la Escuela de Chicago,
también lo están el gobierno de los Estados Unidos el Banco Mundial,
el FMI, la OMC y los bancos centrales europeos. El resultado ha sido
la censura de los pocos economistas dispuestos a señalar que los
Estados Unidos son en gran medida el centro del imperialismo, poco
dispuestos a comprometerse con el "libre comercio" o
"laissez faire" que tan activamente promueven en el
extranjero.
Sólo
recientemente, cuando el director del Banco Mundial y ganador del
premio Nobel Joseph Stiglitz dimitió para pronunciarse contra la
institución hermana, el FMI, el tema obtuvo por fin la atención que
merecía. Pero Stiglitz continúa defendiendo al Banco Mundial, y
continúa creyendo en sus objetivos, a pesar de que no existen pruebas
de que nada bueno haya salido del mismo, y pasa por alto su
complicidad en promover ajustes estructurales que han demostrado ser
destructivos en lo ecológico y obedecer enteramente a intereses
financieros estadounidenses. El desenmascaramiento real ya fue
publicado treinta años atrás, a pesar de una activa campaña para
mantener esta historia fuera del alcance de la prensa, de la
universidad y del gobierno.
Poco
después de que los Estados Unidos se vieran forzados a abandonar el
patrón oro, un joven economista llamado Michael Hudson obtuvo una
beca para estudiar los efectos de la desmonetarización del oro. Su
informe no sólo fue a parar al gobierno estadounidense, sino también
a empresas de Wall Street, como sus antiguos empleadores, el Chase
Manhattan Bank y Arthur Andersen. El problema era que a pesar de
describir la situación en los términos más críticos, su informe
reveló que los Estados Unidos estaban a punto de meterse
inadvertidamente en el más abstruso y vacuo tinglado de todos los
tiempos.
El
propio Hudson describe la resistencia a su mensaje en el nuevo
prefacio a un libro fundamental, recientemente reimpreso: "Super
Imperialism: The Origin and Fundamentals of US World Dominance".
La historia que revela Hudson (sólo parcialmente reproducida en este
volumen) es algo realmente escandaloso, e incluye al menos dos
incidentes en que los miembros de la dirección de una universidad y
catedráticos de economía amenazaron con dimitir si se publicaban sus
libros sobre política económica. El Departamento del Tesoro
estadounidense llevó su reacción hasta el punto de modificar la
metodología de sus informes estadísticos sobre el impacto de la
balanza de pagos en el gobierno estadounidense, a fin de evitar
futuros estudios sobre cómo el gobierno de los Estados Unidos estaba
de hecho ganando dinero con sus programas de "ayuda". Más aún,
el profesor Hudson explica cómo los Estados Unidos se las arreglaron
para utilizar su condición de deudores para explotar al resto del
mundo .
Al
abandonar el patrón oro en el preciso momento en que lo hicieron, los
Estados Unidos obligaron a los bancos centrales de todo el mundo a
financiar el déficit de la balanza de pagos estadounidense usando sus
dólares excedentarios para comprar bonos del Tesoro estadounidense,
cuyo volumen rápidamente sobrepasó la capacidad o intención
estadounidense de pagarlos. Los dólares que acaban en los bancos
centrales europeos, asiáticos y de los países del este como
resultado del desequilibrio importador estadounidense no tienen otro
sitio adonde ir sino al Tesoro de los Estados Unidos. Debido a las
restricciones impuestas a los bancos centrales -no hay otro lugar al
que pueda ir este dinero- estos países se vieron forzados a comprar
bonos del Tesoro estadounidense o bien aceptar la falta de contravalor
de los dólares obtenidos mediante el comercio.
Como
mucha gente, yo entendía el imperialismo económico como un juego
abierto. Cualquier empresa podía invertir en otro país, y sacar
beneficios, pero aparentemente esto representa solamente uno de los
niveles de funcionamiento del sistema. El 'Super'-imperialismo se
produce, y sólo puede producirse, entre el gobierno de los Estados
Unidos y los bancos centrales extranjeros. Para entenderlo mejor decidí
dirigirme directamente a Michael Hudson.
Standard
Schaefer: ¿Hasta qué punto era consciente el gobierno de Nixon
de la cuestión de la balanza de pagos? ¿Se daban cuenta de que de
hecho iba a aumentar el dominio económico estadounidense?
Michael
Hudson: La gente de Nixon no se dio cuenta. Me dieron una beca de
80.000 dólares del Hudson Institute para explicárselo. La gente de
Nixon dijo: "¡Oh que bien! ¡ Esto es fantástico!" Luego
convirtieron mi análisis sobre el imperialismo en un manual de
"cómo hacerlo". Yo lo había escrito con el ánimo de hacer
un libro sobre "cómo no hacerlo", pero la comprensión del
funcionamiento del sistema le interesaba más al país explotador que
a los países explotados. Empecé a realizar consultorías para Canadá,
México y otros países. Canadá se había estado adaptando en dirección
al Banco Mundial y al FMI, pero cuando se dieron cuenta del grado en
que estas organizaciones eran manipuladas para aumentar el problema de
la balanza de pagos, se sintieron explotados.
S.S.:
¿Piensa que los neoconservadores que asesoran a Bush en este momento
tienen más conciencia de los "beneficios" de esta cuestión
de la balanza de pagos, de lo que usted llama el patrón del Tesoro
estadounidense.
M.H.:
Saben que es un timo, sí. Y decididamente quieren que siga. Al ser
monetaristas de la Escuela de Chicago piensan que el hecho de que
Estados Unidos tenga de billete gratis para su viaje financiero debería
insertarse definitivamente en la economía mundial, como si fuera
perfectamente natural para el resto del mundo ajustar sus economías
para ayudar a la economía de los Estados Unidos. Pero entre bloques
regionales soberanos, este tipo de servidumbre sólo puede ser
transitoria.
S.S.:
¿Cuál es el papel del militarismo en esta fase? ¿Puede verse la
guerra perpetua como una especie de versión imperial de motor de
arranque para una economía nacional? ¿En qué momento se viene abajo
este sistema? ¿Puede colapsarse por sí mismo, o bien, como ha
sugerido usted, sólo parará cuando Asia, Europa y los países del
este se nieguen a comprar bonos del Tesoro estadounidense?
M.H.:
El patrón de los bonos del Tesoro estadounidense financia lo militar,
pero no necesita una guerra imperial para tener éxito. Hasta la fecha
se está aceptando voluntariamente, en la medida en que los demás países
aún no han ideado una forma de librarse de un sistema que los está
desangrando cada vez más.
Hasta
ahora no han puesto mucho interés en crear una alternativa, pero
ahora el sistema podría fallar, dado que la agresiva diplomacia de
Bush está impulsando a Europa, Rusia y China a procurarse su propio
interés, que es lo que necesitan hacer. No defendieron su propio
interés cuando el Banco Mundial y el FMI fueron creados, pero ahora
tendrán que hacerlo.
La
gente está empezando a preguntar si los países realmente necesitan
sus bancos centrales, que esencialmente son lobbyistas a favor del
Consenso de Washington, al igual que el Banco Mundial y el FMI. Siguen
la doctrina de la Escuela de Chicago, conspirando en los pasillos a
favor de altos tipos de interés y un amplio colchón de parados, para
así maximizar el poder financiero en relación con el trabajo y los
productos que produce. La explotación financiera actual excede la
anticuada explotación del trabajo dándole empleo, aunque por bajos
salarios.
Los
bancos centrales están dirigidos por monetaristas de la Escuela de
Chicago, y se les permite tan sólo alcanzar un déficit del 3%,
mientras que en los Estados Unidos es ilimitado. Europa y Asia deberían
abandonar el falso comienzo de sus bancos centrales y confiar en sus
Departamentos del Tesoro, que son o podrían ser keynesianos. Los
Departamentos del Tesoro nacionales deberían crear un sistema
crediticio con bonos y pagarés denominados en euros y otras monedas.
S.S.:
De acuerdo, pero ¿no es más que probable que todo este asunto acabe
en una crisis, más devastadora para los Estados Unidos que la
"gripe asiática"? ¿Qué aspecto tendría esta crisis?
M.H.:
Va a haber una crisis cuando Europa, Asia y Latinoamérica finalmente
se separen del pelotón. Los Estados Unidos han dicho que no pueden
devolver sus deudas en dólares, y que no tienen intención de
hacerlo. Como alternativa han propuesto "financiar el remanente
de dólares US" trasladándolo al sistema monetario mundial.
Otros países recibirían un crédito del FMI equivalente a sus
reservas en dólares, pero estas reservas ya no serían obligaciones
del Tesoro de los Estados Unidos. Los Estados Unidos borrarían su
deuda, librándose de ella y trasladándola a los bancos centrales
extranjeros. Es decir, habrían conseguido absolutamente gratis todos
los déficits de la balanza de pagos durante los últimos 32 años,
sin quid pro quo de ningún tipo.
Los
Estados Unidos llevan proponiendo esto durante los últimos 30 años,
cada vez que Europa plantea la cuestión del pago de sus reservas en dólares.
Los diplomáticos estadounidenses han dicho que no permitirán que los
bancos centrales usen sus dólares para comprar empresas
estadounidenses, por ejemplo. Cuando los países de la OPEP lo
propusieron en 1973, el Departamento del Tesoro estadounidense les
informó que esto sería considerado como un acto de guerra. En cuanto
a Europa, nunca ha impuesto su propio interés en el Banco Mundial o
en el FMI.
S.S.:
¿Cómo se relaciona esto con la burbuja económica?
M.H.:
Dado que Europa y Asia han financiado la mayoría de los déficits
presupuestarios del Tesoro de los Estados Unidos en las últimas décadas,
los estadounidenses no han tenido que hacerlo. En consecuencia, su
mercado de bonos ha sido liberado de las emisiones de bonos estatales,
de forma que los inversores estadounidenses han podido meter su dinero
en la bolsa y en propiedades, con mejor o peor resultado. En la medida
en que estos mercados experimentaron un alza durante los ochenta y los
noventa, atrajeron dólares de sectores privados extranjeros hacia el
mercado estadounidense, lo cual ayudó a financiar la burbuja.
Mientras
tanto, los déficits del presupuesto federal pueden continuar sin límite
alguno, precisamente a causa del déficit de la balanza de pagos.
Cuanto mayor sea el déficit en los pagos, tantos más dólares acaban
en manos de los bancos centrales europeos, para ser reciclados en la
compra de títulos del Tesoro norteamericano. Esto quiere decir que el
déficit de la administración norteamericana -incluyendo los gastos
militares en Irak, por cierto- son financiados por las
administraciones estatales extranjeras. Ello continuará pese al hecho
de que la deuda ya ha sobrepasado la capacidad de pago, hasta que
estos países finalmente se aparten del sistema.
En
cuanto a la economía de burbujas, las pensiones y la Seguridad Social
serán las primeras en desaparecer. Los Estados Unidos no pueden
permitirse sostenerlas y mantener al mismo tiempo los regalos al 10%
de la población más acaudalada, que son acreedores netos frente al
90% restante. Se esperaba que las obligaciones en concepto de
pensiones absorbieran sólo el 5 al 10% de los costes de producción,
pero ahora están absorbiendo casi todos los beneficios declarados, y
amenazan con comerse el dinero disponible para devolver los pagos a
los bancos y titulares de bonos. Los grandes inversores quieren
recibir sus pagos, y esto significa usar el dinero que estaba
reservado para los empleados.
La
única cuestión es si la administración estatal de los Estados
Unidos va a sacar de apuros a los inversores individuales acaudalados.
El lema en estos casos es que el pez grande siempre se come al chico.
Breughel tiene un magnífico grabado sobre este tema.
A
continuación serán engullidas las administraciones de los estados
federales y de los municipios. También ellos se encuentran entre los
peces chicos. Los recortes de impuestos de Bush han hecho estragos en
sus ingresos fiscales. Los recortes de impuestos de la ciudad de Nueva
York y de la mayoría de las demás localidades están causando
despidos y aumentando el paro, justo lo contrario de lo que proclaman
los economistas de Bush. La actual modalidad de "economía de la
oferta" va a producir la contracción de los mercados, la
contracción del empleo y a intensificar la presión financiera sobre
California y otros estados y ciudades a lo largo de todo el país.
S.S.:
¿Hay gente en Washington que reconozca estas interrelaciones?
M.H.:
Hay gente en Washington que ve esto. Pero tienden a no decirlo en voz
alta, porque la mayoría de los economistas u otros que ven lo que está
pasando -y que escriben sobre ello o llaman la atención sobre ello en
alguna otra forma- son despedidos o incluidos en listas negras por
negarse a seguir las reglas del juego. Existe una especie de censura
que se da si no eres un monetarista de la Escuela de Chicago. Cuando
la Universidad de Toronto aceptó publicar uno de mis libros y el
departamento de ciencias económicas se enteró, algunos miembros de
la facultad amenazaron con dimitir si se publicaba mi libro, y que el
editor de la editorial de la Universidad de Toronto sería despedido
si el proyecto seguía adelante.
S.S.: Bromea.
M.H.:
No. Los monetaristas de la escuela de Chicago son intolerantes y
practican la censura. Casi la única alternativa es la Universidad de
Missouri en Kansas City, que tiene un departamento de ciencias económicas
heterodoxo donde se enseña una teoría alternativa al monetarismo. Es
allí donde tengo actualmente mi cátedra.
S.S.:
¿No son marxistas?
M.H.:
Los marxistas actualmente no se ocupan demasiado de los aspectos
financieros. Hay que trabajar para alguna de las grandes instituciones
financieras para adquirir un conocimiento real del déficit de la
balanza de pagos y del flujo de fondos. Los principios por los que se
rige el sistema son "contraintuitivos". Incluso cuando uno
lee y entiende las palabras que lo describen, es necesario recablearse
el cerebro para pensar en los términos en que los mercados
financieros internacionales operan actualmente.
Las
recientes investigaciones y casos del Fiscal General de Nueva York,
Eliot Spitzer, muestran que las principales instituciones financieras
han operado de forma muy parecida a las organizaciones criminales,
desde Citibank/Traveller y Merrill-Lynch para abajo. Han sido
procesadas, pero cuando el problema está tan extendido, las
autoridades han decidido que la única respuesta responsable es
comenzar a imponer un nuevo juego de reglas, y dejar que lo pasado sea
pasado. El pasado en este caso les ha amnistiado miles de millones de
dólares, que se les va a permitir conservar. Los pequeños inversores
que han sido estafados no van a recibir gran cosa después de que se
hayan pagado los honorarios del fiscal.
Todo
esto parece ser el resultado de la derogación de la Ley de Glass-Steagall.
Se previó que ocurriría justamente lo que ha sucedido, pero las
contribuciones a la campaña política realizadas por las grandes
instituciones financieras ganaron la batalla, respaldadas por la
economía basura fabricada por los Chicago Boys.
La
razón por la que Harvey Pitt fue obligado a abandonar la dirección
de la S.E.C. (la comisión reguladora del mercado de valores
estadounidense) fue que su falta de iniciativa convirtió a los
fiscales de los estados en el único grupo dispuesto a encabezar la
batalla contra las operaciones de compraventa basadas en información
privilegiada, la fijación de precios entre supuestos competidores, el
capitalismo entre amigotes y casos de corrupción similares. El
escritor que mejor ha expuesto este tipo de funcionamiento es Tom
Naylor, autor de "Salarios del crimen y dinero caliente".
Pero los partidarios de la reforma están contra los economistas de la
Escuela de Chicago, que han sido respaldados porque sus teorías en
anti-gobierno sirven los intereses de los grupos económicos que no
quieren ningún tipo de regulación. La cuestión más importante es
que la "libre empresa" sólo ha podido ser impuesta a punta
de pistola; de hecho, como el propio Milton Friedman observó, sólo
un gobierno socialistas puede imponer su criterio económico, sin que
bajen los costes, con mercados "puros". Para funcionar
correctamente, todo el que no crea en la libre empresa debe ser
aislado, lo que significa en la práctica que la libre empresa sólo
funciona en un estado policial.
Tomemos
el caso de Arnold Harberger, el catedrático de la universidad de
Chicago que fue llevado a Chile justo después de que la junta militar
derrocara a su presidente electo. Lo primero que hicieron los Chicago
Boys al derrocar al gobierno fue cerrar los departamentos de ciencias
económicas del país, excepto la Universidad Católica en donde los
Chicago Boys contaban con fervorosos creyentes en su doctrina.. A
finales de los ochenta, una década después de que Harvard
convenciera a Harberger de la idea de instalarle como director del
HIID (Instituto de desarrollo internacional de Harvard), los
estudiantes protestaron, acusando a Harberger (que está casado con
una chilena) de quedarse sentado un día en su habitación de hotel
examinando una lista de economistas académicos que se oponían a los
Chicago Boys y su evangelio de la libre empresa, señalando con el
dedo los que debían ser asesinados. Harberger negó que jamás señalara
a nadie con el dedo, pero lo que se sabe es que sigu ió una oleada de
arrestos, matanzas y desapariciones. Los Chicago Boys exhibían al
Chile de Pinochet como modelo para emular, no para evitar. No
obstante, su primera tanda de privatizaciones acabó colapsando en una
oleada de corrupción, y su privatización de la seguridad social se
convirtió en una nueva forma de explotación del trabajo, mediante
ahorros forzosos canalizados hacia la bolsa. Los poseedores de
información privilegiada ganaban, y la clase media, que había sido más
fuerte en Chile que en ningún otro país latinoamericano, perdió.
La
moraleja es que la economía de la libre empresa sólo funciona cuando
tienen un control autoritario para suprimir la oposición que busca
colocar las relaciones económicas en un contexto social más amplio.
El
argumento que deseo enfatizar es que los economistas que se llaman a sí
mismos defensores de la libre empresa en realidad defienden la
industria financiera y el sacrificio de las economías para pagar sus
deudas, independientemente de la forma despilfarradora en que dichas
deudas se hayan originado. Su idea del mercado es que el
"mercado" debe ajustarse al pago de deudas que crecen
exponencialmente hasta el punto de exceder la capacidad de la economía
para pagarlas. La consecuencia es la transferencia de la propiedad. Así
es como deberíamos ver la privatización. Para los Chicago Boys, todo
ello es parte del proceso de ajuste.
S.S.:
¿Estoy en lo cierto si pienso que el patrón de los bonos del Tesoro
estadounidense que usted describe en "Super-Imperialism" y
en su segunda parte, "Global Fracture", presenta como víctimas
a los contribuyentes en la UE, Japón, etc., más aún que en las
viejas formas de imperialismo? Lo que convierte a este imperialismo en
"súper", ¿es el hecho de que explota no sólo a los
trabajadores en los países pobres, sino a los trabajadores de
cualquier lugar del mundo?
M.H.:
Eso es cierto, pero mi argumento es algo diferente. Las viejas
teorías del imperialismo veían a las empresas privadas como motores
del sistema para obtener beneficios, de forma que los beneficios de
las empresas globales eran la medida del grado de imperialismo. Mi
argumento es que la mayor forma de explotación, hablando
comparativamente, se produce ahora entre los estados. Otro término
para el Super- Imperialismo sería entonces el de Imperialismo Inter-Estatal.
Los Estados Unidos de América explotan al resto del mundo, sobre
todo, a través de los bancos centrales extranjeros, que acumulan dólares.
En cuanto a los otros argumentos, el imperialismo siempre ha explotado
básicamente a los países ricos, por la misma razón que Willy Sutton
decía que robaba bancos: porque ahí es donde está el dinero. Los países
más ricos son los que tienen el mayor superávit económico del que
apoderarse. Eso no se hace a través de la repatriación de los
beneficios, sino mediante el patrón de los bonos del Tesoro y el
billete gratis que le proporciona a los Estados Unidos.
*
Michael Hudson es profesor de ciencias económicas en la universidad
de Missouri (Kansas City) y ha publicado numerosas obras sobre el
dominio financiero estadounidense. También es asesor para varios
gobiernos extranjeros en relación con la necesidad de establecer un núcleo
financiero alternativo al Tesoro de los Estados Unidos. Me fijé por
primera vez en él durante la reciente guerra con el Irak, cuando habló
en la emisora KPFK de Los Angeles para explicar cómo este sistema ha
obligado de hecho a los demás estados a pagar nuestras guerras desde
Vietnam.
Independientemente
de que haya o no haya más aventuras militares estadounidenses en el
Oriente Medio, parece crucial exponer al mundo no sólo las vidas
perdidas, no sólo los beneficios privados que se están realizando,
sino también cómo la administración estatal estadounidense ha
conseguido financiar estas guerras a expensas de los demás. De
momento, parece que estas guerras sólo envían más dólares al
extranjero, a través tanto del FMI como de los préstamos del Banco
Mundial, aunque también en "ayuda" humanitaria
estadounidense y en gastos de personal militar. Así el superávit de
dólares en el exterior sólo crea más demanda de bonos del Tesoro
estadounidense y más dependencia de la persistencia del imperio
estadounidense.
*
* Standard Schaefer es periodista independiente, escritor
especializado en asuntos financieros, poeta e historiador cultural,
con base en Pasadena, California. Pueden contactar con él en
ssschaefer@erthlink.net Enlace: http://www.counterpunch.org/shaefer04232003.html
Publicado
en Rebelión, 27/07/2003 - Traducido
para Rebelión por Marga Vidal y revisado por Francisco González
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