Testimonio de un ex marine que peleó
en Irak, Jimmy Massey:
«He
sido un asesino psicópata»
Por Rosa Miriam Elizalde
Red Voltaire, 20/11/07
Durante
casi 12 años el sargento Jimmy Massey fue un marine de
corazón duro. En marzo del 2003, llegó a Irak con las
tropas invasoras y dirigió a 45 hombres que no dudaron en
matar a civiles inocentes. Jimmy Massey participando en la
Feria del Libro de Caracas, donde presentó su libro
“Cowboys de Infierno”, un crudo testimonio del genocidio
que EE.UU. comete día a día contra el pueblo iraquí. El
ex marine responde a las preguntas de la periodista cubana
Rosa Miriam Elizalde de Cubadebate. Desde Caracas.
«Tengo
32 años y soy un asesino psicópata entrenado. Las únicas
cosas que sé hacer es venderle a los jóvenes la idea de
enrolarse en los marines y matar. Soy incapaz de conservar
un trabajo. Para mí los civiles son despreciables,
retrasados mentales, unos débiles, una manada de ovejas. Yo
soy su perro pastor. Soy un depredador. En el Ejército me
llamaban "Jimmy el Tiburón"».
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La asociación de Jimmy Massey, la IVAW «Veteranos de Irak contra la Guerra» (Iraq Veterans Against the War, IVAW) organizando una marcha de protesta en los EEUU para denunciar esta ilegal y abusiva invasión. |
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Este
es el segundo párrafo del libro escrito hace tres años por
Jimmy Massey, con la ayuda de la periodista Natasha
Saulnier, que fue presentado en la Feria del Libro de
Caracas. Cowboys de Infierno es el relato más
violento que se haya escrito hasta ahora de la experiencia
de un ex miembro del Cuerpo de Marines, uno de los primeros
en llegar a Irak durante la invasión del 2003 y que
decidido a contar todas las veces que sean necesarias qué
significa haber sido por 12 años un despiadado marine y por
qué lo cambió la guerra.
Jimmy
asistió como panelista al taller principal de la Feria, que
tiene un título polémico: «Estados Unidos, la Revolución
posible», y su testimonio ha sido quizás el de mayor
impacto en la audiencia. Lleva el pelo con un corte militar,
espejuelos oscuros, camina con aires marciales y sus brazos
están completamente tatuados. Parece exactamente lo que
era: un marine. Cuando habla es otra cosa: alguien
profundamente marcado por una aterradora experiencia que
intenta evitarle a otros jóvenes incautos. Como asegura en
su libro, no ha sido el único que mató en Irak: esta fue
una práctica constante entre sus compañeros. Cuatro años
después de dejar la guerra, todavía vive perseguido por
las pesadillas.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Qué significan todos esos tatuajes?
Jimmy
Massey:
Tengo muchos. Me los hice en el Ejército. En la mano (señala
la zona entre los dedos pulgar y anular), el logo de
Blackwater, el ejército mercenario que fue fundado donde yo
nací, en Carolina del Norte. Me lo hice en un acto de
resistencia, porque los marines tienen prohibido tatuarse la
zona que va de las muñecas a las manos. Un día los
integrantes de mi pelotón nos emborrachamos y todos nos
hicimos el mismo tatuaje: un cowboy de ojos inyectados en
sangre sobre varias ases, que representan la muerte. Quiere
decir exactamente eso que estás pensando: «mataste a
alguien». En el brazo derecho, el símbolo de los marines,
con la bandera norteamericana y la de Texas, donde me enrolé
en el Ejército. En el pecho, del lado izquierdo, un dragón
chino que desgarra la piel y significa que el dolor es la
debilidad escapándose del cuerpo. Lo que no nos mata nos
hace más fuerte.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Por qué dijo que en el Cuerpo de Marines encontró las
peores personas que usted ha conocido en su vida?
Jimmy
Massey:
Estados Unidos solo tiene dos maneras de usar a los marines:
para tareas humanitarias y para asesinar. En los 12 años
que yo pasé en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos
jamás participé en misiones humanitarias.
Rosa
Miriam Elizalde:
Antes de ir a Irak usted reclutaba a jóvenes para que
ingresaran en el Ejército. ¿Qué significa ser un
reclutador en Estados Unidos?
Jimmy
Massey:
Ser un mentiroso. La
administración Bush ha forzado a la juventud norteamericana
para que se enrole en el Ejército y lo que básicamente
hace –y yo hice también- es tratar de ganar gente con
incentivos económicos. Durante tres años recluté a 74
personas, que nunca me dijeron que querían entrar en el Ejército
para defender al país ni argumentaron ninguna razón patriótica.
Querían recibir dinero para ir a una universidad u obtener
un seguro de salud. Y yo les describía primero todas esas
ventajas y solo al final les hablaba de que iban a servir a
la patria. Jamás recluté al hijo de un rico. Para mantener
el trabajo, los reclutadores no podíamos tener escrúpulos.
Rosa
Miriam Elizalde:
Ahora el Pentágono ha relajado más los requisitos para
entrar al Ejército. ¿Qué significa eso?
Jimmy
Massey:
Los estándares para el reclutamiento han descendido
enormemente, porque casi nadie quiere enrolarse. Ya no es un
impedimento tener problemas mentales ni antecedentes
criminales. Pueden ingresar personas que han cometido felonías,
es decir que han sido sentenciadas a más de un año de cárcel,
lo que se considera un delito serio. Pueden ingresar
muchachos que no han terminado los estudios
preuniversitarios. Si pasan la prueba mental, ingresan.
Rosa
Miriam Elizalde:
Usted cambió después de la guerra, pero ¿qué
sentimientos tenía antes?
Jimmy
Massey:
Yo era como otro soldado cualquiera, que creía en lo que le
decían. Sin embargo, desde que estaba reclutando comencé a
sentirme mal: como reclutador tenía que mentir todo el
tiempo.
Rosa
Miriam Elizalde:
Sin embargo, creyó que su país se enrolaba en una
guerra justa contra Irak.
Jimmy
Massey: Sí. Los reportes de inteligencia que recibíamos decían que
Saddan tenía armas de destrucción masiva. Después
descubrimos que todo era mentira.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Cuándo se enteró que lo habían engañado?
Jimmy
Massey:
En Irak, a donde llegué en marzo de 2003. A mi pelotón le
tocó ir a los lugares que habían sido del Ejército iraquí
y vimos miles y miles de municiones en cajas que llevaban la
etiqueta norteamericana y estaban ahí desde que los Estados
Unidos ayudaban al gobierno de Saddan en guerra contra Irán.
Vi cajas con la bandera norteamericana y hasta tanques de
EE.UU. Mis marines –yo era sargento de categoría E6, un
rango superior al sargento, y dirigía a 45 marines- me
preguntaban por qué había municiones de nuestro país en
Irak. No entendían. Los informes de la CIA afirmaban que
Salmon Pac era un campo de terroristas y que íbamos a
encontrar armas químicas y biológicas. No encontramos
nada. En ese momento empecé a pensar que nuestra misión
realmente era el petróleo.
Rosa
Miriam Elizalde:
Las líneas más perturbadoras de su libro son esas donde
usted se reconoce como asesino psicópata. ¿Puede explicar
por qué lo dice?
Jimmy
Massey:
He sido un asesino psicópata porque me entrenaron para
matar. No nací con esa mentalidad. Fue el Cuerpo de
Infantería de Marina quien me educó para que fuera un
gangster de las corporaciones estadounidenses, un
delincuente. Me entrenaron para cumplir ciegamente la orden
del Presidente de Estados Unidos y traerle a casa lo que él
pidiera, sin reparar en ninguna consideración moral. Yo era
un psicópata porque nos ensañaron a disparar primero y a
preguntar después, como lo haría un enfermo y no un
soldado profesional que solo debe enfrentar a otro soldado.
Si había que matar a mujeres y a niños, lo hacíamos. Por
tanto, no éramos soldados, sino mercenarios.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Qué experiencia exactamente le hizo a usted llegar a
esa conclusión?
Jimmy
Massey:
Hubo varias. Nuestro trabajo era ir a determinadas áreas de
las ciudades y ocuparnos de la seguridad en las carreteras.
Hubo un incidente en particular -y muchos más- que
realmente me llevó hasta el borde del precipicio. Afectó a
un coche que llevaba civiles iraquíes. Todos los informes
de inteligencia que nos llegaban decían que los carros iban
cargados con bombas y explosivos. Esa era la información
que recibíamos de la inteligencia. Los carros llegaban a
nuestros controles y hacíamos algunos disparos de
advertencia; cuando no detenían su marcha a la velocidad
que indicábamos, disparábamos sin contemplaciones.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Con las ametralladoras?
Jimmy
Massey: Sí. Esperábamos que hubiera explosiones al acribillar cada vehículo.
Pero nunca oímos nada. Luego abríamos el carro y ¿qué
encontrábamos?: muertos o heridos, y ni una sola arma,
ninguna propaganda de Al Qaeda, nada. Salvo civiles en el
lugar equivocado y en el momento equivocado.
Rosa
Miriam Elizalde:
Usted también relata cómo su pelotón ametralló una
manifestación pacífica. ¿Es así?
Jimmy
Massey:
Sí. En los alrededores del Complejo Militar de Rasheed, al
sur de Bagdad, cerca del río Tigris. Había manifestantes
al final de la calle. Eran jóvenes y no tenían armas. Y
cuando avanzamos había ya un tanque que estaba aparcado a
un lado de la calle. El conductor del tanque nos dijo que
eran manifestantes pacíficos. Si los iraquíes hubieran
querido hacer algo podían haber volado el tanque. Pero no
lo hicieron. Sólo estaban manifestándose. Eso nos hizo
sentirnos bien porque pensamos: «Si fueran a dispararnos,
lo habrían hecho ya». Ellos estaban como a 200 metros de
nuestro retén.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Quién dio la orden de ametrallar a los manifestantes?
Jimmy
Massey:
Del alto mando nos dijeron que no perdiéramos de vista a
los civiles porque muchos fedayines (combatientes) de la
Guardia Republicana se habían quitado los uniformes, se habían
puesto ropas de civiles y estaban desencadenando ataques
terroristas contra los soldados estadounidenses. Los
informes de inteligencia que nos daban eran conocidos básicamente
por cada miembro de la cadena de mando. Todos los marines
teníamos muy clara la estructura de la cadena de mando que
se organizó en Irak. Yo creo que la orden de disparar a los
manifestantes vino de altos funcionarios de la Administración,
eso incluía tanto a los centros de inteligencia militar
como gubernamental.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Usted qué hizo?
Jimmy
Massey:
Yo regresé a mi vehículo, un humvee (un jeep altamente
equipado) y escuché un tiro por encima de mi cabeza. Mis
marines empezaron a disparar y yo también. No nos
devolvieron ningún disparado, mientras que yo había
disparado 12 veces.
Quise asegurarme de que habíamos matado según las normas
de combate de la convención de Ginebra y los procedimientos
operativos reglamentarios. Intenté olvidarme de sus caras y
busqué las armas, pero no había ninguna.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Y sus superiores cómo reaccionaron?
Jimmy
Massey:
Me dijeron que «la mierda ocurre».
Rosa
Miriam Elizalde:
Cuando sus compañeros se enteraron que habían sido engañados,
¿cómo reaccionaron?
Jimmy
Massey:
Yo era segundo en el mando. Mis marines me preguntaban por
qué estábamos matando a tantos civiles. «¿Tú puedes
hablar con el teniente?», me preguntaron. «Diles que tiene
que haber retenes adecuados, preparados por los ingenieros
de combate». La respuesta fue: «No». En el momento en que
los marines descubrieron que era una gran mentira,
enloquecieron más.
Nuestra
primera misión en Irak no fue para dar apoyo humanitario,
como decían los medios, sino para asegurar los campos
petroleros de Bassora. En la ciudad de Karbala usamos la
artillería por 24 horas. Fue la primera ciudad que
atacamos. Yo pensé que íbamos a darle ayuda médica y
alimenticia a la población. No. Seguimos de largo hasta los
campos petroleros. Antes de llegar a Irak, estuvimos en
Kuwait.
Llegamos en enero de 2003 y nuestros vehículos estaban
llenos de comida y medicina. Le pregunté al teniente qué
íbamos a hacer con los suministros, pues apenas cabíamos
nosotros con tantas cosas dentro. Me dijo que su capitan le
había ordenado dejar todo en Kuwait. Poco después nos
dieron la orden de quemarlo todo: alimentos y suministros médicos
humanitarios.
Rosa
Miriam Elizalde:
Usted también ha denunciado el uso del uranio
empobrecido...
Jimmy
Massey:
Tengo 35 años y sólo conservo el 80 por ciento de mi
capacidad pulmonar. Me han diagnosticado una enfermedad
degenerativa de la columna vertebral, fatiga crónica y
dolor en los tendones. Antes, todos los días corría 10 kilómetros
por puro placer, y ahora solo puedo caminar entre 5 y 6 km
todos los días. Tengo temor de tener niños por eso. Mi
cara está inflamada. Mira esta foto (me muestra la imagen
que aparece en la credencial de la Feria del Libro), me la
tomaron poco después de regresar de Irak. Parezco un
Frankenstein. Todo eso se lo debo al uranio empobrecido,
ahora imagínate lo que estará pasando con la gente en
Irak.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Qué ocurrió cuando regresó a Estados Unidos?
Jimmy
Massey:
Me trataron como un loco, un cobarde, un traidor.
Rosa
Miriam Elizalde:
Sus superiores han dicho que es mentira todo lo que ha
contado.
Jimmy
Massey:
La evidencia contra ellos es abrumadora. El Ejército
norteamericano esta agotado. Mientras más tiempo dure esta
guerra, más posibilidades habrá de que mi verdad aparezca.
Rosa
Miriam Elizalde:
El libro que usted ha presentado en Venezuela está
editado en español y en francés. ¿Por qué no se ha
publicado en Estados Unidos?
Jimmy
Massey:
Las editoriales han exigido que elimine los nombres reales
de las personas que están involucradas en su historia y que
presente la guerra en Irak como envuelta en una neblina,
menos crudamente. No estoy dispuesto a hacerlo. Editoriales
como New Press, supuestamente de izquierda, se negaron a
publicarlo porque temían verse envueltas en un pleito
presentado por la gente involucrada en el libro.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Por qué medios como The New York Times y The
Washington Post jamás reprodujeron su testimonio?
Jimmy
Massey:
Yo no repetía el cuento oficial, de que las tropas estaban
en Irak para ayudar al pueblo, ni repetía que los civiles
morían por accidente. Me negué a decir eso. No había
visto ningún disparo accidental contra los iraquíes y me
negué a mentir.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Ha cambiado esa actitud?
Jimmy
Massey: No. Lo que han hecho es incorporar opiniones y libros de
personas con objeciones de conciencia: que están contra la
guerra en general o que participaron en la guerra, pero no
tuvieron este tipo de experiencia. Se resisten todavía a
mirar de frente la realidad.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Tiene fotografías o documentos que prueben lo que
usted nos ha contado?
Jimmy
Massey: No. Me quitaron todas mis pertenencias, cuando me ordenaron
regresar a Estados Unidos. Regresé de Irak solo con dos
armas: mi mente y un cuchillo.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Habrá alguna salida a corto plazo para la guerra?
Jimmy
Massey: No. Lo que veo es una misma política entre demócratas y
republicanos. Son la misma cosa. La guerra es un negocio
para ambos partidos, que dependen del Complejo Militar
Industrial. Necesitamos un tercer partido.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Cuál?
Jimmy
Massey:
El del socialismo.
Rosa
Miriam Elizalde:
Usted ha participado en un taller cuyo título es «Estados
Unidos: La Revolución es posible». ¿Cree que realmente
que habrá revolución en EE.UU.?
Jimmy
Massey:
Ya comenzó. En el sur, donde yo nací.
Rosa
Miriam Elizalde:
Pero esa ha sido tradicionalmente la zona más
conservadora del país.
Jimmy
Massey:
Después del Katrina eso cambió. Nueva Orleáns se parece a
Bagdad. La gente del sur está indignada y se pregunta todos
los días cómo es posible que se atrevan a invertir en una
guerra inútil y en Bagdad, cuando no lo han hecho en Nueva
Orleans. Recuerda también que en el Sur se inició la
primera gran rebelión del país.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Iría usted a Cuba?
Jimmy
Massey:
Admiro a Fidel y al pueblo de Cuba y por supuesto, si me
invitan, yo iré a la Isla. No me importa qué me diga mi
gobierno. Nadie controla a dónde yo voy.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿Sabe usted que el símbolo del desprecio imperial hacia
nuestra nación es una fotografía de marines mientras
orinaban sobre la estatua de José Martí, el Héroe de
nuestra Independencia?
Jimmy
Massey:
Si, lo sé. En el Cuerpo de Marines nos hablaban de Cuba
como una colonia de los Estados Unidos y nos ensañaron algo
de Historia. Parte de la formación de un marine es aprender
algunas cosas de los países que habrá que invadir, como
dice la canción.
Rosa
Miriam Elizalde:
¿La canción de los marines?
Jimmy
Massey: (Canta) «From the halls of Montezuma, to the
shores of Tripoli…» (Desde
las salas de Montezuma hasta las playas de Trípoli...)
Rosa
Miriam Elizalde:
Es decir, los marines quieren estar en todo el mundo.
Jimmy
Massey:
El sueño es dominar al mundo…, aunque por el camino nos
conviertan a todos en asesinos.
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