Iraq

Bush toma distancia, ante el fracaso de
la ofensiva en Basora

Análisis de Gareth Porter (*)
Inter Press Service (IPS), 01/04/08

Washington.– Cuando quedó en claro que la ofensiva contra milicias chiitas en la ciudad de Basora afrontaba serios problemas, el gobierno de Estados Unidos comenzó a decir en privado que había sido lanzada por el de Iraq sin consultar a la Casa Blanca.

Los esfuerzos para negar la responsabilidad del gobierno de George W. Bush indican que la operación se ha vuelto una fuente de problemas, en vísperas del informe que el general David Petraeus, máximo comandante militar estadounidense en Iraq, y el embajador en ese país, Ryan Crocker, deben dar ante el Congreso legislativo en Washington.

Washington evaluó erróneamente la capacidad para coordinar una operación militar del Ejército Mahdi, la milicia liderada por el clérigo chiita Moqtada al–Sadr.

Ahora parece claro que su inactividad se debía a que se encontraba en un proceso de reorganización y entrenamiento, y no a que Al–Sadr hubiera abandonado la opción armada o perdido el control sobre los insurgentes.

El gobierno de Bush comenzó a tomar distancia de la ofensiva en Basora el 27 de marzo, cuando un funcionario, que pidió reserva de su identidad, declaró a The Washington Post que el primer ministro iraquí Nouri Al–Maliki "decidió lanzar el ataque sin consultar a sus aliados estadounidenses".

Otra fuente señaló: "No podemos descifrar exactamente qué está pasando", si bien existían muchas "teorías conspirativas" para tratar de explicar las razones por las cuales Al–Maliki actuó de esa forma.

El diario The New York Times señaló el domingo que "pocos observadores en Iraq parecen creer que Al–Maliki intentó un golpe tan audaz" y agregó que "muchos dicen que este político notoriamente cauteloso se vio envuelto en una ofensiva de grandes proporciones".

Primer ministro iraquí suspende ataques contra fuerzas chiítas

Boletín de prensa Democracy Now!, 04/04/08

En Irak, el Primer Ministro Nouri al-Maliki ordenó que se detengan los ataques contra los combatientes chiítas en todo el país. Esta decisión tuvo lugar tras la ofensiva de las fuerzas estadounidenses e iraquíes de la semana pasada que causó la muerte de más de 500 personas en Basora y Bagdad.

Funcionario: mil iraquíes desertaron de ofensiva contra los chiítas

La suspensión de los ataques tuvo lugar mientras un alto funcionario iraquí le dijo al New York Times que más de mil soldados y oficiales de la policía iraquíes abandonaron sus puestos durante las operaciones. El gobierno de Bush ha hecho alarde de la ofensiva, alegando que era una prueba del éxito de Estados Unidos en el entrenamiento de las fuerzas iraquíes. Las mil personas que desertaron incluían a más de cien oficiales, entre ellos el comandante y subcomandante de una brigada entera. Mientras tanto, las Fuerzas Armadas estadounidenses continúan con los ataques aéreos diarios en Irak. El jueves, seis personas murieron y quince resultaron heridas cuando las fuerzas estadounidenses se enfrentaron a militantes chiítas en Hilla. Un residente de esta localidad afirmó que un bombardeo estadounidense mató a civiles.

El residente dijo: “Eran personas inocentes que estaban trasladando a los heridos desde un lugar que había sido atacado por las fuerzas lideradas por Estados Unidos. En el momento en que estaban llevando a los heridos al hospital, las fuerzas lideradas por Estados Unidos bombardearon el área, causando la muerte de varios de nuestros hermanos, guardaespaldas en la oficina de salud de Bali, soldados y oficiales de la policía de Bali”.

Estas sugerencias acerca de un eventual error de cálculo del primer ministro israelí son evidentemente falsas. Iraq no puede planear acciones militares sin el apoyo del comando estadounidense.

El 25 de marzo, cuando la operación en Basora apenas comenzaba, el coronel Bill Buckner, portavoz de las fuerzas de ocupación, dijo que éstas proveían inteligencia, vigilancia y apoyo aéreo a las tropas iraquíes.

Un asesor estadounidense de las fuerzas de seguridad iraquíes, involucrado en la operación, dijo a The Washington Post que esperaba que las acciones tomaran entre una semana y 10 días.

La ofensiva incluyó acciones de combate conjuntas de tropas de Estados Unidos e Iraq. Aunque en principio esto fue negado, el 30 de marzo el comando estadounidense admitió que hubo una operación conjunta en la que 22 personas, a las que calificó como insurgentes, perdieron la vida.

Algunos observadores pusieron en duda que el gobierno de Bush decidiera que Al–Maliki lanzara una campaña tan riesgosa contra las bien atrincheradas milicias en Basora antes del testimonio de Petraeus y Crocker ante los legisladores.

Pero esta presunción se basa en que el vicepresidente Dick Cheney y los máximos jefes militares tomaban en cuenta el riesgo potencial de intentar eliminar o debilitar al Ejército Mahdi en Basora.

De hecho, tanto el gobierno de Bush como los militares iraquíes fueron claramente tomados por sorpresa cuando los insurgentes atacaron el 25 de marzo, iniciando una batalla por el control de la ciudad.

Durante meses, animado por el cese unilateral del fuego declarado por Al–Sadr en agosto, Washington estuvo probando si los insurgentes responderían a actos de represión en pequeña escala.

Hubo constantes operaciones en las que al menos 2.000 miembros del Ejército Mahdi fueron arrestados, según una fuente chiita.

La resistencia a esas acciones fue mínima. Según funcionarios del gobierno de Bush, este hecho se debió a la aparente voluntad de Al–Sadr de limitar la influencia de Irán o al debilitamiento del Ejército Mahdi como fuerza de combate.

El 24 de julio, Crocker responsabilizó a Teherán por las operaciones de los insurgentes. Tras el cese del fuego declarado por Al.Sadr en agosto, funcionarios iraquíes señalaron que Irán convenció al clérigo de suspender los combates, al parecer por su deseo de estabilizar al gobierno iraquí, en el que los chiitas con mayoría.

David Satterfield, asesor de la secretaria de Estado (canciller) estadounidense, Condoleezza Rice, también atribuyó la reducción de los ataques a una decisión del gobierno iraní.

Los militares estadounidenses no estaban seguros sobre las razones por las que el Ejército Mahdi no respondía, pero tenían la esperanza de que el número de acciones armadas se mantendría bajo y que esto se debía a que Teherán "había escuchado" las advertencias de Washington.

En tanto, Petraeus se convenció de que la capacidad del Ejército Mahdi para resistir había sido socavada por las acciones militares de Estados Unidos y su desorganización interna.

El 22 de febrero Al–Sadr anunció que extendía el cese del fuego. Esto, al parecer, convenció a Petraeus y al gobierno de Bush de que podían lanzar una operación contra el Ejército Mahdi en Basora sin grandes riesgos de enfrentarse con una respuesta militar.

Esta presunción ignoró las evidencias de que Al–Sadr evitaba combates de importancia porque estaba reorganizando y convirtiendo a su milicia en una fuerza más efectiva con la ayuda del régimen de Teherán.

Insurgentes del Ejército Mahdi, incluidos jefes de alto rango, fueron enviados a Irán para recibir entrenamiento. No eran elementos "renegados": contaban con el total apoyo de Al–Sadr.

Un miembro veterano, entrenado por los iraníes, dijo al diario británico The Independent en abril de 2007 que la asistencia militar de Teherán era "parte de una nueva estrategia. Sabemos que nos enfrentamos con un enemigo poderoso y debemos aprender los métodos y técnicas adecuadas".

La semana pasada, un comandante del Ejército Mahdi declaró a una agencia de noticias canadiense que "ahora estamos mejor organizados, tenemos mejores armas, centros de comando y fácil acceso al apoyo logístico y financiero", presumiblemente proveniente de Teherán.

La capacidad del Ejército Mahdi para complicar la ofensiva de Basora sugiere que la resistencia chiita a la ocupación está en sus comienzos y plantea un gran desafío al discurso triunfalista de Bush sobre el desarrollo de la guerra en Iraq.


(*) Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005 y reeditado en 2006.


Milicias ponen al desnudo el fracaso de EEUU

Por Ali al–Fadhily y Dahr Jamail (*)
Inter Press Service (IPS), abril 2008

Bagdad.– A pesar de la campaña mediática impulsada por funcionarios del gobierno de Estados Unidos para convencer al mundo de los éxitos en la guerra de Iraq, la realidad en el terreno revela un completo fracaso.

El 25 de marzo será recordado como el día de la verdad luego de cinco años de ocupación del país, tras la invasión en 2003:

"El ejército iraquí, la policía, al igual que las milicias Badr y Dawa, súbitamente desaparecieron de las calles de Bagdad, dejando sus vehículos blindados. Los miembros del Ejército Mahdi los tomaron y realizaron jubilosas caravanas antes de llevarlos a su bastión de Ciudad Sadr, en la zona oriental de la capital", dijo a IPS un coronel de la policía que pidió no revelar su identidad.

Se refería a los recientes enfrentamientos entre el Ejército Mahdi, la mayor milicia del país, liderada por el clérigo chiíta Mudtada al–Sadr, y fuerzas del gobierno, que incluyen a miembros de una milicia chiíta rival, la Organización Badr.

Docenas de combatientes de ambos bandos murieron en los choques que se produjeron en Bagdad, Basora, Samawa, Hilla y la mayoría de las provincias chiítas del sur de Iraq entre el Ejército Mahdi y otras milicias que cuentan con el apoyo de Estados Unidos, Irán y el gobierno iraquí.

La Organización Badr está liderada por Abdul Aziz al–Hakim, quien también controla el Consejo Supremo Islámico de Iraq (SIIC, por sus siglas en inglés), la fuerza dominante en el gobierno. El Partido Dawa está dirigido por el primer ministro Nouri al–Maliki.

Aún se ignora cuántos civiles murieron o fueron heridos durante los enfrentamientos. Los funcionarios gubernamentales mantienen el silencio.

"Cada habitante de Basora sabía que la situación podía explotar en cualquier momento entre estos ladrones de petróleo y que la ciudad sufriría otra ola de guerra entre milicias", dijo a IPS Salman Kathum, un médico de Basora que se trasladó a la capital el mes pasado.

Falah Shenshal, un legislador aliado de Al–Sadr, dijo el 26 de marzo a la cadena de noticias Al–Jazeera que Al.Maliki estaba tomando como blanco a sus adversarios políticos.

"Dicen que el objetivo son los grupos ilegales, pero ¿por qué comenzaron por las áreas donde se encuentran los seguidores de Al–Sadr? Esta es una batalla política, por los intereses políticos del partido de Al.Maliki, ya que se aproxima la fecha de las elecciones locales", agregó.

Los combates se iniciaron en coincidencia con el anuncio de Estados Unidos acerca de que sus tropas habían sufrido 4.000 bajas en Iraq desde el comienzo de la guerra y en medio de una campaña de relaciones públicas destinada a mostrar los "éxitos" alcanzados por las fuerzas de ocupación.

"Me pregunto qué mentiras fabricará ahora" el general David Petraeus, máximo comandante militar estadounidense en Iraq, dijo a IPS el periodista local Malek Shakir.

"Lo ocurrido el 25 de marzo revela el fracaso del proyecto de ocupación de Iraq. Se esperan más complicaciones en los próximos días", agregó.

Al–Maliki estuvo en Basora para dirigir la ofensiva contra el Ejército Mahdi, mientras Estados Unidos enviaba fuerzas a Ciudad Sadr en un intento de apoyar a sus aliados de las milicias Badr y Dawa.

Hubo informes sobre enfrentamientos limitados y ataques aéreos en Ciudad Sadr y se cree que muchos civiles resultaron muertos. El toque de queda en Bagdad y cuatro provincias australes complicó aún más la vida cotidiana.

"Este fracaso retrotrae todo al punto de partida, o aún peor", dijo a IPS el brigadier general del ejército iraquí Kathum Alwan. "Debemos admitir que la formación de nuestras tropas era mala. Los oficiales desertaban de sus puestos y dejaban los vehículos a las milicias", agregó.

"Ni una sola unidad del ejército y la policía cumplió con su deber en Bagdad, lo que nos lleva a preguntarnos qué hacer. La mayoría de los oficiales desertores son miembros de las brigadas Badr y el partido Dawa, y deberían haber sido los más leales al gobierno de Al–Maliki", señaló el militar.

La llamada Zona Verde de Bagdad, donde se encuentran el parlamento, la sede del gobierno y la embajada de Estados Unidos, fue atacada con misiles. Petraeus acusó a Irán por el bombardeo de la zona, supuestamente la más segura del país. Al menos un ciudadano estadounidense murió y otros dos fueron heridos.

"La Zona Verde se veía desierta, ya que se ordenó a la mayor parte del personal estadounidense e iraquí que se dirigiera a los refugios subterráneos. Parece que también hay toque de queda en esta zona. Ya no queda un lugar seguro en Iraq", dijo a IPS un ingeniero que trabaja para una compañía extranjera.

Para complicar más las cosas, las llamadas “Fuerzas del Despertar”, integradas mayoritariamente por ex combatientes de la resistencia y que cuentan con el apoyo de Washington, se han declarado en huelga en reclamo de los salarios que les adeudan los militares estadounidenses.


(*) Ali al–Fadhily, corresponsal en Bagdad, trabaja en estrecha colaboración con Dahr Jamail, especialista en Iraq de IPS, quien vive en Estados Unidos y ha escrito frecuentemente desde ese país y otros de Medio Oriente.