El proyecto
imperialista anglo–estadounidense
Divide y
vencerás
Por Andrew
G. Marshall (*)
Global
Research, 23/07/08
Establecer
un “arco de crisis”
Muchas
personas tendrían dudas de que británicos y
estadounidenses estén detrás de actos terroristas en Iraq,
como los británicos en Basora cuando dos soldados británicos
del regimiento especializado en operaciones clandestinas
fueron capturados disfrazados de árabes, con explosivos y
un abundante arsenal [1].
¿Por qué
serían cómplices los británicos en orquestar el
terrorismo en la misma ciudad en la que están para
proporcionar seguridad? ¿Qué propósito habría detrás de
ello? Esta pregunta nos lleva a otra incluso más
importante, la de por qué se ocupó Iraq, de cuál fue el
objetivo de la guerra contra Iraq. Si, como nos suele decir
nuestra dosis diaria de CNN, SkyNews y las declaraciones de
los altos cargos públicos, la respuesta es propagar la
democracia y la libertad, y librar al mundo de la tiranía y
del terrorismo, entonces no tiene sentido que británicos y
estadounidenses estén orquestando el terrorismo.
Sin
embargo, si la respuesta a la pregunta de por qué ocurrió
la invasión anglo–estadounidense no era propagar la
democracia y la libertad, sino propagar el miedo y el caos,
sumir al país en una guerra civil, balcanizarlo y crear un
“arco de crisis” por todo Oriente Próximo que implique
a los países vecinos, en especial a Irán, entonces el
terrorismo es un medio muy eficaz y eficiente para tal fin.
Una
estrategia imperialista
En 1982
Oded Yinon, un periodista israelí vinculado al ministerio
de Asuntos Exteriores israelí, escribió un artículo para
una publicación de la Organización Sionista Mundial en el
que ponía de relieve una “estrategia para Israel en los
ochenta”. En este artículo afirmaba: “ La desintegración
de Siria e Iraq en zonas étnica o religiosamente únicas
como en Líbano es el objetivo fundamental de Israel en el
frente oriental. Iraq, rico en petróleo por una parte e
internamente dividido por otra tiene todas las garantías de
ser un candidato a los objetivos de Israel. Su desintegración
es incluso más importante para nosotros que la de Siria.
Iraq es más fuerte que Siria. A corto plazo, lo que
constituye la mayor amenaza para Israel es el poder iraquí”.
Continúa:
“Una guerra irano–iraquí desgarrará Iraq y causará su
desmoronamiento en el interior incluso antes de que sea
capaz de organizar una lucha en un frente más amplio contra
nosotros. Todo tipo de confrontación inter–árabe nos
ayudará a corto plazo y acortará el camino para el más
importante objetivo de dividir Iraq en confesiones
religiosas como en Siria y Líbano”. Y añade: “En Iraq
es posible una división en provincias según unas líneas
étnicas/religiosas, como en Siria durante [el Imperio]
Otomano. Así pues, existirán tres (o más) Estados en
torno a las tres ciudades más importantes: Basora, Bagdad y
Mosul, y las zonas chiíes en el sur estarán separadas del
norte sunní y kurdo” [2].
El
resultado de la guerra irano–iraquí, que duró hasta
1988, no fue el deseada por Oded Yinon, la ruptura de Iraq
en provincias según criterios étnicos. Ni tampoco el de la
posterior guerra del Golfo de 1991 en la que Estados Unidos
destruyó las infraestructuras de Iraq ni el de la década
larga posterior de devastadoras sanciones y bombardeos aéreos
de la administración Clinton. Lo que, sin embargo, sí
sucedió durante estas décadas fue la muerte de millones de
iraquíes e iraníes.
Una
fractura limpia para un Nuevo Siglo Estadounidense
En 1996 un
think tank israelí, el Instituto para Estudios Estratégicos
y Políticos Avanzados, publicó un informe del think tank
Study Group sobre una nueva estrategia israelí con vistas
al año 2000 titulado “Una fractura limpia: una nueva
estrategia para asegurar el territorio”. En este artículo,
en el que se hacían recomendaciones al entonces primer
ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se afirmaba que
Israel puede “trabajar estrechamente con Turquía y
Jordania para contener, desestabilizar y reducir algunas de
sus más peligrosas amenazas”, así como “cambiar la
naturaleza de sus relaciones con los palestinos, incluyendo
mantener el derecho de persecución en todas las zonas
palestinas por motivos de autodefensa” y “forjar unas
nuevas bases para las relaciones con Estados Unidos
(haciendo hincapié en la independencia, la madurez, la
cooperación estratégica en areas de interés mutuo y
fomentando los valores inherentes a occidente)”.
El informe
recomendaba a Israel “tomar la iniciativa en su frontera
norte atrayendo a Hizbola, Siria, e Irán como principales
agentes de agresión en Líbano” y utilizar “a la
oposición libanesa para desestabilizar el control sirio de
Líbano”. También afirma que “en cooperación con Turquía
y Jordania, Israel puede dar forma a su entorno estratégico
debilitando, conteniendo e incluso haciendo retroceder a
Siria. Este esfuerzo puede centrarse en derrocar a Sadam
Husein en Iraq (también un importante objetivo estratégico
israelí) como un medio de frustrar las ambiciones
regionales de Siria” [3].
Entre los
autores del informe se incluyen Douglas Feith, un ardiente
neoconservador que llegó a ser sub–secretario de Defensa
para la Política de George W. Bush desde 2001 a 2005; David
Wurmser, que tras el 11 de septiembre fue nombrado por
Douglas Feith para formar parte de una unidad secreta de
inteligencia del Pentágono y fue asesor de Oriente Próximo
de Dick Cheney desde 2003 a 2007; y Meyrav Wurmser, la mujer
de David, que es ahora un alto cargo del think tank
estadounidense Hudson Institute.
Richard
Perle dirigía el estudio. Trabajó en el Comité del
Consejo Asesor de Política de Defensa del Pentágono desde
1987 a 2004 y fue su presidente desde 2001 a 2004 donde
desempeñó un papel clave a medida que se acercaba la
guerra de Iraq. También fue miembro de varios think tanks
estadounidenses, incluyendo el Instituto de Iniciativa
Estadounidense y el Proyecto para el Nuevo Siglo
Estadounidense.
El Proyecto
para el Nuevo Siglo Estadounidense, o PNAC por sus siglas en
inglés, es un think tank neoconservador estadounidense,
entre cuyos miembros y afiliados se incluyen muchas personas
que estuvieron asociadas con la actual administración Bush,
como Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, John
Bolton, Richard Armitage, Jeb Bush, Elliott Abrams, Eliot A.
Cohen, Paula Dobriansky, Francis Fukuyama, Zalmay Khalilzad,
I. Lewis "Scooter" Libby, Peter Rodman, Dov
Zakheim y Robert B. Zoellick.
En
septiembre de 2000 el PNAC elaboró un informe titulado
“Reconstruir las Defensas de Estados Unidos: estrategias,
fuerzas y recursos para un nuevo siglo” en el que se
trazaba un programa para una Pax Americana o Imperio
Estadounidense. El informe se centra especialmente en Iraq e
Irán y afirma: “A largo plazo Irán puede resultar ser
una amenaza tan grande para los intereses estadounidenses en
el Golfo como lo es Iraq” [4]. Afirmando que “durante décadas
Estados Unidos ha buscado desempañar un papel más
permanente en la seguridad regional del Golfo” el informe
sugiere que “el conflicto no resuelto con Iraq proporciona
la justificación inmediata”, sin embargo, “la necesidad
de la presencia de una importante fuerza estadounidense en
el Golfo trasciende el problema del cambio de régimen de
Sadam Husein” [5]
Lograr
una guerra civil para la “Solución de los tres Estados”
Poco después
de la invasión y ocupación de Iraq en 2003 el New York
Times publicaba un artículo de opinión de Leslie Gelb,
presidente emérito y miembro de la junta directiva del
Consejo de Relaciones Exteriores, el más poderoso e
influyente think tank de Estados Unidos. El artículo,
titulado “La solución de los tres Estados” y publicado
en noviembre de 2003, afirmaba que la “única estrategia
viable” para Iraq “puede ser corregir el error histórico
y avanzar en etapas hacia una solución de tres Estados:
kurdos en el norte, sunníes en el centro y chiíes en el
sur”. Citando el ejemplo de la desintegración de
Yugoslavia, Gelb afirmaba que estadounidenses y europeos
“dieron a los bosnios musulmanes y a los croatas los
medios de luchar, y los serbios aceptaron la separación”.
Al explicar la estrategia Gelb afirma que el “primer paso
debería ser convertir el norte y el sur en regiones con
auto–gobierno con unos límites trazados lo más cerca
posible de las líneas étnicas” y “exigir elecciones
democráticas en cada región”. Además, “bajar al mismo
tiempo tropas estadounidenses al Triángulo Sunní y pedir a
Naciones Unidas que supervise la transición al
auto–gobierno allí”. Gelb afirma entonces que esta política
“sería tanto difícil como peligrosa. Washington tendría
que ser muy testarudo y muy despiadado para lograr esta
desintegración” [6].
Seguir el
ejemplo de Yugoslavia, como cita Gelb, requeriría lograr
una guerra civil entre los diferentes grupos étnicos. A
principios de los noventa Estados Unidos apoyó y financió
a las fuerzas musulmanas en Bosnia bajo el liderazgo de los
muyaidines afganos adiestrados por la CIA, de triste fama
por su guerra contra la Unión Soviética dirigida por la
CIA entre 1979 y 1989. En Bosnia los muyaidines estuvieron
“acompañados de las fuerzas especiales estadounidenses”
y Bill Clinton aprobó personalmente la colaboración con
“varias organizaciones fundamentalistas islámicas,
incluyendo la al–Qaeda de Ben Laden”. Años después en
Kosovo “ en 1998–99 muyaidines mercenarios de Oriente Próximo
y Asia Central fueron reclutados para luchar en las filas
del Ejército de Liberación de Kosovo (KLA, por sus siglas
en inglés) que apoyó ampliamente el esfuerzo de guerra de
la OTAN”. La Agencia de Inteligencia de Defensa
estadounidense (DIA, por sus siglas en inglés), los
servicios de inteligencia británicos (MI6), soldados británicos
del regimiento especializado en operaciones clandestinas y
compañías privadas de seguridad británicas y
estadounidenses tenían la tarea de armar y adiestrar al
KLA. Posteriomente, “el departamento de Estado
estadounidense incluyó al KLA en la lista de organizaciones
terroristas indicando que financiaba sus operaciones con
dinero procedente del tráfico de heroína y con préstamos
procedentes de países e individuos islámicos, entre los
que supuestamente se encontraba Osama Ben Laden” así como
“el hermano de un líder de una organización de la Jihad
egipcia e indicando también que un comandante militar de
Osama Ben Laden estaba dirigiendo una unidad de elite del
KLA durante el conflicto de Kosovo” [7].
¿Podría
ser esta la misma estrategia que se está desplegando en
Iraq para desintegrar el país por similares razones estratégicas?
El Asia
Times Online informaba en 2005 que el plan para
“balcanizar” Iraq en varios Estados más pequeños “es
una réplica exacta de un plan de la extrema derecha israelí
para balcanizar Iraq (una parte esencial de la balcanización
de todo Oriente Próximo). Curiosamente Henry Kissinger
estaba vendiendo la misma idea incluso antes de la invasión
de Iraq en 2003”. El artículo continuaba: “esto es la
clásica divisa del divide y vencerás: el objetivo es
perpetuar la falta de unidad árabe. Llámese Iraquificación;
lo que realmente significa es fiebre sectaria traducida en
guerra civil” [8].
En 2006 una
“comisión independiente establecida por el Congreso con
la aprobación del presidente George W Bush” llamada “la
Comisión Baker” por el nombre del ex–secretario de
Estado James Baker, “está cada vez más interesada en la
idea de separar las regiones chiíes, sunníes y kurdas como
la única alternativa a lo que Baker llama 'dejarlo todo y
huir’ or 'aguantar hasta el final’"[9].
En 2006 se
informó así mismo de que “el futuro federal de Iraq
también está consagrado en su constitución, que permite
formar las regiones, si bien no afirma cómo” y que “el
Parlamento iraquí (dominado por chiíes y kurdos) aprobó
una ley a principios de este mes [octubre de 2006] que
permite a las regiones federales formase (por mayoría de
votos en las regiones que buscan la unión)”. Además,
“la ley que, como era de esperar, no obtuvo el apoyo sunní,
será revisada dentro de 18 meses en un intento de convencer
a sus oponentes”. Sin embargo, el artículo afirmaba que
en vez de una solución de tres Estados “un sistema basado
en cinco regiones parece que podría tener más
posibilidades de tener éxito. Un modelo de cinco regiones
tendría dos regiones en el sur, una con base en torno a
Basora y otra en torno a los santos lugares. Se mantendrían
Kurdistán y la región sunní, pero Bagdad y sus
alrededores formarían la quinta región, metropolitana,
urbana” [10]. El autor del artículo era Gareth
Stansfield, un socio del think tank Chatham House de
Londres, que precedió al Consejo de Relaciones Exteriores,
trabaja con él y con su equivalente británico.
“La
limpieza étnica funciona”
En 2006 el
Diario de las Fuerzas Armadas publicaba un artículo del
teniente coronel retirado Ralph Peters titulado “Fronteras
de sangre: qué aspecto podría tener un Oriente Próximo
mejor”. En su artículo Peters explica que el mejor plan
para Oriente Próximo serían “reajustar” las fronteras
de los países. “Aceptando que el arte de gobernar
internacional nunca ha desarrollado herramientas eficaces
(salvo la guerra) para reajustar fronteras fallidas, un
esfuerzo mental para captar las fronteras “orgánicas”
de Oriente Próximo nos ayuda, sin embargo, a comprender el
alcance de las dificultades a las que nos enfrentamos y a
las que seguiremos enfrentándonos. Estamos lidiando con
deformaciones colosales creadas por el hombre que no dejarán
de generar odio y violencia hasta que sean corregidas”.
Afirma que tras la invasión de 2003 “se debería haber
dividido inmediatamente Iraq en tres Estados más pequeños”.
Sin embargo, Iraq no es el único país que a ojos de Peter
es víctima de la “balcanización” ya que “Arabia
Saudi sufriría un desmantelamiento tan grande como el de
Pakistán” e “Irán, un Estado con unas fronteras
dementes, perdería gran cantidad de territorio en favor del
Azerbayán unificado, el Kurdistán libre, el Estado Árabe
Chií y el Baluchistán Libre, pero ganaría las provincias
en torno a Herat en el Afganistán actual”. Además, “lo
que Afganistán perdiera en favor de Persia en el oeste lo
ganaría al este, ya que las tribus de la frontera noreste
de Pakistán se reunirían con sus hermanos afganos”.
Peters afirma que “corregir las fronteras” puede ser
imposible “por ahora. Pero con tiempo (y con el inevitable
baño de sangre que va unido a ello) emergerán fronteras
nuevas y naturales. Babilonia ha caído más de una vez”.
Más adelante hace esta sorprendente afirmación: “¡Ah!,
y un secretillo vergonzante que tiene 5.000 años de
historia: la limpieza étnica funciona” [11]
El mapa de
un nuevo diseño de Oriente Próximo, inicialmente publicado
junto con el artículo de Peters pero que ya no aparece
“se ha utilizado en el programa de adiestramiento de la
Escuela de Defensa de la OTAN para oficiales militares de
alto rango. Este mapa, como otros mapas similares,
probablemente se ha utilizado tanto en la Academia Nacional
de Guerra como en los círculos de planificación militar”
[12]. Acerca de la propuesta de Peters Nafeez Mossadeq Ahmed
escribió que “la reconfiguración radical de fronteras
que él propone implicaría necesariamente una limpieza étnica
generalizada y con ella un baño de sangre quizá a escala
genocida” [13].
¿Federalismo
o balcanización gradual?
Un mes
antes de que se publicara el artículo de Peters, Leslie
Gelb del Consejo de Relaciones Exteriores y Joseph Biden, un
demócrata miembro del Comité de Relaciones Exteriores del
Senado [estadounidense] escribieron un artículo de opinión
para el New York Times en el que afirmaban que “Estados
Unidos debe ir más allá de la falsa opción actual entre
“aguantar hasta el final” y “traer las tropas a casa
ahora”, y elegir una tercera vía que de forma responsable
reduciría nuestra presencia militar al tiempo que evitaría
el caos y preservaría nuestro objetivos de seguridad
claves”. ¿Cuál es esta tercera opción? “La idea, como
en Bosnia, es mantener un Iraq unido descentralizándolo,
dando a cada grupo étnico–religioso (kurdos, árabes sunníes
y árabes chiíes) espacio para dirigir sus propios asuntos
al tiempo que se deja al gobierno central a cargo de los
intereses comunes”.
Los autores
describen unos cuantos aspectos de este plan. “El primero
es establecer tres regiones con una amplia autonomía y con
un gobierno central viable en Bagdad. Las regiones kurda,
chií y sunní serían cada una responsables de sus propias
leyes internas, de la administración y de la seguridad
interna. El gobierno central controlaría la defensa de las
fronteras, los asuntos exteriores y los ingresos del petróleo”.
Entonces, “el segundo elemento sería engatusar a los sunníes
para que se unan al sistema federal con una oferta que no
podrán rechazar. Para empezar, controlar su propia región
sería mucho más preferible a las demás alternativas: ser
dominados por kurdos y chiíes en un gobierno central o ser
las principales víctimas de una guerra civil” [14].
En una
comparecencia ante el Comité de Relaciones Exteriores del
Senado en 2007 Leslie Gelb afirmó que su plan para
“federalizar” Iraq “se parecería a lo siguiente: el
gobierno central estaría basado en las zonas en las que hay
genuinos intereses comunes entre los diferentes partidos
iraquíes, esto es, los asuntos exteriores, la defensa de
las fronteras, la moneda y, por encima de todo, la producción
e ingresos del petróleo y gas”. Y, “por lo que se
refiere a las regiones, ya sean tres o cinco, sean las que
sean (a los iraquíes les corresponde decidirlo), serían
responsables de la legislación, la administración y
seguridad internas” [15].
Posteriormente
el Senado aprobó una resolución no vinculante que apoyaba
un sistema federal para Iraq y que todavía tiene que ser
promulgado puesto que se estipula que esta resolución tiene
que ser promulgada por los iraquíes para que no se
considere “algo a lo que les obliga Estados Unidos”.
Además, “cuando el embajador Ryan Crocker compareció
ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado afirmó
apoyar el federalismo. En una conversación privada con los
senadores también apoyó la idea, “sin embargo, cuando
estaba en Bagdad se expresó en contra de la resolución”
[16]. ¿Podría ser esto una forma de manipulación? Si el
embajador estadounidense en Bagdad promueve una solución
particular para Iraq, probablemente los iraquíes lo
consideren una mala opción, que favorece los intereses de
los estadounidenses. Así pues, si el embajador despotrica públicamente
contra la resolución, cosa lo que hizo, esto transmite la
idea de que la actual administración [estadounidense] no
está detrás de ella, lo que podría hacer que los iraquíes
lo vean como una alternativa y que, quizá, favorece sus
intereses. Aceptar el punto de vista estadounidense sobre
cuestiones fundamentales significa un suicidio político (y
con frecuencia, real) para los políticos iraquíes. El
hecho de que el embajador estadounidense en Bagdad denuncie
públicamente una estrategia particular da a los políticos
iraquíes la legitimidad pública para reivindicarla.
Esta
resolución todavía no ha pasado por todos los
procedimientos del Congreso [estadounidense] y, de hecho,
puede haber sido incluida en otro proyecto de ley, como una
Ley de Autorización de Defensa. Sin embargo, los esfuerzos
que están detrás de esta ley son mayores que el cada vez más
irrelevante Congreso estadounidense.
También en
2007 otro think tank hizo un llamamiento a lograr “dividir
Iraq en tres Estados separados con sus propios gobiernos y
representantes en Naciones Unidas, pero con una cooperación
económica constante basada en el modelo de la Unión
Europea” [17]. Sorprendentemente el ex–embajador de
Estados Unidos ante Naciones Unidas , John Bolton, reconoció
en 2000 que “Estados Unidos no tiene “intereses estratégicos”
en un Iraq unido” y también sugirió que “ Estados
Unidos no debería necesariamente impedir que Iraq se
divida” [18].
Conclusión
Claramente,
sea cual sea la excusa o signifique lo que signifique
dividir Iraq, no cabe la menor duda de que existe una
estrategia anglo–estadounidense de balcanizar Iraq. Decir
que lo que se está proponiendo no es la balcanización sino
el federalismo es discutible. Esto se debe a que volver a un
sistema más federal en el que las provincias tengan mayor
autonomía separaría naturalmente el país según las
fronteras étnico–religiosas. Los kurdos estarían en el
norte, los sunníes en el centro y los chiíes en el sur,
con todo el petróleo. La desproporción de los recursos de
cada provincial creará enemistad entre las provincias y las
diferencias étnicas manipuladas durante mucho tiempo se
transmitirán de las calles a la esfera política. A medida
que aumenten las tensiones ente provincias, como sin lugar a
dudas ocurrirá, habrá una inclinación natural hacia una
posible separación. Los desacuerdos acerca del reparto de
poder en el gobierno federal podrían llevar a su posible
colapso, con lo que se habría logrado la estrategia de
balcanización bajo la apariencia de que se habría
producido sin una implicación exterior.
[1]
Global Research, Iraqi MP accuses British Forces in Basra of
"Terrorism". Al Jazeera, 20 de septiembre
de 2005:
www.globalresearch.ca/index.php?context=viewArticle&code=20050920&articleId=983
[2]
Linda S. Heard, The Prophecy of Oded Yinon. Counter
Punch, 25 de abril de 2006:
www.counterpunch.org/heard04252006.html
[3]
Richard Perle, et. al., A Clean Break: A New Strategy for
Securing the Realm. The Institute for Advanced Strategic and
Political Studies, junio de 1996: www.iasps.org/strat1.htm
[4]
PNAC, Rebuilding America’s Defenses. Project for the New
American Century, septiembre de 2000, p. 17
[5]
PNAC, Rebuilding America’s Defenses. Project for the New
American Century, septiembre de 2000, p. 14
[6]
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25 de noviembre de 2003:
www.cfr.org/publication/6559/threestate_solution.html?breadcrumb=%2Fbios%2F3325%2Fleslie_h_gelb%3Fpage%3D3
[7]
Michel Chossudovsky, "Osamagate." Global
Research, 9 de octubre de 2001:
www.globalresearch.ca/articles/CHO110A.html
[8]
Pepe Escobar, Exit strategy: Civil war. Asia Times Online,
10 de junio de 2005:
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[9]
Sarah Baxter, America ponders cutting Iraq in three. The
Times, 8 de octubre de 2006:
www.timesonline.co.uk/tol/news/world/article664974.ece
[10]
Gareth Stansfield, The only solution left for Iraq: a
five-way split. The Telegraph, 20 de octubre de 2006:
www.telegraph.co.uk/opinion/main.jhtml?xml=/opinion/2006/10/29/do2904.xml&sSheet=/opinion/2006/10/29/ixopinion.html
[11]
Ralph Peters, Blood Borders: How a better Middle East would
look. Armed Forces Journal, junio de 2006:
www.armedforcesjournal.com/2006/06/1833899
[12]
Mahdi Darius Nazemroaya, Plans for Redrawing the Middle
East: The Project for a "New Middle East". Global
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www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=3882
[13]
Nafeez Mossadeq Ahmed, US Army Contemplates Redrawing Middle
East Map to Stave Off Looming Global Meltdown. Dissident
Voice, 1 de septiembre de 2006:
www.dissidentvoice.org/Sept06/Ahmed01.htm
[14]
Leslie Gelb and Joseph Biden, Jr., Unity Through Autonomy in
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www.cfr.org/publication/10569/unity_through_autonomy_in_iraq.html?breadcrumb=
2Fbios%2F3325%2Fleslie_h_gelb%3Fpage%3D2
[15]
Leslie Gelb, Leslie Gelb before the Senate Foreign Relations
Committee. The CFR, 23 de enero de 2007:
www.cfr.org/publication/12489/leslie_gelb_before_
the_senate_foreign_relations_committee.html?breadcrumb=%2Fbios%2F3325%2Fleslie_h_gelb
[16]
Bernard Gwertzman, Gelb: Federalism Is Most Promising Way to
End Civil War in Iraq.
CFR, 16 de octubre de 2007:
www.cfr.org/publication/14531/
gelb.html?breadcrumb=%2Fbios%2F3325%2Fleslie_h_gelb
[17]
Robin Wright, Nonpartisan Group Calls for Three-State Split
in Iraq. The Washington Post,
17 de agosto de 2007:
www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/08/17/AR2007081700918.html
[18]
AP, French report: Former U.N. envoy Bolton says U.S. has
'no strategic interest' in united Iraq.
International
Herald Tribune, 29 de enero de 2007:
www.iht.com/articles/ap/2007/01/29/europe/
EU-GEN-France-US-Iraq.php
(*)
Andrew G. Marshall contribuyó a romper el consenso en torno
al cambio climático con un célebre artículo titulado
“Global Warming A Convenient Lie” [Calentamiento global,
una mentira conveniente] en el que cuestionaba las
conclusiones del documental de Al Gore. Según Marshall,
“en cuanto la gente empiece a afirmar que “ha terminado
el debate”, ¡cuidado! porque la base fundamental de todas
las ciencias es que el debate nunca está terminado”.
Andrew Marshall también ha escrito acerca de la
militarización de África central, sobre cuestiones de
seguridad nacional y sobre el proceso de integración de América
del norte. Colabora también con GeopoliticalMonitor.com .
Actualmente es un investigador del Centro de Investigación
sobre la Globalización (CRG, por sus siglas en inglés) en
Montreal y estudia ciencias políticas e historia en la
Universidad Simon Fraser University, Columbia Británica.
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