Milicias
y escuadrones de la muerte. La
estrategia de la ocupación para dividir el país
Destruir
Iraq por el terror
Por
Imán A. Jamás (*)
IraqSolidaridad,
17/04/08
Traducido
por Beatriz Morales Bastos
"Es
tan atroz como misterioso, especialmente porque nadie
reivindica estos atentados. Una vez más, no se investigan y
ni siquiera se cuestionan. La pregunta sigue siendo ¿a quién
favorecen estas matanzas generalizadas? Y la única
respuesta lógica que tenemos es: a la propia ocupación
estadounidense o a cualquiera de servicios de inteligencia y
regímenes extranjeros que se beneficiarían de la destrucción
de Iraq como país unificado."
Ya
se llamen milicias sectarias, grupos paramilitares,
escuadrones de la muerte, mercenarios, bandas criminales o
elementos delincuentes dentro las nuevas fuerzas de
seguridad iraquíes, no importa cómo se llamen o cuáles
sean sus diferencias, ahora controlan Iraq y lo están
convirtiendo en tierra de nadie. Se afirma que las
autoridades estadounidenses de ocupación y sus agentes
iraquíes en el gobierno son absolutamente incapaces de
controlar estos grupos, pero lo cierto es que cada vez son más
fuertes, funcionan mejor y están más organizados, y que
están consolidando su control en el norte y sur de Iraq,
haciendo de la división del país una realidad de hecho.
Actuando
de forma independiente o como parte de las fuerzas de
seguridad del gobierno iraquí, entrenadas y equipadas por
Estados Unidos, estas bandas siguen cometiendo las peores de
las atrocidades cinco años después de la caída del Estado
de Iraq. Han desmantelado la sociedad y las instituciones públicas;
han robado el país, secuestrado, torturado y asesinado
brutalmente a miles de iraquíes; han echado a millones de
iraquíes de sus casas [1] y aterrorizado a sus ciudadanos.
La
pregunta sigue siendo por qué y cómo es posible que hayan
cometido todos estos crímenes y por qué en todos estos años
no se han investigado o perseguido judicialmente.
La
propaganda de la invasión
La
propaganda que precedió y acompañó a la invasión
estadounidense creó el mito de que la ocupación haría
justicia a los shiíes y a los kurdos que habían estado
perseguidos por los sunníes durante el régimen anterior o
incluso a lo largo de la historia, y que la palabra
"sunní" –incluso la palabra "árabe"–
estaba relacionada con el régimen anterior y el partido
Baaz, y después con lo que se llamó indistintamente
"insurgencia", "resistencia" o
"terrorismo". ¿Recuerdan el [llamado por el Pentágono]
"Triángulo Sunní"
[Bagdad y oeste y centro–norte del país]? Entre
los iraquíes se creó una nueva división entre quienes se
suponía que aceptaban la ocupación, porque serviría a sus
intereses, y quienes la rechazaban porque iba en contra de
sus intereses. Por supuesto, este mito se acabó
desvaneciendo, pero los partidos sectarios y las autoridades
de la ocupación crearon el germen de la segregación
sectaria.
Desde
los primeros días de la ocupación estadounidense bandas
(entonces) desconocidas llevaron a cabo ataques en grupo
contra instalaciones del Estado, las bibliotecas, los
museos; destruyeron documentos oficiales de los Ministerios
y de otras instituciones; saquearon y después quemaron
edificios gubernamentales mientras los soldados
estadounidenses observaban complacientemente, sumado todo
ello a la destrucción previa de edificios por los
bombardeos. Estas bandas desmantelaron sistemáticamente la
infraestructura industrial de Iraq y la vendieron como
chatarra a Irán. El pueblo iraquí estaba demasiado
conmocionado y perplejo como para preguntarse qué estaba
ocurriendo y por qué, y lo consideró el resultado del caos
provocado por la ausencia de autoridad: no podían imaginar
que ninguna milicia sectaria hiciera tales cosas...
En
el verano de 2003 un periódico del Consejo Supremo Islámico
de Iraq (CSII) [hasta 2007, Consejo Supremo de la Revolución
Islámica de Iraq)] publicó listas con los nombres,
previamente seleccionados, de personalidades iraquíes para
ser asesinadas, listas que además se colgaron en internet.
Todos ellos eran o bien altos cargos del Estado iraquí o,
simplemente, conocidos científicos, académicos, diplomáticos,
escritores, artistas, etc. La mayoría eran sunníes.
Incluso
antes del inicio de la ocupación, cientos de iraquíes
fueron entrenados por la Agencia Central de Inteligencia
estadounidense y por agentes especiales del ejército
estadounidense, en algún lugar de Europa del Este o en
Estados Unidos, unidades que debían acompañar a las tropas
invasoras como unidades paramilitares y ayudar en la guerra
contra la resistencia.
Estas
unidades de agentes formaron el núcleo y los mandos de las
nuevas fuerzas de seguridad iraquíes después del completo
desmantelamiento de las fuerzas originales. La mayoría de
ellos eran shiíes y kurdos relacionados con los principales
partidos traídos a Iraq por la ocupación: el CSII,
ad–Dawa, los dos principales partidos kurdos [la Unión
Patriótica del Kurdistán y el Partido Democrático del
Kurdistán, liderados por Talabani y Barzani,
respectivamente] y las milicias de Alaui y de Chalabi, que
trabajaban bajo supervisión directa estadounidense.
Cuando
en junio de 2004 se establecieron las nuevas fuerzas de
seguridad iraquíes, sus integrantes fueron exclusivamente
elegidos de entre los componentes de estas milicias,
especialmente de la Organización Badr, la rama del CSRII
entrenada por Irán [2], que constituyó los comandos del
Ministerio del Interior –y, especialmente, las Brigadas
Lobo– y los peshmerga [guerrilleros] kurdos. A la milicia
de Moqtada as–Sáder, conocida como Jeish Al–Mahdi, El
Ejército del Mahdi, se le encomendaron los Servicios de
Protección de las Instalaciones [3], a pesar de que se
unieron a la policía como soldados rasos a finales de 2005
y, especialmente, en 2006. Otros comandos de brigadas
policiales tales como Serpiente, Escorpión, Trueno, Tigre,
etc., son sólo diferentes denominaciones para fuerzas
similares.
Los
peshmerga, sin embargo, son distintos. Conocidos como los
"libertadores del Kurdistán", apoyaron a las
tropas de ocupación estadounidenses en 2003 y también en
[los asaltos a] Faluya [con] más de 100.000 miembros de la
milicia que servían en las fuerzas del gobierno regional de
Kurdistán. Secuestraron a miles de árabes, turcomanos y
miembros de otras minorías desde Mosul, Kirkuk y de cientos
de pueblos hasta ciudades más pequeños del norte de Iraq,
y los encerraron en multitud de cárceles secretas (de las
que sólo se conocen cinco: Suleimaniya, Arbil, Shaqlaua,
Dahok y Aqra), aunque los peshmerga se niegan a admitirlo.
Entrenados por cientos de agentes de elite de los servicios
de inteligencia israelíes [4], los cuatro batallones
peshmerga controlan Mosul tras llevar a cabo una brutal
limpieza étnica en Kirkuk y en otras muchas ciudades del
norte del país. 100.000 familias árabes fueron obligadas a
abandonar Kirkuk, con lo que, una vez más, cometieron
diferentes tipos de violaciones graves de los derechos
humanos. Testigos presenciales de una tremenda explosión
acaecida en Mosul el pasado mes de enero, en la que murieron
decenas de familias y cientos de personas resultaron
heridas, afirman que los peshmerga estaban detrás de dicha
explosión [5].
Los
iraquíes estaban conmocionados por las técnicas
extremadamente brutales que la policía iraquí y las tropas
estadounidenses utilizaban para localizar a lo que ellos
llamaban la "insurgencia". En Kirkuk, por ejemplo,
una mujer de unos sesenta años fue violada sucesivamente
por trece milicianos kurdos; al sur de Bagdad quemaron un
pueblo entero, detuvieron a los hombres, los torturaron y
mataron porque en un lugar cercano un convoy estadounidense
había sido atacado, etc. No obstante, es muy importante
enfatizar que, en interés de ambos, los estadounidenses y
sus agentes iraquíes, la reputación de [actuar con]
extremada brutalidad se atribuyó deliberadamente las
milicias sectarias y étnicas más que a los
estadounidenses: por un lado para provocar tensiones
sectarias y por otro para poner un rostro más humano a la
ocupación. Incluso después [de lo sucedido] en Abu Graib
la familias estaban muy preocupadas por saber si sus hijos
habían sido detenidos por los estadounidenses y no por las
fuerzas iraquíes.
Agudizar
las susceptibilidades
En
lo político se tomaron decisiones para agudizar las
susceptibilidades de discriminación entre los iraquíes: la
creación inicial [por EEUU] de un Consejo de Gobierno [en
2003] basado en la representación sectaria y étnica; con
la decisión de convocar las elecciones para el gobierno de
transición en 2004, convocatoria que justificó el ataque
contra Faluya; con la aprobación de una nueva Constitución
[en el verano de 2005] centrada en la fragmentación
sectaria –no en la unidad como ciudadanos y ciudadanas–
del pueblo iraquí y el federalismo; en fin, con las
precipitadas elecciones [de diciembre de 2005] y el escándalo
de su escrutinio, que ahondaron aún más la división.
Pero
la peor de todas las medidas fue la decisión tomada por
Paul Bremer, administrador civil de la ocupación, de
incluir a las milicias sectarias en las fuerzas de seguridad
como una manera de luchar contra la resistencia y a fin de
solucionar la proliferación de grupos armados privados. En
realidad, los estadounidenses proporcionaron un marco legal
para los asesinatos sectarios y los escuadrones de la
muerte, al dar a los policías leales a cada milicia –la
mayoría de ellas confesionales shiíes– dinero,
entrenamiento y armas para azotar al otro sector. Dos años
después, el general Petraeus, máximo mando militar
estadounidense, aún crearía una nueva milicia: los
Consejos del Despetar, formados por sunníes que
supuestamente luchan contra Al Qaeda, [aunque] obviamente
son una nueva milicia sectaria, si bien esta vez sunní:
supuestamente protegen las áreas [de mayoría sunní] de
los ataques de milicias radicales [vinculadas al Estado Islámico
de Iraq], pero con su creación el general Petraeus sembró
más semillas para la guerra civil, esta vez en las propias
bases populares de la resistencia [6].
Faluya
Probablemente
el primer ataque obvio contra el tejido social se produjo
cuando se utilizó a estas tropas sectarias y étnicas iraquíes
para matar a sus conciudadanos en Faluya [en noviembre de
2004] junto con la propaganda que acompañó a aquel ataque.
Una de las nuevas cadenas de televisión iraquíes ofreció
entonces imágenes de algunas milicias bailando una típica
danza local del Kurdistán sobre los cuerpos de familias
completas [asesinadas] de Faluya. Refugiados que huían de
las bombas contaron cómo los policías sectarios ofendieron
sus creencias y los obligaron a blasfemar contra sus símbolos
sagrados. Estos hechos provocaron el aumento de las
divisiones [sectarias].
Curiosamente,
los iraquíes eran completamente conscientes del juego
sectario. En las manifestaciones normalmente se coreaban
consignas en contra del sectarismo. De hecho, culturalmente
los iraquíes consideraban muy poco civilizado o incluso
zafio preguntar a alguien por su religión o por su
adscripción comunitaria, o hablar de ello. Durante los
ataques contra Faluya, pueblos y ciudades shiíes acogieron
a familias sunníes cerca de Kárbala, el corazón del shiísmo
iraquí. Jóvenes shiíes se alistaron voluntarios junto con
los sunníes para luchar contra los estadounidenses en
Faluya. En la avalancha humana que se produjo en un puente y
en la que murieron miles de shiíes en 2005 [en el barrio
bagdadí de Kadimiya], la gente hablaba de un joven sunní,
Ozmán, que consiguió salvar a seis shiíes de morir
ahogados, tras lo cual él mismo murió ahogado por el
agotamiento.
Después
de la masacre de Faluya y de las atrocidades cometidas en
las cárceles de Abu Graib, [Campo] Bucca y Badush en otras,
se estableció el gobierno de transición de al–Yafari
(miembro del partido ad–Dawa), que tenía mucho interés
en dar la impresión de ser extremadamente sectario e
implacable. Bayan Jabr, un mando de la Organización Badr y
un cargo importante en el CSRII, fue nombrado ministro del
Interior. Purgó el Ministerio de los altos cargos sunníes.
Durante 2005 llegaron historias terribles de diferentes
zonas de Bagdad y de las cárceles. Las familias hablaban
constantemente de decenas de jóvenes uniformados que
circulaban en coches del Ministerio del Interior y que
asaltaban determinados barrios y detenían a hombres a los
que nunca más se volvía a ver. Cuando las familias
preguntaban por ellos en el Ministerio del Interior o en las
comisarías de policía, los responsables negaban tener nada
que ver con los asaltos o saber nada de los desaparecidos
[7].
Días
después se encontraban los cuerpos de esos hombres
detenidos en lugares lejanos, en vertederos o en la morgue,
salvajemente torturados, ejecutados y mutilados. Su sello
característico eran los ojos arrancados, huesos y miembros
rotos, la cabeza y el pecho llenos de agujeros hechos con
taladros, la piel quemada, enfermedades de la piel
extendidas por el cuerpo debido a la falta de higiene. Los
prisioneros liberados hablaron de unas condiciones atroces
dentro de las prisiones superpobladas hasta el punto de la falta del aire para respirar... Las personalidades sunníes
–especialmente aquellas conocidas por desafiar a la
ocupación– eran normalmente el objetivo de las
detenciones. Lo que resulta verdaderamente impactante y
llama más la atención es que estos miles de crímenes no
se hayan investigado nunca y que las fuerzas de ocupación
siempre los haya ignorado [8], así como la inmunidad de los
policías que comenten los asaltos, los cuales se producen
normalmente a altas horas de la madrugada, durante el toque
de queda, y en los que participan decenas de vehículos y de
hombres que gritan y disparan sin que se sepa qué está
ocurriendo.
La
Operación Rayo–Trueno se ejecutó [durante el mandato de
al–Yafari] en circunstancias similares a la de Faluya y,
obviamente, fracasó. Se trataba de una operación conjunta
estadounidense–iraquí para imponer seguridad en Bagdad.
Lo que llevaron a cabo fue una operación limitada a unas
pocas zonas de la capital, de mayoría sunní, para
limpiarlas de "terroristas", mientras que otras
zonas de Bagdad, bien conocidas por ser plazas fuertes de
las milicias sectarias shiíes, quedaron exentas de todo
registro. El resultado [de la operación] fue la detención
de seiscientos hombres, la mayoría debido a su afiliación
confesional.
El
gobierno de al–Maliki y as–Sáder
Cuando
al–Maliki –también miembro de ad–Dawa– fue de nuevo
nombrado primer ministro [tras las elecciones de diciembre
de 2005] tardó cinco meses en establecer un gobierno de
coalición en 2006, pero sólo pudo hacerlo gracias al pacto
con la milicia de Moqtada as–Sáder. Al–Maliki concedió
a as–Sáder seis ministerios de servicios públicos (entre
ellos, el de Sanidad) y le dio luz verde para llevar a cabo
su plan sectario de limpieza étnica de los barrios mixtos
de Bagdad y su periferia, con la total complicidad y el
apoyo de la policía. Jauad Bloani, el nuevo ministro del
Interior, fomentó la infiltración de las milicias
sectarias como nunca antes se había hecho. En palabras del
Grupo Internacional de Crisis:
"Los
saderistas controlaron nuevos territorios, atrajeron a
nuevos reclutas, acumularon recursos y se infiltraron en la
policía [...] estuvieron implicados en espantosos
asesinatos sectarios y volvieron a saquear y robar. [...]
ejecutaron a una cantidad incalculable de sunníes [...] únicamente
por el hecho de ser sunníes."
Fuera
de Iraq empezaron a conocerse historias atroces de sistemáticas
limpiezas sectarias, especialmente después del atentado
contra el santuario de Samarra [en febrero de 2006 atribuido
a Al–Qaeda]. En 2006–2007 se llevaron a cabo dos
operaciones conjuntas más en Bagdad, pero respecto a las
milicias shiíes se repitieron los hechos: sus zonas
quedaron libres de todo registro.
En
el sur de Iraq, sin embargo, la situación es diferente. La
lucha se produce dentro de las milicias shiíes y en muchas
ocasiones el conflicto se convierte en abierta lucha armada
[9]. La Organización Badr es la más poderosa y ha actuado
de manera muy violenta para controlar a la policía en
Amara, Diwaniya y Naseriya. Se le acusa de muchos asesinatos
de ex–oficiales, académicos y profesionales. Otras
milicias quieren su parte de poder, especialmente la milicia
de as–Sáder y la del partido Fadhila.
Estado
de terror
Recientemente
el primer ministro al–Maliki ordenó que todos los iraquíes
estuvieran en posesión de su documento de identidad civil,
no el personal o profesional, lo cual es una decisión muy
extraña y peligrosa ya que en ese documento de identidad
civil se menciona el nombre completo de la persona, el
nombre de la madre, el de la tribu, la religión y lugar de
nacimiento, con lo que prácticamente se dice cuál es su
afiliación sectaria, aunque la persona no sea creyente. Es
extraño y peligroso porque al–Maliki sabe perfectamente
–y lo ha admitido muchas veces– que las fuerzas
de seguridad iraquíes están infiltradas por lo que el llamó
elementos criminales, es decir, milicias sectarias que podrían
utilizar esta información para matar a personas de otra
secta. Por una
parte, al–Maliki también sabe muy bien que en las calles
hay falsos controles militares –especialmente en las
calles de Bagdad– creados por milicias uniformadas y que
éstas podrían utilizar esta información para cometer
todos sus crímenes: asesinatos, secuestros, matanzas, etc.
La pregunta sigue siendo ¿por qué al–Maliki ofrecería a
las milicias semejante ayuda? Por otra parte, según fuentes
muy diversas, al menos 18.000 nuevos miembros de la milicia
se han unido a las fuerzas de seguridad desde la segunda
mitad del año pasado.
Se
desconoce la cifra exacta de los detenidos en Iraq, pero,
según las organizaciones de derechos humanos, oscilaría
entre 160.000 y 180.000 personas [10].
Ahora
se sabe con certeza que la guerra en Iraq es también una
guerra mercenaria en la que participan docenas de miles de
mercenarios extranjeros: 180.000 asesinos a sueldo muy bien
pagados (entre 1000 y 1500 dólares al día) por el gobierno
estadounidense. Controlados por "expertos" de la
CIA, Bremer los eximió de acatar ley alguna, ni la iraquí
ni del Pentágono. En Iraq hay decenas de miles de hombres
armados que provienen desde América Latina hasta Sudáfrica,
desde la Europa del Este hasta Asia, lo que está prohibido
por las Convenciones de Ginebra. Además, hay miles de
agentes de la inteligencia procedentes de todas partes del
mundo, especialmente de Estados Unidos, Reino Unido, Israel
e Irán. Todos estos hombres, militarizados no están en
Iraq de paseo. Todos ellos sirven a sus propios intereses.
Testigos presenciales hablan de vehículos y de gente no
identificada vista en las inmediaciones de los lugares en
los que, inmediatamente después de su marcha, se ha
producido una explosión. Al igual que ocurrió en el
santuario de Samarra, por el momento no sabemos quién puso
las bombas en el cuartel general de Naciones Unidas [en el
Hotel Canal en agosto de 2003], pero sabemos que las
autoridades estadounidenses en Iraq impidieron que se
conociera el resultado de las investigaciones sobre el
ataque a las oficinas de Naciones Unidas [de agosto de
2003]. Conocemos la escandalosa historia de dos espías británicos
capturados en Basora vestidos como árabes en medio de la
multitud, con sus coches abarrotados de armamento pesado y
explosivos.
Este
estado de terror resulta muy útil a los estadounidenses.
Muchos testigos presenciales hablan de asaltos llevados a
cabo por milicias sectarias a plena luz del día en
presencia de las fuerzas estadounidenses e iraquíes, que no
mueven un dedo para ayudar a las víctimas. No es lógico
que todos estos miles de asesinatos extrajudiciales,
desapariciones, asaltos ilegales, puestos de controles
militares y policiales donde se secuestra y mata a la gente,
así como las horribles torturas relacionadas con las
milicias, pasen desapercibidos a los ocupantes y las nuevas
autoridades.
Estas
milicias argumentan que el objetivo de los
"terroristas" sunníes, concretamente de Al Qaeda,
son los civiles shiíes o los lugares donde confluye
masivamente la población, como los mercados, las estaciones
de autobuses, las mezquitas y otros centros religiosos de
encuentro. Ciertamente los ataques indiscriminados de unos y
las represalias de otros están teniendo un saldo de miles
de personas muertas en operaciones incomprensibles en las
que sólo mueren iraquíes y que no afectan ni a los
ocupantes ni a los partidos políticos ni tampoco a la
resistencia. Es tan atroz como misterioso, especialmente
porque nadie reivindica estos atentados. Una vez más, no se
investigan y ni siquiera se cuestionan. La pregunta sigue
siendo ¿a quién favorecen estas matanzas generalizadas? Y
la única respuesta lógica que tenemos es: a la propia
ocupación estadounidense o a cualquiera de servicios de
inteligencia y regímenes extranjeros que se beneficiarían
de la destrucción de Iraq como país unificado.
(*)
Imán A. Jamás es exiliada política iraquí,
periodista y escritora y ex-presidenta del Observatorio de
la Ocupación en Iraq. De ella pueden encontrarse abundantes
textos en IraqSolidaridad también como Sabah Ali. En
castellano ha sido publicado su libro recopilatorio “Crónicas
de Iraq”.
Notas
de IraqSolidaridad:
1.
Según datos oficiales de Naciones Unidas y del gobierno
iraquí, 2,7 millones de desplazados internos (cifra de
abril de 2008) y 2,2 millones de refugiados en el exterior
(dato de noviembre de 2007). Véase en IraqSolidaridad:
Michael Schwartz: La violencia que fuerza al exilio a
los iraquíes es de naturaleza social y económica. Iraq
bajo ocupación: éxodo en oleadas .
2.
Véase en IraqSolidaridad: Mahan Abedin: Badr, Irán y los
nuevos cuerpos de seguridad iraquíes. EEUU ha aceptado a la
milicia chií como un componente esencial de la lucha
contrainsurgente
3.
Véase en IraqSolidaridad:
Carlos Varea: Iraq, Estado de terror. 146.000 iraquíes
integran ejércitos privados sin control alguno.
4.
Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Asesores israelíes
entrenan a 'peshmergas' kurdos en Iraq. Alcanzado un acuerdo
de transferencia de la seguridad en el Kurdistán iraquí.
5.
Al–Maliki ha indicado que la orden de desmantelamiento de
las milicias –dirigida en concreto contra el Ejército del
Mahdi de as–Sáder– no afecta a los peshmerga.
6.
Véase en IraqSolidaridad:
Al Hayat: "Se engaña a sí mismo quién piense
que es posible configurar un escenario político en Iraq sin
la resistencia". Entrevista al líder del Ejército Islámico
de Iraq.
7.
Véase en IraqSolidaridad:
Max Fuller: Tortura y asesinatos extrajudiciales en
Iraq.
8.
El único proceso abierto en Iraq contra dos responsables
del Ministerio de Sanidad vinculado a la corriente de
as–Sader por crímenes de civiles fue sobreseído en 2008.
Véase en IraqSolidaridad:
Dan Murphy: La milicia de as–Sáder afianza su
dominio sobre la Sanidad. Los servicios públicos, cautivos
del sectarismo y la corrupción de los colaboracionistas .
9.
Véase en IraqSolidaridad: Robert Dreyfuss: Irán promueve
el acuerdo de alto el fuego entre las fuerzas confesionales
shiíes enfrentadas Las lecciones de Basora y MK
Bhadrakumar: EEUU e Irán reiteran su disposición a
reanudar el diálogo bilateral sobre Iraq. Irán desbarata
en Basora los planes de EEUU sobre el petróleo iraquí .
10.
Véase en IraqSolidaridad: Nota Informativa de CEOSI: El
Pentágono reconoce que los centros de detención están
saturados de presos. Iraq: 24.000 presos bajo control de
EEUU y hasta 400.000 en centros iraquíes.
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