Bush
y el Pentágono contentos con el "acuerdo"
para mantener sus tropas
Por
Pepe Escobar (*)
Asia
Times, 26/11/08
Rebelión, 27/11/08
Traducido por
Germán Leyens
El
parlamento iraquí tiene su cita con el destino este miércoles,
después que docenas de sus 375 miembros casi se enfrentaron
a golpes debatiendo el propuesto Acuerdo de Estatus de
Fuerzas (SOFA) entre EE.UU. e Iraq. Y eso sin contar un
porcentaje aún mayor que no está familiarizado con el
texto final porque simplemente no tuvieron el tiempo
necesario para digerirlo. Es literalmente cosa de tómalo o
déjalo, de haz o muere; el parlamento entra en receso
inmediatamente después de la votación.
En la línea
de llegada, todavía no está claro como votarán los 56
parlamentarios suníes. Críticos dentro y fuera de Iraq ya
están presentando el pacto como una conspiración conjunta
chií–kurda (la Alianza Unida Iraquí de 83 miembros más
la Alianza Kurdistán de 53 miembros, ambas pro–pacto
sobre la base de que es el menor de todos los males porque
por lo menos establece un itinerario para la retirada de
EE.UU.)
Aunque se
les han sumado el partido Fadhila y el Frente del Acuerdo
Iraquí, suní fundamentalista, los saderistas todavía no
tienen suficientes votos para bloquear el pacto; según el
periódico al–Hayat basado en Londres, por el momento hay
106 votos contra el pacto. Necesitan 138.
La Alianza
kurda – a favor del pacto – por lo menos tuvo la
decencia de denunciar la extraordinaria falta de
transparencia de todo el proceso. Pero en lo que respecta a
los kurdos, es un detalle menor; lo que verdaderamente les
importa es la independencia kurda. A un nivel paralelo, los
kurdos están preocupados por una nueva estratagema del
primer ministro Nuri al–Maliki – la creación de
“Consejos tribales de Apoyo”. Los kurdos los ven como
milicias de Maliki. Como si los peshmergas kurdos no
estuvieran realizando su propia limpieza étnica a cámara
lenta alrededor de la ciudad de Mosul.
Cuando
tengas dudas, conviértete en peregrino
Y además
existe el impredecible ángulo del “peregrino a La
Meca”. Parlamentarios de todas las creencias políticas
– motivados tanto por el deber religioso como por la busca
de una ruta conveniente de escape, para no mencionar la
elusión de la vieja amenaza de muerte – han estado
partiendo en peregrinaje a La Meca desde el domingo.
Eso deja la
posibilidad de que el pacto sea aprobado por una pequeña
mayoría y / o rechazado abrumadoramente por los suníes –
un desastre seguro de relaciones públicas y lejos del
“consenso nacional” que el Gran Ayatolá Ali Sistani
subraya como esencial para garantizar su apoyo. (A propósito,
Sistani arremetió contra todos los parlamentarios en camino
a La Meca como poco patrióticos.)
Para el
siniestro Hadi al–Amiri, líder del Cuerpo Badr entrenado
en Irán, el brazo paramilitar del Supremo Consejo Islámico
Iraquí, inmensas manifestaciones como la del viernes pasado
en Bagdad, organizada por los saderistas, simplemente
carecen de importancia. La manifestación de masas en la
Plaza Firdous, donde los marines de EE.UU. escenificaron
para las cámaras la “decapitación” de la estatua de
Sadam Husein en 2003 – fue particularmente significativa:
una efigie de George W Bush fue quemada en el mismo lugar.
Los saderistas y una abrumadora mayoría de los suníes ven
el pacto esencialmente como un tratado neocolonial al estilo
de comienzos del Siglo XX.
El gobierno
de Maliki apuesta fuertemente a que el pacto sea aprobado
por mayoría simple. Hay una feroz disputa al respecto –
según la constitución iraquí, debería ser una mayoría
de dos tercios (no es sorprendente que el gobierno de Bush
ya haya declarado que violaría el Artículo II, Sección 2
de la constitución de EE.UU., afirmando que no es necesaria
la aprobación del pacto por el Senado. Un Congreso
debilitado de EE.UU. ha respondido con un estruendoso
silencio).
Por si
acaso, un frenético Maliki amenaza continuamente con que en
caso de derrota: “la extensión de la presencia de las
fuerzas internacionales en suelo iraquí no será nuestra
alternativa”, Maliki tira a matar; si el pacto no es
aprobado, las fuerzas de EE.UU. serán obligadas a una
“retirada inmediata de Iraq.” No es sorprendente que el
Departamento de Estado esté en la misma longitud de onda,
Además, claro está, el Pentágono – que en un giro
surrealista ha estado amenazando con evacuar 150.000
soldados de Iraq en un instante en caso de que el pacto sea
derrotado; esto, en circunstancias de que el Pentágono ha
estado insistiendo sin cese en que la retirada dentro de los
16 meses propuestos por el presidente electo Barack Obama es
poco realista.
Si se ha de
creer a la última versión del pacto, los mercenarios de
Blackwater – para no hablar de todos los 163.000
contratistas del ejército privado contratado por el Pentágono
en Iraq – serán finalmente sometidos a la ley iraquí.
Como una abrumadora mayoría de los parlamentarios iraquíes
ni siquiera han leído la versión final del pacto, muchos
no tienen una idea exacta de los términos definitivos. En
cuanto a la jurisdicción por crímenes cometidos por
fuerzas de EE.UU. en Iraq, muchos por ejemplo no saben que
si un soldado mata a un civil iraquí mientras no está en
servicio, los fiscales tendrían que probar su intención más
allá de toda duda razonable. Si el soldado afirmara que fue
en defensa propia sería juzgado bajo jurisdicción de
EE.UU.
Puede que
los parlamentarios tampoco sepan que EE.UU. seguirá
controlando los activos de por lo menos 10.000 millones de dólares
confiscados de Iraq bajo Sadam, así como los ingresos de la
exportación de petróleo iraquí retenidos en una “Cuenta
de Propósito Especial” por cuenta del Tesoro en la
Reserva Federal de Nueva York; es un tercio de todas las
reservas de divisas extranjeras y oro de Iraq (un arma hábilmente
utilizada por el gobierno de Bush para imponer la aprobación
del pacto).
Otros
pueden alarmarse extremadamente de que Abdul Qadir al–Obaidi,
el ministro de defensa pro–estadounidense de Irq, haya más
o menos implicado que existe la posibilidad de que
“algunos estadounidenses podrían ser necesarios después”
del fin del plazo en 2011 para el fin de la ocupación.
Agujeros obvios permiten de hecho que el Pentágono se quede
en Iraq – y mantenga sus adoradas bases militares –
mucho después del plazo en 2011.
El profesor
Michael Schwartz, autor de “War without End: The Iraq War
in Context,” argumenta que “el lenguaje del borrador
anterior que permitía que el gobierno iraquí solicitara
que EE.UU. se quede ha sido eliminado. El lenguaje específico
era: ‘sobre la base de la evaluación iraquí de las
condiciones, el gobierno iraquí puede solicitar al gobierno
de EE.UU. que mantenga fuerzas específicas con el propósito
de entrenar o apoyar a las fuerzas de seguridad iraquíes.’
No puedo encontrar un lenguaje que permitiría alguna
extensión de la presencia de EE.UU., sea como entrenadores
o en bases. Evidentemente, EE.UU. no tiene la intención de
cumplir con esa promesa, pero me sorprende que hayan
eliminado ese lenguaje.”
En cuanto
al Artículo 4, señala que la maquinaria militar de EE.UU.
debe estar en el país “con el propósito de apoyar a Iraq
en sus esfuerzos por mantener la seguridad y la estabilidad
en Iraq.” Obviamente, los escritores fantasma del gobierno
de Bush nunca consideraron el hecho de que la abrumadora
mayoría de los iraquíes quieren que los ocupantes se
vayan, y que consideran la ocupación como el vector
primordial de la violencia y la matanza en todo el país.
El pacto
también declara que Iraq y EE.UU. “retienen el derecho de
legítima autodefensa dentro de Iraq, como es definida en el
derecho internacional aplicable.” Tal como el Pentágono
interpreta la “legítima” autodefensa según la Doctrina
Bush, para no mencionar su historial estelar en la dilatación
del significado de “derecho internacional,” uno puede
imaginar las incendiarias consecuencias. Tal vez todo lo que
los iraquíes necesiten saber de este SOFA es que el Pentágono
y Bush se sienten muy contentos.
(*)
Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized
World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007)
y de “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the
surge.”
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