La
batalla por el petróleo iraquí
Por Sarah Arnott
The
Independent, 15/04/09
Rebelión,
19/04/09
Royal
Dutch Shell está manteniendo conversaciones con dos de las
mayores compañías petrolíferas estatales chinas con
vistas a establecer una empresa conjunta en Iraq
Aunque
Shell no confirme los detalles de las conversaciones, se ha
informado de que un posible acuerdo con la Corporación
Nacional China del Petróleo (CNPC, en sus siglas en inglés)
y con la Corporación Petroquímica China (Sinopec, por sus
siglas en inglés) se centra en una oferta para desarrollar
el campo de Kirkuk al norte del país. “Las conversaciones
con los posibles socios están en un fase muy inicial”,
afirmó ayer [14 de abril] el portavoz de Shell.
El
supuesto negocio sólo es el último movimiento ya que ambas
compañías petrolíferas internacionales y sus homólogas
estatales se disputan un lugar en el vasto e
infradesarrollado mercado del petróleo iraquí.
El
precio es descomunal. El país tiene unas reservas
demostradas de 115.000 millones de barriles, las terceras
del mundo tras Arabia Saudí e Irán. “Iraq es una joya
para las compañías petrolíferas internacionales y siempre
lo ha sido”, afirmó Manouchehr Takin, un veterano
analista del petróleo perteneciente al Centro para Estudios
Globales sobre la Energía. “No sólo tiene unas inmensas
reservas demostradas sino que también se calcula que tiene
recursos sin descubrir. Se está de acuerdo o no en los
detalles, pero hay muchos que piensan que puede que las no
descubiertas sean incluso mayores”.
Pero
el sector petrolífero del país es poco eficiente y carece
de recursos tras años de guerra, gran agitación y
sanciones contra el régimen Baathista de Sadam Husein. Sólo
se explotan 15 de los 80 campos petrolíferos conocidos, que
producen 2.4 millones de barriles al día.
La
motivación de China en la zona no es puramente financiera.
Los últimos meses han visto a los gigantes estatales de las
materias primas embarcados en una carrera de compras en
medio de la recesión de los rivales occidentales,
incluyendo Rio Tinto, Oz Minerals y Fortescue. Los negocios
más importantes han sido los petrolíferos ya que tratan de
asegurar el acceso a las muy necesarias materias primas. El
Banco de Desarrollo de China ha prestado 35.000 millones de
dólares a poco firmes empresas petrolíferas estatales a
cambio de 400.000 barriles de petróleo al día en las décadas
venideras. Un punto de apoyo en Iraq les daría más
seguridad.
Para
el propio Iraq la exportación de petróleo supone el 95% de
los ingresos del gobierno y es la única manera de financiar
la reconstrucción del destrozado país. Con la bajada del
precio del crudo a 50 dólares el barril desde el precio sin
precedentes de 149 el pasado mes de julio, el obtener el
mayor beneficio posible de los vastos recursos del país es
una prioridad aún más urgente.
Desde
que Sadam fue derrocado en 2003 compañías petrolíferas
grandes y pequeñas han estado haciendo cola para obtener
parte del negocio y ha habido algunos tratos aislados, que a
menudo no implican extracción de petróleo. Por ejemplo,
desde 2004 BP estuvo trabajando en el campo de Rumeila al
sur analizando datos geográficos y asesorando acerca de cómo
mejorar los índices de recuperación. Pero la nada clara
posición legal del gobierno y la peligrosa situación de
seguridad desaconsejaron inversiones más importantes.
El
primer intento de traer asesoramiento extranjero en forma de
contratos de dos años de servicio fracasó el año pasado y
fue sustituido por el plan actual de series de contratos de
20 años de servicios e inversiones. Treinta y dos compañías
extranjeras están pujando por la primera ronda de contratos
que cubrirán seis campos petrolíferos y dos de gas. Según
el calendario, los primeros contratos se podrían firmar
para finales de año, aunque las personas implicadas en
estos contratos son escépticas. Una segunda vuelta lanzada
en diciembre busca promotores para otros 11 campos y ha
suscitado otras nueve pujas además de las 32 originales.
Pero
los contratos no son del tipo de reparto de producción
comunes en todas partes en el mundo. La oferta ganadora no
asumirá enteramente las operaciones, sino que establecerá
una empresa conjunta con cualquiera de las compañías
estatales iraquíes responsables del campo y trabajará con
ella para ampliarlo y explotarlo. Puede que la propuesta no
sea el sueño de las empresas extranjeras de tener las manos
absolutamente libre, pero sigue siendo un negocio
impresionante. Se calcula que se necesita una inversión de
50.000 millones de dólares para lograr el objetivo de
Bagdad de aumentar la producción hasta seis millones de
barriles al día para 2014 y el bajo precio del petróleo ya
ha cambiado la dinámica entre el gobierno y sus posibles
socios.
Según
los acuerdos propuestos, una proporción de la inversión
provendrá de las empresas petrolíferas y otra de la compañía
estatal iraquí. Suponiendo el éxito y una mejora de la
producción a la par que se logran en un principio los
objetivos, la compañía internacional recuperará sus
costes y recibirá además una cantidad. En febrero la
participación del contratista se aumentó del 49% al 75%, y
también se redujeron los objetivos de producción
demandados por Iraq.
Pero
incluso con términos más flexibles, el atractivo de los
acuerdos es más introducirse en el país que los propios
contratos. “Son unos contratos bastante sofisticados, pero
son muy, muy diferentes de los contratos que puede haber en
cualquier otra parte del mundo donde las reservas se pueden
registrar en tus cuentas”, afirmó anoche una fuente de
una de importante compañía petrolífera.
Hay
que resolver dos problemas antes de una mayor participación.
Uno es que los contratos con empresas extranjeras es un
asunto espinoso. La nacionalización de la industria del
petróleo por parte de Sadam en 1972 es uno de los pocos
aspectos de su mandato que no es criticado en Iraq, con lo
que se considerará una inmensa traición cualquiera de las
maneras en que se vendan a occidente los recursos del país.
El
otro es la política interna de Iraq. Desde 2003 unas 30
compañías petrolíferas más pequeñas han firmado
acuerdos tradicionales de reparto de producción con el
gobierno de la región semi–autónoma del Kurdistán del
norte, que posee menos del 10% de las reservas petrolíferas
totales del país. Pero grandes compañías como BP y Shell
se retiraron después de que Bagdad considerara ilegales
estos acuerdos y amenazara con prohibir hacer ofertas en
otras partes del país a cualquier compañía que siguiera
adelante con ellos.
La
disputa, centrada en si el Gobierno Regional del Kurdistán
(KRG, en sus siglas en inglés), tiene pocos visos de
solucionarse. Lo mismo que el mantenimiento de inversiones
en la propia región, con lo que este pulso está echando
por tierra los progresos de la planificada ley de
hidrocarburos del gobierno post–Sadam, que proporcionaría
al país en su conjunto un marco para derechos e ingresos,
por no mencionar la implicación de las compañías petrolíferas
extranjeras.
A
pesar de años de discutirla y de muchos borradores
diferentes, la ley todavía no está aprobada y los intentos
de revisarla pueden exigir que se revise la constitución
iraquí que regula las relaciones entre Bagdad y el Gobierno
Regional del Kurdistán.
“En
Iraq hay un fuerte debate interno acerca de si el gobierno
debería llegar a este tipo de acuerdos”, afirmó
Manouchehr Takin.
A
pesar de todo esto, el ministerio del Petróleo está
tratando de seguir aumentando la producción y los ingresos
con las competencias que tiene. Junto con los contratos de
servicios a largo plazo, también ha firmado varios tratos
aislados, concedidos sin un proceso de licitación. El
pasado otoño Shell entró en una empresa conjunta de 4.000
millones de dólares para extraer y comercializar los 700
millones de pies cúbicos de gas procedentes de los 19.000
kilómetros cuadrados de campo petrolífero de la región de
Basora.
En
agosto CNPC (ahora en conversaciones con Shell acerca de
Kirkuk) firmó un contrato de 3.000 millones de dólares
para explotar el campo petrolífero de Ahdab en el centro de
Iraq, con lo que llegaba al primer acuerdo petrolífero tras
la caída de Sadam. Pero como Bagdad y el Gobierno Regional
del Kurdistán ni siquiera están de acuerdo acerca de si
Kirkuk es Kurdistán o no, vale la pena dar hasta los pasos
más pequeños.
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