De regreso de Iraq: la opinión desde adentro sobre la frágil situación
interna
La falsa mejora de la seguridad
Por Pedro Rojo Pérez (*)
IraqSolidaridad, 13/05/09
“Tal
y como nos han comentado varias personas con las que nos
hemos entrevistado en Iraq, las discrepancias en el
Parlamento iraquí se trasladan a la calle en forma de
muertos. Tanto los seis coches bomba que sacudieron Bagdad
el pasado 6 de abril, como los atentados de los últimos 10
días plantean numerosos interrogantes. En el primer caso, y
a la vista del número de controles que hay en la ciudad de
Bagdad, se antoja muy complicado, sino imposible, perpetrar
en el mismo día tantos atentados en una ciudad sin libertad
de movimientos debido a los numerosos controles militares,
movimiento que sólo les está permitido a los miembros de
las milicias chiíes proiraníes y a los sospechosos
‘Toyotas Landcruisers’ blancos con lunas tintadas que no
se detienen en los controles y que nadie sabe quién viaja
dentro.”
La irreal “mejora de la seguridad” en Iraq, publicitada durante los últimos
meses por los ocupantes, se ha demostrado frágil, basada en
factores coyunturales y expuesta a las diferencias políticas
de los grupos implantados por la ocupación para conducir el
país. En el mejor de los casos, se trata de una relativa
mejora de la situación, relativa si se compara con el
momento en el que las milicias de los partidos del gobierno,
principalmente las Brigadas Badr del Consejo Supremo Islámico
de Iraq y el Ejército del Imán al–Mehdi, vinculadas a la
corriente as–Sáder, campaban a sus anchas por amplias
zonas de la ciudad para cumplir con sus objetivos de
expulsar a los sunníes de las áreas mixtas y exterminar a
todos los componentes civiles del campo anti–ocupación
[1]. La seguridad es relativa porque se elige el infierno de
esos años como parámetro de comparación, pero en los
medios de comunicación occidentales no se compara, como
hacen a diario los iraquíes, con la situación previa a la
ocupación.
Lo que no se ha registrado, ni siquiera en los dos peores años de matanzas
sectarias (2005–2007), ha sido un enfrentamiento entre la
población. En la inmensa mayoría de los casos se trata de
ataques llevados a cabo por grupos armados, que no
abandonaban las zonas que controlaban, sino que era el
ciudadano iraquí de a pie quien corría el peligro de ser
secuestrado y de que su cadáver apareciese tirado al día
siguiente en cualquier cuneta si tenía que circular por un
barrio de otra confesión. El objetivo de dividir físicamente
a sunníes y chiíes en la capital iraquí se ha logrado en
numerosos barrios, aunque no se ha conseguido dividir a la
sociedad iraquí, lo que queda patente porque en ninguna de
las entrevistas que hemos realizadas en la semana pasada en
Bagdad [finales de abril], los entrevistados han asumido el
discurso sectario de los responsables políticos
colaboracionistas.
La sensación al circular por Bagdad es la de estar en una ciudad en guerra.
Los controles de policía, establecidos cada 500 metros,
dejan pasar a los vehículos sin apenas mirar en su
interior, y raramente abren siquiera el maletero. Los
soldados se justifican por la utilización de un aparato,
con forma de antena de radio, que utilizan cual zahoríes en
busca de agua, y que pasan por el costado del coche para
detectar productos químicos explosivos. No sólo son el
hazmerreír de los bagdadíes –que aseguran que lo único
que detectan son los perfumes de los pasajeros– sino que
un oficial de la Guardia Nacional [ejército iraquí]
reconoció ante nosotros que saben que no funcionan y que,
de hecho, aunque han sido los estadounidenses quienes se los
han suministrado, ellos no los usan.
El ejército y la policía se reparten los puestos de control. Desde hace
poco más de un año, los bagdadíes pueden ir y venir a los
distintos barrios sin temor a que esos mismos puestos de
policía sean su tumba, como ocurría entre 2005 y 2007. Las
milicias se han retirado de la vida pública. Unas, las
Brigadas Badr, porque controlan la policía y actúan bajo
esa cobertura cuando lo necesitan; otras, como el Ejército
del Mehdi, porque ha sido congeladas por su líder, Muqtada
as–Sáder, tras los duros enfrentamientos, en abril de
2008, de Basora y Ciudad Sáder con las fuerzas ocupantes y
el ejército iraquí, en los que perdieron el control de
todas sus zonas de hegemonía –incluido el mencionado
barrio bagdadí– y buena parte de su influencia política.
Al
Qaeda y la resistencia
El control de las zonas sunníes de Bagdad y de la provincia occidental de
al–Anbar por los Consejos al–Sahua (Consejos del
Despertar), creados con dinero y armamento aportado por
Estados Unidos en septiembre de 2006, erradicó las células
de Al Qaeda de los barrios que dominaban, pero también
frenaron las acciones de la resistencia desde sus áreas en
un pacto tácito de no agresión entre ambos. Los distintos
interlocutores de la resistencia política (baazistas,
islamistas moderados, nacionalistas, etc.) con los que ha
hablado la CEOSI en los últimos meses coinciden en señalar
que las fuerzas de la resistencia iraquí decidieron no caer
en la trampa de la lucha sectaria, tendida tanto por los
ocupantes como por Irán.
Por eso, cuando en Iraq se hablaba a diario del riesgo de guerra civil los
grupos de la resistencia se mantuvieron fuera de las
batallas que no fueran estrictamente contra el ocupante. Sus
objetivos siguieron siendo sólo las tropas de ocupación.
Sus enfrentamientos con el ejército iraquí, la policía o
los Consejos al–Sahua sólo se circunscriben a la legítima
defensa en las operaciones que estos cuerpos emprenden
contra ellos. Aseguran que en ningún caso cometieron
asesinatos sectarios ni de civiles. Las distintas facciones
de la resistencia coinciden en el mismo análisis: luchar
contra los propios iraquíes significaría la ruptura
definitiva de la sociedad iraquí. Esta visión de Estado,
esta clara estrategia a largo plazo, dignifica el proyecto
resistente iraquí y contribuye a incrementar su base
popular, que en parte perdió tras la masiva campaña mediática
que intentaba vincular a la resistencia con las acciones
terroristas y la lucha sectaria.
Los grupos vinculados a Al Qaeda no adoptaron esta misma postura, ya sea
bien porque como dicen muchos iraquíes están infiltrados
por Irán y Estados Unidos, bien por su propia miopía ideológica
o porque en su estrategia particular el objetivo no es la
liberación de Iraq sino una más difusa e incoherente lucha
contra ‘el Mal’. Así, estos grupos se convirtieron en
la perfecta contraparte que tanto necesitaban las milicias
chiíes para continuar con su sangrienta limpieza interna,
apoyando así el proyecto de división sectaria del país
puesto en marcha desde el primer día de la ocupación.
Sin embargo, la campaña de purificación de Iraq llevada a cabo por Al
Qaeda no se limitó a la anatematización de los chiíes, ya
que después también consideraron hereje (kafir) a todo
sunní que no se sumase a su Estado Islámico de Iraq. Esta
estrategia de luchar exclusivamente contra las tropas
ocupantes quizás llevó a la resistencia a tolerar en
ciertas zonas una excesiva presencia de Al Qaeda y a no
combatirla directamente ni siquiera en los momentos más difíciles,
cuando incluso llegaron a asesinar a miembros de la
resistencia. Pero entonces, al igual que ahora, la
resistencia acusó a la ocupación de provocar un
enfrentamiento inter–iraquí para desviar la presión que
la resistencia ejercía contra su proyecto.
Esta permisividad con los extremistas favoreció la creación de los
Consejos al–Sahua, formados en parte por miembros y
dirigentes de las tribus y por ex resistentes del Ejército
Islámico en Iraq o de las Brigadas de la Revolución de
1920 (lo que generó escisiones en su seno en varias
provincias), que consideraron más urgente luchar contra Al
Qaeda y asegurar las zonas donde vivían que luchar contra
los ocupantes.
Una vez limpias las zonas de células de Al Qaeda, los miembros de los
Consejos al–Sahua impidieron a las fuerzas de la
resistencia actuar desde sus áreas, en lo que, de hecho, ha
significado la pérdida de amplias zonas de Iraq que antes
controlaba la resistencia. El proyecto de Consejos al–Sahua
sólo ha fracasado en la provincia de Diyala y la región de
Mosul, convirtiéndose en la actualidad en los feudos más
seguros de la resistencia.
Un país
de taifas
El nuevo proyecto de al–Maliki, que circula en torno a su particular idea
de reconciliación nacional, es ahora apoyado con fuerza por
EEUU, que hace poco más de un año jugaba con la
posibilidad de sustituirle. El cambio del discurso sectario
de al–Maliki por uno de integración nacional ha permitido
que al menos las apariencias se mantengan en la policía,
que sigue controlada por las milicias chiíes del Consejo
Supremo Islámico de Iraq (CSII), socios en el gobierno de
al–Maliki pero rivales políticos por el favor de Irán y
Washington, así como por la lucha por el poder que deviene
del proceso político tutelado por los ocupantes. La
realidad es que el primer ministro iraquí no controla ni el
país ni siquiera las estructuras del Estado
colaboracionista, compartimentado en taifas de poder.
Hay sucesos que retratan de forma meridiana la falta de capacidad de acción
del primer ministro iraquí:
– La supuesta depuración de las fuerzas de seguridad iraquíes de
elementos corruptos y sectarios lejos de aplicarse
simplemente se ha traducido en una menor actuación sectaria
de dichos cuerpos. Sin embargo, en edificios militares de
Bagdad todavía se pueden ver grandes banderolas con los líderes
chiíes e incluso murales con sus referentes como Mohamed
Baqr al Hakim o el gran ayatolá Ali Sistani. Según informó
el pasado 7 de abril el diario Al Quds al Arabi [2], los
62.000 policías cuya separación del cuerpo había
anunciado el ministro de Interior por corrupción siguen en
sus puestos. (Iraq es el tercer país más corrupto del
mundo.)
– Los crímenes de la policía y el ejército iraquíes contra sus propios
conciudadanos son constantes: violaciones, torturas,
detenciones ilegales o extorsiones están a la orden del día
[3].
– El pasado día 29 de abril, las fuerzas de seguridad del ministerio de
Comercio repelieron a tiros a un destacamento del ejército
iraquí que se dirigía a detener a un alto responsable de
dicho ministerio, según informó la agencia Asuat al Iraq
el pasado 30 de abril [4]. En la actualidad, todos los altos
cargos del ministerio se encuentran en el extranjero.
– Otro ejemplo del reino de taifas en que se ha convertido Iraq ha sido lo
sucedido en la Universidad de al–Mustansiriya de Bagdad,
que lleva el nombre de la que es considerada la universidad
más antigua del mundo. En marzo de 2009 el gobierno iraquí
ordenó el cese de Ahmed al–Kanduri, rector de dicha
universidad, acusado de corrupción hasta tal extremo que el
clamor popular obligó al ministro de Educación Superior a
destituirlo. Pero esta universidad es parte de la cuota
sectaria de la corriente de as–Sáder, que se ha negado a
aceptar la destitución por lo que hasta día de hoy el
rector sigue en su cargo.
– No es sólo la población iraquí la que no confía en las nuevas
fuerzas de seguridad. Las delegaciones diplomáticas
extranjeras no cuentan con protección oficial por lo que
han desplazado a Iraq personal propio y han contratado
mercenarios para su seguridad. Ni siquiera en sus escasos
desplazamientos por la ciudad comunican sus movimientos a
las fuerzas de seguridad iraquíes, llevando consigo sus
propias escoltas.
Este es el precario marco en el que hay que situar la llamada mejora de la
seguridad. Una mejora sostenida por unos cimientos de barro.
No se puede hablar en ningún caso de una fuerza de
seguridad basada en principios nacionales y profesionales,
respetada y eficaz a ojos del pueblo iraquí. En su lugar,
la actual mejora depende de los mismos actores responsables
de la creación del infierno iraquí durante 2006, 2007 y
parte de 2008, quienes siguen impunemente en sus cargos, y
de los ejecutores de crímenes, quienes siguen apostados en
los mismos lugares que durante esos años funcionaron como
centros de secuestros y torturas.
La
guerra de al–Maliki contra los Consejos al–Sahua
Una vez cumplidos los objetivos a corto plazo de los Consejos al–Sahua, el
gobierno de al–Maliki los considera esencialmente
adversarios políticos que pueden restarle poder,
especialmente tras los éxitos de algunos de los líderes de
las tribus que componen dichos Consejos en las elecciones
regionales del pasado 31 de enero de 2009.
La mejora de la seguridad y, por lo tanto, su publicitada propuesta de
“reconciliación nacional” fueron las principales bazas
que granjearon al primer ministro al–Maliki unos
resultados electorales aceptables. Para ambas estrategias
necesitó la colaboración de los Consejos al–Sahua, que
dependen del gobierno iraquí desde que fueran traspasados
por los estadounidenses en octubre de 2009. Pero una vez
transcurridas las elecciones, la política del gobierno
hacia estos grupos ha cambiado, procurando recortando su
presencia armada: sólo 20.000 de los 100.000 miembros de
los Consejos al–Sahua mantendrán su actividad armada de
control de la seguridad. A pesar de que se suponía que lo
harían desde las filas de la policía, esta prometida
incorporación no se ha producido.
Hay dos posibles explicaciones para este cambio: la oficial, que expresó el
pasado 5 de abril en el canal de televisión Al Yazira,
Kamal al–Saadi, miembro de la Alianza chií en el
Parlamento:
“No hay un rechazo a esta incorporación, es un problema técnico, no una
postura política o una decisión premeditada. Es un asunto
que requiere mucho tiempo porque tenemos cien mil casos.
También tiene que ver con una cuestión presupuestaria.”
Estas declaraciones son contradictorias con la carrera contrarreloj que está
disputando el ministerio de Interior para reclutar a un
mayor número de policías para hacer frente a la nueva
fecha de retirada anunciada por Barack Obama. La intención
política del gobierno de deshacerse de gran parte de los
Consejos al–Sahua es clara ya que “no existe en los
presupuestos del Estado una partida para los Sahua que cubra
todos los gastos derivados de este plan. Se ha propuesto
ante el Parlamento pero hasta el día de hoy sólo se han
pagado cerca del 50% de los sueldos a los miembros del Sahua”,
aseguró Abu Azzam al–Tamimi, consejero general de los
Consejos en la cadena Al Arabiya el pasado 4 de abril. Parte
de los dirigentes de los Consejos al–Sahua respaldan esta
versión. No obstante, Mustafa Kamal al Shabib, líder de
los Consejos al–Sahua en el barrio de Dora de la capital
nos aseguró en Bagdad que “estos problemas se están
solucionando. La colaboración con el gobierno es buena”.
Hay quien va más lejos todavía y se aventura a plantear
una alianza política entre al–Maliki y los Consejos al–Sahua
con vistas a las próximas elecciones generales de diciembre
de este año. Abu Risha, considerado el dirigente de los
Consejos al–Sahua de Iraq, aseguró: “Estamos dispuesto
a aliarnos con al–Maliki ante las próximas elecciones
parlamentarias […] tenemos ideas y puntos de vista muy próximos
a las propuestas del primer ministro” [5], a lo que otros
cuatro líderes de al–Sahua contestaron con un comunicado
desvinculándose de esta postura [6]. Precisamente ahí es
donde parece estar la quiebra del proyecto de los Consejos
al–Sahua, entre los que defienden su independencia y su
papel estabilizador en las zonas que controlan y quienes
quieren seguir escalando en la carrera política.
La detención de Adel Mashhadani, dirigente del Consejo de al–Sahua del
barrio al–Fadel en Bagdad, el pasado 28 de marzo, tras una
batalla callejera contra fuerzas de la seguridad iraquí
respaldadas por helicópteros y efectivos estadounidenses,
tiene que ver con su independización del gobierno iraquí,
que dejó de pagar sus salarios hace meses, por lo que sus
miembros habían pasado a exigir un pago a los comerciantes
de la zona a cambio de la protección que les brindaban.
Acusado oficialmente de extorsionar más de 160.000 dólares
a los ciudadanos del barrio y de tener vínculos a un tiempo
con Al Qaeda y con los baazistas, distintas personas en
Bagdad nos mostraron en sus móviles el vídeo del discurso
antiocupación y contrario a la injerencia iraní que
pronunció Mashhadani pocos días antes de su detención en
plena calle del barrio [7]. A pesar de que tanto los
estadounidenses como el gobierno iraquí aseguran que se
trata de un incidente aislado, la lista de delitos es mucho
más larga y la sensación de persecución para aquellos que
no son políticamente aprovechables es clara: Mohamed al–Kartani,
máximo representante de los Consejos al–Sahua de Bagdad
denunció que han sido traicionados por el gobierno y las
fuerzas de ocupación [8]. “Estamos siendo perseguidos por
el gobierno” declaró Ihab Zubai, portavoz de al–Sahua
del barrio de Amiriya [9]. El 31 de marzo fue detenido Maher
Sarhán, líder del Sahua de Hur, al sur de Bagdad; el 4 de
abril fue detenido Hasam al Azawi, alias Abu Iraq, conocido
como el dirigente de las fuerzas de los Consejos al–Sahua
en la provincia de Diyala. Antes fue detenido Hasam Aluán,
líder de al–Sahua en al–Mahdadiya. También pesa una
orden de detención contra Saad Aribi, alias Abu al–Abd, líder
de al–Sahua de Amriya.
El último episodio de arrestos de líderes de al–Sahua ha sido la detención
llevada a cabo por la policía iraquí de Tikrit el pasado 2
de mayo de Mulá Nadem al Yaburi, máximo representante de
al–Sahua en Duluguiya (ciudad situada a 70 kilómetros al
norte de Bagdad), acusado de terrorismo. Esto ocurre después
de que un suicida –sello de las acciones de Al Qaeda–
intentase asesinarle en una mezquita de Duluguiya el pasado
día 12 de abril. Según denuncia el detenido se trata de un
ajuste de cuentas que se remonta a más de dos años atrás
cuando un helicóptero estadounidense cayó en Duluguiya.
Según declaró al–Yaburi dos días después de su detención,
antes de dejar las filas de la resistencia para sumarse a
los Consejos al–Sahua: “Firmamos un acuerdo de alto el
fuego con las fuerzas estadounidenses. También firmamos un
pacto por el cual se nos aseguraba que no íbamos a sufrir
persecución judicial por haber combatido al ejército
estadounidense” [10].
Coincidiendo con la entrega del dossier de los Consejos al–Sahua al
gobierno iraquí distintos grupos de la resistencia, tanto
política como armada, lanzaron llamamientos para que se
“vuelva al sendero de la razón” [11]. Aunque según
aseguró en abril de 2009 el sheij Harez al Dari, secretario
general de la Asociación de Ulemas Musulmanes de Iraq en
una entrevista con la CEOSI [12], estos llamamientos han
tenido escaso calado, aunque sí han supuesto una mayor
facilidad de movimientos para los grupos de la resistencia
en las zonas controladas por estas fuerzas. Para analistas
como Adel al Bayati [13], estos grupos “podrían empezar a
transformarse en organizaciones armadas enfrentadas tanto al
gobierno como a las fuerzas estadounidenses”.
De momento, empiezan a llegar noticias sobre esta transformación así como
sobre la detención, a finales de abril de 2009 al norte de
Babilonia, de tres miembros de los Consejos al–Sahua
mientras colocaban un artefacto de fabricación casera [14],
o las declaraciones de Abu Omar, líder de al–Sahua en el
norte de Bagdad al periódico Times el pasado 3 de mayo en
las que asegura que más de 50 de sus 175 combatientes han
abandonado su milicia. Según fuentes de la resistencia
citadas por este mismo periódico, “hay Sahuas que han
perdido hasta la mitad de sus combatientes porque han vuelto
a la resistencia” [15]. Un miembro de las fuerzas de al–
Sahua de Addamiya nos habló abiertamente de la situación:
“Más de la mitad de nuestros compañeros no han recibido
el salario, así que se tienen que buscarse la vida,
buscarse otro trabajo. Por supuesto, no han entregado sus
armas”.
La situación actual de los miembros de los Consejos al–Sahua la resume,
en el mismo artículo arriba citado de Times, Jalaf Ibrahim,
que ha dimitido recientemente como líder del Consejo de
al–Sahua en Huwaiya, cerca de Kirkuk: “Nuestros miembros
se han convertido en objetivo de Al Qaeda y de las fuerzas
de seguridad del gobierno al mismo tiempo”. Según datos
oficiales estadounidenses, 125 miembros de al–Sahua han
muerto por ataques contra ellos en los últimos seis meses
[16], además de los 200 muertos en los primeros 18 meses de
actividad [17].
Al–Maliki
y su reconciliación con los baasistas
En un encomiable ejercicio de malabarismo político, al–Maliki ha
conseguido salir reforzado de la retórica de la vuelta de
los baazistas a Iraq, un asunto inaceptable para los iraníes
y, por lo tanto, para sus actores en la escena iraquí,
entre los que tiene un papel destacado el propio al–Maliki.
En sus momentos más bajos, hace poco más de un año,
recibió fuertes presiones de EEUU para que incorporase a
antiguos miembros del régimen baazista en las fuerzas de
seguridad y en la vida política de cara a dar credibilidad
al nuevo discurso sobre la reconciliación nacional que se
intentaba vender desde Washington y cuyo principal artífice
debía ser el propio al–Maliki.
El 13 de enero de 2008, el Parlamento iraquí aprobó la ley que anulaba
parcialmente la llamada ley de desbaazificación impuesta
por el procónsul Paul Bremer y en la cual se impedía al
Estado contratar a ningún afiliado al Partido Baaz. En la
práctica, esta medida significó dejar sin empleo a cinco
millones de personas, pues en el Iraq destruido, de
fronteras abiertas y sin aranceles para las importaciones,
no hay posibilidades de trabajo más allá de la
administración y, más concretamente, de las fuerzas de
seguridad. Casi un año y medio después, la implantación
real de la ley es, en el más optimista de los análisis,
muy limitada. En realidad ha quedado circunscrita a la galería
de los actos simbólicos que no tienen aplicación en la práctica.
En el día a día, la administración iraquí, dominada por los partidos
proiraníes que incluyen en sus líneas rojas cualquier
vuelta de los baazistas, se ha asegurado de que su aplicación
fuese mínima. Se suponía que esta ley facilitaría la
incorporación a la administración pública a parte del 80%
de los miembros de los Consejos al–Sahua a los que, una
vez desmovilizados, se les debía dar un puesto de
funcionario. Tampoco ha sido el caso. A cambio de esta ley,
los partidos proiraníes consiguieron aprobar una ley de
amnistía que les ha permitido liberar a numerosos miembros
de sus milicias encarcelados por diversos crímenes.
Los posteriores intentos de acercamiento de al–Maliki a sectores baazistas
más o menos representativos han tenido una respuesta
contundentemente negativa. Tanto la rama mayoritaria del
Baaz, dirigida desde el interior por Izzat Ibrahim al Duri,
como la escisión dirigida desde Damasco por Mohamed Yunes
al Ahmed, han rechazado la propuesta de al–Maliki por
considerarla una mera maniobra de distracción. Lo cierto es
que la intención de EEU de encontrar otros compañeros de
viaje para el partido de al–Maliki (principalmente
elementos de los Consejos al–Sahua y antiguos baazistas)
para no tener que depender del CSII, más cercano a Irán,
para formar el próximo gobierno, se está encontrando con
un vacío general si exceptuamos el caso de Abu Risha, entre
los Consejos al–Sahua, y del antiguo miembro del Baaz
sirio y opositor al régimen de Saddam Huseín, Mohamed
Rashad al–Sheij Radi, quien la semana pasada voló unos días
desde su exilio en Londres para reunirse en Iraq con el
primer ministro Nuri al–Maliki, con el ministro para el Diálogo
Nacional y con el vicepresidente de la República, Adel
Abdelmehdi, encuentro en el que aseguró: “Hemos tomado la
decisión oficial de retornar a la vida política” [18].
La idea de atraer a otros baazistas con más peso dentro del pueblo iraquí,
para así restar apoyo al Baaz dirigido por al–Duri y a su
brazo armado, ha fracasado rotundamente. El último intento
se produjo el pasado 18 de abril en Amán con la reunión de
oficiales británicos y estadounidenses pertenecientes a la
Célula de las Fuerzas Estratégicas de Acción con el
teniente general Raad Mayid al–Hamdani, responsable de la
defensa final de Bagdad en 2003. Al–Hamdani rechazó la
propuesta de volver a Iraq para incorporarse al actual
proceso político y aseguró que el primer ministro no está
interesado en la reconciliación [19]. La resistencia iraquí
también ha denunciado el proyecto de reconciliación de
al–Maliki en diversos comunicados y declaraciones [20].
Coches–bomba
y enfrentamientos políticos
La reacción de Abdelaziz al–Hakim, líder del CSII, se ha plasmado en
furibundas declaraciones contra la vuelta de cualquier
organización que lleve el nombre del Baaz, asegurando que
no lo tolerará. Esta ha sido la gota que ha colmado el vaso
de la creciente tensión entre los dos partidos principales
de la Alianza chií en el gobierno (una vez aniquilada la
corriente de as–Sáder por la vía de las armas en abril
de 2008) al–Dawa de Maliki y el CSII de al–Hakim como
consecuencia del mayor peso que ha logrando el primer
ministro iraquí, de quien decían que fue nombrado en su
puesto en 2005 porque no tenía peso dentro de una corte de
personajes políticos con muchas aspiraciones y, por lo
tanto, que no representaba una amenaza para ninguno de
ellos.
Pero al–Maliki ha sabido nadar entre dos aguas satisfaciendo tanto a iraníes
–que controlan su partido– como a estadounidenses –que
amenazaron con destituirlo–. Las recientes elecciones
regionales depararon mejores resultados al partido de al–Maliki
que al de al–Hakim, principalmente por dos factores, según
algunos analistas: en primer lugar por el uso del aparato
del Estado y de sus fondos a favor propio y, en segundo
lugar, por su renovado discurso antisectario y contrario al
federalismo que defiende al–Hakim.
Tal y como nos han comentado varias personas con las que nos hemos
entrevistado en Iraq, las discrepancias en el Parlamento
iraquí se trasladan a la calle en forma de muertos. Tanto
los seis coches bomba que sacudieron Bagdad el pasado 6 de
abril, como los atentados de los últimos 10 días plantean
numerosos interrogantes. En el primer caso, y a la vista del
número de controles que hay en la ciudad de Bagdad, se
antoja muy complicado, sino imposible, perpetrar en el mismo
día tantos atentados en una ciudad sin libertad de
movimientos debido a los numerosos controles militares,
movimiento que sólo les está permitido a los miembros de
las milicias chiíes proiraníes y a los sospechosos Toyotas
Landcruisers blancos con lunas tintadas que no se detienen
en los controles y que nadie sabe quién viaja dentro.
Concretamente, respecto al atentado de Kaddamiya del pasado
viernes 25 de abril, estamos ante una situación similar,
pues las dos suicidas se inmolaron en una plaza cuyos
accesos están controlados por las fuerzas de seguridad que
no sólo registran las bolsas sino que cachean a las
personas, como estaban haciendo con nosotros en el momento
del atentado [21]. Por lo tanto, es de suponer que nadie
podría pasar al interior con bolsas repletas de explosivos.
Los análisis que se escuchaban en Bagdad sobre estos atentados tienen un
denominador común: se trata de un toque de atención de los
miembros del partido de al–Hakim al primer ministro al–Maliki
para recordarle quién maneja la seguridad en el país, que
a pesar de su euforia electoral sigue dependiendo de las
milicias Badr para mantener la precaria mejora de la
seguridad y que pueden reactivar los asesinatos sectarios en
cualquier momento. También salen reforzados los
estadounidenses, que pueden con ello justificar retrasar la
retirada –en cualquier caso limitada– de sus tropas por
la incapacidad de las fuerzas iraquíes de mantener el orden
y, de esta manera, prolongar su presencia en Iraq más allá
de las fechas propuestas su retirada.
(*)
Pedro Rojo Pérez, arabista, miembro de la CEOSI y director
de ‘Al-Fanar, Boletín de Prensa Árabe’ (www.alfanar.org),
acaba de regresar de Bagdad.
Notas del autor y de IraqSolidaridad:
1. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea - Muerte y éxodo: la ocupación
y la violencia sectaria en Iraq .
2. Adel al-Bayati, “Los secretos del golpe de Estado de al-Maliki contra
al-Sahua”, Al Quds al Arabi, 7 de abril de 2009.
3. “Enfrentamientos entre el ejército y la seguridad del Ministerio de
Comercio en un intento de detención de un alto
responsable”, Asuat al-Iraq, 30 de abril de 2009.
4.
James Hider, “Rape, beatings and bribery: Iraqi police out
of control”, Times on line, 24 de abril de 2009. Disponible
en inglés en: http://www.timesonline.co.uk/ .
5. Malaf Press, 9 de abril de 2009.
6. Los cuatro líderes son: Abdelkarim Yusuf al-Asal, hermano del general
Tareq Yusuf al-Asal, jefe de la policía de al-Anbar; Hakmat
Suleiman, miembro del Consejo provincial de al-Anbar; Awad
Ali Husein y Abdu Mohamed Zauni.
7. Discurso disponible en vídeo disponible en inglés en YouTube en:
http://www.youtube.com/ .
8. Yaqen News Agency, 4 de abril de 2005.
9.
Sudarsan Raghavan y Anthony Shadid, “In Iraq, 2 Key U.S.
Allies Face Off”, The Washington Post, 30 de marzo de
2009.
10. AFP, “Un líder del Sahua detenido asegura haber firmado un documento
que impedía detenerle”, Elaf, 04 de mayo de 2009.
Traducido del árabe en el Boletín de Prensa Árabe,
www.boletin.org. Disponible en árabe: http://www.elaph.com/
11. En palabras del comunicado del Frente de la Yihad y el cambio sobre este
tema: “Llamamiento para retornar al sendero de la razón”,
disponible en árabe: http://www.jhadfront.com/. También véase
la carta abierta de la Asociación de los Ulemas Musulmanes
traducida al español en Los Consejos al-Sahua, otra
herramienta de los ocupantes de Iraq
12. Véase entrevista con Harez al-Dari: “La seguridad en Iraq es temporal
y falsa, impuesta por el fuego y el dólar”
13. Adel al Bayati, “Los secretos del golpe de Estado de al-Maliki contr
Al Sahua”, Al Quds al Arabi, 7 de abril de 2009. Traducido
del árabe en Boletín de Prensa Árabe, www.boletin.org
14.
Dahr Jamail, “And so it goes”, Truthout, 4 de mayo de
2009.
15.
Ali Rifat, Hala Jaber y Sarah Baxter, “Iraq bloodshed
rises as US allies defect”, Times on line, 3 de mayo de
2009.
16. “Según una encuesta oficial, 125 miembros de Al Sahua han sido
asesinados en seis meses”, Al Zamán, 04.05.09, Traducido
del árabe en el Boletín de Prensa Árabe, www.boletin.org
.
17. “Doscientos muertos de los Consejos de Al Sahua de Al Anbar en 18
meses”, az-Zamán, 24 de marzo de 2008, traducido del árabe
en Boletín de Prensa Árabe, www.boletin.org .
18. “Un responsable de Al Baaz en Iraq: "hemos tomado la decisión de
forma oficial de participar en la vida política", Al
Quds al Arabi, 30.04.09, Traducido del árabe en el Boletín
de Prensa Árabe, www.boletin.org .
19.
Sam Dagher, “Iraq Resists Pleas by US to Placate Baath
Party”, New York Times, 25 de abril de 2009.
20. “La resistencia iraquí rechaza la reconciliación propuesta por el
gobierno de al-Maliki” Al Arab, 09.03.09, Traducido del árabe
en el Boletín de Prensa Árabe, www.boletin.org .
Disponible en árabe: http://www.alarab.co.uk/.
21. No todos los atentados masivos de las últimas semanas en Bagdad se ha
llevado a cabo por medido de suicidas. Ernesto
Londoño y Aziz Alwan, “Two Car Bombings Kill at Least 12
in Baghdad”, The Washington Post, 7 de mayo de 2009.
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