Vida y muerte en Bagdad mientras
los estadounidenses se
van
Por
Patrick Cockburn (*)
CounterPunch, 17/08/09
Visiones Alternativas, 20/08/09
Traducido por Beatriz Morales Bastos
La vida en Iraq está mejorando. Un ejemplo: hace dos o
tres años, los tatuadores en Bagdad trabajaban horas extra
creando tatuajes distintivos para los hombres que temían
morir en la matanza entre sunníes y chiíes.
Sabiendo que se mutilaban las caras de muchos de los que
morían, las víctimas potenciales deseaban que sus familias
pudieran identificar sus cuerpos por medio de una marca
especial que sólo conocían sus familiares más cercanos.
Un hombre tenía un olivo tatuado porque su padre había
plantado uno el día que él nació.
Este ritual truculento ya no se lleva a cabo porque Iraq
es ahora un lugar más seguro de lo que era en el peor
momento del baño de sangre sectario de 2005-7, cuando en
las morgues se amontonaban 3.000 cadáveres al mes. Los
tatuadores afirman que sus clientes prefieren hoy que se les
tatúe un halcón, un tigre o un dragón únicamente por
razones decorativas.
La cuestión es que la seguridad en Iraq está mejorando,
pero muy poco. Bagdad es más segura que antes, pero sigue
siendo extremadamente peligrosa, claramente peor que Kabul,
quizá sólo detrás de Mogadisco en Somalia.
Iraq sigue sufriendo un terrible nivel de violencia y a
pesar de la propaganda que elogia los logros de la
"oleada" militar estadounidenses que supuestamente
trajo paz a la mayoría del país, la violencia nunca ha
sido vencida verdaderamente. Los medios de comunicación,
tanto extranjeros como iraquíes, se vieron de pronto llenos
de noticias positivas, como el retorno de cinco millones de
refugiados a sus casas a pesar de que en la práctica hayan
vuelto pocos.
Exagerando hasta qué punto Iraq ha vuelto a la paz desde
2007, los gobiernos iraquíes y estadounidense han querido
dar la impresión de que el aumento de atentados en el
pasado mes significa que el país está volviendo a la
guerra. El ministro iraquí del interior afirma que en junio
murieron 450 civiles, el doble que el mes anterior, y que
otros 566 civiles murieron en julio después de que las
tropas estadounidenses se retiraran de las ciudades iraquíes
el 1 de junio.
Cuando volví de Iraq la gente me solía preguntar con
esperanza si "las cosas iban mejor" después de la
oleada. De manera rutinaria les explicaba que pudiera ser
que Bagdad estuviera "mejor", pero sigue estando
muy mal. Una pregunta más común estos días concierne a si
"la seguridad se está desintegrando ahora que los
estadounidenses se han ido de las ciudades" o no. Desde
luego, ha habido explosiones de bomba más devastadores y más
personas han resultado muertas o heridas*. Pero cuando los
estadounidenses tenían más poder en Iraq nunca fueron
capaces de detenerlo.
Independientemente de quién se encargue de la seguridad,
es imposible impedir que camiones abarrotados de explosivos
o suicidas se estallen en mercados, mezquitas o estaciones
de autobús donde causan el máximo de víctimas civiles
El objeto de los ataques son casi invariablemente la mayoría
chií de Iraq y el objetivo es provocar a los chiíes a
tomar represalias contra la minoría sunní, que a su vez
puede volver a apoyar a al-Qaeda en Iraq o a buscar apoyo en
un Estado extranjero. Has el momento los chiíes iraquíes
no han picado el anzuelo.
Los espectaculares atentados recientes desvían la atención
del hecho de que las dos guerras que convulsionaron Iraq
tras el derrocamiento de Sadam Husein por el ejército
estadounidense en 2003 han acabado completamente. La primera
fue la de los árabes sunníes (20% de la población) contra
la ocupación estadounidense y duró desde 2003 hasta
mediados de 2007. Acabó provocando un segundo conflicto,
esta vez una guerra civil extraordinariamente sangrienta
entre sunníes o chiíes (el 60% de la población). La
guerra acabó con la victoria chií y se luchó
principalmente en Bagdad y el centro de Iraq, lo que obligó
a los insurgentes sunníes a acabar su guerra de guerrillas
contra los estadounidenses.
Ninguna de las dos guerras parece que vaya a volver a
empezar o a volver a los antiguos niveles de violencia. Las
tropas estadounidenses se están yendo. Sus fuerzas de
combate estarán fuera de Iraq en un año. Todas las tropas
se irán para finales de 2011.
El gobierno iraquí está interpretando estrictamente el
Acuerdo sobre el Estatuto de la Fuerzas (SOFA, en sus siglas
en inglés) firmado entre Estados Unidos e Iraq el año
pasado que limita y controla las acciones militares
estadounidenses. Algunos oficiales estadounidenses han
sugerido retirarse antes de lo planeado en vez de ver a sus
tropas confinadas en bases como si fueran prisioneros.
La retirada militar estadounidense estabiliza Iraq hasta
un grado nunca admitido por los protagonistas de la invasión
original. La ocupación extranjera hizo que se profundizaran
los odios sectarios y étnicos porque las tres principales
comunidades iraquíes adoptaron actitudes radicalmente
diferentes hacia ella. Los kurdos la apoyaron (aunque
Kurdistán no estaba ocupado), los sunníes lucharon contra
ella y los chiíes cooperaron con ella, sólo mientras
necesitaron hacerlo para adquirir poder ganando las
elecciones y formando gobierno.
La ocupación estadounidense desestabilizó Iraq de una
segunda manera porque asustó a los vecinos de Iraq. Esto
apenas sorprende ya que los neo-cons de Washington buscaban
abiertamente un cambio de régimen tanto en Teherán y
Damasco como en Bagdad. Mientras permanezca en Iraq un ejército
de tierra estadounidense, siempre van a animar a los grupos
de guerrilla sunníes y chiíes a atacar a las tropas
estadounidenses.
Mientras se van los estadounidenses varios peligros
acechan a Iraq. Uno es que los Estados sunníes se nieguen a
aceptar al primer gobierno dominado por chiíes en el mundo
árabe desde que Saladino derrocó a los fatamidas y
alienten a la resistencia sunní contra de él. El segundo
peligro es que los victoriosos, en este caso árabes y
kurdos que son los que forman la actual coalición de
gobierno en Bagdad, se peleen y lleguen a las manos.
La pelea de los kurdos con el ministro iraquí Nouri al-Maliki
es por el control por territorios que se disputan y que
fueron capturados por los kurdos en 2003. Dos fuerzas
armadas diferentes, leales a Bagdad y a los kurdos
respectivamente, están tratando de dominar esta tierra de
nadie. Cada parte está amenazando seriamente, pero puede
que en última instancia ambos anden con pies de plomo
porque tienen mucho que perder en una guerra real en la que
ninguno podría lograr una victoria decisiva.
(*) N. de la t.: En el momento de traducir este artículo,
19 de agosto, se han producido seis atentados seguidos con
una diferencia de escasos minutos cerca de la llamada Zona
Verde en el centro de Bagdad que, por el momento, han
causado 95 muertos y 562 heridos. Recordemos que el gobierno
iraquí ha decidido consultar próximamente en referéndum a
los iraquíes si desean continuar el SOFA. Para muchos
observadores estos atentados que se viene produciendo desde
junio son una forma de intimidar a la población y de hacer
ver que siguen necesitando la presencia estadounidense. Como
es habitual, ni el gobierno ni las autoridades de ocupación
investigan estos atentados o cuando lo hacen no dan a
conocer los resultados de la investigación.
(*) Patrick Cockburn es autor de “Muqtada: Muqtada Al-Sadr,
the Shia Revival, and the Struggle for Iraq”.
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