El flagelo del cáncer y las deformaciones al nacer se
extienden en la población de Irak con tal fuerza que
amenazan convertirse en los peores legados que la agresión
estadounidense habrá de dejar en esa nación árabe cuando
ésta logre deshacerse de la ocupación.
Un artículo titulado "El Cancer- La mortífera
herencia de la Invasión de Irak" (Cancer- The Deadly
Legacy of the Invasion of Iraq)", aparecido el 6 de
enero de 2010 en el sitio digital New American Media con la
firma del periodista Jalal Ghazi, aprecia que uno puede
"olvidarse del petróleo, la ocupación, el terrorismo
y hasta de Al Qaeda; el verdadero peligro para los iraquíes
hoy es el cáncer."
Relata que el cáncer se propaga actualmente en Irak de
manera similar a los incendios forestales. Miles de niños
nacen con deformidades, especialmente en aquellas
localidades sometidas a los más intensos bombardeos
norteamericanos y británicos.
Revela el periodista que en la región de Falluya,
intensamente bombardeada por la aviación estadounidense en
2004, alrededor del 25% de los recién nacidos presentan
serias anormalidades, incluyendo anomalías congénitas,
tumores cerebrales, y lesiones del tubo neural a nivel de la
médula espinal (neural tube defects in the spinal cord).
En 2004, la provincia de Babilonia, al sur de Bagdad, tenía
un índice de casos de diagnosticados de cáncer de 500 por
año que, en 2009, se incrementó a 9 082, según datos que
brinda Al Jazeera.
En Basora, donde en 2005 fueron diagnosticados positivos
de cáncer 1885 casos, el número creció a 3 071 en 2007.
Dice el periodista que, aunque el Pentágono
estadounidense rechaza cualquier conexión entre los
bombardeos "aliados" de estas áreas y los
tumores, los médicos iraquíes y algunos investigadores
occidentales aprecian una relación directa entre las
cantidades masivas de uranio empobrecido usadas en las
bombas de los agresores estadounidenses y británicas, y el
agudo incremento en la incidencia de cáncer.
El doctor Ahmad Hardan, quien se desempeñó como asesor
científico especial de la Organización Mundial de la
Salud, la ONU y el Ministerio de Salud de Irak, afirma que
hay una amplia evidencia científica que confirma el vínculo
entre el uranio empobrecido y la proliferación de casos de
cáncer y las deformaciones al nacer. Así también lo han
confirmado los citados organismos internacionales.
Según afirmación de Abdulhaq Al-Ani, autor del libro
"Uranio en Irak", el período de incubación del
uranio empobrecido es de cinco a seis años, lo que es
consistente con el hecho de que los médicos iraquíes hayan
constatado el alza más notable de la incidencia del cáncer
en Irak en los períodos de 1996-97 y 2008-09, tras la
guerra de 1991 y la invasión de 2003, respectivamente. .
También apunta el trabajo de Jalal Ghazi que el doctor
Daud Miraki, director del Fondo Afgano para la Recuperación
de los Efectos del Uranio Empobrecido (Afghan Depleted
Uranium and Recovery Fund), informó a Al Jazeera que el
uranio empobrecido ha provocado el nacimiento en el Sur y el
Sureste de Afganistán de "muchos niños sin ojos, sin
extremidades, o con prominentes tumores en sus bocas y sus
ojos".
Pero esta situación no afecta solo a iraquíes y afganos
porque se han conocido varios casos de críos de militares
estadounidenses desplegados en Irak durante la guerra de
1991 con las mismas deformidades. En el 2000, un biólogo
iraquí indicó que el defecto que mostraban varios niños
estadounidenses que nacieron con sus manos unidas a los
hombros, era similar a lo que se observa en muchos niños
iraquíes afectados por el uranio empobrecido.
Según Al Jazeera, el Pentágono utilizó en Irak, en
2001, más de 300 toneladas de uranio empobrecido y, en
2003, mil toneladas.
Refiere el artículo de Jalal Ghazi que, pese al silencio
oficial, muchos soldados de Estados Unidos hablan de un Síndrome
de la Guerra del Golfo número 2 y alegan haber contraído
el cáncer a causa de su exposición al uranio empobrecido
en Irak.
Sin embargo, hay que notar que los soldados invasores
pueden concluir su exposición al uranio empobrecido al
concluir su período de servicio. Pero los civiles iraquíes
no tienen esa posibilidad; su agua, su tierra y el aire en
amplias áreas de Irak, incluyendo a Bagdad, la capital,
permanecen contaminadas con el uranio empobrecido cuya
radioactividad media puede durar millones de años.
"Al Departamento de Defensa le tomó tres años
descontaminar 24 tanques para que pudieran ser remitidos de
vuelta a EE.UU. El trabajo tuvo que hacerse en una instalación
construida a un costo multimillonario y operada por físicos
e ingenieros con un alto nivel de calificación
especializada", dice Jalal Ghazi y se pregunta:
"¿Que tendrían que hacer los iraquíes con miles y
miles de toneladas de escombros y vehículos destrozados
dispersos por el desierto y otras áreas de su país como
secuela de la invasión contra su nación?"