Iraq

Después de las “elecciones” bajo ocupación militar

¿El ex agente de la CIA Allawi,
próximo primer ministro?

Por James Cogan
Information Clearing House, 29/03/10
Rebelión, 01/04/10
Traducido por Germán Leyens

El mayor bloque de escaños en el parlamento de 325 miembros en la elección del 7 de marzo en Iraq quedó en manos de la coalición Iraqiya de base suní y ostensiblemente secular, encabezada por Iyad Allawi, un ex agente de la CIA y ex Primer Ministro instalado por EE.UU. Sin embargo, con sólo 91 legisladores, Allawi tiene que llegar a acuerdos con otras facciones para obtener la mayoría necesaria de 163 votos.

Se están realizando frenéticas negociaciones y tentativas de acuerdos. Nouri al–Maliki, el actual Primer Ministro, y su coalición Estado de Derecho de base en su mayoría chií, que consiguió 89 escaños y es el segundo bloque por su tamaño en el parlamento, ha declarado que el resultado es ilegítimo y exige un recuento manual de los votos. Sin embargo, representantes de Estado de Derecho participaron durante el fin de semana en conversaciones en Irán con dirigentes de la Alianza Nacional Iraquí (ANI) chií fundamentalista, que obtuvo 70 escaños. La ANI es dominada por el movimiento saderista leal al clérigo Muqtada al–Sadr y por el Consejo Supremo Islámico de Iraq (ISCI por sus siglas en inglés). Con el apoyo de un puñado de otros parlamentarios, las dos facciones chiíes tendrían una mayoría y podrían impedir que Allawi llegara al poder.

El gobierno de Obama rechazó las acusaciones de Maliki, enviando una clara señal de que saluda el éxito de Allawi y lo quiere como Primer Ministro. Una declaración conjunta del embajador de EE.UU. Christopher Hill y el comandante militar general Raymond Odierno señaló que no hay “evidencia de fraude generalizado o serio.” El enviado de la ONU Ad Melkert declaró que el resultado es “creíble” y que un recuento es “difícil por el tiempo.” Los gobiernos de Egipto, Jordania y Arabia Saudí felicitaron públicamente a Allawi.

En circunstancias en las que se habla abiertamente de una guerra de EE.UU. contra Irán, Washington no quiere que el próximo gobierno en Bagdad vuelva a estar dominado por partidos chiíes iraquíes que tienen antiguas relaciones con el régimen iraní. Allawi, al contrario, está profundamente sumido en la hostilidad hacia la influencia iraní en Oriente Próximo de las elites árabes gobernantes favorables a EE.UU.

Para reunir una mayoría parlamentaria sin ninguna de las facciones chiíes, Allawi tendría que llegar virtualmente a acuerdos con todas las demás facciones. Los pequeños partidos suníes, turcomanos étnicos y cristianos tienen 18 escaños y es probable que lo apoyen. Tendría que llegar a un acuerdo, sin embargo, con los partidos kurdos del Gobierno Regional Kurdo (GRK) en el norte. La Alianza Kurda de los partidos gobernantes en el GRK obtuvo 43 escaños. Dos movimientos kurdos opositores, Gorran y el Partido Islámico Kurdo, obtuvieron 14.

Cualquier acuerdo entre Iraqiya y las facciones kurdas está lleno de dificultades. Durante la elección, Allawi se opuso a las ambiciones kurdas de mayor control sobre áreas del norte de Iraq. Algunos de sus partidarios rechazan con virulencia la demanda kurda de que la provincia rica en petróleo de Kirkuk se incorpore al GRK. Iraqiya obtuvo la mitad de los escaños en Kirkuk, abrumadoramente por los votos de la población étnica árabe y turcomana de la provincia.

Los medios internacionales especulan sobre la posibilidad de que el movimiento saderista, que obtuvo 38 de los 70 escaños de la ANI, podría escindirse del ISCI y apoyar a Allawi. Dirigentes saderistas hicieron declaraciones durante la elección de que su prioridad era asegurar que Maliki no volviera a ser Primer Ministro. Según informaciones habría habido conversaciones entre Allawi y representantes de Muqtada al–Sadr.

Aunque ninguna personalidad estadounidense lo ha dicho abiertamente, el resultado preferido por Washington sería con gran probabilidad un acuerdo entre Allawi y Maliki para formar un gobierno basado en sus dos coaliciones. Maliki es un fundamentalista chií y favorable a Irán pero como Primer Ministro sirvió lealmente los intereses de EE.UU. durante los combates más sangrientos de la guerra de Iraq de 2006 a 2008. Fue responsable de la destrucción de milicias chiíes en Basora, Amara y Bagdad que siguieron resistiendo a los militares de EE.UU.

En 2009 el partido Da’wa de Maliki rompió con el ISCI y formó Estado de Derecho como rival chií para la ANI. Deriva su principal apoyo del ejército, el aparato policial y la burocracia gubernamental creados y entrenados por EE.UU., que dependen de la continuación del control de EE.UU. sobre Iraq. Su coalición obtuvo la mayor parte de sus votos en Bagdad y en el sur de población chií.

La base de Allawi se encuentra en la población suní y chiíes seculares. Iraqiya obtuvo el grueso de sus escaños en Bagdad y en las provincias de mayoría suní de Iraq central y occidental. La elite suní se unió en su apoyo, a pesar del hecho de que como Primer Ministro interino en 2004, Allawi gobernó durante la destrucción por EE.UU. de la ciudad suní de Faluya y la represión general de la resistencia en todas las áreas pobladas por suníes.

Bajo la ocupación estadounidense, el establishment político suní que tuvo el poder bajo el régimen baasista de Sadam Hussein había sido marginado. Ve a Allawi como su instrumento para restaurar sus privilegios. Un destacado clérigo suní, Sheik Mahmud al–Sumaidi, dijo sin ambages al Guardian británico: “Esto es política y la política es un arte sucio. Los eruditos suníes lo han perdonado por Faluya y nosotros apoyamos que sea Primer Ministro.”

En esta fase, la coalición de Maliki declara públicamente que no llegará a un acuerdo con Allawi. Entre bastidores, sin embargo, la embajada de EE.UU. y el comando militar harán todos los esfuerzos posibles para presionar a las facciones iraquíes para que lleguen a algún tipo de acuerdo lo más pronto posible – a diferencia de la elección de diciembre de 2005 en la que se tardó casi seis meses para formar un gobierno.

Desde el punto de vista del imperialismo de EE.UU., el próximo gobierno iraquí, dirigido por Allawi, Maliki o algún otro personaje, tiene tres responsabilidades primordiales aparte de alinearse con Washington contra Irán:

Tendrá que firmar un nuevo acuerdo con EE.UU. antes de finales de 2011 –la fecha en la que expira el actual Acuerdo de Estatus de Fuerzas– para permitir a las fuerzas armadas de EE.UU. el uso indefinido de bases aéreas que se han construido en sitios como Balad, Al Asad y Tallil.

Debe implementar leyes que aprueban la privatización de la industria petrolera de Iraq y dar a corporaciones extranjeras mayor acceso y control sobre las vastas reservas sin explotar de petróleo y gas natural. La actual legislación está ampliamente considerada por las transnacionales de la energía como inadecuada, ya que no permite el modelo de acuerdo de participación en la producción que les asegura los mayores beneficios.

Como la mayor parte de las tropas estadounidenses se retira durante los próximos 18 meses, se requerirá que el gobierno iraquí reprima la actual oposición de la clase trabajadora iraquí y de los pobres en el campo contra la pobreza, la falta de servicios, el saqueo de los recursos del país y la continua presencia militar de EE.UU.

Al mismo tiempo, el gobierno títere en Bagdad tendrá que hacer lo posible por mantener la unidad del país. En el norte, la elite kurda está cada vez más amargada por no haber podido obtener el control de Kirkuk y de los campos petrolíferos del norte, que fue su motivo principal para apoyar la invasión de EE.UU. en 2003. Secciones del establishment chií vinculadas a los partidos religiosos son profundamente hostiles a cualquier influencia sustancial suní sobre el gobierno. Si las elites suníes son marginadas de nuevo, sin embargo, podrían reiniciar su patrocinio para una resistencia armada generalizada.

Incidentes durante los últimos días subrayan las omnipresentes rivalidades políticas, étnicas y sectarias creadas por la ocupación de EE.UU. Un atentado realizado el viernes en un mercado en Baquaba, la principal ciudad en la provincia Diyala, mató a 59 personas e hirió a 73. La casa de un dirigente vinculado a Iraqiya fue atacada el domingo con una bomba en la ciudad de Qaim, en la provincia Anbar, causando cinco muertos y 18 heridos. En Bagdad, un francotirador mató a tiros a un partidario de Iraqiya.

De un modo aún más provocador, fuerzas de seguridad leales a Maliki arrestaron a cuatro candidatos de Iraqiya en la provincia Diyala, acusados de participación en “terrorismo”, mientras la Comisión de Justicia y Responsabilidad anunció que intentará de impedir que algunos candidatos elegidos ocupen sus escaños por pasados vínculos con el Partido Baaz de Sadam Hussein. Los candidatos que fueron excluidos como “baasistas” antes de la elección estaban alineados en su abrumadora mayoría con Iraqiya y otros partidos de base suní o de chiíes seculares.