El
mayor bloque de escaños en el parlamento de 325 miembros en
la elección del 7 de marzo en Iraq quedó en manos de la
coalición Iraqiya de base suní y ostensiblemente secular,
encabezada por Iyad Allawi, un ex agente de la CIA y ex
Primer Ministro instalado por EE.UU. Sin embargo, con sólo
91 legisladores, Allawi tiene que llegar a acuerdos con
otras facciones para obtener la mayoría necesaria de 163
votos.
Se
están realizando frenéticas negociaciones y tentativas de
acuerdos. Nouri al–Maliki, el actual Primer Ministro, y su
coalición Estado de Derecho de base en su mayoría chií,
que consiguió 89 escaños y es el segundo bloque por su
tamaño en el parlamento, ha declarado que el resultado es
ilegítimo y exige un recuento manual de los votos. Sin
embargo, representantes de Estado de Derecho participaron
durante el fin de semana en conversaciones en Irán con
dirigentes de la Alianza Nacional Iraquí (ANI) chií
fundamentalista, que obtuvo 70 escaños. La ANI es dominada
por el movimiento saderista leal al clérigo Muqtada al–Sadr
y por el Consejo Supremo Islámico de Iraq (ISCI por sus
siglas en inglés). Con el apoyo de un puñado de otros
parlamentarios, las dos facciones chiíes tendrían una
mayoría y podrían impedir que Allawi llegara al poder.
El
gobierno de Obama rechazó las acusaciones de Maliki,
enviando una clara señal de que saluda el éxito de Allawi
y lo quiere como Primer Ministro. Una declaración conjunta
del embajador de EE.UU. Christopher Hill y el comandante
militar general Raymond Odierno señaló que no hay
“evidencia de fraude generalizado o serio.” El enviado
de la ONU Ad Melkert declaró que el resultado es “creíble”
y que un recuento es “difícil por el tiempo.” Los
gobiernos de Egipto, Jordania y Arabia Saudí felicitaron públicamente
a Allawi.
En
circunstancias en las que se habla abiertamente de una
guerra de EE.UU. contra Irán, Washington no quiere que el
próximo gobierno en Bagdad vuelva a estar dominado por
partidos chiíes iraquíes que tienen antiguas relaciones
con el régimen iraní. Allawi, al contrario, está
profundamente sumido en la hostilidad hacia la influencia
iraní en Oriente Próximo de las elites árabes gobernantes
favorables a EE.UU.
Para
reunir una mayoría parlamentaria sin ninguna de las
facciones chiíes, Allawi tendría que llegar virtualmente a
acuerdos con todas las demás facciones. Los pequeños
partidos suníes, turcomanos étnicos y cristianos tienen 18
escaños y es probable que lo apoyen. Tendría que llegar a
un acuerdo, sin embargo, con los partidos kurdos del
Gobierno Regional Kurdo (GRK) en el norte. La Alianza Kurda
de los partidos gobernantes en el GRK obtuvo 43 escaños.
Dos movimientos kurdos opositores, Gorran y el Partido Islámico
Kurdo, obtuvieron 14.
Cualquier
acuerdo entre Iraqiya y las facciones kurdas está lleno de
dificultades. Durante la elección, Allawi se opuso a las
ambiciones kurdas de mayor control sobre áreas del norte de
Iraq. Algunos de sus partidarios rechazan con virulencia la
demanda kurda de que la provincia rica en petróleo de
Kirkuk se incorpore al GRK. Iraqiya obtuvo la mitad de los
escaños en Kirkuk, abrumadoramente por los votos de la
población étnica árabe y turcomana de la provincia.
Los
medios internacionales especulan sobre la posibilidad de que
el movimiento saderista, que obtuvo 38 de los 70 escaños de
la ANI, podría escindirse del ISCI y apoyar a Allawi.
Dirigentes saderistas hicieron declaraciones durante la
elección de que su prioridad era asegurar que Maliki no
volviera a ser Primer Ministro. Según informaciones habría
habido conversaciones entre Allawi y representantes de
Muqtada al–Sadr.
Aunque
ninguna personalidad estadounidense lo ha dicho
abiertamente, el resultado preferido por Washington sería
con gran probabilidad un acuerdo entre Allawi y Maliki para
formar un gobierno basado en sus dos coaliciones. Maliki es
un fundamentalista chií y favorable a Irán pero como
Primer Ministro sirvió lealmente los intereses de EE.UU.
durante los combates más sangrientos de la guerra de Iraq
de 2006 a 2008. Fue responsable de la destrucción de
milicias chiíes en Basora, Amara y Bagdad que siguieron
resistiendo a los militares de EE.UU.
En
2009 el partido Da’wa de Maliki rompió con el ISCI y formó
Estado de Derecho como rival chií para la ANI. Deriva su
principal apoyo del ejército, el aparato policial y la
burocracia gubernamental creados y entrenados por EE.UU.,
que dependen de la continuación del control de EE.UU. sobre
Iraq. Su coalición obtuvo la mayor parte de sus votos en
Bagdad y en el sur de población chií.
La
base de Allawi se encuentra en la población suní y chiíes
seculares. Iraqiya obtuvo el grueso de sus escaños en
Bagdad y en las provincias de mayoría suní de Iraq central
y occidental. La elite suní se unió en su apoyo, a pesar
del hecho de que como Primer Ministro interino en 2004,
Allawi gobernó durante la destrucción por EE.UU. de la
ciudad suní de Faluya y la represión general de la
resistencia en todas las áreas pobladas por suníes.
Bajo
la ocupación estadounidense, el establishment político suní
que tuvo el poder bajo el régimen baasista de Sadam Hussein
había sido marginado. Ve a Allawi como su instrumento para
restaurar sus privilegios. Un destacado clérigo suní,
Sheik Mahmud al–Sumaidi, dijo sin ambages al Guardian británico:
“Esto es política y la política es un arte sucio. Los
eruditos suníes lo han perdonado por Faluya y nosotros
apoyamos que sea Primer Ministro.”
En
esta fase, la coalición de Maliki declara públicamente que
no llegará a un acuerdo con Allawi. Entre bastidores, sin
embargo, la embajada de EE.UU. y el comando militar harán
todos los esfuerzos posibles para presionar a las facciones
iraquíes para que lleguen a algún tipo de acuerdo lo más
pronto posible – a diferencia de la elección de diciembre
de 2005 en la que se tardó casi seis meses para formar un
gobierno.
Desde
el punto de vista del imperialismo de EE.UU., el próximo
gobierno iraquí, dirigido por Allawi, Maliki o algún otro
personaje, tiene tres responsabilidades primordiales aparte
de alinearse con Washington contra Irán:
Tendrá
que firmar un nuevo acuerdo con EE.UU. antes de finales de
2011 –la fecha en la que expira el actual Acuerdo de
Estatus de Fuerzas– para permitir a las fuerzas armadas de
EE.UU. el uso indefinido de bases aéreas que se han
construido en sitios como Balad, Al Asad y Tallil.
Debe
implementar leyes que aprueban la privatización de la
industria petrolera de Iraq y dar a corporaciones
extranjeras mayor acceso y control sobre las vastas reservas
sin explotar de petróleo y gas natural. La actual legislación
está ampliamente considerada por las transnacionales de la
energía como inadecuada, ya que no permite el modelo de
acuerdo de participación en la producción que les asegura
los mayores beneficios.
Como
la mayor parte de las tropas estadounidenses se retira
durante los próximos 18 meses, se requerirá que el
gobierno iraquí reprima la actual oposición de la clase
trabajadora iraquí y de los pobres en el campo contra la
pobreza, la falta de servicios, el saqueo de los recursos
del país y la continua presencia militar de EE.UU.
Al
mismo tiempo, el gobierno títere en Bagdad tendrá que
hacer lo posible por mantener la unidad del país. En el
norte, la elite kurda está cada vez más amargada por no
haber podido obtener el control de Kirkuk y de los campos
petrolíferos del norte, que fue su motivo principal para
apoyar la invasión de EE.UU. en 2003. Secciones del
establishment chií vinculadas a los partidos religiosos son
profundamente hostiles a cualquier influencia sustancial suní
sobre el gobierno. Si las elites suníes son marginadas de
nuevo, sin embargo, podrían reiniciar su patrocinio para
una resistencia armada generalizada.
Incidentes
durante los últimos días subrayan las omnipresentes
rivalidades políticas, étnicas y sectarias creadas por la
ocupación de EE.UU. Un atentado realizado el viernes en un
mercado en Baquaba, la principal ciudad en la provincia
Diyala, mató a 59 personas e hirió a 73. La casa de un
dirigente vinculado a Iraqiya fue atacada el domingo con una
bomba en la ciudad de Qaim, en la provincia Anbar, causando
cinco muertos y 18 heridos. En Bagdad, un francotirador mató
a tiros a un partidario de Iraqiya.
De
un modo aún más provocador, fuerzas de seguridad leales a
Maliki arrestaron a cuatro candidatos de Iraqiya en la
provincia Diyala, acusados de participación en
“terrorismo”, mientras la Comisión de Justicia y
Responsabilidad anunció que intentará de impedir que
algunos candidatos elegidos ocupen sus escaños por pasados
vínculos con el Partido Baaz de Sadam Hussein. Los
candidatos que fueron excluidos como “baasistas” antes
de la elección estaban alineados en su abrumadora mayoría
con Iraqiya y otros partidos de base suní o de chiíes
seculares.