La Administración Obama está
anunciando a bombo y platillo el cumplimiento de su promesa de retirarse de
Irak, pero, a través de este artículo, el autor desgrana una serie de
factores que los medios masivos de comunicación ocultan sobre ese «nuevo
Irak».
Las declaraciones y
movimientos de Obama, anunciando a bombo y platillo que está cumpliendo su
promesa de retirar a las tropas de aquel país son aplaudidos por esa prensa
que en su día también «vio» las relaciones de Saddam con Al–Qaeda, las
armas de destrucción masiva... y otros falsos argumentos de los que luego
nunca más se supo.
Fue George Bush quien declaró
en el pasado que «la guerra había terminado» y ahora vuelven a repetir la
misma canción. Y todo ello aderezado además con un discurso victorioso y
triunfalista, presentando la actual situación como la victoria final de
Estados Unidos.
Algunos pretenden presentar
la situación actual como cercana a la estabilidad, pero lo único que se ha
estabilizado es la situación bélica, cercana a una guerra de baja
intensidad, fruto de la cual Irak y Afganistán han vuelto a cambiar sus
papeles. Si durante algunos años la centralidad iraquí situó a Afganistán
en un papel secundario, ahora las cosas, a tenor de la estrategia
estadounidense, los papeles pueden invertirse.
Recientemente, un periodista
local señalaba que se daban algunos signos que podían sustentar esa supuesta
estabilidad. Así, mencionaba la recuperación paulatina de Abu Nawas, la
famosa zona de la capital a orillas del Tigris donde se concentra buena parte
de la vida nocturna, o la carretera de Bagdad a Tikrit o la que une la capital
con Najaf, dos vías que hace unos años «muy peligrosas» y que al parecer
su tránsito se ha «normalizado», aunque al mismo tiempo se reconoce que
para ello ha sido fundamental la instalación de sesenta checkpoints militares
en el camino.
La búsqueda desesperada de
los ocupantes de la fotografía de la victoria se les resiste, les hace
presentar esa otra realidad de Irak, en línea con el guión diseñado desde
Washington.
No obstante, Irak muestra
otra realidad. Tras tres guerras, después de trece años de embargo criminal
junto a los bombardeos de EEUU y Gran Bretaña y los último siete años de
ocupación extranjera, nos encontramos con un estado fallido, incapaz de dotar
a la población de los servicios necesarios y dirigido por una camarilla política
que utiliza el paraguas de la mal llamada «seguridad» para ocultar sus
miserias y carencias.
Y si la reciente ocupación
ha sido el empujón definitivo que ha situado a Irak al borde del precipicio,
los pasos previos (embargo y ataques) han sido claves para destruir el país,
y buena parte de la actual situación es el fruto directo de la aplicación de
esas estrategias genocidas contra la población iraquí.
A día de hoy, «gracias» a
esas políticas el sector agrícola, otrora uno de los pilares de la economía,
está destruido, y la población se ve obligada a abandonar sus campos y a
consumir los productos importados. También el FMI ha «colaborado» en el
empobrecimiento de Irak, ya que sus medidas han disparado el precio de la
gasolina, cuando en el pasado su adquisición estaba subvencionada por el
Estado.
Y otros aspectos de este
Irak, como los miles de exiliados (y sus dificultades para regresar), los
desplazados internos, el desempleo, los ataques casi diarios, o la privatización
salvaje de todos los sectores estratégicos del país «desaparecen» de las
pautas marcadas desde la Casa Blanca a la hora de afrontar la supuesta
retirada estadounidense.
Con una élite política
incompetente y corrupta, con un Ejército en vías de reconstrucción pero
incapaz de asumir su papel sin el soporte de los ocupantes, y con un evidente
bloqueo institucional, hablar de normalización en Irak es un sarcasmo.
Por eso la letra pequeña del
anuncio de Obama pone en entredicho lo manifestado estos días. ¿Cómo se
puede afirmar que las tropas de combate de EEUU abandonan Irak? Cualquiera que
defiende esa tesis lo hace por ignorancia o por interés. Lo cierto es que en
aquél país van a permanecer 50.000 soldados estadounidenses a los que
previamente se les ha cambiado la denominación (de tropas de combate a
brigadas de asistencia), las llamadas bases permanentes han aparecido como
champiñones en Irak y Washington no tiene ningún interés en abandonarlas, y
la embajada de EEUU en Bagdad es una de las mayores del mundo, con un personal
muy variopinto.
A todo ello cabría añadir
además la presencia y la llegada de miles miembros de la seguridad privada
(también presentados en ocasiones como asesores). Y sin olvidarnos tampoco de
que la inexistencia de una fuerza armada iraquí hace que el Ejército local
dependa completamente de los «servicios aéreos» de EEUU (que se prolongarán
por lo menos hasta 2018), o del papel que tendrán que desempeñar las
llamadas «unidades de operaciones especiales» que permanecerán en Irak.
La ocupación de Irak es
ilegal de acuerdo con la normativa internacional, algo que muchos han querido
olvidar, y las consecuencias de la estrategia de los ocupantes la está
padeciendo la sociedad iraquí, con fatales consecuencias.
La autoproclamada victoria
deja tras de sí un reguero de sangre, un país devastado, expoliado y
dividido. Una sociedad que tardará mucho en cicatrizar las heridas pero que a
día de hoy coincide mayoritariamente en demandar la salida de todas las
fuerzas de ocupación de su territorio.
Y sobre todo nos presenta un
país que está siendo el centro de los intereses y maniobras de poderes
extranjeros, todos dispuestos a capitalizar la situación en beneficio propio.
En ese sentido habrá que ver las maniobras que en los próximos días
realicen países como Irán, Siria, Arabia Saudí, Turquía y Estados Unidos,
dispuestos una y otra vez a la realización de «pactos contra natura» en
defensa de sus intereses, y sobre todo a costa de la población de Irak, que
seguirá soportando de momento las trágicas consecuencias de esa política.
Otros actores intentarán en
los próximos meses rentabilizar también la atención mediática, sobre todo
antes de que los focos periodísticos sobre el país se apaguen para centrarse
en Afganistán, y sumerjan a Irak en una especie de «guerra de baja
intensidad» que la borre de un plumazo de los teletipos y cabeceras de muchos
medios.
(*) Del Gabinete Vasco de
Análisis Internacional (GAIN).
Ofensiva de la resistencia
iraquí contra
la policía deja 52 muertos
La resistencia iraquí hizo
una demostración de fuerza al hacer explotar catorce coches bomba contra
objetivos policiales. Los atentados se saldaron con la muerte de al menos 52
personas y con 250 heridos a menos de una semana del final oficial de la misión
de combate de EEUU.
Bagdad.- La serie de
atentados en diez ciudades iraquíes retrotrae nuevamente a los años 2006 y
2007, cuando la resistencia mostraba un gran potencial armado y es un nuevo
jarro de agua fría al optimismo que insiste en vender EEUU sobre la supuesta
capacidad de las fuerzas colaboracionistas nativas para blindar la seguridad
del país árabe todavía ocupado.
El ataque más sangriento
tuvo como objetivo una oficina para expender pasaportes en la ciudad de Kut,
160 kilómetros al sur de Bagdad. Quince policías y cinco civiles resultaron
muertos. La cifra de heridos se acercaba al centenar.
En la capital iraquí, un
coche–bomba explotó hacia las 8.00 en un puesto policial en el barrio de
Al–Qahira (norte de Bagdad) dejó un saldo de quince muertos, entre ellos
ocho policías, y 58 personas heridas.
Varios civiles figuraban
entre las víctimas de la explosión, debido a la cercanía de varias
viviendas, fuertemente afectadas por la onda expansiva.
«Mi casa ha temblado y las
ventanas han explotado. Milagrosamente nadie ha resultado herido, pero tres
hijos de un vecino han resultado muertos», narraba Um Ahmed.
Desde Basora hasta Kirkuk
Otros coches bomba, algunos
pilotados por kamikazes, explotaron en todo el territorio iraquí, desde Mosul
y Kirkuk (Kurdistán Sur), en el norte, hasta Basora, en el extremo sur,
pasando por Ramadi (oeste), Fallujah y Dujail (centro) y en la ciudad santa
chií de Kerbala, 110 kilómetros al sur de la capital.
En Muqdadiya (90 kilómetros
al noreste de Bagdad), un coche–bomba al paso de una patrulla policial mató
a tres civiles. Cuando el Ejército llegó a inspeccionar la zona explotó un
segundo vehículo.
Pese a que el nivel de
violencia cotidiana no se puede comparar con el que se registraba hace tres años
en Irak, las luces rojas siguen encendiéndose. El jefe de operaciones
especiales de EEUU, el general Patrick Higgins, ha reconocido que «se
mantiene prácticamente intacta» la estructura de Al–Qaeda, red con la que
Washington identifica indistintamente a los autores de todos los ataques y
atentados en Irak.