Los
'papeles' del conflicto iraquí - Los
crímenes de Irak se revelan al mundo
Wikileaks
destapa 400.000 documentos del Ejército
estadounidense sobre la guerra: Los papeles sacan
a luz los abusos, asesinatos y torturas
Por
Walter Oppenheimer
Corresponsal en Londres
El País, 24/10/10
A una niña la mataron
mientras jugaba en una calle de Basora. A un detenido esposado lo sacaron a la
calle para ejecutarlo a tiros. A dos sospechosos que se estaban rindiendo les
dispararon desde un helicóptero Apache porque en la base pensaban que seguían
siendo "objetivo legítimo". Son solo unos pocos ejemplos del
macabro relato del día a día en la guerra de Irak que se desprende de los
registros que llevaban los propios soldados norteamericanos sobre el terreno.
Son miles de fichas que relatan abusos cometidos por ellos o por las tropas
iraquíes leales a los aliados. Washington no quería que lo supiéramos, pero
Wikileaks lo ha sacado a la luz mundial a través de Internet.
Cerca de 400.000 documentos
internos del Ejército de EE UU divulgados ayer por la página de Internet
Wikileaks han puesto al descubierto los sistemáticos abusos, torturas y
ejecuciones extrajudiciales cometidos durante la guerra de Irak tanto por las
tropas aliadas como, sobre todo, por el Ejército iraquí con la tolerancia de
las tropas estadounidenses. Hillary Clinton ha dicho que la difusión de los
documentos pone en peligro la vida de soldados.
Los documentos, publicados a
pesar de las presiones del Pentágono para impedirlo, permiten incrementar en
15.000 el número de civiles muertos a causa del conflicto. Iraq Body Count,
una organización que intenta evaluar el número de víctimas de la guerra de
los que se tiene constancia, cree ahora que en Irak murieron al menos 150.000
personas, el 80% de ellos civiles.
Wikileaks ya difundió en
julio pasado más de 90.000 documentos oficiales sobre la guerra de Afganistán.
La filtración de ayer multiplica esa cifra por cuatro y ofrece un retrato
espeluznante de los abusos de derechos humanos en la guerra de Irak, en lo que
constituye "el detalle íntimo de esa guerra desde la perspectiva de
Estados Unidos", en palabras de Julian Assange, fundador de Wikileaks,
que defendió en Londres la filtración arropado por representantes de Iraq
Body Count y varias organizaciones defensoras de los derechos humanos.
Los documentos suponen un
total de 391.831 informes de "acciones significativas" redactados
por las tropas estadounidenses en Irak que describen torturas y ejecuciones de
detenidos, a menudo practicadas por soldados del Ejército iraquí. El
profesor John Sloboda, de Iraq Body Count, explicó en una rueda de prensa en
Londres que la muerte de estas 15.000 personas ahora desvelada gracias a estos
documentos "no es el producto de grandes bombardeos, sino de pequeños
incidentes en los que han muerto una o dos personas en cada uno de ellos y que
han ido ocurriendo casi cada día durante todo el periodo de la guerra".
"Se trata de asesinatos premeditados, de disparos al azar desde vehículos,
de ejecuciones, de matanzas en puestos de control. Esas son las pequeñas pero
incesantes tragedias de esta guerra que estos documentos revelan con un
detalle sin precedentes", añadió.
Los documentos señalan que
ha habido 109.000 muertes violentas en Irak entre 2004 y 2009 -la invasión
empezó antes, en marzo de 2003- y que entre esos muertos hay 66.081 civiles,
23.984 calificados como "enemigo", 15.196 son miembros de las
fuerzas de seguridad iraquíes y 3.771 son tropas de la coalición. Estas
cifras parecen desmentir anteriores afirmaciones de Estados Unidos de que no
ha hecho nunca un recuento de la muerte de civiles en la guerra de Irak.
"Ahora estamos en
condiciones de asegurar que en total han muerto más de 150.000 personas desde
2003, de las que en torno al 80% eran civiles", aseguró Sloboda.
"Los medios ya habían informado de muchas de estas muertes, como las 35
que ocurrieron un día determinado en Bagdad. Pero estos documentos revelan
que en aquel día esas muertes ocurrieron en 27 puntos distintos y revelan
también los detalles y las circunstancias de cada incidente y en muchos casos
la identidad de las víctimas", añadió. "Día a día y en secreto,
los soldados de Estados Unidos en Irak han ido escribiendo informes sobre las
muertes violentas que han provocado, que han presenciado o de las que han
obtenido información. Fechas, horas, el lugar exacto en que han ocurrido,
nombres, edades, profesiones de las víctimas... Todo está registrado en
estos ficheros. Es muy bueno que se hayan registrado estos datos, pero es malo
y no tiene ninguna justificación que se hayan mantenido en secreto durante
tanto tiempo", denunció el representante del Iraq Body Count.
Estados Unidos no solo los ha
mantenido en secreto sino que ha presionado a Wikileaks para impedir que
colgara los documentos y ha pedido a los medios que no los reproduzcan. Con
escaso éxito: como ya ocurrió en julio con la filtración de los documentos
sobre la guerra de Afganistán, Wikileaks ha hecho llegar los ficheros por
adelantado a varios medios internacionales para que tuvieran tiempo para
estudiarlos y dar a la filtración el máximo impacto político posible.
"No sé si hemos alcanzado el máximo impacto posible, pero creo que
estamos cerca", ironizó ayer el fundador de la página web.
La secretaria de Estado
norteamericana, Hilary Clinton, ha condenado las filtraciones y ha denunciado
que estas ponen en peligro la vida de personas que han colaborado con los
aliados en la invasión. Wikileaks, sin embargo, asegura que ha tomado todas
las medidas posibles para proteger la identidad de los informantes.
Un portavoz del Pentágono
llegó ayer a calificar la filtración de "tragedia". Se refería al
hecho de que se produjera la filtración, no al contenido trágico de muchos
de los partes de guerra. En uno de ellos, por ejemplo, la tripulación de un
helicóptero Apache tiene en su objetivo a dos hombres sospechosos de haber
lanzado fuego de mortero contra una base militar en Bagdad, en 2007. Como los
dos hombres se están rindiendo, la tripulación consulta a un abogado si
deben aceptar la rendición, pero la respuesta es que no y que "siguen
siendo objetivos válidos". La tripulación dispara contra los dos
hombres.
En otro incidente aún más
macabro, uno de los despachos explica cómo un grupo de soldados iraquíes
ejecuta en la calle a un detenido que estaba esposado. Otros partes dan cuenta
de torturas a detenidos y al menos en dos casos los informes médicos apuntan
a la tortura como causa de la muerte de dos detenidos.
Manfred Nowak, Relator
Especial de Naciones Unidas sobre Tortura, declaró ayer a la BBC que el
presidente de Estados Unidos, Barack Obama, debe abrir una investigación
después de que miles de documentos apoyen la tesis de que las tropas
estadounidenses no cumplieron con su obligación legal de denunciar los abusos
que habían detectado. Nowak -que participó en los juicios sobre abusos de
derechos humanos en la guerra de Bosnia- añadió que aunque en esos
incidentes no hayan participado directamente tropas estadounidenses, el hecho
de tener conocimiento de ellos les obligaba a actuar, de acuerdo con la
Convención de Naciones Unidas sobre la tortura.
Malcolm Smart, director de
Amnistía Internacional para Oriente Próximo, afirmó que los informes
refuerzan la tesis de que Estados Unidos "ha violado seriamente las leyes
internacionales al entregar sumariamente a miles de detenidos a las fuerzas de
seguridad iraquíes a sabiendas de que serían torturados y sufrirían abusos
a gran escala".
El abogado británico Phil
Shinner aseguró que algunos de los hechos relatados en los documentos
implican a tropas del Reino Unido, y citó un caso en el que se asegura que un
fusilero a bordo de un tanque británico disparó sin aparente necesidad
contra una niña de ocho años que estaba jugando en una calle de Basora.
"Cuando se produce un uso ilegal o injustificado de la fuerza se tiene
que procesar a los responsables, por eso queremos que haya una investigación
judicial a fondo sobre la responsabilidad de Reino Unido en la muerte de
civiles en Irak", declaró.
Los
mercenarios de la seguridad se ensañaban con los civiles
La guerra
sucia de Blackwater
Por
M. P.
El País, 24/10/10
Fueron el otro ejército, el
brazo armado de la invasión que no estaba sometido a las mismas reglas que
los soldados de las fuerzas internacionales. Las decenas de miles de
mercenarios de Blackwater, la mayor empresa estadounidense de seguridad en
Irak, fueron el símbolo de la privatización de un conflicto al que
contribuyeron al margen del derecho internacional. Como el 16 de septiembre de
2007. Mientras escoltaban a un convoy de diplomáticos en el centro de Bagdad,
ante la sospecha de un ataque de la insurgencia, los guardaespaldas abrieron
fuego con armas de asalto y lanzagranadas y mataron a 17 civiles iraquíes.
Pero la matanza de la plaza
bagdadí de Nisour puede no ser la única de la que se manchó Blackwater.
Entre los casi 400.000 papeles de Irak, hay al menos 14 que se refieren a cómo
los contratistas abrieron fuego contra civiles, matando a 10 e hiriendo a
otros siete. Según el análisis del Bureau of Investigative Journalism -uno
de los medios a los que Wikileaks entregó los archivos- algunos de los casos
ocurrieron antes de septiembre de 2007 y durante los servicios de escolta a
diplomáticos de EE UU por los que la compañía cobró más de 465 millones
de dólares. Un archivo fechado el 14 de mayo de 2005 refiere que una unidad
de Blackwater disparó contra un vehículo civil, matando al conductor e
hiriendo a su mujer y a su hijo. En otra ocasión, los guardas abrieron fuego
contra una ambulancia que llegaba al lugar donde había estallado un artefacto
explosivo improvisado (IED, en sus siglas en inglés). Las balas mataron a un
civil.
A principios de 2010, un juez
federal estadounidense desestimó los cargos contra los únicos cinco
imputados de la matanza de la plaza de Nisour por considerar que los
testimonios de los mercenarios, poco después del incidente, habían sido
obtenidos bajo la condición de que no serían utilizados contra ellos. Parece
difícil que las nuevas revelaciones tengan ahora un destino distinto.
Los
'papeles' del conflicto iraquí
La rutina
del horror
Análisis
de Miguel González
El Páis, 24/10/10
Por cada bala que se dispara,
se consume una tonelada de papel. Esta aseveración, referida a los ejércitos
napoleónicos, sigue plenamente vigente en la era de las videoconferencias e
Internet. Las Fuerzas Armadas son maquinarias burocráticas obsesionadas con
dejarlo todo por escrito: órdenes, informes, planes, estadillos, partes,
instrucciones, directivas, expedientes... cualquier acontecimiento, por nimio
que sea, debe reflejarse en un documento que circula a través de la cadena
jerárquica dando pie a una sucesión interminable de copias. Por eso, quien
se sumerja en los 391.832 documentos difundidos por Wikileaks esperando
encontrar un relato de hazañas bélicas puede resultar vencido por el
aburrimiento. La inmensa mayoría de los informes tienen carácter rutinario y
relatan incidentes tan poco emocionantes como una redada policial, un robo de
combustible o un accidente de tráfico. Lo que más llama la atención es que
la muerte de unos discapacitados, tiroteados en un control de carretera,
reciba el mismo tratamiento que una manifestación pacífica en demanda de
trabajo. Los responsables militares de EE UU documentan pormenorizadamente
casos de torturas y malos tratos perpetrados por sus aliados de la ICDC
(Cuerpo Iraquí de Defensa Civil), pero no hacen nada. "No es necesaria
ninguna investigación", se repite machaconamente en las notas. Pasan de
largo y siguen su camino como la patrulla que se tropezó con un cuerpo
mutilado cerca de Hamadi, en el llamado Triángulo Suní.
Pese a su lenguaje burocrático,
o precisamente por ello, los Iraq War Logs (Registros de la guerra de Irak)
pintan un fresco completo del caos en el que se sumió Irak tras la invasión
estadounidense y la disolución del Ejército iraquí. Ya se sabía que la
guerra sectaria entre suníes y chiíes, alentada por los brutales atentados
de Al Qaeda, alcanzó niveles de ferocidad espeluznantes, pero ahora queda
probado lo que se sospechaba: que muchos autores de secuestros, torturas y
ejecuciones extrajudiciales no eran terroristas disfrazados de soldados, como
se dijo entonces, sino soldados auténticos encuadrados en el ejército
dirigido por el primer ministro, Nuri Al Maliki. También se conocía el apoyo
de Irán a las milicias chíies, a las que pertrechó con armas y proporcionó
instrucción. Y no sorprende a nadie comprobar la impunidad con la que se movían
compañías privadas de seguridad como Blackwater, subcontratadas por el Pentágono
y ajenas a cualquier tipo de control. Nada de eso es nuevo, pero adquiere una
nueva dimensión.
La información difundida por
la página web fundada por Julian Assange obliga a revisar al alza el balance
oficial de víctimas: 109.000 bajas, el 63% de ellas civiles; incluidos 15.000
muertos en incidentes de los que nunca se informó. Una verdadera orgía de
sangre ante los ojos de la coalición internacional.
Eso sin tener en cuenta los
informes que detallan crímenes directamente atribuidos a las fuerzas de EE
UU. Por ejemplo, un helicóptero Apache atacó a un grupo de iraquíes que se
había rendido, en flagrante violación de la Convención de Ginebra, en
febrero de 2007. Lo conocido ahora -y las fotos difundidas en su día de
vejaciones inflingidas por militares estadounidenses a los presos de la cárcel
de Abu Ghraib- pulveriza el único argumento que quedaba para justificar la
invasión de Irak una vez se comprobó que las armas de destrucción masiva
solo existían en la imaginación del trío de las Azores: derrocar a Sadam
Husein, un dictador abominable que atropellaba masivamente los derechos
humanos.
Los documentos filtrados
abarcan de enero de 2004 a diciembre de 2009. No incluyen, por tanto, la
invasión propiamente dicha, aunque sí los primeros meses de mandato de
Obama. Difícilmente podrá, sin embargo, responsabilizarse al actual
inquilino de la Casa Blanca, que en agosto pasado acuarteló las últimas
unidades de combate de EE UU. A Zapatero le reafirmará en su decisión, tan
criticada entonces, de retirar las tropas españolas de Irak, nada más ganar
las elecciones de 2004. Y al primer ministro Al Maliki le deja en una situación
aún más delicada, al frente de un país incapaz de formar Gobierno tras las
elecciones de marzo pasado. Aunque quizá el más preocupado sea el Pentágono,
que ha encontrado en una simple página web -que ya difundió en julio pasado
75.000 archivos secretos sobre Afganistán- a un enemigo hasta ahora
imbatible. Una nueva forma de guerra asimétrica que ningún manual de
estrategía había previsto.
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