Pese
al despliegue de la OTAN en la zona
El
54% de Afganistán ya está en manos de
los talibanes
EFE,
22/11/07
Londres.–
Los talibanes tienen ya una presencia permanente en un 54%
del territorio de Afganistán y el país corre serio peligro
de caer totalmente bajo el control de los insurrectos. Esas
son las conclusiones de un informe del Senlis Council, un
centro de estudios independiente, integrado en la Red de
Fundaciones Europeas, con gran experiencia en esa región.
A pesar de
las decenas de miles de soldados de la OTAN y de los miles
de millones de dólares invertidos en ese país asiático,
los talibanes controlan cada vez más territorio,
"incluidas zonas rurales, algunas capitales de distrito
e importantes comunicaciones". El informe advierte
asimismo de que los insurrectos ejercen un
"significativo control psicológico y ganan cada vez más
legitimidad a ojos de los afganos, pueblo con un largo
historial de cambios de alianza y de régimen".
¿Cuándo
caerá Kabul?
Según el
Senlis Council, el territorio controlado por los talibanes
no ha dejado de ampliarse y la línea fronteriza cada vez
está más cerca de la capital, Kabul. La cuestión, señala
el informe, no es la de si los talibanes llegarán a Kabul,
sino "cuándo lo harán y de qué forma". Su
objetivo, muchas veces declarado, de reconquistar la capital
en el 2008 parece "más viable que nunca" y,
advierten los autores del informe, corresponde a la
comunidad internacional "poner en práctica una nueva
estrategia antes de que sea demasiado tarde".
Según ese
grupo de pensamiento (think tank), la fuerza de seguridad
dirigida por la OTAN, integrada actualmente por unos 40.000
uniformados, debería al menos duplicarse. También habría
que incluir en ella a fuerzas de estados musulmanes, así
como de países miembros de la OTAN que se han negado hasta
ahora a contribuir a ese esfuerzo común contra los
talibanes, algo que no parece que vaya a ocurrir.
Oxfam también advierte
El informe
del Senlis Council coincide con otro de la organización
humanitaria Oxfam para el Parlamento británico, según el
cual la situación de seguridad en Afganistán se ha
deteriorado de modo significativo y la corrupción tanto del
Gobierno central como de la administración local no hace
sino agravar los problemas.
Según
Oxfam, son necesarias medidas urgentes para impedir que
millones de personas sufran un desastre humanitario como los
que caracterizan al África subsahariana. Aunque Afganistán
ha recibido más de 15.000 millones de dólares de ayuda
desde el 2001, el dinero no se destina a proyectos que
contribuyan a mejorar la vida de los ciudadanos, denuncia
Oxfam.
Según esta
organización, al menos 1.200 civiles afganos han muerto
este año, la mitad de ellos en operaciones internacionales
o de las fuerzas del Gobierno de Kabul. En Afganistán se
están produciendo cuatro veces más ataques aéreos de las
fuerzas internacionales que en Irak, afirma Oxfam.
Alerta:
latinoamericanos
serían carne de cañón en Afganistán
Tribunal
Dignidad, Soberanía y Paz Contra la Guerra (*)
Red Voltaire, 19/11/07
Mientras
los europeos agrupados en la OTAN no quieren aumentar el número
de sus tropas en Afganistán, Estados Unidos ha comenzado
una campaña de intimidación y enorme presión ante algunos
gobiernos latinoamericanos para que sus tropas participen
activamente en operaciones antiterroristas que se ejecutan
en Afganistán y que, cada día, son combatidas por la
resistencia talibán ocasionando decenas de heridos y
muertos. Si el Plan estadounidense se cumple, miles de
soldados de Argentina, Perú, Colombia y Chile podrían
convertirse en carne de cañón para satisfacer los
intereses del imperio en esa parte del mundo.
Pero si la
carne de cañón latinoamericana no muere por efecto de las
bombas y las balas talibán, podrían morir atacados por las
radiaciones nucleares o por una serie de cánceres
provocados por el uso intensivo de municiones de uranio
empobrecido que, a pesar de estar expresamente prohibidas
por ser violatorias de los derechos humanos y del Derecho
Internacional, son esparcidas por los bombardeos
norteamericanos apoyados por la OTAN.
Bombas de uranio
Naturalmente
que Estados Unidos niega que use bombas de uranio, pero
diversas investigaciones y múltiples testimonios de
soldados alemanes enfermos y hospitalizados demuestran que
Afganistán está regado por materias radiactivas. En la
actualidad Estados Unidos continúa con esos ataques y así
lo establece el Profesor Doctor Albert Stahel docente para
Estudios Estratégicos en el Instituto de Ciencias Políticas
en la Universidad de Zurich. Este científico ha calculado
que, aproximadamente, la mitad de las bombas arrojadas en
Afganistán son de uranio. El Profesor Asaf Durakovic que
realizó investigaciones sobre las víctimas caídas en
Afganistán, determina, sin apelaciones, que los muertos y
enfermos con cáncer soportaron radiaciones originadas en
bombardeos norteamericanos. Por si estos informes ocasionen
dudas interesadas, se puede recurrir al periódico
estadounidense «Air Force Print News Today» que informa
abiertamente sobre el uso de municiones radiactivas por
parte de Estados Unidos y la OTAN.
El Dr.
Mohammed Daud Miraki de origen afgano y hoy residente en
Estados Unidos confirmó que decenas de niños afganos han
muerto o padecen cáncer y otras enfermedades ocasionadas
por radiaciones nucleares.
Muy a pesar
de los crueles y cruentos bombardeos que causan millares de
muertos civiles entre niños, mujeres, hombres y ancianos;
Estados Unidos no ha logrado imponer su propagandizada
“democracia” y menos aún derrotar a los talibanes o
acabar con el terrorismo internacional o las bases de Al
Qaeda. A medida que la ocupación extranjera se extiende en
el tiempo y en el espacio, mayor es el rechazo que proviene
desde todos los estratos de la población afgana que ha
comprendido que la invasión militar estadounidense, apoyada
por la OTAN , no se debió a la necesidad de liquidar al
terrorismo sino a la necesidad de apropiarse de las riquezas
hidrocarburíferas de Medio Oriente. Contra la ocupación
extranjera crecen los actos terroristas y el número de víctimas.
A estas
alturas, Estados Unidos y la OTAN han perdido la guerra en
Afganistán y en Irak, a tal punto que expertos militares,
inclusive del Pentágono, afirman que la situación es muy
crítica y que tiende a agravarse, realidad que se concreta
en el mayor número de víctimas que se registra en la
población civil, en las tropas norteamericanas y en los
contingentes europeos, razones suficientes para que las críticas
a la complicidad militar europea se acrecienten en todos los
medios diplomáticos, políticos, económicos, militares y
comunicacionales que, además, comienzan a exigir a sus
gobiernos una pronta retirada de soldados y batallones.
Esa
exigencia obliga a varios gobiernos europeos a rechazar las
solicitudes y las presiones norteamericanas para que
aumenten el número de tropas en Afganistán y que la
presencia militar “humanitaria” cambie para que
participen directamente en operaciones militares.
Los
fracasos de la invasión y ocupación militar son evidentes,
realidad que obliga a Estados Unidos y, en especial, al
gobierno de Bush a lanzar intensas campañas mediáticas en
las que miente y engaña con el propósito de ocultar a la
opinión pública norteamericana y mundial, la inexistencia
de los logros de la “democracia del narcotráfico”,
impuesta con la fuerza de las armas, los genocidios y las
destrucción de la infraestructura de uno de los pueblos más
empobrecidos y subdesarrollados de la tierra. Lejos de la
estabilización prometida por el imperio, lejos de la
vigencia de los derechos humanos y libertades, los combates
de la resistencia afgana se multiplican y, consecuentemente,
se multiplican las víctimas mortales entre las tropas
extranjeras.
La
carne de cañón... necesaria
Ante la
negativa de los aliados de Europa a elevar el número de
tropas y que pasen de operaciones militares
“humanitarias” a operaciones militares directas, Estados
Unidos se ve en la necesidad de presionar a los gobiernos
latinoamericanos para que manden tropas a Afganistán, para
que satisfagan las necesidades de reemplazar la carne de cañón
y que mueran en reemplazo, también, de las preciosas vidas
norteamericanas y europeas.
La carne de
cañón latinoamericana, de llegar a utilizarse, se encargaría
de actividades de alto riesgo y de trabajos que ya no
quieren hacer los norteamericanos y europeos: reprimir las
actividades del pueblo de Afganistán que lucha para
expulsar de su territorio a las tropas extranjeras, combatir
directamente a los soldados y militantes de Al Qaeda y a los
terroristas.
Las tropas
latinoamericanas servirían para realizar trabajos de
neutralización y desactivación de todo tipo de explosivos
y minas terrestres antipersonales y antitanques y,
naturalmente, para que participen en operaciones militares
especiales en las montañas afganas y paquistaníes y,
sobretodo, para que abastezcan las operaciones militares
nocturnas en las ciudades dominadas por los talibán. Así,
los soldados latinoamericanos que podrían ir en viaje hacia
una guerra imperial ajena, si no son aniquilados en combate,
de todas formas sufrirían horripilante muerte por infinidad
de cánceres o por sobre exposición a materias radiactivas.
Analistas y
expertos de Estados Unidos, Europa, Asia y América Latina,
de diferente tendencia ideológica, coinciden en afirmar que
Estados Unidos perdió la Guerra en Irak y en Afganistán.
En las dos invasiones el imperio partió de falsas
acusaciones e hizo uso del engaño y la mentira para
justificar las agresiones militares, y Bush y sus halcones
mintieron a los gobiernos aliados sobre supuestas ventajas
económicas que obtendrían de la guerra; pero en lugar de
ganancias, los países que mandaron a sus soldados a
participar en la guerra sucia de Estados Unidos, sólo
cosecharon pérdidas de valiosas vidas humanas, ataques
terroristas que causaron la muerte de decenas de inocentes,
secuestros que, generalmente, terminan en la muerte del
secuestrado y profundas heridas de guerra que permanecerán
abiertas por muchos años.
Según los
guerreristas norteamericanos que no quieren más muertos
propios, los soldados hispanos que podrían ser argentinos,
colombianos, chilenos o peruanos se encargarían de los
trabajitos de alto riesgo que, para eso están los
ciudadanos y soldados de los países subdesarrollados,
considerados seres inferiores o de segunda clase.
Los Estados
Unidos de Bush, no tienen la suficiente confianza en la
cooperación de gobiernos latinoamericanos para que envíen
a sus soldados a Afganistán.
Lástima
para el imperio que los gobiernos de Argentina, Ecuador y
Chile no sigan en la etapa de sumisión y ciega obediencia a
los dictados del imperio, por tanto, el Pentágono no contará
con esos “refuerzos” para carne de cañón y mucho menos
cuando los pueblos y gobiernos tienen conciencia que el envío
de tropas, inevitablemente, sembrará descontentos con
funestas consecuencias políticas y con el incremento de inútiles
tensiones internas y externas de las que no se excluyen las
que pueden ser provocadas por las actividades agresivas del
fundamentalismo y por el terrorismo internacional que no
respeta misiones diplomáticas, empresas y compañías
latinoamericanas en territorio nacional o en cualquier país
del mundo.
Los
gobiernos que querrían enviar a sus militares a la infame e
impopular guerra imperial en contra de Afganistán, Irak, o
Irán, deberían pensar más de una vez, antes de dar tan
fatal paso que a Bush no le importa, pero si a nuestras
patrias.
(*)
Tribunal Dignidad, Soberanía y Paz Contra la Guerra: Agrupa
a intelectuales y representantes de organizaciones sociales
del Ecuador y se formó en el teatro Universitario de Quito
al inicio de la última invasión estadounidense e inglesa a
Iraq.
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