Crítica
de la izquierda árabe
Acerca
de la unidad palestina y árabe
Por
Hisham Bustani (*)
MRzine.–.Monthly Review, 19/11/07
Rebelión,
25/11/07
Traducido por Beatriz Morales Bastos
La situación
de la izquierda árabe es similar al “fenómeno de la
transformación de la izquierda” a escala global y un
reflejo de él. La razón es simple: como regla general ,
aunque con excepciones, la izquierda árabe nunca fue una
“izquierda” en el sentido del materialismo dialéctico.
Siempre ha sido una entidad reservada, conservadora, más
“reaccionaria” que proactiva, más “importadora” de
teoría que productora de ella, que se adhiere a la “letra
del texto” (¡fundamentalmente el texto de la política
soviética!) en vez de ser una pensadora crítica
innovadora.
En las líneas
que siguen trataré de examinar tanto las principales
debilidades de la izquierda árabe como los obstáculos a
los que se ha enfrentado, y de discutir si realmente ha
existido una izquierda árabe. Es una cuestión de especial
importancia ya que, al proceder la propia crítica de una
postura marxista, ayudará a volver a desarrollar una
izquierda revolucionaria en el mundo árabe y en el mundo.
Bajo las
ocupaciones británica y francesa se produjo la división de
al–Mashreq al–Arabi (el este árabe, dividido por los
Estados coloniales en los Estados que hoy conocemos como
Siria, Líbano, Palestina, Jordania e Iraq) por diferentes
razones objetivas:
(a) La
doctrina de "divide y vencerás", una doctrina que
es un mecanismo de sobra conocido para privar a los pueblos
del poder de cambiar y por desviar su energía política
hacia canales internos (canales dentro del benigno sistema
fabricado), con lo que se facilita el trabajo del ocupante y
se impide enormemente cualquier intento de unificar a las
masas árabes, que el único mecanismo que puede llevar a
derrotar al imperialismo. Por medio de esta doctrina la
ocupación colonial también tendrá una “nueva función”
que asumir al transformar su imagen y función desde la de
un opresor a la de un parachoques entre las divisiones
internas, un truco que convierte a la ocupación en una
“necesidad”.
(b)
Preparar el terreno para la implantación de una base
imperialista, una entidad funcional que pueda servir al
imperialismo y constituir una barrera material entre las
alas oriental y occidental del espacio árabe. No olvidemos
que los intentos más importantes de un proyecto de liberación
nacional árabe empezaron uniendo las zonas este y oeste de
la patria árabe, Siria y Egipto. Fue le caso de Saladino,
que unió Damasco y Egipto en 1174 con lo que preparó el
camino para acabar con el Reino Cruzado de Jerusalén en
1187. También fue el caso de Mohammed Ali Pasha
(1769–1848), conocido por su plan de modernización e
industrialización para establecer un Estado fuerte en la
región árabe. Él unió Egipto y Siria, y los ataques
navales británico y austriaco le obligaron a eliminar su
proyecto. Y después Nasser (1918–1970), con su intento de
establecer un Estado árabe soberano verdaderamente
independiente y que también logró unificar Egipto y Siria
como eje central de una unidad árabe pero que, por muchas
razones, la unidad duró sólo menos de tres años, de 1958
a 1961.
(c)
Mantener estos “Estados” fabricados bajo una subordinación
continua al imperialismo puesto que es imposible lograr la
liberación a nivel de un Estado fabricado (entre otras
razones objetivas de esta imposibilidad están la falta de
recursos para establecer un desarrollo independiente y la
falta de una profundidad política y popular para apoyar un
proyecto de liberación).
El climax
de la ofensiva colonial para la división y el mantenimiento
del estado de subordinación fue el establecimiento y
legitimación de la entidad sionista (Israel): una entidad
racista colonial y formada por colonos orgánica y
funcionalmente vinculada a los poderes imperialistas.
No existe
razón objetiva alguna, sea cual sea, que pueda convencer a
una persona de izquierda de reconocer y aceptar el
establecimiento de esta entidad; al contrario, la lógica de
la teoría marxista y su evolución llevan directamente a
conclusiones contrarias a este reconocimiento. Existe una
excepción, por supuesto, y es el caso de la izquierda que
es completamente mecánica y está bajo la influencia de un
centro que actúa más como una superpotencia que como un
centro revolucionario.
La Unión
Soviética aceptó el Plan de Partición de 1947 respaldado
por la ONU con lo que aceptó así la manifestación
material del proyecto sionista/imperialista en la región árabe.
Posteriormente, ¡casi todos los partidos comunistas árabes
aceptaron sin objeción crítica alguna aquello que habían
aceptado los soviéticos! Es más, existen informaciones de
que el Partido Comunista Sirio (el más maduro de los
partidos comunistas árabes de la época), tras haber
impreso en los titulares de su periódico su rechazo del
plan de partición propuesto, ¡tuvo que tirarlo a la basura
e imprimir otra edición dando marcha atrás a su rechazo
después de que la Unión Soviética mostrara su conformidad
con el plan!
A partir de
entonces los partidos comunistas árabes se han convertido
en una especie de “abogados del diablo” que defienden la
existencia de “Israel” y fabrican y promueven todo tipo
de teorías acerca de una “unidad de la clase trabajadora
árabe y judía” [1] en Palestina. Era, y sigue siéndolo,
una broma teórica que reclama ¡¡la unidad de los
oprimidos y ocupados con sus ocupantes y opresores
colonialistas y colonos bajo la bandera de la “unidad de
la clase trabajadora” contra el imperialismo!!
Los
comunistas palestinos formaron partidos “unitarios”
compuestos de árabes y sionistas colonialistas y colonos,
que se autodenominaban comunistas, mientras que otros
partidos comunistas árabes mantenían una estrecha
colaboración e intentaban coordinarse con esta
“izquierda” sionista y lo siguen intentado todavía hoy.
En marzo de
2006 El Partido Comunista Jordano celebró una reunión de
coordinación con el Partido Comunista Israelí en Amman,
uno de los muchos ejemplos que pueden haber tenido lugar en
los últimos años sin que hacerse público. Sin embargo,
algo que no es de extrañar, ¡el periódico oficial del
Partido Comunista Jordano se vanaglorió de esta reunión!
Aunque es
bastante extraño ser a la vez “comunista” e “israelí”,
obviamente no existe conflicto político entre ambos
partidos desde el momento en que ambos promueven la idea de
que la ocupación de la tierra árabe (las tierras ocupadas
en 1948) y el establecimiento de una entidad funcional
racista colonialista y formada por colonos en esta tierra es
justo y aceptable siempre que los sionistas devuelvan parte
de la tierra (la ocupada posteriormente, en 1967) para que
los palestinos establezcan en ella un “Estado”
fragmentado y completamente subordinado (lo que se denomina
“solución de los dos Estados”), una propuesta injusta
para acabar con la lucha árabe–sionista y que se utiliza
para mantener el status quo a través de un interminable
“proceso de paz” y empujando a la mundo entero a aceptar
la injusticia (Israel) como una situación legítima normal.
Tanto el Partido Comunista Jordano como el Partido Comunista
Israelí están de acuerdo en esta solución por
considerarla muy estratégica, una coincidencia que los une
con la agenda política global de corriente principal. ¡Hasta
los gobiernos estadounidense e israelí parecen haber
mordido el anzuelo de la “solución de los dos Estados”,
lo que resulta una extraña coincidencia con la estrategia
“comunista”!
Resulta irónico
que aunque a los comunistas árabes les entusiasma
coordinarse y formar frentes unidos con los “comunistas
israelíes”, no han hecho esfuerzos similares en relación
a los comunistas iraníes y turcos, a pesar del hecho de
que, a diferencia de los “israelíes” , los pueblos iraní
y turco son los vecinos históricos de los árabes y son un
aliado esencial así como parte esencial de una lucha
anti–imperialista anti–sionista.
Algunos de
los comunistas árabes fueron pioneros en forjar términos
como “sensibilidad política” y “comprender el
equilibrio de poderes”. Estos términos se han convertido
en parte del arsenal teórico de partidos y regímenes
similares que ya no desean “liberar Palestina” sino, en
vez de ello, aceptar lo que quiera proponer el dúo
Israel/Estados Unidos, un intento que nos ha llevado al patético
resultado que hoy constatamos en Palestina.
Influidos
por los soviéticos, los comunistas también fueron los
primeros en aceptar la resolución 242 del Consejo de
Seguridad de la ONU que desde entonces establece
“Israel” como un Estado legítimo, ordena a los árabes
olvidarse de su tierra ocupada antes de 1967 y denomina
“territorios ocupados” sólo a la tierra árabe ocupada
después de 1967 (según la ONU, antes de 1967 no hubo
ocupación; no existe la historia antes de este año).
La Unión
Soviética trató de empujar a todo el mundo a aceptar la
resolución 242. Mjalli Nasrawin, jefe del Departamento de
Relaciones del Partido Baa'th y miembro de su Consejo
Directivo Nacional durante los años sesenta, informa de que
en noviembre de 1969 el embajador soviético en Siria,
Nuradin Mukhitdinov, pidió al Baa'th (que en aquel momento
gobernaba Siria) aceptar la resolución 242. Nasrawin
recuerda que semanas después el partido recibió una carta
firmada por los dirigentes de la troika soviética Brezhnev,
Podgorny y Kosygin afirmando que los soviéticos
consideraban que la decisión de no aceptar la resolución
242 sobre Palestina era una amenaza para la paz mundial y
que si los dirigentes del partido Baa'th no la aceptaban,
los soviéticos dejarían de apoyarlos.
Los
dirigentes del partido Baa'th no tuvieron que esperar mucho
para ver cómo los soviéticos dejaban de apoyarlos. En la décima
Conferencia Nacional Extraordinaria del partido a finales de
los setenta se votó que dimitiera del cargo Hafez
el–Asssad (que entonces ministro de Defensa y encabezaba
una facción a favor de la resolución 242 dentro del
partido Baa'th ). Nasrawin recuerda que al–Assad abandonó
la conferencia inmediatamente y organizó un golpe militar.
En pocas horas el embajador soviético se reunió con el
dirigente del partido Salah Jdeid y le comunicó que si
aceptaba la resolución 242 los soviéticos volvería a
apoyar a los dirigentes del partido; si no, los soviéticos
no intervendrían. Jdeid se negó y en pocas horas Hafez
al–Assad declaró el “movimiento correctivo”, su
calificativo para el golpe militar contra los dirigentes de
su propio partido Baa'th. Todos los dirigentes del partido
fueron detenidos y acabaron pasando más de 20 años en cárcel.
Mjalli Nasrawin fue liberado tras pasar en ella 23 años.
Otros dirigentes no fueron tan afortunados. Salah Jdeid y
Noor ed–Din Atasi abandonaron la cárcel para ir a sus
tumbas.
Hay que
mencionar que los derrocados dirigentes del partido Baa'th
de los setenta eran progresistas de izquierda que, a pesar
de conocer de antemano las intenciones de al–Asad y su
facción, se negaron a eliminarlos militarmente y
defendieron la necesidad de que una teoría y práctica
marxista se convirtiera en la estrategia del partido, en
oposición al socialismo/nacionalismo romántico promovido
por otras facciones.
Si éstas
fueron las exigencias y presiones soviéticas sobre el
partido Baa'th, podemos imaginar cuáles fueron sus
exigencias y presiones sobre los partidos comunistas en
relación a la cuestión palestina, la cuestión central de
la liberación árabe.
Los
partidos comunistas no son los únicos culpables de su falta
de visión y de análisis. Las auto–denominadas
organizaciones marxistas también han cambiado en su
estrategia desde la liberación a “los dos Estados”. Éstas
son en Frente Democrático para la Liberación de Palestina
(FDLP) y el Frente Popular para la Liberación de Palestina
(FPLP). El FDLP fue pionero en proponer “etapas” en la
lucha de liberación. Esto preparó el camino para
concesiones estratégicas que ellos consideraban “etapas
necesarias” en la lucha. El FPLP, cuya postura es mucho más
progresista y que en un momento de la historia de la lucha
estaba en primera línea de la resistencia militar, se tomó
algo de tiempo antes de retirarse también a la retórica de
las “etapas” y los “dos Estados”, que es ahora su línea
política oficial.
Ahora está
claro que, con algunas excepciones, toda la izquierda árabe
organizada (partidos comunistas, el FPLP y el FDLP) ha
sucumbido a la “racionalidad política” y se ha
distanciado de una teoría y lucha objetiva a ultranza,
preparando con ello el camino para el surgimiento de
organizaciones islamistas que todavía insiste en la
“liberación” y en la “negativa a reconocer la
legitimidad de la entidad sionista” y que al mismo tiempo
practican la lucha armada.
Otro error
fundamental de los partidos comunistas fue su falta de
claridad en relación a la cuestión de la unidad árabe.
Los árabes, un caso particular en la historia, pasaron
directamente de la etapa de la opresión otomana durante
seiscientos años antes de la Primera Guerra Mundial a la
etapa de ocupación y división colonial tras la Segunda
Guerra Mundial. Resulta elemental afirmar que la fragmentación
es una herramienta de subordinación: esto es verdad en
relación a la clase trabajadora (de ahí los llamamientos a
la unidad de los trabajadores) y también es verdad en
relación a pueblos fragmentados que todavía tienen que
adquirir su existencia nacional, para los cuales una
estructura social capitalista clásica con su relevante
estructura de clase está lejos de ser una realidad
objetiva. Es una simple cuestión de sentido común el hecho
de que una prioridad de la izquierda árabe debería ser un
llamamiento a los divididos grupos árabes a unirse en la
lucha contra el sionismo y el imperialismo, y contra los
subordinados regímenes cliente árabes que salvaguardan
esta división, rompiendo con ello las líneas divisorias
diseñadas por el colonialismo.
Mientras
que los comunistas árabes, llevados por un metafísico plan
de “unidad de los trabajadores” árabes y sionistas,
estaban lejos de la lucha fundamental y no hacían ningún
esfuerzo real en relación a la cuestión de la unidad árabe
como el principal transmisor de una confrontación con éxito,
las organizaciones panarabistas empezaron a implicarse en el
marxismo, demostrando objetivamente que la unidad árabe
debe tener una naturaleza de clase, debe adoptar el
socialismo para llevar a cabo la liberación y debe ser un
esfuerzo laico anti–chovinista e integrador de todos los
pueblos oprimidos de la región árabe. En este sentido, el
influyente Movimiento Nacionalista Árabe de los cincuenta
dio vida al marxista FPLP y el partido Baa'th desarrolló
una directiva progresista de izquierda en Siria desbancada
por el golpe militar de derecha de 1970.
La postura
de los comunistas árabes en relación a Palestina y la
unidad árabe, producto de la subordinación mecánica al
centro soviético y carente de análisis y teoría crítica,
es una sólida prueba de que en los partidos comunistas clásicos
nunca nació una ”izquierda”. De hecho, estos partidos
dificultaron y a veces lucharon contra pensadores críticos
surgidos dentro de la clase dirigente.
Esta larga
historia ha ido preparando el camino para la transición
hacia ONGs de muchos comunistas y partidos comunistas en la
región árabe siguiendo la “oleada liberal” en la
izquierda global tras la caída del Muro de Berlín y la
eliminación de la Unión Soviética, el padrino político
de los partidos comunistas árabes (por supuesto, siguen
existiendo excepciones como el Partido Comunista Libanés,
pero el argumento se refiere al fenómeno general). Además,
seguir esta línea de historia también atenuará la
estupefacción que puede producir ver la colaboración del
Partido Comunista Iraquí con los ocupantes estadounidenses
y su integración en el proceso político dominado por la
ocupación, mientras que son respaldados por otros partidos
comunistas árabes, como el jordano.
Es
lógico que la izquierda árabe sea una entidad muy débil
en estos momentos, dividida en dos campos principales:
1. Un campo
comunista clásico que continúa la linea política de su
predecesor con adiciones “liberales”: promover una
solución de “dos Estados” en Palestina, que tiene una
profunda fe en “procesos democráticos” impuestos por el
imperialismo, como el impuesto en el Iraq posterior a la
ocupación, sumarse a las agendas de las ONGs y aceptar sus
fondos, y luchar más por su propia existencia política que
por una ideología y un programa políticos. Esta línea está
profundamente arraigada en la organización histórica (de
partidos comunistas y estructuras similares);
2. Un campo
neo–marxista crítico que, aunque está presente y activo,
está desorganizado y dividido, fundamentalmente debido a
que está formado por individuos que dejaron las estructuras
oficiales clásicas sin encontrar una alternativa o sin
construirla.
Aunque a mí
personalmente no me gusta el término y prefiero el de
“izquierda unida”, se suele denominar al campo
neo–marxista crítico “izquierda nacionalista”,
opuesta a la “izquierda democrática” liberal (un
deformado equivalente de los social–demócratas europeos)
o la “izquierda comunista” clásica.
Esta
nueva izquierda crítica tienen unos puntos de vista claros
en relación a
(a)
Palestina – es el centro de la lucha de liberación árabe
y no un mero conflicto palestino–israelí; una lucha a
ultranza por la existencia entre el proyecto de liberación
árabe y el proyecto sionista–imperialista no se puede
resolver por medio de un “proceso político” ni se puede
resolver manteniendo la entidad sionista en ninguna parte de
la tierra árabe;
(b) Iraq
– no reconocer la ocupación estadounidense ni ningún
proceso politico surgido de ella;
(c)
Resistencia – apoyo incondicional a toda las formas de
resistencia, incluyendo la resistencia armada;
(d) Unidad
de la lucha árabe – imposibilidad de liberación en el
nivel del actual Estado árabe débil, subordinado y
fabricado por el colonialismo.
(e)
Necesidad de formar frentes anti–imperialistas basados en
estrategias políticas claras con fuerzas que compartan este
enfoque aunque no sean particularmente de izquierda (como
islamistas, nacionalistas, etc.).
A través
de una polarización entre ambos campos (un esfuerzo que se
debe extender globalmente sobre la base de la claridad política)
puede nacer una nueva izquierda radical, militante, clara y
revolucionaria y puede volver a ser una parte clave en el
proceso de liberación, en la región árabe y en el mundo.
[1]
http://ark.cdlib.org/ark:/13030/ft6b69p0hf/
(*)
Hisham Bustani es secretario del Foro de Pensamiento
Marxista de Jordania y miembro del Comité de Coordinación
de la Alianza de los Pueblos Árabes Resistentes
(http://www.brusselstribunal.org/CairoConference290306.htm).
Este artículo fue publicado en Italia en la revista
progresista Senza Censura, Número 24.
|