Estabilidad
política cada vez más lejana
Por
Thalif Deen
Inter Press Service (IPS), 28/12/07
El
asesinato de la líder opositora y ex primera ministra
pakistaní Benazir Bhutto puede desestabilizar su país,
considerado por Estados Unidos un aliado imprescindible en
la lucha contra el terrorismo.
El
atentado del jueves contra Bhutto en Rawalpindi, cerca de
Islamabad, tuvo el propósito de impedir que fuera elegida
por tercera vez primera ministra de un gobierno civil como
resultado de las elecciones previstas para el mes próximo.
Tras
ser destituida en dos ocasiones por una serie de acusaciones
de corrupción, la ex primera ministra permaneció nueve años
en el exilio.
Bhutto
regresó a Pakistán hace dos meses gracias al decreto
"de reconciliación nacional", promulgado el 5 de
octubre por el presidente Pervez Musharraf, un general del
ejército que se encaramó por primera vez en el cargo por
un golpe.
La
norma, firmada un día antes de la reelección de Musharraf
en el parlamento, le concedió inmunidad a Benazir Bhutto y
a otros dirigentes políticos acusados de corrupción. Ningún
tribunal pudo comprobar los cargos contra la ex primera
ministra
Su
regreso en octubre se vio ensombrecido por un devastador
atentado perpetrado en la meridional ciudad pakistaní de
Karachi, del que ella salió ilesa, pero en el que al menos
140 personas murieron y más de 500 resultaron heridas.
"El
ejército, en realidad, no quiere que haya civiles en el
poder", sostuvo Barnett Rubin, director de investigación
del Centro de Cooperación Internacional de la Universidad
de Nueva York. "Querían utilizarlos para legitimar su
gobierno indirecto e iban a cometer fraude."
Rubin
señaló que la estrategia de Washington quedó "hecha
añicos" y es difícil decir si los comicios deben
realizase de todos modos, como estaba previsto, o
postergarse, en vez de cancelarse.
Pero
el presidente Musharraf, apuntó el investigador, está en
posición de adelantarse a eso, "supongo que declarando
el Estado de emergencia".
Por
su parte, Zia Mian, de la Facultad de Relaciones Públicas e
Internacionales Woodrow Wilson, de la Universidad de
Princeton, consideró el asesinato de Bhutto y de decenas de
sus partidarios "un acontecimiento trágico".
Echa
un "manto de sombra" sobre las elecciones
nacionales previstas para el 8 de enero, que pueden llegar a
postergarse indicó.
"También
plantea una interrogante acerca del futuro de Musharraf,
respaldado por Washington pero no muy popular en su país,
que esperaba servirse de las elecciones para legitimarse y
ganar apoyo", explicó Mian.
La
muerte de Benazir Bhutto también plantea la interrogante
sobre la viabilidad de su Partido del Pueblo de Pakistán (PPP),
fundado por su padre, Zulfiqar Alí Bhutto (1928-1979), que
"ella adoptó como herencia personal y vehículo para
su ambición", apuntó Mian.
Zulfiqar
Ali Bhutto fue presidente (1971-1973) y primer ministro
(1973-1977) de Pakistán y terminó sus días en la horca en
1979 tras un polémico juicio, acusado de autorizar el
asesinato de un opositor político.
Entrevistada
por IPS en octubre, Bhutto arremetió duramente contra el
gobierno militar.
"Bajo
un gobierno del PPP, el ejército permanecerá en los
cuarteles y cumplirá con su deber de proteger las fronteras
tal como lo establece la Constitución", aseguró.
"No queremos que el ejército comparta el poder con la
autoridad política y civil, a la que debe
supeditarse."
Anticipándose
a un posible caos político en Pakistán, el Consejo de
Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
se reunió el mismo jueves para urgir a todos los pakistaníes
a "mantener la calma y la estabilidad de todo el país".
El
Consejo también "condenó con los más duros términos
el atentado terrorista suicida".
El
asesinato de Bhutto "representa un ataque a la
estabilidad de Pakistán y su proceso democrático",
declaró el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
"Condeno con dureza este crimen atroz y aspiro a que
los responsables sean conducidos ante la justicia lo antes
posible."
Para
Daniel Markey, investigador del Consejo de Relaciones
Internacionales, un centro de estudios de Estados Unidos, es
poco probable que Musharraf esté detrás del atentado, pero
mucha gente en Pakistán lo responsabiliza.
Markey,
experto en Asia meridional, calificó el asesinato de
"golpe significativo" para Estados Unidos, que
desde 2002 brindó 10.000 millones de dólares en
asistencia, en especial para respaldar la lucha contra el
terrorismo.
El
peor escenario, que es poco probable que suceda, es que si
el ejército demuestra ser "incapaz de controlar la
violencia callejera, las cosas pueden salirse de
madre", sostuvo.
Hay
un "consenso general" entre altos funcionarios de
la Casa Blanca de que "si bien Musharraf no es
perfecto, aún es un aliado de mucha ayuda", indicó
Markey.
"Es
probable que esta última tragedia fortalezca esa visión de
los hechos", añadió, y subrayó que es probable que
el gobierno estadounidense "esté de su lado hasta el
final".
En
una carta enviada el mes pasado a Musharraf, Bhutto acusó a
los servicios de inteligencia de "participar" en
el atentado contra su vida en octubre.
"Si
algo me sucediera", presagió, "los haré
responsables y no a los grupos armados irregulares como
Taliban, Al Qaeda o el Talibán pakistaní".
Musharraf,
un ex general del ejército que recién el mes pasado colgó
el uniforme, encabezó una dictadura acusada de silenciar a
la oposición, amordazar a la prensa y apropiarse del
sistema judicial.
El
presidente de Estados Unidos, George W. Bush, virtualmente
se deshizo en elogios para con su par pakistaní al declarar
en una entrevista televisiva el mes pasado que Musharraf no
había cruzado ningún límite de legitimidad para ser
considerado un paria político.
"De
hecho, no creo que vaya a traspasar ningún límite. No
necesariamente estamos de acuerdo con su decisión de
imponer un Estado de emergencia y es posible que se deshagan
de él", añadió.
El
apoyo de Bush al cada vez más autoritario régimen de
Musharraf también le deparó críticas desde el Congreso
legislativo.
Quizá
la reacción más dura procedió del senador y aspirante a
la Presidencia Joe Biden, presidente del Comité de
Relaciones Exteriores del Senado perteneciente al opositor
Partido Demócrata.
"¿Qué
necesita exactamente Bush para concluir que Musharraf cruzó
la línea? ¿La suspensión de la Constitución? ¿La
imposición del Estado de emergencia? ¿Golpear y enviar a
prisión a sus oponentes políticos y activistas de derechos
humanos?", preguntó. "Ya hizo todo eso."
"Si
el presidente considera a Musharraf un demócrata debe estar
usando los mismos lentes que tenía cuando observó el alma
del presidente ruso Vladimir Putin y dijo que era «un
hombre profundamente comprometido con su país»",
apuntó.
Musharraf
tiene de rehén a Estados Unidos principalmente por dos
razones, según analistas políticos.
En
primer lugar, el gobierno de Bush considera al presidente
pakistaní como un "aliado leal" en la guerra
mundial contra el terrorismo, sin importar su falta de
efectividad para contener el fenómeno en su propio
territorio.
En
segundo lugar, Musharraf garantizó la seguridad de su
arsenal nuclear en tanto siga en el poder. Pero si es
derrocado, eso no está garantizado. En tal caso, Estados
Unidos deberá establecer un plan de contingencia para
garantizar la "seguridad" del arsenal nuclear
pakistaní.
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