Un
polvorín a punto de estallar
Por
Luke Baker
Agencia Reuters, 28/12/07
El
asesinato de la ex premier y líder opositora Benazir Bhutto
sumió a Paquistán en la peor crisis de sus 60 años de
historia y despertó los fantasmas de una desestabilización
generalizada en la región más volátil del mundo.
El
ataque, que amenaza con llevar el país al caos, supone un
duro revés para los intentos de las fuerzas democráticas
de Paquistán de combatir la creciente amenaza del
extremismo islámico en una nación que tiene armas atómicas.
La
muerte de Bhutto, además, desbarata las esperanzas de
Estados Unidos, que tiene en este país un aliado
indispensable en su lucha contra el terrorismo, de que una
alianza entre la carismática ex premier y el presidente
Pervez Musharraf pudiera enfrentar con éxito a los
talibanes y a la red terrorista Al–Qaeda.
Otro
efecto del trágico asesinato podría ser la cancelación de
las elecciones previstas para el 8 de enero, que debían
reinstalar la democracia en el país. Los analistas dicen
que Musharraf –que había tenido un gesto positivo hace
dos semanas, al abandonar su cargo de jefe del ejército–
probablemente aprovechará el momento para reinstalar un
gobierno de emergencia y cancelar, o por lo menos postergar,
los comicios.
"Es
lícito suponer que ahora las elecciones no pueden
realizarse", dijo Farzana Shaikh, experta en Paquistán
e integrante del grupo de análisis Chatham House, de
Londres.
"El
proceso electoral ha quedado en punto muerto. Creo que hay
una real posibilidad de que Musharraf decida que la situación
está fuera de control y que debe imponer otra vez la ley
marcial."
Por
su parte, Rasul Baksh Rais, un politicólogo de la
Universidad de Lahore, dijo que el asesinato "es el más
serio revés contra la democracia en Paquistán".
"Muestra
que los extremistas son lo suficientemente poderosos para
interferir en el proceso democrático –añadió–. La
mayor preocupación de Musharraf ahora será mantener la ley
y el orden, y asegurarse de que todo esto no derive en un
gran movimiento en su contra".
A
su vez, Shaikh indicó que Paquistán, un aliado clave de
Estados Unidos en la guerra contra Al–Qaeda y los
talibanes en Afganistán, estaba entrando en "aguas
desconocidas", lo cual podía provocar inestabilidad en
una región que ya ha pasado por tres guerras con la vecina
India, que también dispone de armas nucleares.
"Esta
no es la primera crisis que Paquistán ha tenido que
enfrentar desde su nacimiento, en 1947, pero sí es la peor
convergencia de varias crisis que hemos tenido", dijo
Shaikh.
Aunque
los militantes islámicos de línea dura, incluyendo a
miembros de los talibanes y de Al–Qaeda, han sido
mencionados como posibles responsables del ataque, los
expertos dicen que los opositores políticos de Bhutto y los
más cercanos al partido político de Musharraf no pueden
considerarse libres de sospechas.
"Será
muy difícil establecer quién está realmente detrás de
esto", dijo M.J. Grohel, director ejecutivo de Asia–Pacific
Foundation, un grupo de estudios de seguridad e inteligencia
con base en Londres.
"Hay
otros candidatos además de los talibanes y de Al–Qaeda:
elementos entre los militares y en los servicios de
inteligencia, que nunca tuvieron buena relación con Bhutto",
afirmó.
"Y,
por supuesto, también hay opositores políticos. Como todo
el mundo sabe, ella tenía muchos enemigos en Paquistán",
añadió Grohel.
Sospechas
de connivencia
Shaikh
destacó el hecho de que Bhutto fuera asesinada en
Rawalpindi, que se halla a gran distancia de la frontera
noroeste del país, donde operan habitualmente los
militantes islámicos. "Eso provocará temores de que
pueda haber existido alguna clase de connivencia
oficial", dijo.
Anthony
Cordesman, del Centro de Estudios Estratégicos e
Internacionales de Washington, dijo que cualquier sospecha
de que Musharraf tuvo un papel en el asesinato de Bhutto o
supo acerca de él y no hizo nada por evitarlo puede llevar
a Paquistán "al borde de un conflicto civil".
"Todo
dependerá de si los movimientos extremistas se adjudican el
ataque. Pero, aun así, un número sustancial de paquistaníes
considerarán que el gobierno de Musharraf estuvo por lo
menos indirectamente implicado, con lo que proliferarían
las teorías conspirativas y desestabilizadoras", dijo.
Los
asesores de Bhutto se quejaban con frecuencia de que no se
hacía lo suficiente a nivel nacional para garantizar su
protección.
En
octubre pasado, cuando regresó del exilio, Bhutto escapó
por poco de un intento de asesinato, en un atentado que mató
a 136 personas.
Grohel
también afirmó que, además de las repercusiones internas
del asesinato de Bhutto –sus furiosos partidarios chocaron
con las fuerzas de seguridad en las horas que siguieron a la
muerte de la candidata–, también hubo manifestaciones de
preocupación internacional.
"Las
ramificaciones son enormes", dijo. "Ahora habrá más
violencia, y si Musharraf impone otra vez la ley marcial
podrían producirse más enfrentamientos y protestas
–agregó Grohel–. Nos encontraremos ante un vacío político
si no hay elecciones."
Según
el analista, los extremistas islámicos podrían llegar a
ocupar ese vacío, y actuar desde allí. "Paquistán es
un país que alberga a Al–Qaeda y a los talibanes, y que
también dispone de armas nucleares y de misiles de largo
alcance. Todo esto tiene importantes repercusiones para
Occidente y para el mundo", afirmó.
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