Afganistán
se sitúa en el centro del escenario
Por
M. K. Bhadrakumar (*)
Asia
Times, 19/04/08
Rebelión, 20/04/08
Traducido por
Sinfo Fernández
Tres o
cuatro declaraciones aparentemente inconexas a lo largo de
la pasada semana han bastado para que la “guerra contra el
terror” en Afganistán adquiera nuevos matices y
significados. El miércoles 16 de abril, el Presidente
Mahmud Ahmadineyad declaró, durante una visita a la ciudad
santa de Qum, que los Estados Unidos invadieron Afganistán
e Iraq “sirviéndose del pretexto del ataque terrorista
del 11 de Septiembre”.
Un día
antes, el Ministro turco de Asuntos Exteriores, Ali Babacan,
que se había desplazado a Londres, expresó públicamente
su escepticismo por la actuación de la Organización del
Tratado de la Alianza del Norte (OTAN) en la guerra afgana.
Y advirtió que la OTAN “se la estaba jugando”. El
lunes, dirigiéndose a una audiencia de estudiantes en la
Universidad Tsinghua en Pekín, el Presidente de Pakistán,
Pervez Musharraf, instó a China y Rusia para que ayudaran a
estabilizar Afganistán. No obstante, en un análisis final,
es la sensacional revelación de antiguos dirigentes de la
Alianza del Norte sobre sus actuales contactos con los
talibanes, lo que hace que las directrices de combate
utilizadas en la guerra afgana no tengan sentido alguno.
El
monopolio de los Estados Unidos sobre la guerra afgana está
empezando a ser objeto de serio desafío público. La “inútil”
administración de George W Bush en Washington se enfrenta a
una ardua tarea si es que quiere conseguir dominar las
ecuaciones que a múltiples niveles están surgiendo.
Mientras
tanto, se plantean toda una serie de preguntas. ¿Son esas
declaraciones y posiciones públicas en esencia más
prudentes y profilácticas que provocativas? ¿Hay una auténtica
preocupación en la región de que EEUU sea sencillamente
incapaz de seguir adelante con la guerra? ¿O significa que
hay indicios de un desafío concertado regional ante la misión
estadounidense?
La
declaración de Ahmadineyad representa la primera vez que
Teherán ha cuestionado abiertamente, ante los dirigentes
del más alto nivel, la razón de ser de la intervención
estadounidense en Afganistán. Sugiere que el terrorismo es
el pretexto más que la razón de la intervención
estadounidense. El dirigente iraní sostiene que la
intervención estadounidense estuvo basada en la geopolítica.
Considerando que Irán (bajo el anterior presidente Mohammed
Jatami) facilitó en 2001 apoyo logístico a la intervención
estadounidense en Afganistán, la declaración del miércoles
significa una reconsideración importante de los hechos por
parte de Teherán. Admadineyad ha absuelto implícitamente
al régimen talibán de cualquier papel en los ataques del
11–S contra Washington y Nueva York.
Las
afirmaciones de Babacan, comparadas con la matizada
declaración iraní, implican que se ha posicionado desde la
perspectiva turca de ser una de las principales potencias de
la OTAN. Babacan dijo en una entrevista con el periódico
Telegraph de Londres, que la OTAN se está exponiendo al
desastre al confiar demasiado en la fuerza para derrotar a
los talibanes. Distanció a Ankara de la estrategia de la
contrainsurgencia estadounidense subrayando que el cambio
hacia un “enfoque mucho más militarista iba a ser
contraproducente y que, en última instancia, iba a servir
para socavar al gobierno afgano”.
Babacan
rechazó enérgicamente las críticas estadounidenses de que
Turquía se había negado a desplegar tropas en las agitadas
regiones del sur y este de Afganistán. Insistió en la
continuada lógica de la política turca hacia Afganistán,
centrada en actividades de reconstrucción que tienen como
objetivo “ganar sus corazones y mentes [de los
afganos]”. De manera significativa, advirtió que los
afganos podrían “empezar a percibir a las fuerzas de
seguridad de la OTAN como ocupantes” y que la situación
sería “muy complicada”. Pero él, también, evitó
hacer críticas a los talibanes.
Es
interesante ver que Babacan hizo esas matizaciones en una
entrevista en la que subrayó la creciente alienación de
Turquía respecto a Europa. También, el lunes, se celebró
en Ankara otra ronda de consultas turco–iraníes sobre
cooperación bilateral en seguridad regional, lo cual es
bastante significativo.
Musharraf
ha ido un paso más allá. Expresó que confiaba en que la
Organización para la Cooperación de Sanghai (SCO, en sus
siglas en inglés) pudiera jugar algún papel en la
estabilización de Afganistán. Añadió: “Si la SCO puede
también jugar su baza, necesitaríamos entonces asegurar
que no se va a producir una confrontación con la OTAN”.
La SCO está integrada por China, Rusia, Kazajstán,
Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán como miembros de
pleno derecho, e Irán y Pakistán como “observadores”.
Musharraf
es famoso por sus comentarios espontáneos, pero el hecho de
que hiciera esa declaración en Pekín merece que se le
preste atención. Pakistán ha intentado convertirse en
miembro de pleno derecho de la SCO. Los indicios señalan
que Pekín está, en principio, apoyando la demanda pakistaní.
Hay informaciones recién aparecidas de que Washington está
presionando para tener un papel más intrusivo en el control
de la seguridad del arsenal nuclear de Pakistán.
Musharraf
ha endosado virtualmente un llamamiento del Presidente de
Uzbekistán Islam Karimov en la reciente cumbre de la OTAN
de Bucarest (2–4 abril), con objeto de que el formato
“Seis más Dos” del período de 1997–2001 (en el que
los “”seis” eran los países que bordeaban Afganistán
y los “dos” eran Rusia y EEUU), que había intentado
conseguir la reconciliación inter–afgana entre los
talibanes y sus oponentes, se ampliara a un nuevo formato de
“Seis más Tres”, que incluiría ahora a la OTAN, junto
con China, Kirguizistán, Tayikistán, Uzbekistán, Irán,
Pakistán, Rusia y EEUU.
Moscú y
Tashkent tienen una posición coordinada a este respeto. Y
Washington se encuentra en un dilema a la hora de responder
a la oferta uzbeca de cooperación con la OTAN, que implicaría
el abandono virtual de los planes de la Alianza de ampliarse
a las antiguas repúblicas soviéticas de Ucrania y Georgia.
Sin
embargo, el pasado lunes, en un rotundo discurso en la base
de las fuerzas aéreas de Maxwell–Gunter en Montgomery,
Alabama, totalmente dedicado a la estrategia estadounidense
en Afganistán, la Secretaria de Estado estadounidense
Condoleeza Rice invocó exactamente a los grandes iconos de
la Guerra Fría: George Marshall, Harry S Truman, George
Frost Kennan y Dean Acheson. Envió un contundente mensaje a
Moscú de que la victoria de la OTAN en Afganistán “no es
sólo esencial, sino alcanzable”.
Rice
puntualizó: “Los sucesos en Afganistán harán avanzar
nuestros intereses regionales más amplios en aras a
combatir el terrorismo violento, resistiendo la actuación
desestabilizadora de Irán y afianzando la libertad política
y económica en el Sureste y Centro de Asia. Y el éxito en
Afganistán es una prueba importante para la credibilidad de
la OTAN”.
Rice ignoró
fríamente la oferta ruso–uzbeca de cooperación. Merece
que se examine con toda atención la declaración de esta
semana en Kabul de los altos dirigentes de la antigua
Alianza del Norte (AN) en contra de anteriores actuaciones.
Los
dirigentes de la AN disfrutan del apoyo de Rusia, de los
estados de Asia Central, de Irán y, por extensión, de
Turquía. Sayyed Agha Hussein Fazel Sancharaki, portavoz de
esos grupos, que ahora están bajo el paraguas del Frente
Nacional Unido (FNU), reveló a Associated Press que el
anterior presidente afgano Burhanuddin Rabbani y el alto
comandante de la AN de Panjshir, Mohammed Qasim Fahim (que
desempeña también actualmente el puesto de asesor de
seguridad del Presidente Hamid Karzai) se han estado
reuniendo con los talibanes y otros grupos de la oposición
(al parecer, el Hezb–i–Islami dirigido por Gulbuddin
Hekmatyar) durante los últimos meses en un intento de
lograr la reconciliación nacional. Afirmó que en esos
encuentros han participado “personas importantes” de los
talibanes.
Efectivamente,
Fahim (que fue jefe de inteligencia con el difunto Ahmad
Shah Massoud) y Rabbani (que perteneció a la original los
“Siete de Peshawar”, dirigentes muyahaidines que
tuvieron su campo de acción en Pakistán en la década de
1980) tendrían viejos vínculos con Hekmatyar y altos
dirigentes talibanes como Jalaluddin Haqqani. Rabbani dijo a
Associated Press que la guerra, que ya duraba seis años,
debería resolverse mediante negociaciones.
“Estamos
en el Frente Nacional y yo mismo creo, mediante
negociaciones, se llegará a la solución para el proceso
político en Afganistán “, dijo. Rabbani añadió que los
líderes de la oposición discutirían pronto y designarían
probablemente un equipo formal de negociaciones para que
iniciara conversaciones con los talibanes. Criticó a Karzai
por no intentar entablar el diálogo con los talibanes.
“Le dije a Karzai que cuando una persona empieza algo,
tiene que acabarlo. En la cuestión de las negociaciones, no
se debe dar un paso adelante y otro paso atrás. Esta labor
debe proseguirse de forma organizada”.
Es lógico
que las potencias regionales –especialmente Rusia,
Uzbekistán e Irán– observen cuidadosamente el diálogo
inter–afgano entre el Frente Nacional Unido y los
talibanes. Al parecer, lo que impulsa ese diálogo es que la
cumbre de la OTAN de Bucarest acabó decidiendo el envío de
sólo pequeños incrementos de tropas, lo que pone
interrogantes acerca de la viabilidad y perspectivas de las
operaciones de la OTAN. Pero, ¿es eso todo?
Puede
esperarse que todas esas diversas tendencias continúen,
durante un cierto período, evolucionando a la vez hasta que
algunas empiecen a aventajar a las otras. Parece que las
geopolíticas de la energía están tomando la delantera con
prontitud. El pasado viernes, Musharraf hizo alardes con el
Presidente chino Hu Yintao del tópico de un gasoducto que
conectará Irán y China a través del territorio pakistaní;
Irán está presionando para entrar en la Organización para
la Cooperación de Shanghai; está a punto de formarse un
cartel del gas en la séptima reunión ministerial de países
exportadores de gas que tendrá lugar en el mes de junio en
Moscú.
La National
Offshore Oil Corporation de China ha confirmado que están
progresando las conversaciones para llegar a un acuerdo
sobre el gas por valor de 16.000 millones de $USA en relación
al campo de gas de Pars, al norte de Irán, que le pisará
los talones al acuerdo por 2.000 millones de $USA firmado en
marzo entre la China Petroleum and Chemical Corporation e Irán,
a fin de desarrollar el campo petrolífero iraní de
Yadavaran.
Un famoso
experto, Igor Tomberg, del Instituto de Economía Mundial y
Relaciones Internacionales de la Academia de Ciencias Rusa,
escribió recientemente: “Probablemente, Irán y Rusia no
competirán la una contra la otra sino que más bien unirán
sus esfuerzos en el mercado del gas. El presidente iraní ha
sugerido más de una vez a su colega ruso que sus países
deben coordinar sus políticas sobre el gas y posiblemente
dividirse los mercados del gas. Además, podrían llegar a
un acuerdo por el cual Rusia continuará suministrando gas a
Europa, mientras que Irán exportará su gas a Oriente. Esto
socavaría los planes para diversificar los suministros
hacia Europa, que dependen en grado sumo de los Estados
Unidos”.
Afganistán
es un centro vital de los ricos recursos de Asia Central y
Oriente Medio. Por utilizar las palabras del discurso de
Rice Montgomery: “Que nadie lo olvide, Afganistán es una
misión prioritaria para los Estados Unidos, no una opción
a elegir”.
(*)
M K Bhadrahumar ha servido como diplomático de carrera en
el Servicio Exterior de la India durante 29 años, durante
los cuales, entre otros, desempeñó los cargos de embajador
en Uzbekistán (1995–1998) y Turquía (1998–2001).
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