Se agrava
la tensión regional
Hezbolá
controla y acorrala al gobierno pro-EEUU
IAR
Noticias, 13/05/08
Finalmente
la situación en Líbano dio un vuelco estratégico cuando
Hezbolá y la oposición prosiria decidieron, desde el
jueves pasado, romper el equilibrio de poder apoderándose
de todos los centros de control en Beirut mostrando de esa
manera la profunda debilidad y soledad en que se encuentra
el gobierno aliado de Washington y Tel Aviv.
La
situación emergente de los bombardeos israelíes en el 2006
(la guerra civil latente entre prosirios y antisirios y los
acuerdos del gobierno de Siniora con Washington para
desmantela a la guerrilla chiíta) tocó un punto de inflexión
cuando el miércoles pasado (7 de mayo) Hezbolá inició
acciones callejeras orientadas a tomar puntos claves de
Beirut, incluido el aeropuerto y los medios de
comunicación.
Los
combates callejeros entre prosirios y antisirios empezaron
ese miércoles en Beirut, luego de que el gobierno pro-EEUU
de Fuad Siniora resolviera desmantelar la red paralela
de telecomunicaciones de Hezbolá, y ya, en cinco días,
murieron al menos 42 personas y más de 165 resultaron
heridas, según datos de los servicios de seguridad, en
los que se consideran los peores choques internos desde el
fin de la guerra civil (1975-1990).
Los
combates entre seguidores de Hezbolá y grupos armados que
apoyan al gobierno antisirio y pro-EEUU que estallaron en
Beirut la semana pasada, ya se extendieron a Trípoli, la
segunda ciudad de Líbano, y a las montañas Choueifat en
las cercanías de la capital, bastión del líder druso
Walid Jumblatt.
El oficialismo
antisirio derrotado en las calles por Hezbolá está
compuesto por el Partido Socialista Progresista de la
comunidad drusa (PSP), las Fuerzas Cristianas Libanesas
(denominadas "falangistas"), el partido Kataeb,
también cristiano, y el Movimiento Futuro, liderado por
Saad Hariri, hijo del asesinado ex jefe de gobierno.
Los
grupos de apoyo al gobierno pro-EEUU , pobremente entrenados
para el combate, se replegaron ante los organizados ataques
de los combatientes de Hezbolá, que tomaron el control de
gran parte de la ciudad en menos de 48 horas y rodearon las
viviendas de Hariri, del líder del PSP, Walid Joumblat, y
la sede del gobierno, que permanece acordonada y
protegida por tropas del ejército.
Con
Siniora y su gobierno acorralados y escondidos en el palacio
presidencial, los combatientes chiítas avanzaban en Beirut,
provocando destrozos sistemáticos en las propiedades de
dirigentes del oficialismo antisirio y miembros prominentes
de los partidos de la coalición gobernante pro-EEUU.
El
sábado, con una gran parte de la capital libanesa bajo
control de Hezbolá, y dando muestra de su derrota, Fuad
Siniora revocó las órdenes contra Hezbolá -calificadas
por esta organización como &quuot;una declaración de
guerra"- y pidió al ejército que se hiciera cargo de
la seguridad.
Hezbolá,
que cuenta con el apoyo de Irán y Siria, dijo el sábado
que pondría fin a su presencia armada en Beirut después de
que el ejército revocara las decisiones del gobierno en su
contra.
Si
bien Hezbolá aceptó retirar (a modo de tregua) a sus
militantes de las calles, luego que el ejército llamó este
sábado a todos los grupos enfrentados a hacerlo, los
observadores y analistas coinciden en que el
gobierno tiene los días contados y que deberá ceder a
las presiones de la oposición y convocar a elecciones
parlamentarias anticipadas.
Otro
punto que indica, según los analistas, la extrema debilidad
del gobierno pro-EEUU es el acuerdo de repliegue táctico
que concretó Hezbolá con el ejército a sus espaldas, en
un esfuerzo para evitar un enfrentamiento entre los
militares y la guerrilla.
El
ejército libanés, una fuerza débil y sin preparación,
siempre evita cualquier encontronazo con los disciplinados
cuadros combatientes de Hezbolá que pusieron en fuga a los
tanques y tropas israelíes del sur de Líbano en agosto de
2006.
El
gobierno prosirio, como producto de la gran demostración de
fuerza realizada por Hezbolá, quedó aún más aislado y
debilitado mientras Washington salíó a su rescate
llamando a una reunión urgente del Consejo de Seguridad de
la ONU para que tome medidas urgentes contra Hezbolá.
"EEUU
está consultando con otros gobiernos de la región y con el
Consejo de Seguridad de la ONU las medidas que deben tomarse
para contener a los responsables de la violencia en
Beirut", dijo en un comunicado el portavoz de la Casa
Blanca, Gordon Johndro.
Por
su parte, la Liga Árabe decidió enviar una delegación
a Beirut para mediar por la finalización de los
enfrentamientos sectarios en Líbano, los peores desde que
terminó una larga guerra civil 18 años atrás.
Entre
los delegados estará el secretario general, Amr Moussa,
quien dijo en una conferencia de prensa realizada este
domingo en El Cairo, Egipto, que la liga quiere
"salvar a Líbano".
Tropas
libanesas patrullaban el domingo Beirut, después de que los
combatientes de Hezbolá se retiraran (según dijeron
provisoriamente) de las áreas que habían capturado en
enfrentamientos con partidarios del gobierno apoyado por
EEUU.
Durante
la noche del domingo, según Reuters, se registraron enfrentamientos
en Trípoli, la segunda mayor ciudad del Líbano, entre
hombres armados a favor y en contra del gobierno. Fuentes de
seguridad dijeron que al menos dos personas murieron y cinco
resultaron heridas.
Según
Reuters, cientos de soldados apoyados por vehículos
blindados establecieron bloqueos en las calles y tomaron
posiciones en la zona musulmana de la capital. No había
hombres armados a la vista, pero jóvenes mantenían
barricadas en algunos caminos principales, asegurándose de
que los puertos aéreos y marinos de Beirut permaneciesen
cerrados.
La
oposición liderada por Hezbolá, mientras tanto, dijo
que mantendría una campaña de "desobediencia
civil" hasta que todas sus demandas sean cumplidas.
La
tensión regional
El
deterioro de la situación en el Líbano y en todo Oriente
Medio disparó en los últimos días los temores al
estallido de una nueva guerra entre el grupo chií Hezbolá
e Israel, que podría ser inminente, según fuentes
israelíes y libanesas citadas por la prensa árabe e Israelí.
Declaraciones
de los últimos días del líder de Hezbolá ratificaron esa
tendencia alimentada por múltiples señales y movimientos
militares.
El
líder de Hezbolá volvió a advertir que la organización
político-militar está preparada para una guerra abierta
más allá de las fronteras del Líbano contra Israel a
quien responsabilizó de la muerte del comandante militar de
ese grupo Emad
Mugniyeh
el 12 de febrero pasado .
El
asesinato en Siria de un comandante de Hezbolá, a fines de
marzo, por medio de un atentado atribuido a los servicios
secretos de Israel, reactualizó a Líbano como eje de un
conflicto que puede desembocar en una guerra regional con
Irán y Siria como protagonistas centrales.
Además
de involucrar nuevamente a Irán y Siria y poner
nuevamente a la región en pie de guerra el asesinato
del comandante de Hezbolá reavivó el cuadro de
"guerra civil" en Líbano y otorga a Israel y a
EEUU nuevos argumentos para una nueva intervención militar
en la región.
La
masacre aérea israelí de 33 días en 2006 se cobró más
de 1.200 vidas libanesas y 4000 heridos, además de destruir
la economía y la infraestructura de Líbano, y no logró
los objetivos marcados por Tel Aviv (la destrucción de
Hezbolá), según el informe Winograd encargado a una comisión
no independiente por el ejecutivo israelí para depurar
responsabilidades.
Luego del bombardeo israelí
de julio-agosto de 2006, tanto Washington como Tel Aviv
descartaron una operación militar en gran escala,
tanto en Líbano como en Gaza, por temor a que una nueva
masacre de civiles y un nuevo fracaso militar detone
una oleada de repudio internacional y complique sus
planes en la ONU con Irán y Siria.
Por
lo tanto, concentraron sus esfuerzos en un Plan B
(que tiene a la ONU como actor central) cuyo objetivo estratégico
principal es una intervención militar en Líbano y Gaza
desplegando una fuerza militar ofensiva conducida por la
OTAN (como la que está actuando en Afganistán) para
que tome el control en reemplazo de de las fuerzas
"no ofensivas" de la ONU.
De
conseguirse este objetivo, y como ya está sucediendo
en Afganistán con el gobierno títere de Karzai, las
administraciones de Abbas y de los "antisirios"
encabezados por Fuad Siniora, con sus respectivos aparatos
militares, pasarían a cumplir el rol de "auxiliares"
de las fuerzas represivas de la OTAN contra Hamás,
Hezbolá y las organizaciones de resistencia a Israel.
De
esta manera, Israel y EEUU, mimetizados en el control de la
fuerza multinacional, controlarían una nueva operación
militar de exterminio de Hamás y Hezbolá, sin exponer
a sus ejércitos al desgaste de nuevas invasiones militares
abiertas que ya han demostrado su inoperancia desde el año
pasado hasta aquí.
La
operación relámpago de "toma de Beirut" lanzada
por Hezbolá rompió el equilibrio de poder, mostró la
extrema debilidad combativa de los grupos antisirios, y
volvió a poner contra las cuerdas al gobierno
colaboracionista de Fuad Siniora que sigue mostrando para
cumplir con la promesa realizada a Washington de "desarmar
a Hezbolá".
Para los analistas y
observadores, de nuevo con Hezbolá victoriosa, en Líbano
se profundiza un nuevo capitulo de una guerra regional
latente que tiene a Israel, Irán y Siria como los
protagonistas centrales.
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