Líbano

No hay guerra civil en el Líbano

Hay una guerra en contra de la resistencia

Por Nadia Asan
Boletín Entorno (Año 6 Número 40), 15/05/08

Lo que está pasando hoy en el Líbano es sólo una extensión de lo que está aconteciendo en toda la región. Estados Unidos y sus aliados occidentales están tratando de hacernos creer que la religión es el factor principal en este conflicto e intentando, a su vez, encubrir las motivaciones políticas e intereses económicos involucrados en todo el proceso. Existen dos posiciones principales hoy en el Líbano, por un lado un proyecto colonialista conducido por Estados Unidos y su principal aliado en la región, Israel, cuyo vocero es el propio gobierno libanés, y por otro lado, un proyecto de soberanía conducido por el movimiento de resistencia.

De hecho, es una guerra entre un movimiento patriótico contra agentes externos. Es por esto que ambos sectores están compuestos por diversas corrientes religiosas, sectarias e ideológicas. ¿Cómo se explica sino que Michel Aoun – cristiano maronita – y líder del Movimiento Patriótico Libre, y el Partido Comunista estén alineados con Hezbollah?

El gobierno pro–imperialista occidental libanés pretende enfrentar al Ejército Nacional en contra del pueblo y la resistencia. Su objetivo es escudarse detrás del ejército debido a su falta de apoyo popular. Debe tomarse en cuenta que la jefatura del ejército sigue en manos de nacionalistas.

Previo a la invasión israelí contra el Líbano en 2006, se ejerció una serie de presiones, tanto internas como externas, para desmantelar al legítimo movimiento de resistencia en el Líbano, Hezbollah. Estas presiones se incrementaron luego de que este grupo derrotara al ejército israelí y diera esperanzas a otros movimientos de resistencia en otras partes de la Patria Árabe. Esta victoria fue una nueva prueba de que la resistencia contra la globalización por una parte, y la guerra de guerrillas por otra, aún es posible.

Hace pocos días atrás, y luego de la más larga sesión del parlamento libanés en la historia, la coalición pro–occidental votó una moción que declaró ilegal la red de comunicaciones de Hezbollah, un sistema de telecomunicaciones que fue sumamente efectivo contra el ejército israelí durante la guerra que tuvo lugar el verano de 2006. Esta "Declaración de Guerra" contra la resistencia es sólo un ejemplo más de cómo los perritos falderos locales de Estados Unidos e Israel están luchando en contra de su propio pueblo, ya que por esta acción el gobierno – de hecho – está tratando de desmantelar la principal herramienta con la que cuenta la resistencia para luchar en contra del proyecto colonialista en la región.

Esto no es un asunto menor, ya que es la primera vez desde la firma de los Acuerdos de Taif en 1989, que pusieron fin a la guerra civil en el país y que le concedió legitimidad a la resistencia armada de Hezbollah en contra de Israel, que el gobierno condena una red de comunicaciones que forma parte del aparato de seguridad del movimiento y la considera una "ilegal amenaza contra el propio Estado".

Lo que el gobierno libanés está haciendo no es más que es trabajo sucio de Israel, sólo un par de días después de que el gobierno estadounidense volviera a declarar a Hezbollah como una organización terrorista y lo mantuviera en su "Lista Negra".

El objetivo aquí no es otro que darle a Estados Unidos el control tanto del principal aeropuerto del país como de todo el sistema de comunicaciones, para así poder socavar la legítima resistencia del pueblo contra su principal objetivo, Israel, provocando luchas internas, que puedan ser confundidas fácilmente como disputas religiosas, de la misma manera que lo están haciendo en Iraq y Palestina. La principal razón que se esconde detrás de la destitución del responsable de la seguridad del aeropuerto es que éste declaró que al–Hariri mantuvo una reunión secreta hace pocos días en el aeropuerto con el príncipe saudita Bandar. Por cierto Bandar fue el único árabe a quien Bush informó cuándo la invasión de Iraq iba a tomar lugar.

La principal amenaza para el proyecto colonialista en la región, incluyendo tanto a los regímenes árabes como a sus benefactores occidentales, es el pueblo y su poder de resistencia. Socavar este poder y crear un clima de constante tensión interna es el objetivo de cualquiera que esté en contra de un movimiento nacionalista árabe en la Patria Árabe.

¿Cómo podemos explicar sino es de esta manera las acusaciones de intromisión iraní en el Líbano, llegando al punto de solicitar la expulsión de su embajador y paralizar todos los vuelos desde y hacia Irán, debido al apoyo a Hezbollah por parte del gobierno iraní, pero al mismo tiempo no se pronuncie una sola palabra en contra de la intromisión externa de Estados Unidos en Iraq, no se pronuncie una sola palabra en contra de permitir que un tercio de la tierra de Qatar sea utilizada como base militar estadounidense, y no se pronuncie una sola palabra en contra de las fuerzas internacionales, armadas hasta los dientes, que bajo el falso pretexto de "preservar la democracia" están ignorando el respeto de la territorialidad libanesa y consideran "terroristas" a gran parte de su población?

Francia, la "Madre Patria", mantiene una fuerte presencia militar en la zona, centrada principalmente en tratar de recuperar su proyecto colonialista y una vez más haciendo el trabajo sucio de una entidad que ha oprimido a un pueblo completo por más de 60 años.

Se llevará a cabo una reunión de cancilleres en el Cairo, reunión solicitada por Egipto y Arabia Saudita, pero ¿por qué razón otra que condenar, una vez más, el derecho de un pueblo a resistir contra su opresor, tal y como lo está haciendo con éxito Hezbollah en el Líbano? De seguro estos ministros discutirán las formas de poner fin a la influencia "negativa" que los miembros de la resistencia tienen dentro del país.

Finalmente, debe quedar claro que Palestina está en el centro del conflicto en el Líbano. Poner fin a la resistencia nunca ha significado "reconstruir" al Líbano, pero sí proteger a Israel y convertirlo en un estado "normal" en el corazón de la Patria Árabe. Es por esto, que la primera decisión de los agentes pro–imperialistas, si llegan a tener éxito, será el reasentamiento de los refugiados palestinos del Líbano... a cualquier lugar menos Palestina.


Bush llega para constatar su fracaso

Análisis de Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 13/05/08

Washington.– El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, realizará esta semana una gira por Medio Oriente en la que sólo habrá de constatar que sus políticas han paradójicamente socavado sus planes de hegemonía y le han dado más terreno a su principal rival en la región: Irán.

Los últimos acontecimientos en Líbano sin duda ensombrecerán el viaje de Bush, que comienza este martes en Israel y continuará en Arabia Saudita y Egipto.

Fue apenas en 2005 que el mandatario elogió la llamada Revolución del Cedro (movimiento popular libanés contra la influencia Siria originado tras el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri) como una vindicación del tipo de transformación democrática de la región que insistía en promover.

Pero tres años después, con una breve guerra entre el movimiento chiita Hezbolá e Israel, esa organización respaldada por Irán y Siria parece más poderosa y afianzada que nunca, al igual que su aliado islamista sunita en los territorios palestinos, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), que mantiene el control de Gaza y gana popularidad en Cisjordania, en mayor parte debido a la aparente falta de progresos en las conversaciones de paz, formalmente iniciadas por el propio Bush en Annapolis en noviembre pasado entre la Autoridad Nacional Palestina y el gobierno israelí.

"La política en el terreno es absolutamente miserable", dijo el domingo al periódico The New York Times el analista Jon Alterman, especialista en Medio Oriente para el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington.

"Es difícil recordar un momento menos auspicioso para promover la paz entre árabes e israelíes que ahora. El poder y la influencia de Estados Unidos están a la baja en la región", añadió.

Bush participará este miércoles de las celebraciones por el 60 aniversario del Estado de Israel, y luego volará a Arabia Saudita, presumiblemente para realizar un llamado –como hizo en enero cuando viajó por última vez a la región—a un aumento de la producción petrolera, con el fin de traer algo de alivio a Estados Unidos, y en especial al gobernante Partido Republicano de cara a las elecciones de noviembre.

Luego se dirigirá al balneario egipcio de Sharm El Sheik, donde hablará ante el Foro Económico Mundial y se reunirá con varios líderes árabes, incluyendo al presidente anfitrión, Hosni Mubarak, y al rey Abdalá de Jordania.

Aparte de Israel, país para el que Bush ha sido por lejos el presidente estadounidense más indulgente de la historia, el mandatario espera recibir un entusiasta recibimiento de los líderes sunitas, muchos de los cuales están preocupados por la exhibición de fuerza realizada por el Hezbolá en Líbano.

Ese movimiento tomó control del oeste de Beirut y se enfrenta con el ejército en la septentrional ciudad de Trípoli, luego de que la coalición gobernante, sunita y pro occidental, amenazara su intención de desmantelar su red de telecomunicaciones.

Los líderes sunitas de Medio Oriente, al igual que Bush y ni que hablar Israel, ven la victoria del Hezbolá como otro de tantos avances de Irán en sus esfuerzos por cambiar el equilibrio de poder en toda la región, y en el Golfo Arábigo o Pérsico especialmente, contra Washington y sus aliados.

La impresión es que Bush está ansioso por reavivar el fuego de su alianza de facto con árabes sunitas e israelíes contra Teherán, aun sin un proceso de paz palestino–israelí viable.

"Para mí, el régimen iraní es la mayor amenaza a la paz en Medio Oriente", dijo el mandatario en una entrevista con el Canal 10 de Israel, de acuerdo con una trascripción parcial divulgada el lunes.

Lo iraníes "financian al Hezbolá… Vea lo que está pasando ahora en Líbano, una joven democracia tratando de sobrevivir. Está dentro de los intereses de Israel que la democracia libanesa sobreviva. Ustedes necesitan preocuparse por Irán, y de hecho ustedes están preocupados por Irán y nosotros también", afirmó.

Cinco años después de que la Casa Blanca declaró "misión cumplida" en Iraq, todos los análisis concuerdan en que casi todo lo que Bush hizo en la región socavó la influencia estadounidense, e incluso fortaleció la de Irán. Esto incluye la propia invasión a Iraq, el derrocamiento de Saddam Hussein, el rechazo de la oferta iraní de negociar los principales temas de disputa, las presiones al Hamas luego de que ganara las elecciones democráticas en Palestina, y apoyar a los israelíes en su guerra contra el Hezbolá en 2006.

Incluso en Iraq, los últimos ataques contra el Ejército Mahdi, del clérigo chiita Muqtada al Sadr, particularmente en Bagdad, parecen haber fortalecido las más estrechas y duraderas relaciones con Irán de algunas facciones del gobierno iraquí: la Organización Badr, el Consejo Supremo Islámico Iraquí y el Partido Dawa, del primer ministro Nouri Al Maliki.

El hecho de que Teherán jugó un papel clave en auspiciar las treguas entre Sadr y el gobierno, tanto en la sudoriental ciudad de Basora en abril como en el suburbio bagdadí de Ciudad Sadr el fin de semana pasado, reveló el grado en el que Irán puede desafiar a Washington en lo que el "halcón" (miembro del ala más belicista en el gobierno estadounidense) Reuel Marc Gerecht, del neoconservador American Enterprise Institute, admitió es "la única arena en que la administración (de Bush) es capaz de competir efectivamente".

Si bien hay poca evidencia de que Washington haya presionado al gabinete libanés para que ordene el desmantelamiento de la red de telecomunicaciones del Hezbolá en el aeropuerto de Beirut, las anteriores políticas del gobierno de Bush son suficientes para haber desencadenado la presente crisis.

Entre estas se destacan el fuerte apoyo a la gobernante Coalición 14 de Marzo, integrada por musulmanes sunitas, cristianos y drusos, el envío del buque de guerra USS Cole al Mar Mediterráneo cuando la crisis en Beirut se intensificó en marzo, la partida de unos 400 millones de dólares en asistencia militar y entrenamiento para el ejército libanés y el respaldo encubierto (con la ayuda de Arabia saudita y Jordania) a las milicias sunitas, en algunos casos disfrazado de iniciativas privadas de seguridad, con el fin de contrarrestar al Hezbolá.

"Estos milicianos sunitas demostraron ser un completo fracaso, y los representantes de Estados Unidos en Líbano apenas libraron una batalla, a pesar de su fuerte retórica contra los chiitas", señaló Nir Rosen, experto en Medio Oriente para la New America Foundation.

El analista señaló a la exitosa ofensiva del Hezbolá de las últimos días eran "la agonía del plan de Bush por un nuevo Medio Oriente".