¿Al–Qaeda liquidada?
Todavía no
Por Michael Scheuer (*)
Asia
Times, 12/06/08
Rebelión,
13/06/08
Traducido por Germán Leyens
La vieja máxima sobre “el tiempo
pasa volando” es ciertamente verdad, sea utilizada para
describir el proceso de envejecimiento o el acercamiento
implacable de plazos para entregar manuscritos. Pero rara
vez ha sido tan cierta como en las últimas tres semanas.
El alba del 29 de mayo, todavía era válido
el Cálculo Nacional de Inteligencia de EE.UU. para 2007,
que decía que al–Qaeda constituía una amenaza importante
y cada vez mayor para EE.UU.; esa tarde, el secretario del
Departamento de Seguridad Interior de EE.UU. (DHS, por sus
siglas en inglés) anunció que Hezbolá en el Líbano era
ahora el “equipo ‘A’ del terrorismo” y que hacía
que “al–Qaeda pareciera un equipo de una liga menor.”
Entonces, el 30 de mayo, el director de
la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Michael Hayden,
dijo que al–Qaeda estaba estratégicamente derrotada en
varios lugares importantes; que “enfrenta reveses a escala
global”, y que, en general, a EE.UU. le iba “bastante
bien” en su lucha contra su Némesis islamista. A la mañana
siguiente, el secretario del DHS superó a Hayden publicando
una “declaración reconfortante” que minimizaba
considerablemente las probabilidades de que al–Qaeda
adquiriera y utilizara un artefacto nuclear.
Para que las cosas fueran aún más
alegres, todas estas buenas noticias llegaron después de
otras afirmaciones de que la defunción de al–Qaeda era,
si no inminente, por lo menos próxima. Tres expertos
estadounidenses en terrorismo publicaron dos artículos en
los últimos días de mayo en los que aseveraron que ese
grupo de Osama bin Laden estaba cada vez más aislado en el
mundo islámico y distanciado de los musulmanes debido a críticas
y desafíos teológicos – algunos de la extensión de un
libro – escritos por eruditos islámicos arrepentidos.
Por lo menos un ex “cerebro de
al–Qaeda” – Sayyid Imam al–Sharif, también conocido
como doctor Fadl – escribió un tratado profundamente
condenador contra al–Qaeda, pero sucedió que estaba
encerrado en una prisión egipcia al ser publicado y por lo
tanto no pudo hablar con periodistas occidentales. Peter
Bergen y Paul Cruickshank preguntan por qué antiguos
aliados de al–Qaeda se han vuelto contra dirigentes del
grupo: “En gran parte es porque al–Qaeda y sus afiliados
han adoptado cada vez más la doctrina de Takfir, según la
cual afirman que tienen el derecho de decidir quién es un
“verdadero” musulmán. Críticos de al–Qaeda saben lo
que resulta de este punto de vista takfiri: primero los
radicales creen que algunos musulmanes apostatan; después
de eso los radicales comienzan a matarlos. Esta progresión
fatal sucedió tanto en Argelia como en Egipto en los años
noventa. Ahora tiene lugar de un modo aún más dramático
en Iraq, donde atacantes suicidas de al–Qaeda han matado a
más de 10.000 iraquíes, la mayor parte atacados
simplemente por ser chiíes. Recientemente, al–Qaeda en
Iraq ha vuelto su fuego contra suníes que se oponen a sus
dictados, un hecho que no pasó desapercibido a la mayoría
suní del mundo islámico.” [1]
Lawrence Wright agrega en el New
Yorker: “En agosto de este año [2008], al–Qaeda marcará
su 20 aniversario. Es una larga vida para un grupo
terrorista. La mayor parte de las organizaciones terroristas
desaparecen con la muerte de su carismático líder, y sería
difícil imaginar que al–Qaeda siga siendo una entidad
coherente sin bin Laden. La Fracción del Ejército Rojo se
acabó con la caída del Muro de Berlín al perder su
refugio en Alemania Oriental. El Ejército Republicano
Irlandés, inusualmente, duró durante casi un siglo hasta
que las condiciones económicas en Irlanda mejoraron
significativamente, y los líderes fueron presionados por
sus propios miembros para que llegaran a un ajuste político.
Cuando uno busca paralelos optimistas para el fin de
al–Qaeda, es desalentador darse cuenta de que su
dirigencia sigue intacta, sus refugios no están amenazados,
y las condiciones sociales que dieron origen al movimiento
siguen en su mayor parte intactas. Por otra parte,
al–Qaeda no tiene nada que mostrar como resultado de sus
esfuerzos excepto sangre y dolor. La organización fue
construida sobre la base de toda clase de argumentos
intelectuales de mala muerte – falsas lecturas de la
religión y la historia – hábil y tortuosamente
combinadas para dar la apariencia de razón. Incluso si la
retórica de [Dr] Fadl [repudiando su apoyo previo a
al–Qaeda] parece dudosa a algunos lectores, la sofistería
de al–Qaeda es groseramente puesta a la vista de todos.
Aunque probablemente continúe como grupo terrorista, ¿quién
puede seguir tomándola en serio como filosofía?” [2]
Sorprendente. En los 21 días desde la
última vez que escribió este autor, bin Laden y al–Qaeda
se transformaron de salafistas y wahabíes en nihilistas, en
takfiris mátenlos–a– todos; han sido degradados de
insurgentes veteranos y talentosos al nivel de los dementes
que dirigieron la Fracción del Ejército Rojo; y han sido
derrotados de un modo como el mundo no ha visto desde que se
declaró “Misión Cumplida” en Iraq.
¿Cómo explicar este despampanante
cambio total? Bueno, las afirmaciones sorprendentes hechas
por altos responsables del gobierno de EE.UU. de que
al–Qaeda se tambalea bajo los golpes estadounidenses
parecen harto fáciles de explicar. Después que el gobierno
de EE.UU. fue rotundamente culpado por no destruir a
al–Qaeda antes de atacar Iraq, el aluvión de proclamas de
altos responsables de EE.UU. de fines de mayo – si uno
puede permitirse ser cínico – pueden tener la intención
de asegurar a los estadounidenses de que al–Qaeda ha sido
derrotada si en los próximos meses se hace necesario que
las fuerzas de EE.UU. ataquen Irán.
La aseveración de que hay un feroz
debate entre y en medio de los líderes y teóricos de
al–Qaeda y otros islamistas es bastante verdadera, pero
difícilmente nueva. El debate apasionado, erudito e
hiriente en lo personal entre grupos e incluso dentro de
al–Qaeda es un proceso operativo estándar entre
islamistas. Lo que es poco usual en la actual vuelta de
discusión es que: (a) Es más público que normalmente y
(b) muchos analistas occidentales, que hasta ahora eran
convincentes, se permiten ilusiones vanas y dan mucho crédito
a las palabras de críticos de al–Qaeda, a pesar de que
las dos fuentes que citan más a menudo y más cabalmente
son de una credibilidad bastante dudosa.
Uno es saudí, Shaykh Salman
al–Awdah, quien escribió una carta pública condenando a
bin Laden por haber cobrado las vidas de muchos musulmanes
en ataques de al–Qaeda [3] El otro es egipcio, el ya
mencionado y legendario teórico yihadista Fadl, quien,
desde una prisión egipcia, publica – gracias a los buenos
oficios de los servicios de seguridad egipcios –
retractaciones totales de escritos pro–yihád que otrora
afirmó que eran avalados por Dios.
Awdah fue anteriormente un islamista
ardiente quien predicó la yihád, guió a bin Laden, y pasó
cinco años en prisión por oponerse a la presencia militar
de EE.UU. en la Península Arábiga y por sugerir que la
familia al–Saud es no–islámica. Hoy en día, Awdah es
un miembro bien calificado del establishment religioso saudí.
Tiene su propio sitio en la Red (islamtoday.net), presenta
un programa de televisión y se le permite viajar al
extranjero para condenar la violencia conducida en nombre de
la religión.
Fadl, aunque sigue en la cárcel, tiene
acceso a un fax y recibe tratamiento especial. “Su hijo
dice que tiene una habitación privada con baño y una pequeña
cocina,” completa con refrigerador, entrega de periódicos
y un televisor. Es interesante que Fadl haya vivido
libremente en Yemen de 1994 hasta 2001, pero sólo después
de verse en la cárcel en Egipto, en algún punto después
del 11 de septiembre de 2001, lo embargó un genuino
remordimiento por sus antiguos escritos yihadistas y se
sintió motivado por Dios a repudiar sus antiguas creencias
radicales.
No cabe duda de que las declaraciones y
argumentos de Awdah y Fadl son desplegados por todos los
sitios en los medios de información y tienen un cierto peso
entre islamistas; han provocado y provocarán debates, tanto
corteses como amargos. Pero sus palabras tendrían mucho más
peso entre islamistas y musulmanes corrientes – y crearían
una amenaza mucho mayor para el futuro de al–Qaeda y el
movimiento islamista – si no fuera tan enormemente obvio
que ambos están metidos en los puños no siempre gentiles
de los regímenes saudí y egipcio, y que cada uno se ha
beneficiado personalmente de su disposición para repudiar
posiciones anteriores mediante la publicación de
declaraciones y ensayos anti–islamistas que ambos regímenes
quieren ver publicados y ampliamente distribuidos.
Las declaraciones de Awdah y Fadl
ciertamente no ayudarán a al–Qaeda; por cierto, los pesos
pesados de al–Qaeda, Ayman al–Zawahiri y Abu
Yahya–al–Libi, han dicho públicamente que podrían
profundizar el derrotismo que está tan profundamente
arraigado entre los árabes, y que al–Qaeda ha tratado de
superar desde que fue fundada en 1988. [4] No obstante, no
es probable que esas declaraciones destruyan rápidamente el
apoyo para bin Laden y su grupo en un mundo islámico en el
que la mayoría de los musulmanes reconoce que nueve veces
de cada 10, esas drásticas retractaciones de posiciones
previamente sostenidas son provocadas por sobornos
monetarios, amenazas a la familia y a amigos, o severos
abusos físicos.
Más importante aún es que los desafíos
teológicos lanzados por Awdah, Fadl y otros, no cambian
nada respecto a la motivación fundamental de al–Qaeda y
sus aliados – el impacto de las políticas estadounidenses
y occidentales en el mundo musulmán; la presencia de
fuerzas militares estadounidenses y occidentales en la región
árabe; y el apoyo estadounidense y occidental para regímenes
árabes tiránicos. Mientras exista este status quo,
al–Qaeda y sus aliados seguirán luchando y sus esfuerzas
seguirán obteniendo un apoyo público amplio y
probablemente creciente, o por lo menos beneplácito.
Ante esta realidad, individuos como
Awdah y Fadl no ofrecen nada a los musulmanes fuera de
derrotismo, una disposición para aceptar que el régimen de
los Estados policiales árabes se prolongue indefinidamente
y una aceptación supina de lo que gran parte del mundo
musulmán ve como una hegemonía mortalmente anti–islámica
de “cruzados y sionistas.”
El siempre vituperante periodista y
autor británico Robert Fisk describió claramente esta
realidad en la edición del 1º de junio de The Independent
de Londres. Aunque puso demasiado énfasis – como hace a
menudo – en el tema de la opresión occidental de los
musulmanes, Fisk presenta aparte de eso una visión válida
y de sentido común del motivo por el que al–Qaeda no está
contra las cuerdas y no lo estará durante un cierto tiempo.
Fisk comenzó diciendo: “¿Así que al–Qaeda está
‘casi derrotada’? ¿Verdad?”:
“Grandes logros contra al–Qaeda.
Esencialmente derrotada. En conjunto, las cosas van bastante
bien,” dijo el jefe de la CIA Michael Hayden, al
Washington Post. Una derrota casi estratégica para
al–Qaeda en Iraq. Una derrota casi estratégica para
al–Qaeda en Arabia Saudí. Reveses significativos para
al–Qaeda globalmente – y aquí voy a usar la palabra
ideológicamente – mientras una gran parte del mundo islámico
rechaza su forma del Islam.” Bueno, podríais haberme engañado...
Sí, ganamos un poco de tiempo en Iraq, pagando a la mitad
de los insurgentes para que combatieran por nosotros y
asesinaran a sus primos de al–Qaeda. Sí, seguimos
apuntalando al régimen decapitador y torturador de Arabia
Saudí – ningún problema, supongo, después de nuestro
entusiasmo por el “submarino” – pero eso no significa
que al–Qaeda esté derrotada.
“Porque al–Qaeda es una manera de
pensar, no un ejército. Se alimenta de dolor y temor y
crueldad – nuestra crueldad y nuestra opresión – y
mientras continuemos dominando el mundo musulmán con
nuestros helicópteros Apache y nuestros tanques y nuestros
Humvees y nuestros dictadores “amigos,” al–Qaeda
continuará... [The
Independent, 1 junio].” [Este artículo completo
puede leerse en:
http://www.socialismo-o-barbarie.org/medio_oriente_nuevo/080608_b_alqaedaderrotada.htm
]
Notas:
1.
Peter Bergen and Paul Cruickshank, "The Unraveling:
Al–Qaeda's revolt against bin Laden," New Republic,
11 de junio de 2008, página 17.
2.
Lawrence Wright, "The Rebellion Within: An al–Qaeda
mastermind questions terrorism," New Yorker (Internet
version), 26 de mayo de 2008.
3. Shaykh Salman Bin–Fahd al–Awdah,
"Letter to Usama Bin Ladin," Islamtoday.net, 17 de
septiembre de 2007.
4.
"The Open Meeting with Shaykh Ayman al–Zawahiri, Part
1," Al–Sahab Media, April 2, and Abu–Yaha
al–Libi, "I am not a deceiver nor will I allow
someone to deceive me," Al–Sahab Media, 10 de marzo.
* Michael Scheuer sirvió en la
CIA durante 22 años antes de renunciar en 2004. Sirvió
como jefe de la unidad bin Laden en el Centro
Contraterrorista de 1996 a 1999. Es quien fue el autor
otrora anónimo de “Imperial Hubris: Why the West is
Losing the War on Terror” y del recién publicado
“Marching Toward Hell: America and Islam After Iraq” El
doctor Scheuer es asociado sénior de The Jamestown
Foundation.
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