Entrevista
con Gilbert Achcar
“EE.UU.
siembra las semillas de
una tragedia a largo plazo”
Por Foti Benlisoy y Aykut Kılıç
ZNet,
02/06/08
Rebelión,
16/06/08
Traducido
del inglés para por Germán Leyens
Esta entrevista fue realizada el 20 de mayo de 2008 por Foti
Benlisoy
y Aykut
Kılıç
para la revista crítica “Mesele” (Pregunta), impresa en
Turquía. Fue publicada en la edición de junio de 2008.
2008
es el 60 aniversario de la fundación de Israel y de la
Nakba, la catástrofe palestina. ¿Qué ve como el objetivo
israelí, y ha cambiado con el pasar de los años? ¿Cuál
es la actual estrategia israelí respecto a Gaza y a
Cisjordania?
Son
muchas preguntas. Bueno, ante todo la continuidad entre 1948
y la actualidad es desde luego la del proyecto sionista
inicial y básico de apoderarse de toda Palestina, la
Palestina del mandato británico. Fue logrado sólo
parcialmente en 1948, ya que el Estado israelí fue fundado
sobre aproximadamente un 80% de ese territorio. Fue
considerado entonces como sólo un primer paso, como nos lo
dicen ahora todas las biografías, documentos y archivos de
los dirigentes sionistas y especialmente de Ben Gurion –
la primera etapa en un impulso para controlar todo el país.
Esas condiciones fueron satisfechas en 1967 cuando Israel
invadió y ocupó el resto de Palestina, al oeste del río
Jordán. Así que desde 1967, que es el segundo punto
decisivo importante en la historia del conflicto, el
problema de Israel ha sido la implementación del proyecto
inicial que comenzó en 1948 en los territorios ocupados en
1967, mediante la construcción de asentamientos coloniales,
un colonialismo mediante pobladores. Sin embargo, hubo una
diferencia importante entre 1948 y 1967 y ése es el
principal problema para Israel en la actualidad. La
diferencia es que en 1948 un 80% de la población de los
territorios controlados por Israel huyó de la guerra. Fue
aterrorizada, directa o indirectamente, y huyó como toda
población civil huiría durante una guerra. Como todos
saben, se le impidió que volviera y los palestinos se
convirtieron en refugiados, constituyendo una mayoría del
pueblo palestino. En los territorios que Israel ocupó en
1967, sin embargo, no sucedió el mismo proceso porque la
población había aprendido las lecciones de 1948 y
comprendió que si huía de sus casas, no se le permitiría
retornar. Esta vez, por lo tanto, la mayoría de la gente se
quedó. También había aprendido de 1948 que no sería
masacrada si se quedaba: es lo que habían temido en 1948.
Israel mantuvo una minoría palestina árabe dentro de su
territorio después de 1948 y ya que los que se quedaron
entonces siguieron vivos, la mayoría siguió su ejemplo en
1967. Desde entonces, Israel ha estado tratando de resolver
este problema, que es el mayor que enfrenta: la población
de Cisjordania y Gaza. Esta población está compuesta de
una gran proporción de refugiados de los territorios de
1948, aparte de la gente autóctona de Cisjordania y Gaza.
Se oponen y rechazan el control israelí sobre sus
territorios. Lo que trata de asegurar Israel, ya que no
puede simplemente expulsar a la población palestina, es
controlar Cisjordania mediante una red de asentamientos,
puestos estratégicos y militares, carreteras y muros, etc.,
a fin de mantener a los palestinos en enclaves separados
bajo control israelí, tal como Gaza en su conjunto es una
especie de enclave bajo total control militar israelí desde
afuera, algo como un inmenso campo de concentración.
Es
lo que muchos llaman el callejón sin salida demográfico de
Israel. Ahora Israel ya no puede ser judío y democrático
al mismo tiempo.
Es
por cierto el problema de Israel. Todo el tema tiene que ver
con esa contradicción: que un Estado pretenda ser al mismo
tiempo democrático y étnicamente definido como judío. Es
una contradicción en sus términos porque si uno define un
Estado por su carácter étnico o religioso, ya está
contradiciendo los valores democráticos modernos. Por
cierto, a fin de hacer que esta falacia suene verosímil,
este así llamado Estado judío democrático, es necesario
asegurar una abrumadora mayoría judía entre los ciudadanos
del Estado. Es lo que tuvieron los sionistas en 1948.
Aceptaron entre ellos una minoría de árabes palestinos –
entre 15 y 20% en 1948 – como una coartada que les
permitiera decir: El nuestro es un Estado democrático; es
judío en virtud del hecho de que más de un 80% de nuestra
población es judía. Sin embargo, después que se
apoderaron de Cisjordania y Gaza y la masa de la población
árabe palestina se quedó allí, ya no les fue posible
anexar esos territorios como lo hicieron con los que
conquistaron en1948. Israel anexó sólo Jerusalén en 1967,
y después el Golán en 1981. Pero no anexó el resto de
Cisjordania y Gaza. ¿Por qué no? Desde el punto de vista
de la ideología sionista, Cisjordania es mucho más
importante para Israel que el Golán. El punto es, sin
embargo, que el Golán sólo tiene una pequeña población
árabe, y actualmente los colonos israelíes en el Golán
son casi tan numerosos como los árabes autóctonos –
quienes, a propósito, pertenecen en su abrumadora mayoría
a la secta drusa que Israel siempre consideró como
integrable (Hay drusos sirviendo en el ejército israelí, a
diferencia de otros “árabes israelíes”). En cuanto a
Jerusalén, fue anexada directamente en 1967 por su enorme
valor simbólico. Pero no pudieron anexar el resto del país
ocupado, porque si lo hubieran hecho, tendrían o una vasta
población dentro de territorio israelí privada de
derechos, o si le concedían derechos cívicos estaría en
peligro el carácter judío del Estado. En otras palabras,
si hubieran anexado Cisjordania y Gaza, el Estado israelí
habría cesado de ser judío o habría cesado de ser democrático
en el sentido de la igualdad de derechos, una persona un
voto, etc. Es por cierto el gran dilema del sionismo, que
trató de resolver con el Plan Allon, diseñado en 1967,
inmediatamente después de la guerra. El plan consistía de
la construcción de asentamientos y bases militares, a fin
de asegurar el control estratégico sobre los territorios,
sin anexar las áreas donde se concentra la población
palestina – aldeas, ciudades, etc., pero a fin de
devolverlas al control de alguna autoridad árabe
colaboracionista. Al comienzo, el plan era devolver esas áreas
a la monarquía jordana. En los años noventa, Israel decidió
hacer un trato con la OLP, porque la facción dominante de
la OLP se mostró dispuesta a hacer un trato con Israel bajo
sus condiciones y esto produjo el acuerdo de Oslo. Para
Israel, el acuerdo de Oslo no fue más que un paso en la
misma dirección del Plan Allon. Arafat pensó que la OLP
podía obtener alguna especie de Estado independiente. Pero
comprendió rápidamente que se había convertido en víctima
de sus propias ilusiones. Y todo este proceso, el así
llamado proceso de paz, se derrumbó, como lo vemos ahora.
Está en la ruina, y todo lo que Washington trata de hacer
termina en un callejón sin salida. No hablo de las
relaciones con Hamás, sino de la así llamada autoridad
palestina de Mahmoud Abbas. No parece haber una posibilidad
de llegar a un acuerdo a pesar de que Abbas es el más
servil hacia Washington de todos los dirigentes que hayan
tenido los palestinos. A pesar de ello, los israelíes no le
hacen ninguna concesión que tenga sentido. Es un punto
muerto total y un importante fracaso para EE.UU., para el
gobierno de Bush, uno de sus numerosos fracasos en Oriente
Próximo. El equipo de Bush abandonará la escena a fines de
este año con el peor balance en política exterior de la
historia de cualquier gobierno de EE.UU., especialmente en
cuanto a Oriente Próximo.
Edward
Said dijo una vez sobre la elite de la OLP que “ningún
grupo de liberación en la historia se ha vendido a sus
enemigos como éste.” ¿Piensa que esa opinión es válida?
Es
una valoración que tiene que ser enfrentada con un estudio
detallado de todos los movimientos de liberación. No estoy
seguro de que no haya habido casos comparables de capitulación
en la larga historia de las luchas anticoloniales. Pero sin
duda, aunque no sea necesariamente la dirigencia más
sumisa, es una de las dirigencias más sumisas en la
historia de las luchas nacionales. Aceptó tantas
concesiones, tantos repliegues sobre sus propias demandas básicas
y sin embargo no ha conseguido nada sustancial a cambio.
¿Hay
algunas características específicas de la dirigencia de la
OLP que llevaron a estos repliegues?
Bueno,
las características estuvieron allí desde el principio.
Constituyen la mayor diferencia en la historia entre la OLP
y la mayoría de los movimientos anticoloniales y por la
liberación colonial. Una especificidad importante de la OLP
es que, desde el comienzo, ha estado estrechamente vinculada
a Estados reaccionarios, muchos de ellos ligados al
imperialismo. Así que existía esa situación muy peculiar
de un movimiento nacional que combatía a un Estado sionista
fuertemente respaldado por el imperialismo de EE.UU., y ese
mismo movimiento nacional dependía para su financiamiento
de Estados como el reino saudí, muy estrechamente vinculado
al mismo imperialismo de EE.UU. Cuando los guerrilleros
palestinos tomaron el control de la OLP después de la
guerra de 1967, fueron inundados de petrodólares, inmensas
cantidades. Lo que es ciertamente seguro es que la OLP se
convirtió en el movimiento de liberación nacional más
rico en la historia de las luchas anticoloniales. Su
presupuesto podía ser comparado con el de algunos países
del tercer mundo. Desarrolló una inmensa burocracia, muy
corrupta. Con el tiempo, los mejores elementos, los
militantes más dedicados fueron asesinados, especialmente
en Jordania en 1970, durante Septiembre Negro. Así que hubo
una especie de selección mediante la cual los que siguieron
teniendo el control eran los dirigentes más corruptos de
los palestinos. Hay una línea directa entre esta evolución
y Oslo y la Autoridad Palestina actual, con Mahmoud Abbas,
Mohammed Dahlan, y todos esos dirigentes corruptos que
apuestan en todo a Washington. Esperan que EE.UU. les dé
algo. Y su problema es que, a pesar de que son totalmente
serviles ante Washington, no reciben nada.
¿Y
la izquierda palestina? ¿Qué explica su debilidad?
Bueno,
la izquierda palestina nunca ha logrado realmente
desarrollarse como una alternativa real a la dirigencia
derechista de la OLP. Nunca ha cuestionado realmente las
instituciones de la OLP, la estructura de esas
instituciones. Aceptó las reglas del juego fijadas por la
dirigencia de Fatah, la dirigencia derechista de la OLP.
Aunque una y otra vez tuvo disputas con la dirigencia de
Fatah y hubo casos en los que la OLP casi se dividió,
invariablemente se reconciliaron en nombre de la unidad
nacional. Es como perdió credibilidad como dirigencia
alternativa a la OLP y es como entró en escena Hamás. En
los primeros meses después de diciembre de 1987, cuando
comenzó la primera Intifada, la izquierda palestina era
claramente dominante dentro de la dirigencia de la Intifada,
junto con miembros radicales de Fatah en los territorios
ocupados – donde no podía haber un equivalente de la
corrupta burocracia en el exilio. No obstante, desde el
verano de 1988, se las arreglaron para capitular ante la
dirigencia derechista en el extranjero, que controló la
reunión del Consejo Nacional Palestino de octubre de 1988
que proclamó el así llamado Estado independiente, y se
preparó para negociaciones directas con Washington. Esos
fueron los años, 1987–1988, en los que fue fundado Hamás
y tomó parte en la situación. Hamás se convirtió muy rápido,
con su enfoque radical islámico fundamentalista, en los
ojos del pueblo palestino, en la única alternativa real a
la dirigencia de Fatah, a la OLP. Hamás se modeló como
tal, mientras la izquierda fracasaba miserablemente en el
intento de proyectarse como una alternativa. Por lo tanto
Hamás logró ser mucho más fuerte que la izquierda, aunque
al principio no fue así; los fundamentalistas no eran más
fuertes que la izquierda – incluso en Gaza.
Existe
un debate en la izquierda sobre si debiéramos pedir
insistentemente una solución de “dos Estados” o de
“un Estado” para Israel–Palestina ¿Cuál es su punto
de vista sobre estas alternativas?
Para
ser franco, considero que este debate es en gran parte una pérdida
de tiempo. Quiero decir que es un debate sobre utopías en
ambos casos y a pesar de ello, algunos lo conducen como si
la recompensa estuviera al alcance de la mano. Cada lado
acusa al otro de ser utópico, y los dos tienen razón,
porque ambas “soluciones” son utópicas. Por cierto, un
“Estado palestino independiente” si se limitara a
Cisjordania y Gaza sería totalmente utópico. Pero yo diría
también que un solo Estado con diez millones de palestinos
y seis millones de judíos es mucho más que una utopía, ya
que requiere la destrucción del Estado sionista si uno
quiere considerar el tema seriamente. De otra manera no
puede funcionar. Es por eso que pienso que son utopías y
que se concentra demasiada energía en este debate, así que
se convierte en una pérdida de tiempo. A mi juicio hay dos
niveles que deben ser considerados cuando se encara el tema
palestino. Por una parte están los intereses o necesidades
inmediatos y urgentes del pueblo palestino. ¿Para qué
lucha el pueblo palestino en Gaza y Cisjordania? Lucha
ciertamente por librarse de la ocupación – no por el
derecho a votar en Israel. Quiere soberanía sobre sus
territorios. Obviamente, su lucha debería ser apoyada.
Incluso si alguien propugna una solución de un Estado, ¿puede
decir que se opone a la lucha palestina contra la ocupación
de Cisjordania y Gaza porque no corresponde a su visión
maximalista de la solución correcta? Sería completamente
absurdo desde el punto de vista político. Por lo tanto, si
lo ponemos en términos concretos, hay que apoyar la lucha
real de los palestinos por su alivio inmediato de la ocupación.
Ahora, por otra parte, si alguien considera una solución a
largo plazo del problema, quiero decir si alguien quiere
elaborar un programa a largo plazo con una dimensión utópica,
¿por qué limitarla a Palestina, sea con uno o dos Estados?
¿Por qué dejar a Jordania fuera de la ecuación, por
ejemplo? Hay más palestinos en Jordania que en Cisjordania
y en realidad constituyen una mayoría en la propia
Jordania, al este del río Jordán. ¿Por qué entonces
dejar afuera a Jordania? Entre 1949 y 1967 Cisjordania y
Jordania eran un Estado en el que la abrumadora mayoría era
palestina. Era controlado por la monarquía y, por cierto,
era un Estado despótico. La dirigencia palestina, cuando
las guerrillas palestinas eran un Estado dentro del Estado
en Jordania, nunca lucharon por el derrocamiento de la
monarquía jordana. Sólo la izquierda, a fines de los años
sesenta y comienzo de los setenta, llamaba a derrocar la
monarquía. Fatah se opuso a la izquierda al respecto y fue
uno de los factores que permitieron que la monarquía
aplastara el movimiento palestino en Jordania en 1970. Las
fuerzas armadas palestinas fueron entonces totalmente
aniquiladas en Jordania en 1971. Claro está que el pueblo
palestino, en su mayoría refugiados de 1948, permaneció en
el país, pero el movimiento fue aplastado y tuvo que pasar
a la clandestinidad. Esa fue siempre la perspectiva
derechista: No tocamos a los regímenes árabes, sólo
luchamos contra Israel. Es la “contradicción principal”
y debiéramos guardar la calma cuando hablamos de
“contradicciones secundarias.” Bueno, es trágicamente
absurda: la así llamada “contradicción secundaria.”
– es decir la monarquía jordana – mató más palestinos
que Israel hasta 1971. Demostró que era el otro lado de la
misma medalla que Israel. La población de Cisjordania no
puede constituir sola algún tipo de Estado independiente
– en el mejor de los casos un “Bantustan.” Pero si
pensamos en los territorios jordanos como el complemento
natural para Cisjordania, entonces cambia el cuadro. Pero
para eso, hay que obtener un gobierno democrático en
Jordania. Aparte de eso, yo diría que no se puede concebir
una solución a largo plazo, final, duradera y justa que no
sea en el ámbito regional y bajo condiciones socialistas
– mediante una federación socialista de Oriente Próximo
y más allá. Sin duda, es una utopía, pero es una utopía
inspiradora. Como digo todo el tiempo, si uno quiere ser utópico,
más vale que sea una utopía inspiradora, no mezquina. Que
sea grande. La utopía grande trasciende las fronteras,
trasciende los nacionalismos, el socialismo. Es una utopía
interesante, mientras que una solución de un Estado, “una
persona un voto,” limitada a los palestinos e israelíes,
me parece como una utopía que no inspira. No estoy para
nada convencido de que los palestinos quieran ser ciudadanos
del mismo Estado con los israelíes, incluso si fueran la
mayoría política bajo condiciones enormemente desiguales
como las que tenemos ahora en Sudáfrica donde los blancos
siguen constituyendo de lejos la principal sección de la
clase dominante y se hacen más ricos, muchos de ellos
viviendo en comunidades cerradas. Y estoy positivamente
seguro de que los israelíes no aceptarán jamás ser una
minoría política. Así que es un callejón sin salida.
La
semana pasada hubo choques importantes entre las fuerzas
leales a Hezbolá y el gobierno pro–occidental en el Líbano.
Después que Hezbolá rechazó la agresión israelí contra
el Líbano en 2006 Hezbolá fue el héroe del día. Y ahora
las cosas parecen haber cambiado de nuevo hacia mayores
divisiones. ¿Por qué motivo?
Tiene
razón al subrayar que ha habido un cambio. Por cierto. Es
verdad que en 2006 Hezbolá logró una importante victoria y
fue visto en toda la región árabe y en el mundo islámico
y más allá como una especie de fuerza heroica que resistió
a uno de los aliados más estrechos del imperialismo de
EE.UU., repeliendo la agresión sionista. De modo que sí,
lograron el estatus de héroes. Y es verdad que esa imagen
ha sido afectada por los recientes choques. ¿Por qué?
Porque, ante todo, los enemigos de Hezbolá, quienes, por
cierto, son al mismo tiempo los enemigos de Irán en el ámbito
regional – es decir el reino saudí, Jordania y Egipto,
tenían un solo argumento con el cual contrarrestar a Hezbolá
y tratar de detener la influencia iraní. Era y sigue siendo
la carta sectaria: denunciar a Irán como un poder persa chií,
y a Hezbolá como un agente árabe chií de Irán,
implementando una conspiración chií contra los suníes árabes.
Es como se esfuerzan por presentar las cosas. En 2006 esto
fracasó miserablemente, porque las poblaciones en la región
– incluyendo a Turquía, estoy seguro – se oponen
fuertemente a Israel y al imperialismo de EE.UU. y por lo
tanto simpatizan con Hezbolá. Por consiguiente, la
abrumadora mayoría no se tragó el argumento chií–suní.
Lo
que ha sucedido desde entonces es que Hezbolá se enmarañó
en la política libanesa sobre una base sectaria, con
aliados que se ajustaban enteramente al marco sectario. Como
por ejemplo el movimiento chií Amal, que es una organización
puramente sectaria – nada parecido a una organización
antiimperialista, sólo una fuerza sectaria. Amal fue, en
los años ochenta, más antipalestina que cualquier otra
cosa. Así que Hezbolá se enmarañó en la política
sectaria libanesa, hasta el punto de dirigir recientemente
un ataque militar con sus aliados sectarios contra áreas
pobladas por suníes de Beirut y otros sitios. Esto afectó
en mucho su imagen en el Líbano – más en el Líbano que
en cualquier otra parte, porque la población libanesa está
naturalmente más concentrada en la situación política
interna en el Líbano que la gente de, digamos, Egipto o
Turquía. Creo que Hezbolá tuvo una reacción exagerada en
las luchas recientes. Tenía razón al rechazar las
decisiones del gobierno Siniora, seguro, pero podrían
haberlas derrotado fácilmente – como lo hicieron con
decisiones previas que no fueron de su gusto – sin lanzar
una semejante ofensiva militar en Beirut y otras partes del
Líbano, con aliados como Amal. Al hacerlo, crearon una
situación de gran resentimiento sectario. Por lo tanto,
aunque ganaron muy fácilmente desde el punto de vista
militar en la última tanda, pienso que perdieron políticamente.
Es porque ahora hay una polarización sectaria muy intensa
en el Líbano: suníes contra chiíes. Es muy peligroso.
Ahora, como podemos ver por las discusiones que tienen lugar
en Qatar entre partidos libaneses, el tema del armamento de
Hezbolá ha sido puesto sobre la mesa. Antes de los últimos
eventos, la mayoría parlamentaria dirigida por Hariri
apenas se atrevió a hablar del tema, especialmente después
que Hezbolá justificó poderosamente en 2006 que su
armamento era necesario para repeler y disuadir la agresión
israelí. Ahora, repentinamente, después de que utilizó
por primera vez en muchos años sus armas en luchas
internas, su fuerza armada es denunciada por sus oponentes
como una fuerza de milicia armada. Desde mi punto de vista,
Hezbolá cometió un grave error cuyas consecuencias son muy
serias, al entrar el Líbano en lo que parece ser un nuevo
ciclo de violencia. Podría muy bien resultar en unos pocos
años que lo que pasó recientemente fue solo la primera
vuelta de una nueva guerra civil en el Líbano, a menos que
las condiciones regionales e internacionales prevengan ese
escenario pesimista. Por cierto, esto es terriblemente
negativo para la lucha antiimperialista en la región, ya
que viene después del horrible baño de sangre entre suníes
y chiíes que continúa en Iraq. Si eso se extendiera al Líbano
y tal vez mañana a Siria, sería un desastre para toda la
región. Los únicos que se beneficiarían serían Israel y
EE.UU., que tratarían ambos de aprovechar esa situación.
¿Presentan
demandas el Partido Comunista del Líbano u otras fuerzas
laicas de izquierda para cambiar completamente el sistema
para que no se siga basando en la identificación y partidos
sectarios?
Bueno,
el Partido Comunista es actualmente la única fuerza de
importancia de la izquierda en el Líbano. El resto son
grupos muy pequeños. Entre los partidos libaneses de una
cierta importancia, el PC es uno de los pocos que es
realmente laico, dedicado a un programa laico. Es un partido
verdaderamente multi–sectario, con musulmanes, chiíes y
suníes, cristianos, drusos, etc. El secretario general del
partido tiene antecedentes suníes, mientras la mayoría de
los miembros del partido son chiíes – ciertamente un
partido verdaderamente multi–sectario. Defiende la
secularización de la política libanesa. Y como partido de
izquierda presenta demandas sociales y económicas. El PCL
no se ha sumado directamente a ninguno de los dos campos
principales en el Líbano. Durante los últimos choques
decidió no participar en la lucha. Por supuesto los
comunistas se oponen al gobierno y al proyecto imperialista
en el Líbano, así como contra las agresiones de Israel: se
sumaron a la lucha contra las fuerzas israelíes en 2006.
Pero no pueden compartir los objetivos de la oposición en
la política interior, que denuncian como objetivos
burgueses sectarios. Critican a ambas partes, poniendo más
énfasis en las fuerzas pro–occidentales dirigidas por
Hariri. Defendieron consecuentemente una posición
independiente en los últimos tres años. Es una importante
mejora en su línea política, porque en los años setenta y
ochenta y en todo el período previo el Partido Comunista
estuvo muy involucrado en alianzas bajo hegemonía burguesa:
con Arafat durante algún tiempo, con el líder feudal
druso, Jumblatt, la mayor parte del tiempo, así como con el
régimen sirio. Cayó en una profunda crisis y fragmentación
desde los años noventa, como resultado de lo cual el actual
partido, realmente muy debilitado, mejoró radicalmente su
política. Desde 2005 ha seguido realmente una línea
independiente, comenzando con las movilizaciones de marzo de
2005 a favor y contra Siria en el Líbano después del
asesinato del antiguo primer ministro Hariri. El 8 de marzo
de 2005 Hezbolá y sus aliados organizaron una inmensa
manifestación como homenaje a Siria y a su presidente
Bashar al–Assad. Las fuerzas pro–occidentales llamaron a
una contra–manifestación el 14 de marzo de 2005 contra
Siria, motivo por el cual la actual mayoría en el Líbano
es llamada “14 de marzo” y la oposición es llamada por
algunos “8 de marzo.” El Partido Comunista se negó a
participar en ninguna de estas dos manifestaciones y convocó
a una tercera. Fue, desde luego, mucho más pequeña que las
dos gigantescas manifestaciones del 8 y del 14 de marzo, que
reunieron a cientos de miles de personas cada una. La
manifestación organizada por el PCL atrajo sólo a algunos
miles. Pero, con sus banderas rojas, representaron
visualmente una tercera vía en el Líbano, rechazando a los
otros dos campos sectarios. Básicamente por ese motivo,
pienso que su actitud política ha mejorado mucho, aunque
sigo teniendo muchas reservas – especialmente respecto a
su actitud de apoyo hacia el ejército libanés y su jefe
que está a punto de ser elegido presidente con el apoyo de
todas las fuerzas.
Parece
que el único camino para trascender las divisiones
sectarias puede ser mediante organizaciones políticas y
sindicales de izquierda que presenten una alternativa
no–sectaria y resistan las políticas neoliberales que han
sido implementadas en el país. ¿Tiene Hezbolá una
inclinación a organizar resistencia contra esas políticas
neoliberales?
Es
una ilusión total. No tienen nada fundamentalmente contra
el neoliberalismo y, aún menos, contra el capitalismo.
Usted sabe que su supremo modelo es el régimen iraní –
ciertamente no un baluarte contra el neoliberalismo. Por
cierto, como todos los fundamentalistas islámicos,
consideran que el Estado y / o las instituciones religiosas
debieran ayudar a los pobres. Eso es caridad. La mayoría de
las religiones propugnan y organizan la caridad. Presupone
las igualdades sociales y que los ricos den a los pobres sus
migajas de pan. La izquierda, por otra parte, es
igualitaria, no “caritativa.” En todo caso, Hezbolá no
está realmente interesado en las políticas sociales y económicas
del Estado. Durante todos los años en los que Rafik Hariri
dominó el gobierno y las tropas sirias dominaron el Líbano,
se implementaron las políticas neoliberales más crueles,
pero Hezbolá nunca se opuso seriamente a ellas. No forma
parte de su programa o de sus prioridades.
La
última vuelta de eventos comenzó el día de una huelga
general convocada por algunos sindicatos. Pero son
sindicatos podridos que en realidad estaban controlados por
los sirios antes de que abandonaran el Líbano. La vez
anterior en la que llamaron a una huelga, fue un fracaso
total porque la oposición, es decir básicamente Hezbolá,
no la apoyó seriamente a pesar de haber prometido apoyo a
la huelga de la boca para afuera como un gesto opositor.
Esta vez, Hezbolá aprovechó la oportunidad de la huelga
para movilizar contra las decisiones políticas del gobierno
dirigidas en su contra – no para oponerse a sus políticas
sociales y económicas. Por eso, aunque los choques
comenzaron el día de la huelga general, las demandas
sociales y económicas de la huelga cayeron en el olvido.
Hezbolá no lucha contra el neoliberalismo, aunque puede
atender a veces las necesidades de su electorado plebeyo. La
única fuerza significativa que se opone al neoliberalismo
en el Líbano es la izquierda, especialmente el PCL.
Volviéndonos
ahora a Iraq, ¿Cuál es el significado del reciente
conflicto entre las fuerzas leales al gobierno Maliki y el
Ejército del Mahdi de Múqtada al–Sáder?
Bueno,
resulta de la convergencia de dos intereses. La razón más
inmediata tras los últimos choques es que la autoridad del
Ejército del Mahdi y del movimiento sadérista en Iraq ha
estado aumentando mucho entre los chiíes durante el período
reciente, especialmente desde 2006. Se convirtieron en la
fuerza más popular entre los iraquíes chiíes. Ya que nos
acercamos a las próximas elecciones, elecciones
provinciales programadas para este otoño, los otros dos
principales grupos chiíes, el grupo Maliki (es decir el
Partido Dawa) y el Consejo Supremo Islámico Iraquí (SIIC,
por sus siglas en inglés), que colaboran con la ocupación
de EE.UU., temieron considerablemente su resultado. Como
sabe, los sadéristas habían formado inicialmente la
Alianza Unida Iraquí con esos grupos y se unieron a ellos
en las anteriores vueltas electorales. Luego rompieron con
la alianza, acusando a los otros de ser colaboracionistas
con la ocupación. Dawa y SIIC comprendieron que si no había
algún cambio iban a ser derrotados por los sadéristas. Fue
su primer y principal incentivo para lanzar el ataque contra
Basora, seguido por el ataque contra Sáder City en Bagdad.
Trataron de marginar o debilitar a los sadéristas. Por otra
parte, claro está, la ocupación de EE.UU. considera básicamente
a los sadéristas como enemigos y estaría muy contenta si
fueran debilitados. Las fuerzas de ocupación de EE.UU.
chocaron con los sadéristas más de una vez. En los choques
recientes, comandantes de EE.UU. trataron de hacer un juego
hipócrita, afirmando al comienzo que no estaban
involucrados y que los sadéristas no han constituido un
problema para las fuerzas de EE.UU. desde cuando congelaron
sus actividades militares. Sin embargo, es muy evidente que
EE.UU. estuvo muy involucrado en los combates contra los sadéristas.
Como dije, convergieron dos agendas: la de la ocupación de
EE.UU. y la de la alianza Dawa–SIIC, ansiosa de debilitar
a su principal competidor entre los chiíes iraquíes, es
decir los sadéristas.
¿Cuáles
son los resultados de la ‘oleada’ de EE.UU.? Ciertamente
ha habido una disminución relativa en la violencia sectaria
en Iraq. ¿Significa que a la ocupación de EE.UU. le va
mejor?
La
‘oleada’ logró algunos resultados, indudablemente.
Desde el punto de vista de Washington, es exitosa. Lo
afirman porque en general el nivel de violencia sectaria
decreció evidentemente – algo bueno, por cierto. ¿Pero
vale la pena preguntar por qué ocurrió? Bueno, porque, por
una parte, desplegaron más tropas de EE.UU. en Bagdad y los
sadéristas se retiraron y decidieron no combatir cuando
comenzó la ‘oleada’. Pero el elemento crucial en la así
llamada ‘oleada’ es un cambio en la estrategia de la
ocupación. EE.UU. comenzó por hacer lo que todas las
potencias coloniales hicieron en esas partes del mundo, lo
que los británicos hicieron en Iraq después de la Primera
Guerra Mundial cuando tomaron control del país. Jugaron la
carta tribal. Así que EE.UU. trató de comprar o sobornar a
tribus suníes en las áreas suníes. Sobornaron a tribus y
les dieron armas ayudándolas a formar los así llamados
Consejos del Despertar, que eran fuerzas tribales
subvencionadas por Washington. Pagan a los miembros de esas
milicias tribales salarios a partir de300 dólares al mes.
Es un monto elevado en comparación con los salarios
promedio en Iraq, pero no es mucho en comparación con el
coste de la ocupación. Se puede hacer el cálculo. Si
pagan, digamos, hasta a 250.000 personas un promedio de 400
dólares al mes, son 100 millones de dólares: ¡No es nada,
comparado con los 12.000 millones de dólares al mes que
EE.UU. paga por la ocupación de Iraq! Y no lo he comprobado
aún, pero podría ser perfectamente que las tribus están
siendo sobornadas con fondos del gobierno iraquí. Sea cual
sea el caso, Washington se puede permitir esto sin problema
alguno. ¿Es, sin embargo, una solución a largo plazo para
EE.UU? A largo plazo será otro factor importante para
impedir que Iraq logre algún tipo de estabilidad, ya que sólo
refuerza la división del país en tribus y sectas. Paradójicamente,
las fuerzas chiíes en el gobierno están atacando a las
fuerzas chiíes de Múqtada al–Sáder bajo el pretexto de
desmantelar todas las milicias. Y los sadéristas responden:
“Queréis que nos desarmemos, mientras ahora los suníes
tienen sus propias milicias.” De modo que es una situación
totalmente confusa. EE.UU., al tratar de salir de la ciénaga
y del desastre que creó en Iraq, sólo prepara la escena
para un desastre mucho mayor. Iraq es una historia trágica
y uno apenas puede concebir alguna salida estable en el
futuro previsible para este país, mientras EE.UU. presida
sobre su destino.
¿Piensa
que una posible victoria de Obama o Clinton cambiará la política
de EE.UU. respecto a Oriente Próximo y especialmente Iraq?
¿Es posible una retirada de Iraq?
Pienso
que la retirada de las tropas de EE.UU. de Iraq es algo que
no sucederá a menos que le sea impuesta a Washington.
EE.UU. no se retirará de Iraq por la buena, simplemente
porque no estamos hablando de Vietnam. En Vietnam decidió
retirarse en 1973 cuando a fin de cuentas vio que el coste
de la guerra – políticamente, económicamente, desde
todos los puntos de vista – se había hecho mucho más
elevado que los beneficios para EE.UU. del control de
Sudvietnam. Pero en Iraq, los beneficios de mantener el país
bajo su control son inmensos. Es la gran diferencia entre
Iraq y Vietnam. Iraq es un país petrolífero extremadamente
importante en medio de lo que es de lejos la región petrolífera
más importante del mundo. Por ello, lo que está en juego
es mucho más importante que Vietnam. Por eso el
imperialismo de EE.UU. no puede considerar una retirada
similar a la de Vietnam. Lo que tratará de hacer es hallar
soluciones mediante las cuales pueda mantener el control del
país mientras trata de estabilizarlo. Porque, después de
todo, si se puede controlar a un país muy rico en petróleo,
pero no se puede explotar su petróleo, ¿para qué sirve?
Por lo tanto tiene que estabilizar el país. Pienso que el
próximo gobierno, quienesquiera sean, continuará por una
parte con las actuales estrategias de ‘iraquización’
del gobierno de Bush mediante las tribus suníes y todo eso
– como hubo ‘vietnamización’ en Vietnam. En segundo
lugar, tratará de llegar a un acuerdo con Irán así como
con Siria. Ciertamente tratará de llegar a un acuerdo con
Siria y tratará de separarla de Irán. Pero también
necesita un acuerdo con Irán a fin de estabilizar el área
a falta de algo mejor, es decir un “cambio de régimen.”
Fue una de las principales recomendaciones del Grupo de
Estudio Iraq bipartidario bajo la presidencia conjunta de
Baker y Hamilton que fue formado antes de la ‘oleada’
para evaluar la situación en Iraq: Negociad con Teherán y
Damasco.
Otro
tema importante, que también se relaciona con la política
turca, es la región autónoma kurda en Iraq. ¿Cuál es la
estrategia de EE.UU. respecto a los kurdos?
Es
un dilema importante para EE.UU. Todos debieran recordar
como los kurdos fueron traicionados por Washington después
de la primera guerra contra Iraq en 1991, cuando se
rebelaron contra Sadam Husein y EE.UU. simplemente dejó que
éste aplastara su rebelión De la misma manera, EE.UU.
permitió que Sadam Husein aplastara la rebelión en el Sur
de Iraq. En ambos casos, decenas de miles de personas fueron
muertas. Después de eso, EE.UU. estableció en el Norte
kurdo una especie de protectorado, un protectorado
estadounidense–británico en el Kurdistán iraquí. Sucedió,
por una parte, porque Turquía se alarmó por el flujo de
refugiados kurdos de Iraq hacia territorio turco y quería
empujarlos de vuelta al Kurdistán iraquí. Los europeos
también temieron que los kurdos iraquíes terminaran por
llegar como demandantes de asilo a Europa. Las potencias
occidentales también quisieron mostrar que eran
verdaderamente tan humanitarias al proteger a esa población
que había sufrido ataques químicos de Sadam Husein. Por lo
tanto, los dirigentes del Kurdistán iraquí se convirtieron
en los aliados más estrechos de Washington en Iraq. Cuando
comenzó la ocupación de todo Iraq en 2003, esa alianza
resultó ser muy útil para Washington. La Alianza Kurda
Talabani–Barzani en Iraq es el aliado más importante y
fiable de EE.UU. Básicamente no existen aliados fiables de
EE.UU. en Iraq, fuera de los kurdos. Alguien como Iyad
Allawi podrá ser un aliado de confianza, pero no dispone de
una fuerza importante como la de los kurdos. Las principales
fuerzas chiíes no son aliadas fiables de Washington porque
todos saben que también están estrechamente vinculadas a
Teherán, particularmente el SIIC. En el mejor de los casos
son fuerzas ambiguas que colaboran con la ocupación, pero
no son terriblemente fiables, Así que los únicos aliados
fiables de EE.UU. son sin duda los dirigentes kurdos. El
problema para Washington, sin embargo, es que los kurdos
tienen sus propias ambiciones. Quieren establecer un Estado
independiente de facto, no un Estado oficialmente
independiente, porque saben que eso necesitaría una guerra
con Turquía y no se la pueden permitir. Quieren todos los
atributos de un Estado independiente sin el nombre. También
quieren agrandar la región que controlan para que incluya
sitios como Kirkuk. Quieren un gran Kurdistán iraquí.
Esto, evidentemente, discuerda con las aspiraciones de otros
iraquíes. Por lo tanto, EE.UU. enfrenta un verdadero
dilema. Washington necesita a esos aliados kurdos pero al
mismo tiempo no puede perder a los árabes iraquíes por
causa de sus kurdos. El problema ha sido postergado de año
en año. Según los planes iniciales, el tema de Kirkuk
debería haber sido resuelto hace mucho. Supuestamente debía
organizarse un referendo y ha sido pospuesto una y otra vez.
Es una verdadera bomba de tiempo para Iraq.
¿Piensa
que sea posible una separación de Iraq en regiones o
Estados kurdo, suní y chií?
Esa
seudo–solución significa en realidad una guerra. Todo
intento de dividir el país llevará a la guerra bajo las
condiciones actuales. Esto creará una situación aún peor
para EE.UU. en la región. Por eso Washington no está en
nada interesado en propiciar la partición aunque en EE.UU.
y en el Congreso de EE.UU. hay quienes la favorecen, algo
como una federación laxa. Pero incluso una federación es
muy difícil de implementar. Sólo podría llegar a ser
posible si en todas las tres regiones clave de Iraq hubiera
algo igualmente rico en reservas de petróleo o gas. Los
kurdos tratan de asegurar las suyas. En la región árabe
suní, hay un importante campo de gas que actualmente es
explorado intensivamente como prioridad política, porque
existe la necesidad de satisfacer a los suníes. Si cada
región pudiera ser dotada de importantes recursos de
hidrocarburos, podría haber al fin una especie de federación
en Iraq, en la que EE.UU. quedara como árbitro entre las
tres regiones: kurda, árabe suní, y árabe chií. Podría
ser una solución óptima para Washington, pero sería muy
difícil de convenir – quiero decir llegar a un verdadero
acuerdo, un consenso entre todas las principales facciones.
Esto no se podría lograr armando a todos como lo hace ahora
EE.UU., tampoco mediante el realce de las divisiones
tribales y sectarias. EE.UU. siembra las semillas de una
tragedia a largo plazo en Iraq. Ya es una tragedia inmensa.
Iraq vivió una tragedia permanente desde que Sadam Husein y
sus compinches llegaron al poder en 1968, hasta el embargo
genocida impuesto por EE.UU. La tragedia que los iraquíes
viven desde el comienzo de la ocupación en 2003 es vista
por algunos como aún peor. Y apenas puedo vislumbrar una
salida en el futuro previsible.
¿Cree
que el movimiento contra la guerra está disminuyendo como
fuerza social? Si es así ¿cuáles son las causas para esa
disminución?
Bueno,
el movimiento ha disminuido en mucho en relación con las
movilizaciones realizadas justo antes de la invasión de
Iraq. Ha habido razones básicas y episódicas para eso. Una
razón episódica que tiene que ver sobre todo con EE.UU.
pero afecta al resto del mundo son las elecciones en EE.UU.
y la creencia de muchos en que podrían conducir a un cambio
radical en la política de EE.UU. hacia Iraq. Como de
costumbre, el efecto de elecciones es desmovilizar al
movimiento contra la guerra. Otra razón episódica es lo
que hemos estado discutiendo, es decir el relativo éxito de
la ‘oleada’. Esto también tiene un efecto
desmovilizador en el movimiento contra la guerra porque
reduce el sentido de urgencia para la lucha contra la
ocupación. A esto hay que agregar una razón más básica,
que es que la naturaleza de las fuerzas que enfrentan al
imperialismo de EE.UU. inspira mucho menos simpatía que en
el pasado. Quiero decir que en Vietnam EE.UU. estaba
enfrentando a los comunistas vietnamitas que actuaron de
modos muy hábiles al dirigirse a la población de EE.UU. y
a todo el mundo. Lograron conquistar la simpatía de la
opinión pública mundial. Actualmente, las fuerzas que
enfrentan a EE.UU. son sobre todo fundamentalistas islámicos,
mejor tipificados por al–Qaeda. Ciertamente no pueden
despertar alguna simpatía en la opinión pública,
especialmente en Occidente donde existe el grueso del
movimiento contra la guerra y así es como debe ser, porque
el movimiento contra la guerra tiene sentido sobre todo en
los países guerreros. Por lo tanto, la naturaleza de las
fuerzas que enfrenta actualmente el imperialismo de EE.UU.
no ayuda a la edificación de un movimiento contra la guerra
fuerte y poderoso. Pienso que es el problema principal que
enfrenta el movimiento contra la guerra. La principal tarea
del movimiento contra la guerra, antiimperialista, debería
ser explicar a la opinión pública que mientras más
guerras como éstas existan, más fanatismo y
fundamentalismo sobrevendrán. Y explicar que estas guerras
sólo refuerzan la dialéctica de la barbarie que llamo
“el choque de barbaries,” en la que la principal
barbarie es la de Washington y la menor es la de bandas fanáticas
de fundamentalistas islámicos. Es un desastre para todas
las poblaciones del mundo. Por ello es absolutamente urgente
detener las guerras y la continua agresión imperialista. Es
el tipo de mensaje que el movimiento contra la guerra
debiera transmitir y no el que dice: “Apoyamos a
cualesquiera que combatan al imperialismo no importa quienes
sean y qué más hagan.” No es la manera de ganar el apoyo
popular para la causa contra la guerra.
Existe
un cierto dilema para la izquierda opuesta a la guerra,
antiimperialista, porque en muchos países de la región la
resistencia contra la agresión imperialista es encabezada
por el Islam político. ¿Cómo puede la izquierda
solidarizarse con una resistencia semejante sin abandonar su
lucha por la secularización, la liberación de las mujeres
y los derechos de los trabajadores?
No
pienso que se pueda aplicar una regla general en este
aspecto. Depende de la situación de la que se esté
hablando. Por ejemplo, en Iraq, hay grupos que luchan contra
la ocupación de EE.UU. pero los mismos grupos están simultáneamente
involucrados en la violencia sectaria. Y esos grupos han
matado a muchos más civiles por motivos sectarios que las
tropas de la coalición. En esas circunstancias, hablar de
“apoyo a la resistencia iraquí” es totalmente erróneo
y descaminado. No se puede decir que uno apoya a fuerzas
semejantes. Uno debería decir “apoyamos la lucha contra
la ocupación” o aún mejor, para propósitos didácticos:
“La lucha contra la ocupación es legítima, en todo caso
(verdaderamente) necesaria.” Así está bien. Se apoyan
los actos selectivamente, no a los protagonistas, cuando no
se puede tomar la responsabilidad por todos sus actos. En
Iraq, uno no puede apoyar a ninguna fuerza específica,
porque todas las fuerzas que combaten contra la ocupación
son al mismo tiempo fuerzas sectarias. De modo que se están
librando dos guerras al mismo tiempo: una guerra justa y
otra muy reaccionaria. Ahora, tomemos el caso del Líbano o
de Palestina, es decir el caso de Hezbolá y Hamás. Son
fuerzas islámicas fundamentalistas que se oponen a la
agresión israelí. Uno puede decir: “Apoyamos la lucha
del pueblo contra la agresión imperialista, no importa la
naturaleza de su dirigencia; apoyamos la lucha a pesar de
nuestras reservas sobre su dirigencia.” Además, me opongo
enérgicamente a todo apoyo falto de sentido crítico a
ninguna dirigencia, sea cual sea, incluso a las dirigencias
más progresistas – tanto más cuando no son progresistas,
sino siguen ideologías reaccionarias. Cuando la lucha es
legítima sin ambages, pero dirigida por fuerzas no
progresistas, uno debiera declarar con mucha claridad:
“Apoyamos la lucha, pero no compartimos la perspectiva de
su dirigencia.”
(*)
Gilbert Achcar es profesor de estudios del desarrollo y de
relaciones internacionales en la Escuela de Estudios
Orientales y Africanos, Londres. Sus
libros incluyen “Perilous Power,” con Noam Chomsky
(2007), “The 33–Day War” (2007), “The Clash of
Barbarisms” (2ª edición, 2006), “The Israeli
Dilemma” (2006), y “Eastern Cauldron” (2004).
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