El
Talibán vota en noviembre
Análisis
de Jim Lobe
Inter
Press Service (IPS), 15/07/08
Washington.–
El frente principal de la "guerra contra el
terrorismo" del presidente estadounidense George W.
Bush se ha trasladado unos 1.800 kilómetros al este, de
Iraq a Afganistán.
Este
movimiento podría tener un gran impacto en las elecciones
presidenciales de noviembre en Estados Unidos, a pesar de
que, según las encuestas, la economía reemplazó a la
guerra de Iraq como la mayor preocupación de la ciudadanía
del país norteamericano.
La victoria
en Iraq debe ser la máxima prioridad de la política
exterior, según insiste el senador John McCain, virtual
candidato del oficialista Partido Republicano, en línea con
el actual inquilino de Casa Blanca.
Pero su
seguro rival del opositor Partido Demócrata, el senador
Barack Obama, y sus más cercanos asesores han señalado
repetidamente que la situación en Afganistán y la zona
fronteriza de Pakistán con ese país demandan mucha más
atención y recursos que los empleados por el gobierno de
Bush.
Se requiere
una "nueva estrategia" que incluya el despliegue
de "al menos dos brigadas de combate más" y un
aumento de la asistencia no militar "para cumplir la
misión" en Afganistán, afirmó Obama en una columna
publicada por el diario The New York Times el lunes, un día
después de la muerte de nueve soldados estadounidenses en
el país asiático.
En un acto
de campaña, Obama definió a Afganistán y las áreas
fronterizas de Pakistán como "el verdadero centro de
la actividad terrorista", que reclama un tratamiento
"agresivo" por parte de Estados Unidos.
Los nueve
soldados murieron en la provincia afgana de Kunar durante un
ataque lanzado por alrededor de 200 miembros de las milicias
islamistas Talibán, algunos de ellos procedentes de Pakistán.
Otros 15
uniformados estadounidenses y cuatro afganos resultaron
heridos en la incursión, rechazada luego con apoyo aéreo.
Se trató
del episodio de la guerra en Afganistán más luctuoso desde
la muerte de 16 soldados cuando los talibanes derribaron un
helicóptero hace tres años.
El diario
Los Angeles Times destacó que la cantidad de muertos de la
coalición occidental en Afganistán se encuentra en rápido
aumento.
Sólo en
mayo y junio las bajas estadounidenses y de la Organización
del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se elevaron a 69
soldados, cifra que supera al total de muertos en Iraq en el
mismo período.
El ataque
del domingo coincidió con la cuarta visita de este año a
Pakistán del jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados
Unidos, almirante Michael Mullen, para reiterar la
insatisfacción, e incluso exasperación, de Washington con
la supuesta incapacidad de las autoridades de Islamabad para
evitar una infiltración talibana en Afganistán.
La razón
principal es que los talibanes de Pakistán tienen desde
hace varios años el control efectivo de buena parte del
territorio de las Áreas Tribales Federalmente Administradas
(FATA) y de la Provincia de la Frontera Noroccidental.
Allí
encuentran refugio tanto los miembros de esa milicia en
Afganistán como los de la red extremista Al Qaeda.
Según
fuentes de inteligencia estadounidenses, esta última
organización ha reconstruido gran parte de su estructura de
entrenamiento y planificación, incluida su capacidad de
lanzar un ataque en territorio de Estados Unidos. En marzo,
Mullen advirtió que si eso llegaba a ocurrir tendría su
origen en las FATA.
Al mes
siguiente, la Contraloría General de los Estados Unidos,
que opera de manera independiente en la órbita del Congreso
legislativo, criticó duramente lo que definió como el
fracaso del gobierno de Bush para desarrollar una estrategia
para afrontar las amenazas en esa región.
Tanto
Mullen como el secretario (ministro) de Defensa, Robert
Gates, no ocultan su impaciencia para enviar otros 10.000
soldados a Afganistán ––la misma cantidad que reclama
Obama–– para reforzar a los 34.000 ya desplegados en ese
país.
Pero la
Casa Blanca no quiere poner en riesgo los avances en la
reducción de la violencia en Iraq y plantea que no habrá
refuerzos para Afganistán hasta tanto no retire un mayor número
de tropas de aquel país.
Irónicamente,
sus esperanzas están puestas en el general David Petraeus,
confirmado la semana pasada por el Senado como nuevo jefe
del Comando Central, con jurisdicción sobre Medio Oriente y
Asia sudoccidental, un área que comprende a Afganistán e
Iraq.
Petraeus
asumirá su nuevo puesto en septiembre, luego de finalizar
un análisis de situación que le permita determinar si es
posible reducir el número de soldados en Iraq por debajo de
140.000, cifra a la que se llegará a fines de este mes.
Hasta hace
poco, Petraeus se oponía a retirar más tropas en lo que
resta del año, pero con sus nuevas responsabilidades al
frente del comando regional, y el deterioro de la situación
en Afganistán y Pakistán habría flexibilizado su posición.
De ser así,
la imagen de McCain, cuya principal ventaja sobre Obama es
la percepción de que es más duro en materia de seguridad
nacional y la "guerra contra el terrorismo", podría
socavarse y hasta dar paso a la impresión de que ha
subestimado las amenazas en Afganistán y Pakistán.
La oficina
de campaña de McCain divulgó este lunes un comunicado de
prensa en el que citaba declaraciones hechas por Petraeus en
abril e, irónicamente, comentarios de 2004 de Osama bin
Laden, para reiterar que Iraq continúa siendo el frente
principal de la "guerra contra el terrorismo".
Ni ese
comunicado ni el portavoz del senador en materia de política
exterior mencionaron el ataque del domingo ni el deterioro
de la situación en Afganistán, al que definieron como
"un frente importante" de la "guerra contra
el terrorismo".
Obama
viajará la semana próxima a Iraq y Afganistán. Su visita
seguramente dominará la cobertura de la prensa
estadounidenses y le dará una oportunidad de oro para
exponer sus puntos de vista.
Cuando
Petraeus finalice su evaluación, las palabras del senador
podrían aparecer proféticas.
Casi
la mitad de los soldados británicos
sopesan abandonar
El
Periódico, 11/07/08
Londres.-
Las largas y peligrosas campañas bélicas en Irak y
Afganistán están haciendo mella en la moral de las tropas
británicas. Casi la mitad del personal militar del Reino
Unido desearía dejar el Ejército y cambiar de profesión.
Los resultados de una encuesta del Ministerio de Defensa en
los tres cuerpos de las Fuerzas Armadas muestran unos
niveles de descontento sin precedentes.
La
desmoralización, el mal equipamiento y los salarios bajos
son las principales causas de preocupación. De los 24.000
hombres y mujeres que fueron entrevistados entre los meses
de julio y octubre del pasado año, el 47% reconoció estar
considerando constantemente la posibilidad de presentar la
renuncia a su puesto de trabajo. El sondeo refleja la presión
y el impacto que los militares y sus familias sufren por las
repetidas misiones en Irak y sobre todo en Afganistán. Un
45% se muestra disconforme con la cantidad de tiempo que han
de pasar alejados de los suyos.
La
aviación, peor
Los
miembros de las Fuerzas Aéreas son los que tienen la moral
más baja (72%), seguidos del personal de la Marina (64%),
el del Ejército de Tierra (59%) y por último los marines
(39%). La escasez de medios y de equipamiento es otro motivo
común de queja para más de la mitad de los encuestados.
La percepción
de los miembros de las Fuerzas Armadas es que son enviados
al campo de batalla y están arriesgando su vida con un
material inadecuado. A lo largo de los últimos años ha
habido una serie de incidentes relacionados con la escasez
de munición, la vulnerabilidad de vehículos como los Land
Rover Snatch y los Viking y la falta de helicópteros para
las tropas en Afganistán.
El
Ministerio de Defensa reconoce que la encuesta revela "áreas
de preocupación", pero insiste en que desde que se
realizó las condiciones de los soldados han mejorado de
forma sustancial.
La
presencia de las tropas británicas en Irak ha sido además
muy cuestionada por la sociedad británica. Ayer, el
Ministerio de Defensa acordó indemnizar con 3,5 millones de
euros a nueve detenidos iraquís, víctimas de malos tratos,
y a la familia de un décimo hombre que murió en septiembre
del 2003 a causa de los golpes recibidos. Baha Musa tenía
26 años y era recepcionista en un hotel donde fueron
halladas armas y municiones. De los siete soldados
implicados en este caso y juzgados por una corte marcial,
solo uno fue condenado a un año de cárcel.
|